Intervención y Coyuntura y el fin del obradorismo

CE, Intervención y Coyuntura

Los tres integrantes del Consejo de IyC compartimos un espacio común: participamos de la emergencia del “obradorismo” cuando esta identidad estaba lejos de existir. Fue hacia el año 2004-2005 cuando siendo estudiantes de licenciatura participábamos entusiastamente de la solidaridad latinoamericana, particularmente con Venezuela. Embebidos con el socialismo del siglo XXI y los círculos bolivarianos –lo que nos costó periodicazos policiacos de la prensa vendida– no nos percatamos de inmediato que algo sucedía en nuestro país. Una desconfianza natural del perredismo nos mantenía distantes de lo que bajo ese nombre se tramaba. Pero, ya habíamos superado el encanto zapatista donde la ultraizquierda se quedó naufragando, haciendo cada vez un activismo más pequeñito y de espaldas a las grandes mayorías.

Hasta que el inicio del desafuero y la movilización popular que ahí presenciamos en las marchas, en el Zócalo tan rebosante como pocas veces lo habíamos visto en aquellos tiempos nos despertó del sueño dogmático. No era leyendo a Hegel y discutiendo la vitalidad de “reforma o revolución” de Rosa Luxemburg lo que nos permitiría salir del encierro del activismo universitario, pequeño mundo que esconde hilos de poder bajo frases radicales; sino la propia dinámica de un país que se movilizaba intensamente por una causa. Misma que encontró un liderazgo que la llevó por un sendero insospechado.

En 2005-2006 apenas y había unas cuantas redes sociales, todavía el periódico era la aspiración de cualquier grupo que se considerará de izquierda, manuales sobre hacer pintas y mantas con las consignas precisas era lo que se buscaba para el activismo político y que lejos estábamos de los youtubers, los tiktokersy todo lo demás. Los análisis se hacían por escrito, las discusiones eran esencialmente políticas y el oportunismo de las candidaturas se les dejaba a los perredistas burocratizados. Aquello era más bien la voluntad de participar de la movilización popular. Así, contribuimos, con mucha gente más, a la conformación del Frente Universitario de Apoyo Crítico a AMLO en la campaña primera de 2006. A la mañana siguiente del fraude de 2006, solo el Frente y el Colectivo Eureka estaban en distintos puntos de la ciudad gritando el fraude y el voto por voto, mientras la sociedad se reponía de ese robo tan descarado. Así, al buscar el contacto con el pueblo se sostuvo con ese nombre del Frente un campamento en Reforma y participamos en las discusiones de la Convención Nacional impulsada por AMLO.

Puesto que no éramos ya un grupo, la época entre 2007 y 2018 nos tomó en nuestras actividades y peleando las batallas, apoyando el primer ciclo progresista desde algunos ámbitos académicos y pensando la necesidad de entender las formas en que el regreso del topo se daba desde esta región. Fue la posibilidad de influir a partir de 2020 que se planteó la necesidad de reorganizar un espacio amplio, plural, sin apostarle a las plumas consagradas, tratando de escuchar a quien tuviera algo que decir sin la exigencia de la academia, pero con el ánimo militante.

IyC tiene muchos defectos, el primero es que es un medio escrito en una época donde lo audiovisual ganó fama irreversible. Al final, un rostro en youtube, tiktok o alguna otra plataforma se queda instalado en la memoria más que un nombre en un texto. Pero defendemos la necesidad de la escritura y de la reflexión colectiva. Será porque no aspiramos a convertirnos en líderes de opinión para saltar a “Foro TV”, ni a un puesto, ni a algo similar. Lo nuestro es la intervención política, no la búsqueda de fama efímera. Seguimos creyendo –quizá la edad nos está alcanzando– como la vieja izquierda, que las transformaciones son obra colectiva y no episodios individuales de envalentonados furibundos que miran en cada crisis el fin del algo.

Ocupa IyC un espacio legítimo: no nos financia ninguna instancia, es un trabajo voluntario y libre (con todo lo bueno y malo de ello). La derecha nos ve mal, Letras Libres no nos baja de ortodoxos, la izquierda universitaria tibia nos ignora, las sectas de la edad de piedra del marxismo-leninismo no nos bajan de revisionistas, Jesús Ramírez Cuevas y su oficina nos saltó para participar en el encuentro de comunicación reciente. Somos una izquierda de márgenes, poquito incómoda porque poco es nuestro alcance, pero desde ahí apuntalamos nuestra posición.

Es plausible esa situación. Nuestro marxismo quiere ser mundano y situado, pero no nos interesa la fidelidad del texto; no somos estrellas de mesa de algún canal bendecido en los últimos tiempos, pero tampoco cedemos cuando hay un combate urgente. Nuestra posición aspira a fortalecer lo plebeyo y lo popular antes que a la izquierda clase mediera. Si lo hacemos bien o no, es otra historia. Somos un espacio abierto y damos impulso a las más variadas propuestas y visiones, quizá nuestra única fortaleza hasta ahora: la de reconocer que hay otras y otros que plantean cosas interesantes, aunque no sean de nuestra cofradía.

Veremos qué espacio queda para IyC en el “segundo piso”. Pero, en la medida de las posibilidades, nos orgullecemos de haber acompañado al pueblo y su liderazgo. Caminar junto al pueblo con todas sus contradicciones, con todas sus limitaciones, pero también con sus momentos de lucidez como lo fue no dejarse engañar por los medios corporativos y por la burla que significó la impostura plebeya de la excandidata del PRIAN. Con estas páginas esperamos la reflexión sobre lo que viene “el día después” cuando AMLO ya no esté, cuando el liderazgo que cimentó un poderoso movimiento falte, de ese personaje anómalo que participó en 3 elecciones y ganó 3 (porque para nosotros ganó la del 2006, la del 2018 y la de 2024).