Heraldos negros sobre Palestina

Eduardo Sabugal

«Los heraldos negros»

Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma… ¡Yo no sé!

Son pocos; pero son… Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o lo heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre… Pobre… pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!

César Vallejo

 

El poema de César Vallejo publicado en 1919, Los heraldos negros, intentaba decir lo indecible. La irracionalidad del fascismo, la brutalidad del colonialismo a principios del siglo XX, hoy el fascismo regresa en una escalada mundial alarmante, y encuentra su epicentro en Palestina, pero irradia en todas direcciones, en una geopolítica de contagio, virulenta como el neofascismo mismo, que se alimenta de odio. Los maestros de la guerra, como cantaba Bob Dylan, los heraldos negros que manda la muerte como escribía Vallejo, asedian hoy la franja de Gaza, y es sólo una forma de decirlo, porque casi no hay forma de decir lo que está pasando allá, en esa geografía dolorosa, ante los ojos de todo el mundo. Casi quince días de una acción genocida, fríamente preparada, que no corresponde a una acción de legítima defensa como arguye la estrategia victimista que durante 70 años ha usado la vocería de Israel. No son eventos de una guerra entre bandos simétricos. Ni siquiera es una guerra en ese sentido, sino una operación de exterminio. No me importa si estoy siendo víctima de la propaganda barata de Palestina, como le dijeron en el 2004 a José Saramago, prefiero eso a ser víctima de la propaganda cara de Israel. Esa fue la respuesta de Saramago ante las cámaras que rodaban el documental Escritores en las fronteras de Amir Abdullah y José Reynes.

Hoy Hitler se llama Netanyahu, y antes tuvo otros nombres y mañana seguramente tendrá otros, los heraldos negros del fascismo se renuevan. Es muy difícil saber el número aproximado de víctimas. Es muy difícil también, calcular los daños que provocaron la semana pasada no sólo los bombardeos y ataques de las tropas israelitas, sino también el uso de fósforo blanco contra los palestinos. El fósforo blanco, que arde a temperaturas extremadamente elevadas al contacto con el aire provoca quemaduras que penetran los tejidos y ocasionan lesiones letales, su combustión no puede extinguirse con agua. La reacción química que genera, alcanza una temperatura de hasta 815 grados. Amnistía Internacional y Human Rights Watch han advertido de los graves riesgos que supone esta arma química, cuyo uso está prohibido internacionalmente desde la Convención de Ginebra de 1997, y sin embargo se ha usado para incendiar viviendas y para provocar envenenamientos masivos.

Según el último informe que logró transmitir el Ministerio de Salud de Palestina, el domingo pasado, el número de palestinos muertos por los ataques de las fuerzas israelíes contra la Franja de Gaza rondaba en los 2.700 y los heridos alrededor de 11.000. Hoy mientras escribo esto, y mientras alguien lo lee, el genocidio sigue, las cifras de muertos y muertas sigue incrementando. Israel ha bombardeado hospitales, escuelas, ambulancias, instalaciones de medios de comunicación, edificios de civiles, incluso, incluso, convoys de civiles huyendo del norte de Gaza y un hospital donde no había sino médicos y heridos. Se han asesinado cerca de mil niños, se han cortado los suministros de agua, electricidad y combustible, y se ha impedido la entrega de ayuda humanitaria internacional, y medicamentos. Hay miles de personas desaparecidas entre muertos y heridos bajo los escombros de edificios civiles destruidos por las bombas. El pasado martes 17 de octubre, tras recorrer la noticia a nivel mundial sobre el cruel bombardeo que provocó la masacre del Hospital Bautista, el mundo exige que la ONU no tarde ya en calificar de crímenes de guerra las acciones israelíes, algo que la Comisión de Investigación de la ONU para los Territorios Palestinos Ocupados tendrá que determinar de inmediato, valorando el uso de la fuerza por parte de Israel en esas operaciones militares.

No voy a repetir aquí lo que ya casi todo el mundo ha visto en videos y noticias que circulan al margen de los medios hegemónicos, no voy a repetir o describir los horrores que están viviendo allá, mantener a la población palestina bloqueada, sin capacidad de defensa y aislada en guetos controlados, no es algo realmente nuevo, eso ocurre y ha venido ocurriendo desde 1948, con la complicidad de los que ganaron la segunda guerra mundial. El genocidio programado de Netanyahu en Gaza parece ser sólo la consecuencia de un viraje más atroz en la coyuntura mundial, veo a un soldado sionista diciendo a cámara que harán polvo todo Gaza. Veo los rostros de pequeños niños de 5, 6 años, que sufren ataques de pánico, en un estado post-traumático del que quizá no puedan salir nunca, niños y niñas que quedarán marcados para el resto de sus vidas.

Gustavo Petro, el presidente de Colombia escribió hace unos días, “La barbarie del consumo basado en la muerte de los demás nos lleva a un ascenso del fascismo sin precedente, y, por tanto, a la muerte de la democracia y la libertad. Es la barbarie, o el 1933 global”, y Petro le llama el 1933 global porque fue justo el año en el que ascendió Hitler al poder. Lo que vemos en Palestina, y en esto coincido con el presidente colombiano, serán también lamentablemente los sufrimientos en el mundo de todos los pueblos del sur. Hoy es Palestina pero mañana será otro pueblo, los heraldos negros tocan sus trompetas mientras la ONU, los gobiernos del mundo, el sistema político y económico que hemos construido como humanidad, enmudecen y hacen oídos sordos y ojos ciegos ante el genocidio, es el triunfo de la irracionalidad total, que no es otra cosa que el totalitarismo de lo irracional, y se demuestra, como se ha demostrado en estos últimos 9 días, que no hemos hecho lo suficiente como humanidad para defender la vida, lo único sagrado. Es como asistir al fracaso de todo lo humano, no aprendimos nada de Auschwitz ni de Hiroshima, ni de todos los sistemas de segregación y esclavismo que han existido en la historia, ni del salvajismo imperial y neoimperial, colonial y neocolonial que han padecido distintos pueblos y naciones. 

Por otro lado, la época de las detenciones por portar una bandera la creíamos olvidada, enterrada en la era de los fascismos de diferente cuño, pero no, el gobierno francés insiste en regresar a esa época. Y no sólo en Francia sino en otras partes del mundo, protestar contra la matanza, indignarse por lo que hace el gobierno de Israel impunemente hoy, ha empezado a ser también motivo de represión. Si se sigue esparciendo la mentira en los grandes medios de comunicación, al servicio de las potencias neocoloniales, si se sigue apelando como réplica la idea de ser “antisemita” cuando se critica al Estado de Israel, pronto como decía Malcom X, nos tomarán desprevenidos y nos harán amar al opresor y odiar al oprimido, tiene razón Gustavo Petro, el 2023 es ya 1933 y debemos estar alertas.