La UNAM y las trampas de “libertad” y “pluralidad” del neoliberalismo

Leonardo Meza Jara

I.- En respuesta a las críticas recientes de López Obrador durante las mañaneras, hay un cúmulo de discursos que defienden a la UNAM. Los defensores de la UNAM basan sus alegatos en dos tesis:

A].- La “libertad” universitaria que reside en el concepto moderno de “autonomía”, pero que se inscribe a su vez en una lógica económica neoliberal.

B].- El “pluralismo” que aplica indistintamente en lo teórico, lo ideológico y lo político, y que por lo tanto resulta problemático.

Detrás de la defensa de la UNAM están las ideas modernas de la “libertad” y la “pluralidad”. Pero hay que preguntarse, ¿qué es lo que está detrás de las ideas de “libertad” y de “pluralidad” que han llegado hasta el siglo XXI, que lo mismo pueden ser usadas como un arma política (objetos de guerra) que como artefactos de liturgia teórica o ideológica (objetos de religiosidad)?

Detrás de los conceptos de “libertad” y “pluralidad” hay trampas teóricas, ideológicas y políticas que ameritan ser analizadas. Los conceptos no son neutrales, ni inocentes. Cuando un concepto es usado en una confrontación política, como si fuera un arma de guerra, es necesario reflexionarlo a profundidad. Cuando los conceptos adquieren cualidades “cuasi” religiosas, y se convierten en objetos de liturgia teórica o ideológica, hay que desentrañarlos. Detrás de las luces de los conceptos de “libertad” y “pluralidad” hay lugares de ensombrecimiento.

II.- Una de las grandes batallas que van siendo ganadas por el neoliberalismo es la del relativismo. Hay una variedad de relativismos que se anudan entre sí, que forman agujeros negros donde el pensamiento y la vida se despliegan: sin anclajes, sin firmezas, sin consistencia alguna. Aunque el relativismo tiene límites. Desde la lógica neoliberal, una de las claves históricas del siglo XXI son las maneras de construir un orden y unos límites en torno al relativismo. El pensamiento universitario de las últimas décadas se ha convertido en uno de los territorios clave para ordenar y ponerle límites al relativismo neoliberal y posmoderno.

Los operadores del neoliberalismo han ido creando un conjunto de herramientas (ideológicas, políticas, económicas, culturales, etc.) para ordenar y ponerle límites al relativismo. Entre las bases del relativismo están los conceptos de: “libertad” (heredado del liberalismo) y “pluralidad” (enraizado en los discursos democráticos del siglo XX).  Estos conceptos remiten uno al otro, de tal forma que, la “libertad” reclama la posibilidad de una “pluralidad”. Y a la inversa, la “pluralidad” reclama la apertura hacia una “libertad”. Y ambas, “libertad” y “pluralidad”, remiten a un relativismo donde todo puede ser válido (el “laissez faire” liberal) y donde lo diverso tiene la posibilidad de ser ilimitado (el “ser abierto” de Heidegger, que fue asumido por los posmodernos).

El relativismo de la era neoliberal se justifica en la radicalidad de una libertad que está llena de contradicciones y paradojas. Los seres humanos del siglo XXI no somos más libres que nuestros antecesores del siglo XIX. La libertad se administra y se gobierna, está sujeta a un orden gubernamental.  Más que ser un principio ideológico o político, tal como asume la teoría política del liberalismo, la libertad es una tecnología de gobierno, tal como lo plantea Foucault en el curso “Seguridad, territorio, población”. En los tiempos neoliberales se gobierna a través una libertad que ha quedado sujeta de un orden económico. La libertad actual es más económica que política. Detrás de una defensa política de la libertad pueden rastrearse los indicios de una defensa económica del “statu quo” del neoliberalismo.

A su vez, el relativismo neoliberal tiene entre sus fundamentos a la pluralidad, que es también contradictoria y paradójica. Lo plural no es indeterminado, sino que es también una tecnología de gobierno que no puede ser ilimitada. Hay menús de lo plural.  En términos estratégicos, el neoliberalismo juega con los menús de la pluralidad, los ordena y los administra, los limita y los despliega con determinados intereses: ideológicos, políticos, económicos, culturales, etc.

Las universidades se han convertido en los lugares donde suelen diseñarse y cocinarse los menús de la pluralidad. Ser plural es una moda política que se ha convertido en una moda universitaria. Resulta difícil identificar si la moda del pluralismo nació en el terreno de la política o en el terreno de la universidad. Lo que queda claro, es que los ingredientes y los procedimientos de la cocina neoliberal se sujetan a un orden y unos límites que le resultan convenientes a los hombres del poder económico y político. En la cocina neoliberal del siglo XXI, que va teniendo una arquitectura y unos protocolos definidos, un rector o un académico universitario pueden jugar el papel de Chef o de mesero entre los menús de un pluralismo limitado y condicionado. 

III.- En síntesis, estamos hablando de dos tecnologías de gobierno que se entrecruzan y se retroalimentan entre sí. La tecnología de la libertad proviene del ímpetu liberal de la modernidad. La tecnología de la pluralidad se enraíza en el ímpetu democratizador que se inflamó después de la guerra fría. Pero, ni la libertad ni la pluralidad son ilimitadas, sino que se gobiernan, se cierran o se abren, hacen ruido o se silencian a conveniencia de los intereses neoliberales que son hegemónicos en la actualidad. Estas dos tecnologías de gobierno se inscriben en la matriz de un relativismo que está lleno de luces y de sombras en la era neoliberal. Entre los territorios de la libertad y la pluralidad que han sido relativizados en las últimas décadas, se levanta el tablero de jugadas gubernamentales del neoliberalismo.

La triada “libertad-pluralidad-relatividad” es una tecnología de gobierno que resulta problemática y compleja, es una forma de gobernar a los hombres y las mujeres en el siglo XXI que se ha construido entre los territorios del poder (el gobierno político y económico) y del saber (los espacios universitarios). Esta triada se ha convertido en la principal trinchera (lugar de guerra) y el más poderoso altar (lugar de religiosidad) del ímpetu neoliberal en el siglo XXI.