La consulta popular como ejercicio para reelaborar el pasado

Abraham Martínez González[1]

La consulta popular abre la posibilidad de dar voz al pueblo y reelaborar el pasado. En sí misma, la consulta es una manifestación de justicia porque inscribe en lo social, en la mirada y los oídos de todas y todos, aquello que había sido callado, desaparecido o asesinado al menos en los últimos treinta años.

En la página oficial del INE (2021), encontramos una definición de esta actividad civil: “es un mecanismo directo de participación en el que la ciudadanía aprueba o rechaza una o varias propuestas planteadas con anterioridad sobre temas de interés público”, lo cual significa que quienes participemos de dicha actividad podremos votar si estamos o no a favor de la siguiente pregunta: “¿Estás de acuerdo o no en que se lleven a cabo las acciones pertinentes con apego al marco constitucional y legal, para emprender un proceso de esclarecimiento de las decisiones políticas tomadas en los años pasados por los actores políticos, encaminado a garantizar la justicia y los derechos de las posibles víctimas?”.

Entonces, diremos que la consulta trata en concreto del voto por el “sí” o “no” se está de acuerdo en que se haga justicia en relación a las decisiones políticas tomadas en los últimos años, es decir, por medio de la consulta se trata de señalar en un ejercicio público e institucional el actuar de los gobiernos pasados (al menos desde la administración de Zedillo y pasando por los gobiernos de Salinas, Fox, Calderón, y Peña). De ahí que pensamos que la consulta abre la posibilidad de dar voz a todas aquellas victimas de dichas decisiones políticas, las cuales como señala Hernández Navarro (2021), establecen una “geografía del horror” en nuestro país, puesto que hablamos de “crimen de Estado” en los gobiernos anteriores, hasta la sensible desaparición y asesinato de diferentes actores políticos en resistencia. Por supuesto, nos referimos a eventos como Acteal, la guardería ABC, Aguas Blancas, Los 43 estudiantes de Ayotzinapa, Los Loxincas, entre tantos otros hechos que siguen impunes o no esclarecidos de manera satisfactoria.

Falta agregar que en esas políticas de represión y violencia contra ciertos grupos que hacen resistencia o simplemente defienden su cultura, encontramos a grupos indígenas que como sucede casi siempre en nuestro país (incluso en América Latina), son los que aparecen mayormente olvidados y acallados por parte del Estado. Como dice Pavón-Cuellar (2016), “si el Estado moderno es una maquina capitalista, es primeramente una máquina de matar, de violentar, de reprimir” (p. 8).

Pero además de dar voz al pueblo violentado y reprimido, la consulta resulta un ejercicio social para intentar reelaborar lo ya dicho, la historia misma de nuestro país. Esto significa “vencer las resistencias de la represión”, como señala Freud (1914), a partir precisamente de recordar la historia, hacerla presente para poder reelaborarla. En otras palabras, pensamos la historia de violencia y represión en nuestro país a partir de una estructura política y discursiva que se repite, pero la cual a su vez es negada por esos mismos discursos estructurales y sus agentes o sujetos, entonces lo no-dicho (que en este caso es la misma historia negada), se representa como síntoma individual y social, el cual se replica constantemente de acuerdo a lo que Freud (1914) observa: “…no recuerda, en general, nada de lo olvidado y reprimido, sino que lo actúa” (p. 152).

Se actúa o se repite en el acto pero también en el discurso. El discurso que resulta en un orden como señalara Foucault (1970), el que supone la “producción del discurso” por un lado, y por otro, el establecimiento de procedimientos instituidos de “exclusión” y “prohibición”, es decir, dentro de la política de estado violenta y represora se reproduce un tipo de discurso que habilita formas de poder que en este contexto mantiene fuerzas represoras y destructivas las cuales callan, desaparecen o asesinan a los grupos sociales que intentan colocarse en contra de ese poder.

Una vez argumentado lo anterior diremos lo siguiente: la consulta es necesaria en tanto ejercicio de igualdad y justicia primeramente, se trata de dar voz a los que no la tuvieron. Escuchar la voz de los que fueron callados, desaparecidos y asesinados, pero también de aquellos pueblos olvidados por cierto orden de discurso al que no le interesa que las cosas cambien.

Pero además, la consulta popular es tan importante porque vehiculiza a las masas hacia la posibilidad de recordar y reelaborar su propia historia. Para el psicoanálisis significa desde un punto de vista subjetivo pero también social, la capacidad del sujeto y los sujetos inscritos en la masa de recuperar y reescribir la historia. Lacan (1953) va más allá aún:

“…que el sujeto reviva, rememore en el sentido intuitivo de la palabra, los acontecimientos formadores de su existencia, no es en sí tan importante. Lo que cuenta es lo que reconstruye de ellos” (p. 28).

Que se cuente para que se reconstruya el sujeto y lo social, eso es lo que percibimos en la consulta. Se consulta al pueblo para que cuente la historia velada y silenciada, que se reconstruya lo no-dicho, reescritura y nuevo camino para el entramado social, ese es el verdadero acontecimiento, el antes y el después, la irrupción de lo novedoso. La consulta significa en sí misma el acontecimiento porque es algo que hace ruptura en la línea de la historia, el señalamiento como tal de los ex presidentes, de todas y todos aquellos actores políticos que en sus decisiones han repetido una misma historia de violencia e injusticia es lo que resulta en un acontecimiento sin precedentes; el acontecimiento es ver señalados en forma pública a los ex presidentes, eso es ya en sí una manera de juzgarlos.

Un país silenciado por la represión y los ejercicios de poder que aún ahora parecen no acabarse, formas de la política de Estado que aún hoy en día se mueven y se reproducen en el discurso de los que niegan por ejemplo la misma consulta. Formas que tiene el poder represor y violento de replicarse como el virus en la palabra de aquellas y aquellos ciudadanos que dicen: “¿para qué queremos una consulta?”, “la ley no se consulta”, “eso nos va salir muy caro”, entre otras maneras como subjetivamente el crimen de Estado y la injusticia, encubre y olvida lo que al final de cuentas somos como pueblo, es decir, nuestra historia.

Queda al final la decisión para cada quien sobre ejercer este derecho o no, dar voz al pueblo o guardar silencio, hacer historia, o mejor dicho, reescribir la historia de nuestro país a través de un ejercicio popular e institucional, en el cual (se verá), tenemos la posibilidad de un porvenir distinto.

Bibliografía

Foucault, Michel (1970), El orden del discurso. México: Austral. (Reimpresión 2020)

Freud, Sigmund (1914), Recordar, repetir y reelaborar. En “Sigmund Freud Obras Completas”, Tomo XII. Buenos Aires: Amorrortu. (Reimpresión 2013)

Hernández Navarro, Luis (2021), Consulta, el pasado que es presente. En “Intervención y coyuntura, Revista de Crítica y política”. Recuperado en: https://www.jornada.com.mx/notas/2021/07/27/politica/consulta-el-pasado-que-es-presente/

INE (2021), ¿Qué es la consulta popular? “Instituto Nacional Electoral”. Recuperado en: https://www.ine.mx/consultapopular/

Lacan, Jacques (1953), Los escritos técnicos de Freud, en “Lacan, El seminario, libro 1”. Buenos Aires: Paidós. (Reimpresión 2019)

Pavón Cuellar, D. y Lara Junior, N. (2016), De la pulsión de muerte a la represión de Estado. Marxismo y psicoanálisis ante la violencia estructural del capitalismo. México: Porrúa.

Rodriguez Adrían (2021), La memoria de la consulta popular, en “Intervención y coyuntura, Revista de Crítica y política”. Recuperado en: https://intervencionycoyuntura.org/la-memoria-de-la-consulta-popular/

[1] Psicoanalista por EAM, docente en Telesecundaria (SEP) y asesor en el IMCED en la Maestría de Psicología Educativa con Perspectiva Psicoanalítica.