Dossier: el día después. ¿Cómo es la lucha política sin López Obrador?

Adiós AMLO

Juan Schulz

A mi parecer termina el sexenio, hasta ahora, más interesante de la historia de México. Se retira el político más audaz que hemos visto. Ni muerto sus detractores o sus seguidores dejarán de hablar de él. Su periodo será analizado, discutido, rebatido. De líderes como él hasta los que callan quieren agregar algo. 

Cada quien tendrá su recuerdo del sexenio. En lo personal fueron los mejores seis años de mi vida, incluso los últimos dos que he vivido a la distancia han sido de orgullo. A menudo taxistas, estudiantes, gente en general me preguntan por AMLO y yo les cuento con orgullo mi versión de lo que ha pasado, que es una subjetividad como tantas. 

Lo que no es un punto de vista personal es lo que dice la Coneval –o el Banco Mundial– al afirmar que en este sexenio 8.9 millones de mexicanos salieron de la pobreza. Las cifras, en general, pueden ser frías si uno hace el esfuerzo por dimensionarlas. ¿Qué significa que casi nueve millones de personas salgan de la pobreza? Que cada quien trate de pensarlo como quiera, pero que al menos no se pase por alto cuando se quiera hablar del sexenio.  

Nunca se me va olvidar el proceso de transformación que vi en mucha gente. La seriedad con la que vi en barrios y pueblos involucrarse en asuntos políticos. Tengo muchas escenas grabadas en la cabeza, como la de los albañiles de una construcción vecina que en su descanso se sentaban a escuchar la mañanera en el celular, la gente que encontró en el compromiso político una nueva forma de alegría, de esperanza en un país que la necesitaba con urgencia.      

 

Se le dio la vuelta a la tortilla. El México de los que siempre tenían la voz y no aceptaban réplica entró en crisis. Los intelectuales bien preparados para siempre quedar bien con el PRIAN fueron ridiculizados una y otra vez. Se convirtieron en nuestra burla. Cuando se querían levantar se volvían a caer porque no entendían que las cosas ya no funcionaban como antes. Creían que eran oposición y apenas fueron una pataleta con vocación de estorbo. 

A la gente que menos respeto intelectualmente la vi degradarse, enfurecerse, hacer de la razón una máscara que se les caía y los mostraba nostálgicos de la encomienda. Traté de no reírme, de moderarme, pero no pude, durante estos años gocé la ridícula oposición que fueron. Andrés Manuel se va con más de 70% de aprobación y Claudia ganó por más de 30 puntos de ventaja. Con razón el colega mirrey que me encontré hace poco en una feria del libro independiente me trató con tanto desdén, pues es de esas ardillas que ni siquiera pueden expresar con claridad lo que piensan, prefieren la mueca de mamón en la jeta antes que discutir ideas.  

A lo mejor algún día se levantan de la paliza política que se les dio. Les va a costar mucho trabajo dimensionar lo que pasó, porque no creo que les interese entender. La única relación que tienen con el pueblo es cuando los emplean para servicios, y con toda esa distancia y desconocimiento que tienen del país y de su historia van a seguir creyendo que dan lecciones.     

Al margen de todos los atorados en sus pulsiones de clase, hubo progresistas de buena voluntad que se distanciaron porque fue más grande su purismo que sus ganas de arremangarse y aportar. Es más cómodo mantener el disfraz de rebelde que asumir contradicciones. También la izquierda revolucionaria que no revoluciona nada y toda su baba de perico marcó su independencia para seguir siendo intrascendentes, influencers de una secta twitter que se autopercibe como la vanguardia de los trabajadores, pero que las agrupaciones gremiales ni los topan. Se esforzaron tanto en tener razón que a veces obtuvieron pedacitos, pero estaban tan aislados con su pedazo de razón que terminaron por ser políticamente insignificantes.  

Como en cualquier movimiento de masas hubo contradicciones, como en cualquier cambio desde un gobierno hubo muchas limitaciones, inercias, torpezas. Sólo desde una gran ingenuidad se podía creer que todo se iba solucionar. ¿En qué país de América Latina ha sucedido un cambio mágico de todos los problemas? Se avanzan algunos pasos. El que tenga otra manera de solucionar las cosas, que se levante de la silla, lo estamos esperando. Es innegable que México sigue siendo el país de las matanzas y que no va a terminar en tiempos cercanos. Ante el México de fosas clandestinas, de maltrato a los migrantes, de tantas cosas oscuras que la mayoría sabemos, no se ve el final. Aún así, con todo y la mancha gigantesca, el país es muchísimas cosas más que eso. 

Le tengo mucho cariño al condenado Peje. Le deseo que descanse, que lea, que escriba, que esté con la gente que lo quiere y que viva muchos años dichosos.  A  Claudia, nuestra presidenta, y al pueblo de México les deseo todo lo mejor, que les vaya chingón en esta etapa. 

 

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