Músculo sin cabeza

CE, Intervención y Coyuntura

En una célebre metáfora, el escritor José Revueltas hablaba del “proletariado sin cabeza”. Más allá de las posibles críticas a esa imagen, y todo lo que suponía su texto (por ejemplo, el exceso de “filosofía de la conciencia”, el tono jrushovianode ensalzamiento a la URSS, la visión teleológica de la historia), ha quedado instalada dentro de cierto imaginario político. Hoy podemos decir que la oposición tiene músculo, pero no tiene cabeza.

Así, como espejo de historias de izquierdas y derechas, tenemos que las primeras siempre mostraron ese músculo social, en las calles y plazas, pero eran débiles en las urnas y los triunfos en esta arena se convirtieron en los motivos de medición de su verdadera influencia social; la oposición en cambio hoy, tiene alrededor del 20 % del electorado, lo cual no sería despreciable por si solo, pero ha sentido como un triunfo su capacidad de salir a las calles.

Como antes la izquierda opositora, hoy la derecha busca mostrar su influencia social. Recurrió a un viejo artilugio que no conoce y le pertenece poco dentro de su concepción: la calle. Con ello también a las formas de movilización que son comunes: el acarreo, los engaños, el pago, etc. La obsesión por vestir de blanco y rosa refleja bien su ideología: la blanquitud salarial de la que hablaron Bolívar Echeverría y Aníbal Quijano.

Esa influencia social muestra un cierto músculo, que, de hecho, sabíamos que existía. Pero no muestra, como en la imagen revueltiana, dónde está la cabeza. Que haya sido un personaje tan frío y poco carismático, un académico aburrido y sin pasión como José Woldenberg el orador central habla de esta falta de liderazgo.

Ahí estaba toda la oposición, de Colosio Rojas a Gordillo, de Madrazo a Creel, y no pocos “ingenuos” universitarios, pero cada uno marchaba para reafirmar su posición propia. Su triunfalismo se vuelve derrota cuando se analiza a fondo: si mañana se reforma el conjunto electoral ¿qué van a defender? Caso contrario, si mañana ya no hay reforma electoral, ¿qué les va a unir? No hay programa más allá del anti-obradorismo; y ello moviliza al 20% del electorado, como se ha visto en los resultados electorales, pero hoy, resulta insuficiente.

Sin programa y aun más, sin lideres visibles, y sin autoridad moral, la oposición navega sabedora de que ha logrado ocupar la calle, aunque no sabe bien para qué. 

Como dijimos ayer, su presencia en las calles es una muestra de que todo ha cambiado. Aspirar a que todo siga igual, es, cuando menos, una ingenuidad.