Crisis de la tasa de ganancia y elecciones en Estados Unidos
Jonatan Romero
Estados Unidos vive una de las crisis económicas más profundas de la historia del capitalismo, aunque sus efectos no se han sentido como en la de 1929. Lo anterior se debe a una sola cosa y es que el sentido de la explosión se ha transferido en una onda mucho más larga y, por eso, el marxismo la ha denominado recesión económica. Kalecki y Mandel teorizaron sobre este efecto en el lejano siglo XX y los dos aseguraban que el capitalismo contemporáneo logró transitar de los efectos inmediatos de la crisis a los efectos de largo plazo y, por lo mismo, las consecuencias no se sienten tan potentes.
En especial, Estados Unidos ha encontrado dos mecanismos muy interesantes para que la crisis económica pase a una forma de recesión. En primer lugar, el gobierno debe incrementar su gasto público y, en segundo lugar, este gasto debe estar enfocado en el sector militar. Muchos han creído en el famoso proyecto keynesiano del siglo XX y las hipótesis han difundido la idea de que el gasto iba dirigido al consumo y la inversión pública, pero los datos son muy diferentes: el milagro burgués viene acompañado en un aumento en el gasto militar.
La mejor medicina que puede curar al capitalismo de la crisis en el propio capitalismo no es una política fiscal sustentada en el crecimiento del consumo o la inversión en capital fijo por el gobierno. La mejor medicina es incrementar el gasto militar y este pueda expandir la cantidad de capital y de consumo o, en otras palabras, la crisis solo puede neutralizarse mediante la expansión de la guerra imperialista. Cuando, la opinión de la izquierda afirma en sus análisis que demócratas y republicanos son lo mismos imperialistas, pues eso es una verdad. Ambos partidos asumen su proyecto civilizatorio en torno a las necesidades de la economía capitalista que en este caso son: cuando cae la tasa de ganancia se debe iniciar una nueva campaña militar en otro país.
La política imperialista conlleva la creación de condiciones para que la guerra imperialista se propague por el mundo. El motor de este proceso no viene de personajes malignos o culturas diabólicas, sino que el proyecto burgués necesita del conflicto bélico para que este no muera por causa naturales. Estados Unidos es presa de estas leyes que, dicho sea de paso, los diferentes actores políticos no tienen el control y, por lo mismo, no importa quién llegue, pues estos no dejaran su intervencionismo militar en el mundo. La política americana no puede ser otra cosa que una política imperialista, porque sin el imperialismo sería imposible que la economía burguesa perdurara en esta época.
Las leyes del capitalismo raptaron a Estados Unidos y sus gobernantes solo pueden aspirar a gestionar la barbarie moderna. Unos adquieren una máscara diabólica, otros les gusta mostrar una decadente y otros tantos les encanta la forma buena onda. No importa el matiz, puesto que, tarde que temprano, todas llevarán las armas a otros territorios y, gracias a ello, las grandes empresas saldrán ganando en este juego macabro. Demócratas o republicanos son presa de este sistema y los electores no podrán superar esa dinámica bajo la forma electoral, porque el sistema electoral yanqui responde a las necesidades de la acumulación de capital y de la guerra imperialista.
Un análisis marxista debe contener un análisis concreto de la realidad concreta y, por ende, la historia reciente de Estados unidos debe ayudar a este escrito para clarificar lo anterior expuesto por mi pluma. La crisis económica a partir del siglo XXI siempre vino acompañada de la expansión de la guerra imperialista y, por lo mismo, Estados Unidos siempre rompió la espiral en decadencia. Muy al contrario de la literatura burguesa, la economía marxista hizo hincapié en el carácter de la modernidad americana: crisis y guerra.
Sin lugar a duda, el 2001 se convirtió en un hito histórico, porque la modernidad americana se desmoronó abiertamente en esta coyuntura, porque Estados Unidos se convirtió después de la caída de la URSS en el Linder moral de la civilización. Ese liderato solo le duró unos cuantos años y su poderío se hizo añicos con la crisis de las punto com, cuando la burbuja financiera explotó con la caída de las acciones de las empresas de las telecomunicaciones. Lo que el imperialismo intentó ocultar fue lo que sepultó su egolatría económica y, por lo mismo, la civilización burguesa americana se cayó a pedazos.
¿Cómo se solucionó el problema de la burbuja financiera en el sector de la informática? La anterior pregunta es muy importante, porque la respuesta deja ver el carácter verdadero de la economía burguesa. Porque, la crisis de 2001 solo se superó con la creación de una guerra imperialista en medio oriente y Osama Bin Laden y Sadam Husseín fueron los enemigos creados para tal tarea. Sin lugar a duda, la caída de la economía solo pudo revertirse esa tendencia cuando las armas se movilizan en contra de otras naciones y estas campañas suman cuantiosas sumas de dinero.
De 2002 a 2008, la economía gozó de una salud no tan favorable, pero los negocios fueron en ascenso y las corporaciones no tuvieron reparo en seguir con sus fantasías. Una sentencia es muy famosa en estas tierras que dice más o menos lo siguiente: todo lo que sube tarde que temprano tiene que bajar en algún momento. Seis años pasaron para que la economía volviera a colapsar y, por ende, las falacias del libre mercado se vinieran a bajo. Los economistas liberales no sabían la razón de su contexto y nunca han entendido que lo que tanto negaban volvió a pasarles por encima: la tasa de ganancia cayó otra vez.
¿Cómo se solucionó la burbuja financiera de 2008 – 2009? Pues, una vez más, la crisis capitalista seguirá buscando una solución a la anterior que, en esta ocasión, el punto ya no fue Irak o Afganistán, sino que Siria se convirtió en el foco de atención predilecto. Una vez más, la guerra imperialista se volvió a desatar y otro polo de conflicto emergió ante la emergencia económica. Las clases dirigente son conscientes que, ante el derrumbe financiero, las campañas bélicas son una oportunidad de acelerar el crecimiento económico que se perdió en la explosión de la especulación financiera.
La guerra imperialista se ha manifestado en estos dos casos como la mejor forma de incrementar la tasa de ganancia y, por lo mismo, los presidentes que han transitado por esos años nunca dejaron de lado sus pretensiones intervencionistas. Bush se veía bastante salvaje y cínico, mientras Obama siempre mostró una cara buena onda ante la barbarie del águila blanca. El sistema electoral ha ido de un polo a otro y estos han representado muy bien la cuestión imperialista. Porque, la política gringa solo se sujeta bajo las normas de la tasa de ganancia y el capitalismo puede incrementar el beneficio burgués mediante la guerra.
Donald Trump llegó a la presidencia después de la gran crisis del 2008 y una ligera caída en 2016 y este perfil fue la respuesta natural del imperialismo. Si bien es cierto que, en su periodo, Trump no manifestó una agresividad bélica en ciertos lugares, pero esto fue una consecuencia de que presionó demasiado en el pacífico. Aquí hay que considerar que la política del republicano y empresario fue diseñada para apuntar al más importante competidor del imperialismo en su forma americana que es China. Mientras más se agudicen las contradicciones estructurales y cíclicas del capitalismo, pues el foco de conflicto se irá moviendo al corazón de la crisis capitalista que es el pacífico.
Pero, en este punto hay que observar el desarrollo de la situación durante el periodo de 2020 a 2024, para que el marxista pueda explicar los sucesos de la última elección en Estados Unidos. La pregunta es ¿por qué tomar como punto de partida el 2020? La respuesta es muy sencilla, porque ahí aparece la crisis económica que tomo forma de crisis sanitaria mundial y, por lo mismo, este momento ha acelerado las consecuencias naturales del derrumbe civilizatorio burgués: un conflicto a escala mundial. La pandemia fue el momento clásico, en donde la destrucción creativa se manifestó como una herramienta para controlar los efectos nocivos de la caída de la tasa de ganancia.
Pero, si bien la crisis sanitaria fue un proceso de aceleración del estallido de la crisis, por ende, su función fue reducir el impacto al distribuirlo en el tiempo y, en ese sentido, los efectos no fueron permanentes. Si bien es cierto que la caída del PIB fue muy evidente en Estados Unidos, pero su repunte en el mundo de los negocios fue bastante rápido. La salud económica del hegemón duró muy poco, porque, en enero de 2022, la economía recibió un contrasentido, cuando la inflación se incrementó gracias a la crisis de la cadena de suministros. La solución no fue un plan económico en contra del incremento acelerado de los precios, sino la intervención militar de Rusia en Ucrania.
Aquí no hablaré de los efectos positivos que esta tiene para el orden chino —ruso, pero, en cambio, el orden financiero occidental si que la ha pasado muy bien con este conflicto. Las grandes empresas han ganado mucho dinero durante este conflicto y esta dinámica ha incentivado las ganancias monopólicas junto con las especulativas. Occidente guarda salud, porque la zona eslava está transitando por un conflicto bélico bastante peculiar. Otra vez, la guerra imperialista se convierte en un polo de acumulación de capital y, por ende, esta es la tabla de salvación de la economía burguesa.
Todo esto tuvo un límite a mediados de 2023 y la caída de la economía gringa vuelve a ser parte del problema. Los pronósticos ponían a la economía más grande del mundo en una encrucijada y, por lo mismo, la crisis económica vio un resurgimiento dentro de un mundo turbulento. La solución al problema antes planteado no puede ser de otra manera que poner de manifiesto la guerra imperialista y, de alguna manera, el grupo de Hamas ataco población de Israel y una nueva oleada de bombardeos iniciaron en palestina.
La ocupación israelí incrementó la cantidad de bombas arrojadas a zonas de civiles palestinos y esto le dio vida artificial a la economía capitalista. Los Estados Unidos una vez más han cambiado la balanza hacia su favor y las grandes corporaciones han incrementado sus ganancias a nivel mundial. La guerra es un gran negocio y su movimiento molecular ha ayudado a promover una cierta tendencia de estabilidad económica. Pero, la crisis económica no ha dejado de rondar por el castillo de capitalismo y la guerra imperialista parece moverse ahora hacia Irán.
Donald Trump ganó la elección de 2024 y todo parece indicar que nada va a cambiar, porque el juego electoral se mueve por las leyes capitalistas. Cualquiera de los dos iba a mantener su visión expansionista y, por lo mismo, uno va a acelerar el movimiento al centro del conflicto y la otra quería ir gestionando el traslado hacia el corazón de la crisis. Donald Trump pondrá más empeño en mover el conflicto en Irán para que luego se mueva hacia el destino clásico: China. La guerra imperialista se convertirá en crisis de destrucción de capital y la elección en Estados Unidos ha dado a su alfil más práctico para este objetivo: Trump.