Los errores de la oposición y los saldos

CE, Intervención y Coyuntura

Finalmente, terminarán las campañas. A diferencia de 2018, esta no tuvo álgidos momentos ni tensiones pues existe poca duda del resultado. Tampoco se acompañó de tramas complejas. La cuestión más o menos sencilla, fue tramitada por Claudia Sheinbaum con cautela, pero certeza. Por otro lado, escuchar a Santiago Taboada en su posición de mirrey blanco–bully, burlón, soberbio, insoportable– complejizó el ambiente; pero aún peor fue tener que soportar los desvaríos de Xóchitl Gálvez lo que la volvió intolerable.

La oposición tuvo 4 grandes errores, que, independientemente del resultado, la marcarán hacia adelante.

  • Tuvo una pésima candidata, sin fijación, ni imán. Creyeron que al ser la más “populachera” el reino blanco-oligárquico le significaría arrastre o conexión, y no solo ratificaron su desconocimiento de la sociedad profunda, sino que además son unos impostores en ella.
  • Optaron por una estrategia fallida al centrar sus argumentos en la “militarización”, la “estrategia de seguridad”. Estas son agendas de otros, habitantes de Twitter quizá, académicos los menos; pero en la sociedad, con sus dinámicas complejas y necesidades reales, palabras como militarización aparecen, o bien como huecas, o como algo no necesariamente negativo –discusión aparte es si existe, en qué forma, cómo y para qué. Respecto a la seguridad, se trata de un tropo tan utilizado, que, si bien es un problema constante, la sociedad no lo vive aisladamente. Querer aislarlo, pretendiendo obtener una solución mágica, es algo que nadie puede creer a estas alturas del tiempo histórico.
  • La derecha oligárquica se movió al centro. Todos los actores relevantes lo hicieron, pero para la derecha el hacerlo es prácticamente traicionarse a sí misma. Querían levantar banderas que no les pertenecían, otras que han ganado de a poco y ocultaron las importantes. Beatriz Paredes tenía razón cuando decía que en esta elección convenía una candidatura de centro-izquierda. Pero afanado un pequeño grupo en que ellos si saben hacer las cosas porque son muy geniales, tuvieron un pedazo de pie en el centro y el cuerpo entero en la derecha. Y eso, es perceptible.
  • Insistir en el tema de la pandemia. Habría que descalificar en los análisis que siguen reivindicando ese como un elemento clave para juzgar. Todos los gobiernos del mundo lo enfrentaron, como pudieron, pretender soluciones perfectas apuntala un desapego de la realidad. Pero, la sociedad misma ha superado ese momento, que hoy no es sino un recuerdo. Querer motivar negativamente a partir de la pesadilla vivida es algo que solo la derecha, desconectada de la realidad, quiere seguir haciendo.

Tres saldos positivos

  1. Desapareció el discurso del populismo como amenaza. Palabra ausente en los Krauze, Bartra y la candidata derechista, nadie se acordó de aquella frase mágica.
  2. Se reconoció la importancia de los programas sociales como mecanismo de redistribución, aunque con tensiones por parte de la candidatura derechista, al final, tuvieron que ceder: de ahí su impostura. Incluso incorporaron elementos del discurso obradorista, llegando a hablar de pueblo, de programas sociales, con la finalidad de presentarse como una variante de este, sin darse cuenta que la interiorización de este lenguaje da cuenta de necesidad de definirse ante el obradorismo.
  3. No existió un candidato o candidata con discurso contra los derechos humanos. Se acabó el tiempo de los “Bronco” pidiendo cortar manos u otras sandeces por el estilo.

Gálvez quedará en el olvido en unos meses. No es el año 2000 y si en aquella época la transición permitió el ascenso de un personaje mediocre, como Vicente Fox, las condiciones hoy enterrarán una voz superflua. La oposición se reorganizará con los saldos que pueda obtener, con la esperanza de revivir nuevos cuadros y, a la postre, con una lenta posibilidad de separación dados sus intereses particulares. Veremos cuanto soportan los panistas y priístas a los Alito y los Marko, y si les llaman a cuentas tras el barco hundido. De ello dependerá la reconfiguración de las puertas. Por lo pronto, la buena noticia es que no habrá más cantaleta de trivialidades por parte de Gálvez: un alivio para el futuro.