Lucio Cabañas: a 50 años de su cobarde asesinato

Dr(c). Dennis Saúl Miranda Palomares

Tirado en el suelo, con la mano derecha sobre el abdomen y la otra extendida al lado de su cuerpo, con las piernas abiertas y semiflexionadas, su rostro inerte girado hacia la cámara, detrás de él, cinco militares en cuclillas se regocijaban de alegría por haber eliminado de una vez por todas a quien había querido transformar la situación de miseria que vivían los campesinos del estado de Guerrero; de los cinco, sólo uno está mirando pensativamente hacia el cuerpo sin vida, los otros cuatro miran fijamente hacia el lente de la cámara que dejará para la posteridad una imagen de la barbarie con que fue perseguido y asesinado un maestro normalista rural que su único delito fue luchar por un mundo mejor para los desheredados de la tierra, para los pobres, su nombre: Lucio Cabañas Barrientos.

Lucio Cabañas Barrientos nació el 12 de diciembre de 1938 en uno de los estados con mayor pobreza y rezago educativo de nuestro país: Guerrero. Egresado de la escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, su relación con la vida política fue muy rica y fructífera mediante la cual obtuvo una consciencia social profunda de las problemáticas que lo envolvían. Militó en el Partido Comunista Mexicano (PCM), fue electo como secretario general de una de las organizaciones estudiantiles más longevas de México, la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM), también fue integrante del Movimiento Revolucionario del Magisterio (MRM).

En sus inicios como maestro nunca fue indiferente ante las injusticias cometidas contra la comunidad, pues, se unió a los ejidatarios de Mexcaltepec cuando las compañías madereras incumplieron los contratos firmados con los campesinos. Esta acción, llevaría a la reubicación de Lucio en otra escuela, de modo que, los mandos educativos de Chilpancingo ordenaron su traslado a la escuela Modesto Alarcón ubicada en Atoyac. Ahí tuvo que enfrentarse con la intransigencia y falta de sensibilidad de la dirección del plantel, cuyas exigencias de uniformes y cuotas extraescolares tanto a los alumnos como a los padres y madres de familia orillaron a Lucio a conformar el Frente de Defensa de los Intereses de la escuela Modesto Alarcón. La directora fue removida y Lucio fue trasladado al estado de Durango por muy breve tiempo hasta el año 1966 que por reclamaciones de los padres y madres de familia de la escuela primaria Modesto Alarcón fueron regresados a Guerrero. Dicha organización fue la convocante a reunirse en la plaza de Atoyac de Álvarez, Guerrero, el fatídico 18 de mayo de 1967 en apoyo al llamado del Comité de Lucha de la escuela primaria Juan Álvarez cuyo objetivo fue discutir sobre las problemáticas en torno a las exacciones de cuotas injustas e indebidas por parte de la directora Julia Paco Pizá.

Carlos Montemayor en su libro Guerra en el Paraíso recrea con gran maestría las palabras que dijo Lucio Cabañas ese día al tomar el micrófono:

Lucio no había dejado de avanzar y llegaba al micrófono. Sintió en su mano huesuda el metal caliente. El calor era intenso; el sol caía pesadamente sobre la plaza. Eran las once de la mañana. —Compañeros padres de familia de la escuela Juan Álvarez—comenzó a decir. El murmullo de la multitud disminuyó para escuchar su voz. —¡Compañeros alumnos, pueblo de Atoyac! —gritó nuevamente—. ¡Otra vez venimos aquí para que el pueblo conozca nuestra lucha, para que los maestros corruptos y dinereros conozcan de una vez por todas que no nos gusta la injusticia, que no nos gusta el trato despótico y explotador que quieren hacer sobre nuestro pueblo campesino! (Montemayor, 2017, p. 20).

Resalta la preocupación de un maestro rural que ha visto y sufrido en carne propia las desigualdades sociales producidas por un Estado Terrorista, en el sentido de que en lugar de atender las necesidades de sus gobernados pugna por desaparecer a quienes las padecen. Su grito contundente ante la brutalidad de un Estado insensible y parasitario preocupado más por llenar sus bolsillos que por mitigar el hambre y la pobreza tan brutal que ha asolado a nuestro país. El desenlace de este mitin fue el desalojo violento y despiadado por parte de los gatilleros de la policía judicial que llevaban la orden explícita de eliminar a Lucio Cabañas. La represión dejó como saldo varios heridos y asesinados, entre los que se encontraba una mujer ¡con ocho meses de gestación! Sin embargo, el lector se preguntará… ¿la destitución de una directora fue el detonante para que un maestro rural optará por la vía armada como estrategia para acabar con el autoritarismo y el abuso hacia los campesinos? Dejemos que sean las palabras de Lucio Cabañas las que nos den respuesta:

El de 1967 en Atoyac no era un movimiento puramente escolar. Dondequiera se dijo que por sacar a una directora de una escuela estatal hubo una balacera y de allí se lanzó Lucio. No se daban cuenta que antes, y eso a los que están aquí les consta, que antes tuvimos movimientos de pueblo en la sierra contra las compañías madereras, y que antes tuvimos en el pueblo de Atoyac un movimiento contra Caballero Aburto […] Pero lo que sí es cierto, es que con una matanza nos decidimos a no esperar otra. Y hemos dicho aquí: para que un movimiento armado empiece necesita varias condiciones: que haya pobreza, que haya orientación revolucionaria, que haya un mal gobierno, que haya un maltrato directo de los funcionarios. Todas esas cosas se pueden aguantar, pero lo que no se aguanta es que se haga una matanza, eso sí no se puede aguantar […] (Cabañas, L., citado en Suárez, L. 1976, pp. 54-55).

Como se puede apreciar, la matanza fue el detonante para seguir por el camino de las armas. No obstante, una serie de agravios fueron el antecedente substancial para movilizarse. Los constantes enfrentamientos con la autoridad fueron paulatinamente configurando las condiciones para llegar a decantarse por la vía armada como forma revolucionaria de orientar al pueblo y alcanzar así la liberación. La formación del Partido de los Pobres (PdlP) y el brazo armado mediante la Brigada Campesina de Ajusticiamiento (BCA), fueron herramientas substanciales que dieron forma y consistencia a la lucha desde adentro y desde abajo.

En los más de siete años tras la matanza de Atoyac el 18 de mayo de 1967, Lucio Cabañas Barrientos se mantuvo entre el pueblo y la sierra guerrerense dando estocadas fulminantes a un Estado Terrorista que atacaba con toda su fuerza para aplacar la justa rebeldía de los pueblos. Dos hechos fueron el detonante para que el Estado ejerciera todo su poder en contra de la población: el ejército fue emboscado por la BCA; una el 25 de junio de 1972 (Arroyo de las Piñas) y otra el 23 de agosto de ese mismo año (Arroyo Oscuro). Los hechos anteriores, dieron la pauta al gobierno para arremeter con mayor saña contra la población civil, quedando de manifiesto los crímenes de guerra cometidos contra el pueblo en las palabras que el mismo Lucio diera a conocer en el periódico El Machete un mes y cinco días después de la última emboscada:

Se tortura, golpean, capan, queman, ahogan y matan hombres, mujeres, niños y ancianos de Cacalutla, El Quemado, San Andrés, Santiago de la Unión, San Francisco, Cerro Prieto, San Juan, El Camarón, Tres Pasos, Los Valles, El Cacao, San Vicente de Benítez, San Vicente de Jesús, Mexcaltepec, Cayaco, El Rincón, Pie de la Cuesta, Zacualpan, La Vainilla, Las Trincheras, San Martín, La Remonta, El Paraíso, Santo Domingo, Tecpan, El Salto, El Arrayán, La Florida, El Porvenir, Río Santiago, El Refugio, El Paquilite y muchos más, donde llega el ejército o la policía judicial y sacan de sus casas a los trabajadores o se los llevan a las milpas. A nadie le han encontrado armas, nadie ha robado ni matado; con las torturas les han hecho decir que participaron en las emboscadas contra el ejército, lo cual es mentira y demuestra que el gobierno no quiere reconocer sus derrotas y trata de engañar al pueblo haciendo creer que ha apresado a quienes combatimos por la nueva revolución. (Cabañas, L. 1972. Citado en Castellanos, L. 2016, pp. 193-194)

Más de 30 lugares en donde el gobierno mediante sus brazos armados irrumpió en las casas de los pobladores y causaron una conmoción funesta torturando a una población indefensa, esta infamia quedará registrada en la memoria de quienes vivieron y sufrieron una ocupación militar. Crímenes de guerra que sólo pueden ser cometidos por un Estado Terrorista, porque es el mismo Estado el que siembra el terror entre la gente, utilizando todo el poder orgánico a su disposición, cuyo propósito era eliminar a toda costa a Lucio Cabañas y a quienes fueran parte del PdlP y la BAC.

Dos años después de haberse cometido estos crímenes infames e imperdonables, la BCA llevó a cabo el secuestro del senador y candidato a gobernador del estado de Guerrero, Rubén Figueroa; acción que incrementaría en grado superlativo la persecución y la virulencia del Estado en contra de las huestes de Lucio Cabañas. Aunque Figueroa fue liberado, éste no se mostró arrepentido de haberse reunido con Lucio Cabañas, no obstante, sí dirigió palabras fuertes hacia el profesor tachándolo de que se encontraba “extraviado mentalmente” y que tenía “grandes perturbaciones físicas, psíquicas y psicológicas”, que era un hombre cruel y no tenía “el menor sentido de la solidaridad humana que tan engañosamente pregona” (Figueroa, R. Citado en Castellanos, L. 2016, p. 211)

Tras la liberación, los intentos por apresar a Lucio crecieron. El 27 de noviembre de 1974 salió a luz el último comunicado firmado por Lucio Cabañas, Isidro Castro, Enrique Velázquez, Agustín Álvarez y José Luis Orbe. Con el que se dirigieron al pueblo de México denunciando la guerra que el gobierno estaba llevando a cabo en el sur del estado de Guerrero y mencionaban diez acciones armadas en contra de los soldados y la policía. En esas acciones hacían un recuento de los enfrentamientos que hubo, incluso estando todavía secuestrado Figueroa, además, mencionan en qué se estaba ocupando el dinero obtenido tras el secuestro del candidato a gobernador de Guerrero, mismo que se utilizó para curar a los torturados, a los huérfanos, a las viudas y a quienes no podían trabajar por la persecución del gobierno. Echar abajo la mentira de que el dinero era para enriquecerse. El documento terminaba con la invitación a los trabajadores de que no dejaran de luchar y que se unieran los pobres en contra de los ricos. Identificaban al imperialismo estadounidense, a la burguesía mexicana y al gobierno como sus principales enemigos. Hacían un llamado enérgico a no votar por Figueroa en las próximas elecciones y a vengar la muerte de todos los asesinados en esta encarnizada guerra. 

Cinco días después, el maestro normalista que toda su vida defendió a los pobres, que resistió los embates de un Estado criminal fue emboscado como un animal y asesinado cobardemente por un comando de soldados. La mañana del 2 de diciembre de 1974 en el ejido El Otatal, municipio de Técpan de Galeana, Guerrero, tras haber sido delatado por José Isabel Ramos Ramírez fue asesinado, (aunque hay una versión que asegura que él mismo se quitó la vida). Tres versiones existen sobre su muerte, escribió Laura Castellanos (2016) en su libro México armado. 1943 1981. En él está la versión oficial que cuenta que Lucio fue herido en la cara y el tiro de gracia fue dado en la espalda. El segundo que primero fue herido por la espalda y el tiro de gracia fue hecho en la cara y; el tercero, que al ser herido Lucio dijo: “Hasta que se les hizo, pero les aseguro que no les voy a dar el gusto de que me maten ustedes”, acto seguido, con su M-2 se quitó la vida. (p. 214)

Hoy, a cincuenta años de su cobarde asesinato o posible suicidio, es menester no olvidar y reconocer que la lucha emprendida por un humilde maestro rural y el pueblo de Guerrero, en contra de todo el aparato represor del Estado priísta fue una gran hazaña político-pedagógica. Fue un intento por institucionalizar la lucha al crear un partido de y para los pobres de nuestro país, no conforme con esto, se estableció un tribunal en el que los enjuiciados serían los que siempre habían estado lastimando y vejando al pueblo trabajador. Porque es más fuerte la violencia del privilegio y de la opresión que aquella violencia que responde ante las vejaciones cometidas por los privilegiados y los opresores, dado que quienes violentan en nombre del privilegio y pugnan por mantener el estado de opresión atentan contra la vida misma del ser humano; en cambio aquellos que luchan por liberarse lo hacen porque ese estado de cosas desaparezca y continúe la existencia humana.

En los tiempos actuales en los que prima la excentricidad de la estética, en el que el sentido de comunidad se va diluyendo con el paso avasallante del individualismo rapaz, en un mundo donde el odio hacia el otro migra de las redes sociales a la vida real, conocer el actuar de aquellos maestros que han ofrendado su vida para acabar con la opresión y las injusticias hacia los pobres, se torna necesario en una sociedad cada vez más distante de lo humano y más cercana a lo mundano.  

Bibliografía:

Castellanos, L. (2016). México armado. 1943-1981. México. ERA.

Montemayor, C. (2017). Guerra en el paraíso. México. Debolsillo.

Suárez, L. (1976). Lucio Cabañas. El guerrillero sin esperanza. México. Roca.