El Problema de la vivienda en el Estado de México

Arturo Flores Mora

Desde la desaparición del Estado de Bienestar a raíz de la irrupción violenta y antidemocrática del Neoliberalismo, la vivienda se ha convertido en un problema no sólo para México, sino también para todo el mundo. De hecho, la vivienda es un tema tan importante para la vida de las sociedades que incluso la última gran crisis económica mundial de 2008-2009 se desató por una especulación inmobiliaria sin regulación que abarcó la complicidad de altos funcionarios del Gobierno estadounidense y sus inútiles agencias reguladoras con empresas de seguros. A pesar de la debacle, la víctima directa fue el pueblo estadounidense al perder no sólo el hogar que habían pagado a crédito, sino también sus ahorros y sus pertenencias materiales, mientras los grandes beneficiarios fueron aquellos que lucraron con la necesidad de la gente por una vivienda propia.

Valenzuela Feijóo, destacado economista marxista, sostiene que el modelo neoliberal enarbolado por el capital financiero como facción hegemónica «no produce, sino que simplemente se apropia de la riqueza ya existente».

Resulta sorprendente que, con el actual modelo, las familias, de tener una vivienda y –por tanto– un proyecto de vida futuro, pasen de la noche a la mañana a tener menos de lo que tenían antes. Es decir, todo el tiempo de una vida de trabajo se destina precisamente en la adquisición de un bien inmueble como lo es un hogar. Ahí se materializa pues, el tiempo de vida laborado.

También como consecuencia de la imposición de una cultura occidental basada en el individualismo y la ostentación, la demanda de vivienda se ha multiplicado. El presidente López Obrador recuerda cómo en Estados Unidos después de que los hijos cumplen la mayoría de edad son obligados por los padres a buscar vivienda propia, cosa que en México gracias al legado de las civilizaciones mesoamericanas era imposible de verse: si la familia crecía, bastaba con echarle más agua a los frijoles.

A pesar de lo anterior, en México y en algunos países de América Latina el problema de la vivienda ha pasado inadvertido, lo cual resulta paradójico, porque la falta de agua, luz, drenaje, pavimento, escuelas, hospitales, deriva justamente de asentamientos irregulares de viviendas. Esto, aunque parece ser escandaloso, es un problema particular de las sociedades latinoamericanas caracterizadas por la existencia de periferias ante un desarrollo económico excluyente concentrado en los grandes centros urbanos.

Hugo Chávez, dirigente de la Revolución Bolivariana en Venezuela, al detectar este problema, dio un paso inédito en el mundo al proponer a su población la relocalización en otras regiones a fin de generar mayores polos de desarrollo con iguales condiciones de vida. La apuesta arriesgada implicó un programa ordenado de acuerdo con las particularidades geográficas de la región. Esta política ha permitido la construcción de 4 millones de viviendas amuebladas construidas que cuentan con la mayoría de los servicios básicos, lo cual ha permitido no sólo blindar con legitimidad al proyecto bolivariano, sino también enfrentar el criminal bloqueo que Estados Unidos ha impuesto a Venezuela. Estamos hablando de que se han construido 4 millones de viviendas para una población de alrededor de 30 millones de habitantes.

En el caso de México, la vivienda no tiene todavía en los hechos el carácter de derecho humano. Hoy en día, todavía impera una lógica mercantil que deja a la deriva a familias que para resguardarse tienen que rentar o construir en asentamientos irregulares susceptibles hasta de la delincuencia de cuello blanco. Basta mencionar que el 40% de la población no tiene todavía la posibilidad de obtener un crédito para comprar un hogar.[1]

De acuerdo con datos de la Comisión Nacional de Vivienda, el déficit de vivienda es de 8.5 millones a nivel nacional, y de 2.6 millones en el Estado de México. Tan sólo en esta entidad, la oferta de vivienda es de sólo 4 mil viviendas para una población demandante de 800 mil trabajadores.

Si sumamos el hecho de que los polos de desarrollo económico son escasos, de que la vivienda cerca de esos polos es muy cara, y de que hay una demanda de trabajadores que supera la oferta existente de casas, tenemos por tanto la existencia de viviendas en mal estado ubicadas en asentamientos irregulares que carecen de servicios básicos.

Si bien la mayoría de los analistas sostienen que el problema de la vivienda se debe a la falta de planeación, regulación urbana y la falta de políticas públicas en materia de desarrollo, también esto se debe a un criterio político. El mejor ejemplo de ello es el Estado de México, en dónde a raíz del dominio de una camarilla política con negocios en la mayoría de las ramas económicas, mejor conocida como Grupo Atlacomulco, permitieron premeditadamente los asentamientos irregulares para controlar corporativamente a la población a través de demandas vitales. No es fortuito que uno de los grupos de choque del PRI Antorcha Campesina, se ubique precisamente en zonas como el Oriente del Estado de México, particularmente en los municipios de Los Reyes, La Paz, Chimalhuacán, Texcoco, Ixtapaluca, Ecatepec, Nezahualcóyotl, donde el principal problema para la gente es la vivienda y la falta de servicios, pues gracias a esa falta de servicios el PRI y Antorcha sacan raja política de la necesidad de la gente para legitimarse y mantenerse en el poder.

Desde nuestra perspectiva, para resolver en cierta medida el problema de la vivienda debe de haber una correlación entre empleos y vivienda, pues la ausencia del desarrollo económico en la región no sólo fomenta la compra de terrenos baratos sin servicios, sino también fatiga y baja productividad laboral.

En el primer piso de la transformación se ha atendido el problema de «cómo» vivir; el segundo piso de la transformación debe resolver el problema del «dónde» vivir.

Si Pancho Villa sacó adelante a la economía de Chihuahua «imprimiendo más dinero», el problema de la vivienda debe resolverse a partir de criterios científicos «construyendo más viviendas» y regularizando el uso de suelo no desde los criterios discrecionales de los municipios, sino a través de todo un programa integral empujado con la voluntad y el poder del gobierno nacional.

[1] https://www.eleconomista.com.mx/econohabitat/Construccion-de-vivienda-social-y-economica-se-desvanece-en-Mexico-20230824-0042.html