Byung-Chul Han y las maneras de arrojar la historia al retrete

Leonardo Meza Jara

En el libro “La sociedad del cansancio”, Byung-Chul Han asume que en las formas de dominación del neoliberalismo se hace manifiesto un “exceso de positividad” (2012, P. 11 y 12). Pero esta afirmación del filósofo originario de Corea del Sur es una exageración. Este filósofo refiere que los seres humanos ya no son dominados por una exterioridad, que en las formas de dominación actual ya no se hace presente un mecanismo panóptico que fue analizado por Foucault en el libro “Vigilar y castigar” (2005).

Desde este punto de vista, la dominación ya no se ejercería desde la exterioridad del sujeto (unas leyes, una autoridad institucional, unos dispositivos disciplinarios, un mecanismo de interpelación como el planteado por Althusser, una maquinaria de performatividad como la referida por Austin o Butler), sino que los sujetos se dominarían a sí mismos.

La tesis central de Byung-Chul Han en “La sociedad del cansancio” establece que los sujetos han aprendido a dominarse a sí mismos a través de mecanismos como el exceso de producción, la sobrecarga del rendimiento y la demasía de la comunicación: “La violencia de la positividad… resulta de la superproducción, el superrendimiento y la supercomunicación…” (Ibidem., P. 16).  En síntesis, este filósofo coreano establece que los seres humanos han aprendido a gobernarse a sí mismos (la “violencia neuronal” de Byung-Chul Han). Por la tanto, ya no requerirían ser dominados desde una exterioridad (los dispositivos disciplinarios de Foucault).

La argumentación de Chul Han recurre de forma artificiosa a los recursos de la retórica, que plantean una analogía entre: A) los mecanismos de dominación y, B) el sistema inmunológico de los seres humanos. Para el filósofo surcoreano, un contagio viral funciona de la misma manera que los mecanismos de dominación del poder. Según este autor, la dominación ya no es “viral”, ya no funciona como lo hacen los virus que, desde una exterioridad se introducen al cuerpo humano contagiándolo (dominándolo). En este mismo plano, la interioridad del cuerpo (las posibilidades de resistencia ante la dominación ejercida desde afuera) ya no funciona como lo hace el sistema inmunológico, resistiendo a los virus, luchando en contra de un organismo que viene desde una exterioridad y que afecta al cuerpo al grado del sometimiento.

La analogía viral-inmunológica que aparece en “La sociedad del cansancio” es una trampa argumentativa. La forma de argumentar de Byung-Chul Han es más retórica que racional, más imaginaria que real, más abstracta que objetiva. Este autor recurre al efectivismo argumentativo de la retórica, que se deposita en la figura de la analogía.

¿Verdaderamente, los mecanismos de dominación funcionan como lo hacen los virus que entran al cuerpo humano? ¿Las posibilidades de resistencia ante una dominación, funcionan de la misma forma en que lo hace el sistema inmunológico ante el contagio de un virus? ¿Cuáles son los alcances y las limitaciones interpretativas de la analogía inmunológica de Byung-Chul Han, para explicar la manera en que funcionan los mecanismos de dominación y resistencia de los seres humanos? ¿Existe de manera fatídica, una “violencia neuronal” que psíquicamente ha construido una serie de mecanismos mediante los cuales los seres humanos se dominan a sí mismos, sin necesidad de ser dominados desde una exterioridad?

De un solo plumazo, Chul Han anula las posibilidades de la resistencia ante el ejercicio de la dominación:

«Hoy en día, la sociedad incurre de manera progresiva en una constelación que se sustrae por completo del esquema de organización y resistencia inmunológicas. Se caracteriza por la desaparición de la “otredad” y la “extrañeza”… La desaparición de la otredad significa que vivimos en un tiempo pobre de negatividad. Ciertamente, las enfermedades neuronales del siglo XXI siguen a su vez una dialéctica, pero no de la negatividad, sino de la positividad. Consisten en estados patológicos atribuibles a un “exceso de positividad.”» (Ibidem. P. 13, 14, 17 y 18).

Para este filósofo coreano ya no existe la resistencia (“negatividad”), sino que solo existe la auto-dominación que se multiplica al cuadrado (“exceso de positividad”). Es esto lo que es conceptualizado por Byung-Chul Han como una “violencia neuronal” donde los seres humanos se dominan a sí mismos bajo unos mecanismos psíquicos que están atados a la lógica de la “superproducción” (la sobreabundancia de producción) y el “superrendimiento” (la autoexigencia de rendir ilimitadamente). De esta forma, los seres humanos se explotan a sí mismos hasta cansarse. Por esta razón, el libro de Byung-Chul Han se titula: “La sociedad del cansancio”.

El problema, es que el filósofo surcoreano no explica de manera convincente cómo funciona la dominación psíquica de los sujetos, tal como la hace Judith Butler en el libro “Mecanismos psíquicos del poder” (2015), o como lo hace Slavoj Žižek en el texto “El sublime objeto de la ideología” (2012). Para explicar la manera en que funciona la dominación psíquica de los sujetos, Butler recurre a Hegel (la dialéctica del amo y el esclavo) y Žižek se apoya en Marx (el fetichismo de la mercancía).

Lo que opera argumentativamente en el fondo del libro de Byung-Chul Han, es un olvido o una anulación de la dialéctica que se desprende de Hegel y Marx. El filósofo surcoreano que destina trágicamente a la sociedad actual a hundirse en el “cansacio”, convierte a la dialéctica en un remolino de “positividad” que se lo traga todo. La filosofía de Chul Han es una negación de la dialéctica marxista, que se parece demasiado a los remolinos que se forman cuando se jala la palanca de un retrete. Este remolino gira en un solo sentido y se precipita hacia un abajo trágico, de hechura posmoderna. Esta es una forma “sui generis” de bajarle al retrete de la posmodernidad, que arrastra a la historia por un solo camino y en un solo sentido impregnado de nihilismo. Mediante la jugada teórica de Byug-Chul Han, la historia y la dialéctica son arrojadas al retrete.

En los conflictos actuales de la sociedad, las fuerzas que luchan por el poder no giran en un solo sentido. Más aún, no hay una sola fuerza que está en lucha, sino que hay una multiplicidad de fuerzas que se confrontan unas con otras. Y en todo momento, se hace presente una dialéctica, en la que se manifiesta tanto una positividad (el ejercicio efectivo de una dominación) como una negatividad (la potencia política de la resistencia).

Desde luego que en la era neoliberal existe una positividad en los mecanismos de dominación. Es decir, existe una cierta efectividad de la dominación, que por cierto no es solo autodominación (la explotación interna, que deviene de sí mismo), sino que también es heterodominación (la explotación externa, que deviene de una alteridad). Pero también existe una negatividad que se opone a la dominación, que se ha expresado en las luchas en contra del neoliberalismo en las dos primeras décadas del siglo XXI. En la era neoliberal hay positividad (dominación efectiva) y negatividad (resistencia manifiesta ante la dominación). Es decir, hay dialéctica, hay una conflictividad dialéctica que se hace manifiesta históricamente en luchas concretas como la sucedida en Chile durante la pandemia, como los acontecimientos electorales recientes en Bolivia, Colombia, México y otros países de América Latina.

Los intentos de olvido o anulación de la dialéctica que atraviesan la obra de Byung-Chul Han son imperdonables, no por el hecho de omitir a Hegel o Marx, sino por el hecho de que la historia es profusa y profundamente dialéctica. La historia está plagada de positividades y negatividades que tienen la forma de múltiples remolinos que giran uno al lado de otro, en diferentes sentidos y de diferentes maneras. La historia es un territorio de tempestades, de climas históricos que se comportan conflictivamente, donde diversos remolinos con una fuerza centrípeta y centrífuga, chocan unos con otros en luchas de poder concretas. La historia es un lugar problemático y complejo, donde múltiples fuerzas de dominación (positividad) y resistencia (negatividad) se mueven, mientras luchan unas con otras…