Reseña: Pensamiento crítico: Ensayos sobre filosofía de la liberación y decolonialidad

Rodriguez Reyes, Abdiel. Pensamiento crítico: Ensayos sobre filosofía de la liberación y decolonialidad.  Lima: Heraldos Editores, 2021, 144 pp.

Frederick B. Mills, PhD

Bowie State University

 

Este libro de ensayos se desarrolló a partir de presentaciones en coloquios y seminarios universitarios durante un período de tres años, 2017 a 2020. “El interés de un pensamiento crítico o de una ciencia social crítica” dice Profesor Rodriguez Reyes, “es la emancipación, es la liberación del oprimido por este sistema.” Este vínculo entre el pensamiento crítico, el pensamiento decolonial y la práctica liberadora es evidente a lo largo de la colección de ensayos.

Estos ensayos muestran claramente la intersección de conceptos básicos en la filosofía de la liberación y la teoría y praxis descoloniales. El autor ubica estas intersecciones en un contexto histórico, las relaciona con la experiencia vivida, y hace una reseña de los principales contribuyentes al campo, los trabajos de Enrique Dussel, Nelson Maldonado-Torres y Aníbal Quijano aparecen en casi todos los ensayos. En cuanto al estilo, se percibe la urgencia de difundir la constelación de ideas del pensamiento ético crítico. El profesor Rodriguez Reyes expresa más de una vez que la crítica del sistema vigente y su base ideológica — la modernidad capitalista– no es un mero ejercicio académico, sino que la toma como punto de partida, el locus de enunciación del sur global, en particular de la exterioridad del Otro, de las víctimas de explotación, la discriminación de género, el racismo y de cualquier otra forma de dominación y opresión. El autor nos ayuda a ver la relación entre la crítica de la modernidad de Dussel, el giro decolonial de Maldonado-Torres y la colonialidad del poder de Aníbal Quijano, conceptos que pertenecen al mismo campo de ideas. También cubre la diferencia entre lo posmoderno y lo transmoderno. Y finalmente, ofrece una interesante discusión sobre el concepto de globocentrismo de Fernando Coronil, una idea que se puede elaborar más en el futuro. Voy a enfocar mis comentarios en estas intersecciones y en las implicaciones del pensamiento descolonial para el proyecto de transformación hacia un mundo transmoderno.

En la introducción Rodriguez Reyes sostiene que el pensamiento crítico no es desinteresado, sino que se desarrolla desde un locus de enunciación; le interesa la liberación de las víctimas del sistema vigente. En el segundo ensayo, sostiene que incluso el pensamiento crítico debe ser sometido a una descolonización “para no reproducir ideológicamente el eurocentrismo” (27). También hay un sentido de urgencia, ya que el autor declara que lo que está en juego no es solo una crisis económica, sino la sobrevivencia de la especie humana. “El experto, el intelectual, el que habla por los demás sin sentipensar está en esa misma posición, desde cierta formalidad y cientificidad sólo puede ser crítico en el mejor de los casos y descriptivo, pero sin dar el salto a lo propositivo” (12). La palabra “sentipensar” aparece varias veces más en otros ensayos y llama nuestra atención sobre la actitud decolonial como esencial para la teoría y la praxis decolonial. En el segundo ensayo, Rodríguez Reyes sostiene que el pensamiento decolonial implica “la capacidad y disposición para aprender de lo distinto” (30). Para Dussel, lo distinto se refiere al Otro, a las víctimas del sistema. Aquí se recuerda el concepto de razón pre-originaria de Dussel, el cual da cuenta de la sensibilidad por el Otro que se convierte en un compromiso por acompañarlo en el camino de la liberación. El autor cierra la introducción indicando el tipo de proyecto involucrado en la superación de las trampas de la modernidad, “un proyecto civilizatorio para encarar a la modernidad capitalista eurocéntrica, por una vida digna en comunidad” (13).

En el primer ensayo, “La urgencia del pensamiento crítico”, Rodriguez Reyes sostiene que la crítica al sistema vigente es fundamental para su transformación, y además urgente, pues lo que hoy está en juego es nuestra sobrevivencia, y la de la diversidad de la biosfera. Ya en este ensayo inicial, comenzamos a ver el objetivo transmoderno: “Hay que transformar la realidad para diseñar entonces ese mundo en el que quepan muchos mundos (como dirían los zapatistas), aquel donde se respete la pluralidad ideológica, cultural, etcétera” (15).

En este breve ensayo, Rodríguez Reyes enfatiza la importancia de darse cuenta de que la desigualdad social y económica que impone la modernidad capitalista no es natural, sino un fenómeno histórico que está sujeto a cambios, es decir, a la intervención del ser humano. Sólo así podremos actuar colectivamente para ir más allá de la crítica y proponer alternativas a este insostenible sistema. Este ensayo es una buena selección para iniciar al lector en el camino hacia el giro decolonial.

En el segundo ensayo, “¿Qué es la colonialidad? Nuevo concepto, viejos problemas”, Rodriguez Reyes ofrece una breve bibliografía de los principales contribuyentes a la investigación sobre colonialidad y decolonialidad. Aquí solo voy a abordar algunos de ellos. El texto comienza con una breve discusión del importante concepto de colonialidad del poder de Aníbal Quijano, el cual refiere a la clasificación racial y étnica de los colonizados como un medio para establecer jerarquías de dominación, como si estas relaciones fueran naturales. Esta idea ayuda a iluminar una característica importante tanto de la modernidad temprana como del período de globalización: el eurocentrismo y la supremacía blanca han sido elementos constitutivos de la modernidad durante más de quinientos años.

Reyes introduce la idea de decolonialidad con una estipulación importante sobre la teoría y la práctica. El autor coincide con Walter Mignolo en que, si bien la reflexión sobre la decolonialidad es reciente, ya existía desde hace al menos quinientos años en forma de resistencia a la colonización por parte de los pueblos originarios de Abya Ayala. Rodriguez Reyes también introduce en este ensayo la contribución de autoras feministas, como María Lugones, argumentando que “la crítica a la colonialidad del género es de las más trabajadas con respecto a otras, por ejemplo, la ontología” (22).

En una sección interesante del segundo ensayo, Rodriguez Reyes sugiere que ha habido fracturas dentro del pensamiento decolonial sobre la cuestión de las tendencias regresivas que han afectado a los gobiernos progresistas en América Latina. La división es entre “la solidaridad incondicional a los gobiernos progresistas y la crítica de la crítica” (26). Algunos que apoyan la liberación de Abya Yala de la colonialidad no aceptan críticas a los gobiernos progresistas, contrastando a los gobiernos progresistas con los neoliberales que utilizan una represión brutal contra los ciudadanos. Otros son puristas que se oponen fuertemente a los gobiernos progresistas que no pueden encontrar alternativas al extractivismo y forman algunas alianzas con los intereses neoliberales. Rodríguez Reyes marca un camino prudente entre estos dos extremos, lo que sugiere la importancia de la autocrítica constructiva. Pero hay más que agregar a este argumento. Si uno ataca a un gobierno progresista que es antiimperialista y que está bajo el ataque del imperio y sus lacayos, puede crear una apertura para un golpe de estado desde la derecha, y así no se gana nada por la causa de la liberación.

En la última sección de este ensayo, Rodriguez Reyes introduce el concepto de la transmodernidad. Aquí nos dice que la descolonialidad implica una crítica radical al sistema vigente con el objetivo de instaurar “un proyecto pluriverso de investigación y praxis transformadora” (31). El proyecto pluriverso es la transmodernidad. Regresamos a este tema en un momento. Por ahora es importante señalar que tal crítica tiene dimensiones tanto políticas como epistemológicas. Rodríguez Reyes sostiene que sin descolonizar el campo político no se puede descolonizar el epistémico, pero la razón de esto no está clara. Creo que el autor quiere decir que para descolonizar nuestra manera de interpretar el mundo primero tenemos que comenzar con el proceso de liberación de las múltiples jerarquías de dominación, incluidas las que hemos aceptado ingenuamente. Sin embargo, me parece que la descolonización epistémica y política son simultáneas.

En el tercer ensayo, “Apuntes desde la filosofía de la liberación, pensamiento crítico y decolonialidad,” Rodriguez Reyes ofrece más detalles sobre cómo sería un mundo transmoderno. En él se crearía un nuevo orden, más justo y con una nueva sensibilidad por el Otro, para reemplazar las relaciones de dominación impuestas por la lógica del capital y la colonialidad del poder. Aunque Rodriguez Reyes no elabora el concepto de transmodernidad en este ensayo, lo que Dussel elabora es un proyecto que reúne una diversidad de culturas por compartir un núcleo de principios éticos que se realizan de diversas formas. Más adelante, en el quinto ensayo, Rodriguez Reyes regresa a este planteamiento cuando se refiere a una crítica del concepto de lo transmoderno, la cual sostiene que lo transmoderno podría introducir un nuevo sujeto totalizador. Frente a la crítica de Santiago Castro-Gómez, Rodriguez Reyes dice que “Si queremos ser críticos en sentido estricto, el giro decolonial no se puede convertir en una nueva religión con sus dioses de culto” (56). Es importante responder a esta crítica porque, aunque Dussel sí sostiene que los principios éticos son universales, también sostiene que cada cultura expresa estos principios a su manera. Entonces, mientras todos los pueblos buscan desarrollar sus vidas en comunidad, hay un pluriverso de formas de hacerlo.

En el quinto ensayo, “Los aportes de Enrique Dussel al Giro Decolonial” se sostiene que la modernidad, la colonialidad del poder y el capitalismo son “tres cabezas de la hidra” (45). Rodriguez Reyes ofrece un buen resumen de cómo, para Dussel, la modernidad es el resultado de la conquista y colonización de Amerindia y no al revés. Desde el punto de vista totalizador de la modernidad, el indígena colonizado está atrasado y necesita volverse más occidental y menos mesomamericano. Ellos creen que Europa es la fuerza principal de la historia y el punto de referencia para el progreso humano. El llamado descubrimiento es un encubrimiento de los colonizados, sus tradiciones, idiomas, y cosmovisiones. La descolonización de la historia y la epistemología implican entonces que el mito de la modernidad se ha expuesto como condición previa para recuperar y revalorizar lo encubierto, deconstruyendo la colonialidad del poder con el objetivo de transformarlo. Vale notar que Dussel nos ofrece las herramientas conceptuales para comprender el movimiento de la conciencia ingenua a la conciencia ética crítica. Me refiero a las categorías de totalidad, alteridad, y el Otro, así como al encuentro cara a cara y el método analéctico. Pero, además de eso, también nos ofrece las herramientas conceptuales para ayudarnos a aplicar los principios éticos al campo político.

No cabe duda de que el trabajo de Dussel desde los años 70 ya abordaba algunos de los temas elaborados en el concepto de giro descolonial de Nelson Maldonado-Torres. Rodriguez Reyes define el término “decolonial”, propuesto por Maldonado-Torres, a partir de tres características principales. Primero, en él se expone el poder moderno que produce tecnologías de muerte que afectan en particular a ciertas comunidades, es decir, las víctimas del sistema.

En segundo lugar, en él se propone cambiar las formas vigentes de poder hegemónico y las formas de conocimiento. Y tercero, se puntualiza la necesidad de un cambio de actitud. Rodríguez Reyes, explica: “esta actitud no es una mera contemplación abstracta del mundo, es una forma de ser, estar, y actuar en el mundo. . . “(68).

Todos estos enfoques del pensamiento ético crítico encaminados a la liberación de los pueblos colonizados convergen en la idea de que la modernidad capitalista tiene sus raíces históricas en la conquista de Amerindia y la trata de esclavos africanos. La colonialidad es constitutiva de la modernidad, es decir, la colonialidad del poder niega la cultura del indígena y utiliza la clasificación racial para justificar las relaciones de dominación. Es importante reconocer, sin embargo, que los colonizados conservaron una cierta exterioridad como base para la resistencia, la crítica, la descolonización y la construcción de un camino hacia su liberación.

El libro incluye una entrevista con Nelson Maldonado-Torres sobre “Las Humanidades y el Giro Decolonial en el Siglo XXI.” La entrevista señala que las universidades occidentales están diseñadas en gran medida para reproducir la visión occidental moderna del mundo, por lo cual, la discusión sobre el giro descolonial generalmente está marginada en la academia. También dice que la mayoría de las discusiones sobre el pensamiento descolonial tienen lugar en el diálogo sur-norte y entre los movimientos sociales, artísticos e intelectuales del sur global.

Podemos anticipar que Rodriguez Reyes desarrollará aún más algunas de las ideas de este libro en un futuro próximo. Por ejemplo, el concepto de globocentrismo de Fernando Coronil plantea algunas preguntas muy interesantes. Coronil señala que “el discurso sobre la globalización de las instituciones financieras y corporaciones transnacionales evoca con una fuerza particularmente seductora el advenimiento de una nueva era” (88). ¿Pero seductora para quién? Coronil señala que las fuerzas de la integración global se combinan con la “polarización social dentro y entre las naciones” (88). Hoy, Estados Unidos está armando el sistema financiero global a través de sanciones económicas para imponer la obediencia a los imperativos neoliberales. ¿Cómo, estratégicamente, puede el sur global liberarse de los lazos de intereses corporativos promovidos y aplicados por Estados Unidos? ¿Cómo será la descolonización frente a semejante guerra económica? La alternativa bolivariana propone que la integración regional, la independencia y la promoción de un mundo multipolar son partes integrales del proyecto descolonizador.

En conclusión, este libro ofrece una buena introducción a la intersección del pensamiento descolonial y la filosofía de la liberación. Sería una adición bienvenida al trabajo del curso, a nivel universitario, en estudios descoloniales.