Elaborar esa cultura letrada al interior del campo de las militancias populares

  • Mariano Pacheco. La democracia en cuestión: la larga marcha hacia la emancipación. Argetina, Instituto Generosa Fratassi, 2023.

Natalia Romé

En primer lugar quisiera destacar que tiene este libro una edición muy cuidada, a sabiendas de que editar por fuera del mainstream del mercado editorial o de los apoyos institucionales es una apuesta en sí misma y por sí sola audaz, y hay algo de perseverar en la cultura letrada en este objeto tan lindo, pero a la vez buscando elaborar esa cultura letrada al interior del campo de las militancias populares. Y lo digo así porque me resisto a pensar que son esferas separas. Creo en ese sentido que es fundamental recuperar los pliegues que entraman las experiencias políticas, las formas de organización, de construcción de demandas, de ejercicios de diagnóstico de la coyuntura; creo que es preciso adjudicarles a esas prácticas su condición de invención intelectual, para poder pensar esa división imaginaria que aparece entre formas del trabajo intelectual y formas del trabajo manual, que se reimprime sobre otra demarcación ideológica entre intelectuales y militancia, intelectuales y políticos o intelectuales y pueblo, que son todas demarcaciones despotenciadoras, porque son imaginarias pero tienen consecuencias reales porque producen distanciamientos, jerarquías, que se vuelven lenguas intraducibles entre sí. Y hoy se vuelve muy difícil volver ese problema pensable, porque los dispositivos, los mecanismos, las prácticas sistemáticamente organizadas para sostener esas diferencias son cada vez más fuertes y difíciles de romper.

Este libro de Mariano Pacheco, muchos de sus libros, diría que casi todo el trabajo de Mariano, tiene que ver con este problema, con este diagnóstico –que comparto. Y es que casi todos los problemas políticos que tenemos en este momento, en Argentina sin duda, pero diría en el resto de países de América Latina, de los países periféricos, pero también a su modo de los países centrales: la separación forzada entre pensamiento y acción. Y eso organizado, institucionalizado.

Por eso La democracia…, intenta materialmente, producir un modo de hacer, un modo de discutir ese problema. Y en ese sentido hay una serie de operaciones en el texto que quisiera rescatar. La primera es que el texto pone en acto una articulación de cuestiones que no suelen estar conjugadas en un mismo libro. Y esas cuestiones son:

1. La pregunta por los conceptos más abstractos. El libro pretende pensar la democracia en la coyuntura argentina actual y, para hacerlo, lo primero que nos presenta, es una recuperación de lo que el autor entiende son los grandes teóricos de la democracia: Spinoza, Marx, Gramsci y García Linera. Cuáles son los conceptos de democracia que se pueden extraer de ahí: la democracia absoluta en Spinoza, de República libre, de articulación horizontal de los cuerpos mediadas por el deseo. En Marx, la idea de democracia como proceso de democratización. En Gramsci la idea de puesta en forma de esos procesos de democratización, es decir, retoma la pregunta por la composición de un pueblo y, finalmente en Linera, la incorporación de esas formas, de esos procesos en una problemática muy específicamente latinoamericana, que es tensión entre Estado y comunidad. Entonces: grandes ideas fuerza, para empezar a pensar desde el lugar más abstracto, que es el de las teorías de todos los tiempos, pero sin olvidar que fueron forjadas al calor de coyunturas específicas y para hacerse cargo de problemas concretos. Primer momento fuerte de la teoría.

2. Desde allí, desde ese primer momento filosófico, podríamos decir, el libro salta a lo que se propone recuperar bajo el nombre de legados latinoamericanos. Así, la democracia hay que leerla en la Revolución Cubana, en la Revolución Bolivariana de Venezuela, en el zapatismo, en la experiencia reciente de Bolivia y la más lejana del peronismo entendido como comunidad organizada. Aquí entonces pasamos del momento del concepto al de las memorias de luchas, de archivo en tanto ideas disponibles para inventar el futuro. La idea del concepto movilizado por la herencia, el pensamiento es concepto, categorías, pero también el pensamiento se trama en herencias políticas concretas que nos abren la pregunta sobre lo que vamos a hacer con ellas, porque de alguna manera la herencia es siempre un mandato, la obligación de hacerse una pregunta por el presente.

3. Luego, el archivo en tanto historia nacional a contrapelo, que ocupa gran parte del libro sobre los últimos cuarenta años en Argentina y sobre los cuales apenas quisiera destacar lo que considero hallazgos. En primer lugar, enfatizar el lugar que ocupa la dictadura de 1976 como inicio del proceso de neoliberalización profunda del tejido social en Argentina, en términos de contra-revolución, algo que ya me parece disruptivo respecto a cómo se ha pensado el tema, como temporalizar de otro modo, porque eso cambia la disposición actual que podemos tener para pensar nuestras críticas, ya que no es lo mismo pensar el neoliberalismo como un poder total que subsume plenamente la vida humana y natural, las instituciones y el lazo social, la subjetividad y las emociones que pensarlo, como ya se ha dicho, de la propia crisis de acumulación del capital, pero también –y esto no está en el libro de Mariano pero lo agrego para seguir la conversación– del avance de las clases populares y, más específicamente, de una avanzada estratégica a nivel geopolítico global por parte de los movimientos de liberación nacional, los movimientos tercermundistas frente al imperialismo. También hay en el libro todo un trabajo respecto de pensar la pluralidad de los tiempos, qué tipo de hitos son 1976, 1983 y también 2001 o el 2008 o 2015. ¿Qué se transforma y qué no? Pero fundamentalmente, quiero subrayar esta idea que trabaja Mariano respecto de que, con el golpe del 76, las clases dominantes se unifican y las clases populares se fragmentan mientras que en 2001 el movimiento es inverso. Esto nos permite leer una lógica profundamente política, en términos de la categoría de hegemonía, que nos permite leer el presente también de un modo más complejo.

Otra cuestión interesante que introduce el libro, en términos de vitalidad democrática, es el de los feminismos populares, que en América Latina sobre todo, han pensado el problema del trabajo, y no sólo en términos de categoría en el capitalismo, sino como principio aglutinador de la vida social, como en el siglo XIX y XX. ¿Cómo pensar formas de composición de lo popular si no disponemos estructuralmente de ese principio organizador como experiencia cotidiana, espacio de reunión, modelización simultánea de las subjetividades? Los feminismos vienen pensando todo esto, desde la categoría de reproducción social. ¿Dónde hay producción de valor y dónde no lo hay, si es que efectivamente no la hay en formas de trabajo que se consideran no-trabajo? Toda esa discusión que permite que los feminismos dialoguen con otras formas de organización popular y que en Argentina se han dado principalmente el nombre Economía Popular están rescatadas en este libro en clave de pensar ese proceso de reunificación de lo popular cuando ya no tenemos al trabajo en tanto categoría de trabajo formal como lo conocíamos, como principio aglutinador. ¿Qué cosa es, entonces, pensar la democracia como proceso de democratización, es decir, como democracia popular, emancipatoria, cuando ya no tenemos al trabajo asalariado como principio de organización, como lazo y como principio estructurante de la subjetivación y cuando no contamos con las categorías adecuadas para pensar con claridad en qué consiste esa reunificación de sectores dominantes? El libro vuelve, vía Gramsci, a ese problema, al debilitamiento de la idea de hegemonía en tanto reunificación de aquello que políticamente se presenta como separado: el progresismo y el corporativismo, el autonomismo y el populismo, la práctica política y la imaginación intelectual. Al fin y al cabo, la hegemonía como traducción y no como articulación de demandas; traducción en tanto forma de composición de aquello que la coyuntura, o más bien, la historia reciente, ha separado. Entonces, creo que es de un gran acierto situar a las economías populares, a los feminismos populares, como formas concretas, corporales, activas, prácticas, pero también intelectuales, es un acierto. El libro es una apuesta en ese sentido, que deja claramente abierta la pregunta nacional. Porque así y todo, ni los feminismos ni la economía popular han logrado aún darse una inteligencia colectiva que se haga cargo del problema nacional, sobre todo si nos tomamos en serio eso de que el nacimiento del neoliberalismo estuvo estrechamente ligado a una contraofensiva sobre los movimientos de liberación nacional. Eso no quiere decir no tener en cuenta lo regional, lo plurinacional e incluso lo nacional, sino reintroducir de modo práctico, organizacional, la pregunta por la nación.

Por último, quiero subrayar esto: diría que es esta combinación de registros diferentes (concepto-memorias-archivo) lo que hace de este libro una apuesta audaz. Es difícil hoy encontrar eso, porque justamente los procedimientos de disciplinamiento del pensamiento, de separación de las experiencias concretas, nos obligan a escribir libros homogéneos: todo conceptual o filosófico, todo de historia o todo de análisis político. Por eso me parece que en este libro de Mariano Pacheco hay una combinación práctica, virtuosa, con aquello que el autor considera es parte de un problema fundamental actual, y que es esa separación.

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