Notas sobre la autogestión académica de José Revueltas

Javier Sainz Paz.

Tras cincuenta y dos años del movimiento estudiantil encabezado por el Consejo Nacional de Huelga (CNH), el nombre de José Revueltas sigue latente cuando se memora ese trágico año que trajo consigo la masacre de estudiantes en la plaza de las tres cultural, cientos de detenciones, y todas de vejaciones sufridas por el movimiento en la calles, escuelas, e incluso en el presidio, todo a manos del gobierno, aun ahora, impune de Gustavo Díaz Ordaz.

La autogestión académica, fue la propuesta que Revueltas planteó desde el inicio del movimiento y sin embargo ello ha quedado como una leyenda que a veces se menciona a manera de propuesta trasnochada o como solución inmediata del conflicto del 68. En realidad, fue una apuesta que buscó combinar varios elementos: 1) la capacidad del movimiento estudiantil de caminar con independencia política ante los partidos y estructuras del régimen de Díaz Ordaz y Echeverría; 2) el trazar una ruta de organización popular que incluyera a todos los sectores de la sociedad; 3) Reproducir un esquema de organización en consejos populares con la finalidad de incidir en la lucha por la democracia.

Sin embargo, será muy tarde cuando su propuesta tenga algo de resonancia. No fue sino hasta el 15 de noviembre de ese año, cuando el movimiento vive su peor momento, que Revueltas dará una conferencia, convocada por el propio CNH, sobre autogestión académica en la FFyL. Al otro día será apresado en una jornada de persecución, digna de cualquiera de sus novelas. Revueltas permaneció preso en Lecumberri hasta el 13 de mayo de 1972, cuando sale libre “bajo protesta” (que fue un tipo de perdón, sin un sustento legal, por el que la mayoría de los presos de 1968 y 1971, salieron de la cárcel).

La idea del regreso a clases tenia el fin de hacer de cada institución educativa un centro de crítica y autocrítica de la sociedad que rebasará la enseñanza de libro de texto, para que de la discusión maestro-alumno, acerca de los problemas de la realidad que contiene cada materia de estudio, surgiera un conocimiento que tuviese el propósito de transformar la realidad y no sólo contemplarla.

Se trataba de que la libertad de cátedra y de la autonomía dejaran de ser letra muerta y tomaran un sentido activo. No se trataba de crear autogobiernos o alterar los contenidos de los planes de estudio, sino de pasar de la crítica académica que se hace en las aulas, a la transformación de la realidad.

Ejemplo de todo ello es para Revueltas, el hecho de que, en 1958, en el pleno del Consejo Universitario de la UNAM, un catedrático de la Facultad de Derecho expuso que el “artículo 145 del Código Penal negaba el espíritu de la Constitución y era un atentado contra la libertad, la democracia y los derechos del individuo” (Revueltas, 2003: 120). Entonces nuestro autor cuestiona el por qué entonces la UNAM no hizo nada, ni en su conjunto se solidarizó con el movimiento estudiantil de 1968, si ella misma había caracterizado a este artículo del código penal como contrario a un sistema democrático: “No lo hizo por cobardía y oportunismo y porque los estudiantes no pudieron desatar por sí mismos una acción de masas lo suficientemente poderosa y efectiva para conducir la lucha hasta el fondo” (Revueltas, 2003: 121).

A nivel organizativo, la idea de Revueltas era crear una organización local en cada centro educativo. Partir de asambleas tripartitas de estudiantes, trabajadores y profesores que conformaran una representación ante un consejo superior que, a partir de la democracia cognoscitiva, resolviera ejecutivamente sobre los problemas del plantel. Consideraba que ello se debía reproducir a nivel local en barrios, colonias, municipios, sindicatos, y en todo lugar en donde la convivencia social desarrolle un proceso de identidad, de pertenencia, de comunidad en torno a dicho espacio, y así hasta crear consejos organizativos populares que agruparan a los otros según su sector.

Como se puede apreciar, su propuesta poco debe al anarquismo, y mucho a la experiencia consejista soviética de los primeros años de la Revolución Rusa, así como a las ideas autogestionarias-movimientistas de Rosa Luxemburgo. Sin embargo, todos estos planteamientos, Revueltas apenas los desarrolló en una serie de textos elaborados para la distribución inmediata, esquemas, apuntes y breves ensayos en donde se van perfilan diferentes aspectos de lo que concibe como autogestión académica. Todos estos son parte de los muchos desarrollos inconclusos que nos dejó.

A 106 años del natalicio de José Revueltas es necesario salir de los lugares comunes, regresar a la lectura de su obra y dialogar con ella desde nuestro propio horizonte, sin tratar de acoplar dogmáticamente sus ideas al contexto actual. Es una tarea enorme pero necesaria, pero sin la cual seguiremos repitiendo aquello que Revueltas tanto condenó del marxismo dogmático.

Bibliografía.

Revueltas, J. (2003). México 68: juventud y revolución. México: Ediciones Era.

*Publicado originalmente en La visión de los vencidos, No. 15, año 1. Lunes 30 de noviembre de 2020.