El filósofo como “tábano”. Dussel y el rol de lxs filosofxs en la política

Emilio Binaghi UNA-FAHCE UNLP
"Calibán" por Franz Marc

El objetivo del presente ensayo es una revisión crítica del pensamiento del filósofo argentino Enrique Dussel (1934-2023), poniendo énfasis en el papel que le adjudica a lxs filósofxs en la política. Nos centraremos en particular en los textos producidos por Dussel a fines de la década del sesenta y primeros años de la década del setenta, en donde encontramos las primeras formulaciones dusselianas de la filosofía de la liberación. En esta clave, nos proponemos reconstruir la modulación particular brindada por Dussel para pensar el rol especifico que lxs filósofxs deberían tener en un movimiento político de liberación, atendiendo a los debates con las posiciones vanguardistas presentes en la radicalización política de los sectores medios e intelectuales de América Latina.

Analizar, con cierto detalle, la inmensidad de la obra dusseliana acerca del rol de la filosofía en la política en un breve ensayo, ya de por si un género difícil de propiciar discusiones profundas y reveladora, es la demanda de lo imposible. Política, ética y filosofía se encuentran completamente entrelazadas en la obra de Dussel, a tal punto que la tarea de circunscribir los ámbitos específicos de cada una de ellas sería una tarea hercúlea, o quizás más bien, propia de Sísifo.

En un punto más humilde, y más humano, me propongo reflexionar sobre una modulación propuesta por Dussel en relación al rol propio de los practicantes de la filosofía en un contexto particular, los primero años de formulación de la filosofía de la liberación tal como él la entiende.  La tesis central que busco revisar gira alrededor de la idea que, en el marco del proceso de radicalización de los sectores medios y universitarios argentinos de los años sesenta, y que se extiende hasta los setenta, Dussel busca generar un espacio específico de enunciación de la filosofía. Un espacio de enunciación de la filosofía sobre la política que cumple un doble movimiento. En un primer lugar, indicar el papel propio de la disciplina y sus practicantes en su doble rol como filósofos, pero también como pedagogos (maestros) deberían tener para jugar un papel en una transformación radical de la sociedad, en un proceso de liberación, escapando de la posición de torre de marfil que habría caracterizado a la filosofía en el pasado. En un segundo lugar, sostengo que dicho espacio permite pensar un posicionamiento crítico de los intelectuales, que se auto atribuyen un papel de mayor protagonismo dentro de dichos procesos revolucionarios. Esta segunda dimensión del movimiento dusseliano es también el fracaso de dicho planteo, puesto que es ignorado, en líneas generales, por los intelectuales y las organizaciones políticas a las que pertenecen.

En el texto fundacional, o más bien, el texto que ocupa la función de carta de presentación de lo que luego llamaríamos la filosofía de la liberación en Argentina, Dussel presenta  “Metafísica del sujeto y liberación” en el II Congreso Nacional de Filosofía. Ponencia que genera un revuelo particular, puesto que se convertirá en una de las ponencias seleccionadas para representar los temas más novedosos y polémicos que surgen de dicho congreso y será editada por separada de las actas más bien tradicionales de un congreso académico. En este trabajo, Dussel, incorporando el guante lanzado en la polémica entre Salazar Bondy y Leopoldo Zea, discute no ya la posibilidad de existencia de una filosofía latinoamericana, sino más bien las características efectivas que dicha filosofía debería tener según su visión. La filosofía latinoamericana (no ya por venir, sino efectiva), lo que realiza es una crítica firme de lo que llama la Metafísica del sujeto, surgida del ego cogitocartesiano y que recorre el pensamiento filosófico hasta nuestro presente, pero que sostiene sobre una serie de experiencias existenciales que irán desarrollando un ego conquistador nordatlántico. El ego conquistador, tras la primera experiencia de una conquista sobre otro con rasgos exóticos durante las Cruzadas y luego con la experiencia definitiva, forma una metafísica del dominio imperial, como polo incontestado de una dialéctica de la dominación. Dicha dialéctica de la dominación, que en los primeros siglos tras la Conquista operaba de una manera directa de dominio sobre el continente americano tiene, a partir de los procesos independentistas del continente americano ya otras características y otros modos de funcionamiento.

Aquí, la filosofía, tal como se la ha practicado en nuestro continente, adquiere un rol fundamental:

El europeo, y por ello su filosofía, ha universalizado su posición de dominador, de conquistador, metrópoli imperial y ha logrado, por una pedagogía inconsciente pero prácticamente infalible, que las élites ilustradas sean, en las colonias, los subopresores que mantengan a los oprimidos en una ‘cultura de silencio’ y que, sin saber decir ‘su’ palabra, sólo escuchen –por sus élites ilustradas, por sus filósofos europeizados una palabra que los aliena: los hace otros. (Dussel 1994)

Señalemos algunos puntos interesantes que podemos ver ene esta cita. En primer lugar, Dussel juega aquí con una serie de operaciones intelectuales y sentidos ya presentes en el escenario intelectual argentino y latinoamericano. Hace uso del tropo de “liberación”, que atraviesa todas las literaturas de ideas críticas de la época, más aún en particular, la teología de la liberación de la que toma nombre pero también redes y lecturas que conforman el horizonte de enunciación de la filosofía de la liberación. También podemos identificar aquí un movimiento habitual de crítica o juicio a los intelectuales, ya presente en la obra de múltiples intelectuales críticos de status quo político y cultural argentino y americano, en donde sólo nombraremos a Kusch, con quien se empieza a notar una lectura mutua y es participe del mismo congreso donde esta ponencia es leída; pero también con Jauretche, que ya desde hace varios años viene desarrollando un discurso crítico de las élites letradas. Unas élites letradas colonizadas pedagógicamente y operando como agentes, como correas de transmisión, del imperialismo. En el plano específicamente filosófico, y en atención al contexto de enunciación de la ponencia, Dussel lanza una fuerte intervención contra la filosofía  académica, puesto que en su mero repetir un pensamiento basado en la dialéctica de la dominación dejaría de ser una simple práctica intelectual, una reflexión erudita sobre los primeros principios para convertirse en una herramienta de la dominación:

Desde este punto de vista, todo repetir simplemente entre nosotros lo pensado y dicho en el nordatlántico no significará ya la inocente vocación de un intelectual sólo ocupado en lo académico, lo teórico. Esta mera ‘repetición’ no-crítica es ahora una culpable adhesión, con vida, pensar y palabras, a una autodomesticación para que otros aprovechen los beneficios de la opresión. (Dussel 1994)

Sin duda una frase potente y, quizás ahora se comprenda porque había afirmado su carácter polémico más arriba.

Quería continuar este ensayo haciendo referencia a otro texto potente de los primeros años de la obra dusseliana. Asimismo, este trabajo tiene una importancia existencial para el propio Dussel puesto que es una conferencia improvisada el mismo día que la Triple A pusiera una bomba en su casa. El título “La función práctico-política de la filosofía” permite inscribir esta emotiva conferencia en lo que Dussel piensa como tarea propia de la filosofía, en su modulación liberacionista. El texto, que gira en una lectura política, pero también autorreferencial, de la Apología de Sócrates. A lo largo del texto, se presentará un paralelismo entre el juicio y la condena al filósofo ateniense con el atentado que acaba de sufrir.

Aquí comienza mi glosa. En una hojita, un panfleto impreso a mimeógrafo, los que colocaron la bomba en la puerta de mi casa, me acusaban, entre otras cosas de «… envenenar la mente de los jóvenes»-pueden ver el papel, medio quemado por el artefacto ustedes-. En el instante mismo en que lo leí me dije para mis adentros: «¡Qué casualidad!, la acusación contra Sócrates».

La acusación a Sócrates, el juicio, la bomba, operan como un continuum argumental que permite a Dussel señalar que la práctica crítica de la filosofía, en tanto cuestionadora de los principios y axiomas fundamentales del pensamiento filosófico contemporáneo tiene una función política y pedagógica central. Centralidad no solamente autoadjudicada por el filósofo argentino, sino también por los esbirros que colocan el artefacto explosivo, así como sus instigadores intelectuales (que Dussel claramente identifica como los sectores políticos de la Universidad de Cuyo que se sienten amenazados por su tarea docente y filosófica). Quizás la bomba, parafraseando a Dussel, indica que la filosofía en América Latina es una tarea seria, real, con capacidad de jugar un rol de la transformación  de la sociedad. Así, Dussel sostiene:

Además, algunos se preguntan si la docencia tiene algún sentido político -me refiero ahora a los más jóvenes y comprometidos con el destino de la patria-. En el fondo de mi ser, hoy, surge como una alegría, un entusiasmo, porque ahora al menos pareciera que para los que promovieron el atentado -¡al menos para ellos!- la filosofía es un enemigo, tiene algún peligro, algún sentido, porque sólo se combate lo que se teme y lo que se piensa que tiene alguna importancia o influencia. Un filósofo y maestro mío en Francia, Yves Jolif, nos decía que «la muerte de la filosofía es la indiferencia». El ataque manifiesta, al menos que no hay indiferencia; indica que tal filosofía vive, crece, es temible, aunque más no sea -como decía recién- en la mente de los acusadores. Esto nos confirma que el maestro todavía juega un papel en la ciudad. (Dussel 1994b)

Cabe aclarar que Dussel realiza un interesante desplazamiento en el texto, en donde la polis socrática no es la Universidad de Cuyo, ni siquiera Argentina, sino la Patria Grande latinoamericana.

De esta manera, y usando el molesto rol del tábano socrático, la crítica filosófica liberacionista y el gesto político efectivo de situarse del lado del pobre, del excluido le permite a Dussel explicar de manera precisa como es que entiende a la práctica filosófica, y siempre en contraposición  a la práctica filosófica académica de la época:

En esto se define la función política del filósofo, que en este caso lleva a Sócrates a la muerte, cuando dice ser «el tábano» de la ciudad. Esta es, además, una definición adecuada de la filosofía; muestra su función crítico-política. El tábano aguijonea, despierta… pero puede ser objeto de la persecución y la muerte. Es como crítica que el filósofo ha sido colocado por el dios en el sistema. Es un texto maravilloso para entender la dimensión práctico-política de nuestro pensar. La filosofía académica, por más revolucionaria que a veces parezca, en la medida que se aleja de la realidad del pueblo torna al filósofo como un contemplativo lejos de todos los peligros y los avatares de la historia. Preguntándome por el origen del atentado, esta mañana, recordaba algunas conferencias dictadas a algún grupo de jóvenes políticos, a grupos sindicales. ¿Será acaso esa persistencia en la crítica al sistema capitalista, a las burocracias…? Todo eso se va reuniendo y se transforma en una acusación. (Dussel 1994b)

Queda entonces preguntarse cómo será la articulación de la filosofía, y de los profesionales de la filosofía, con la práctica política efectiva. Es decir, me pregunto el modo que Dussel propone para el entronque de la filosofía con la política partidaria. ¿Qué papel tiene que jugar lxs filósofos en los partidos? En la cita anterior, y en otra que pronto brindaremos, empieza a perfilarse ese lugar específico de inscripción. Una inscripción paradójica, ya que por un lado, la filosofía, en clave liberacionista, sólo puede hacerse efectiva siempre y cuando se conviva con el Otro en su mundo y acompañe a ese Otro mostrando la radicalidad y potencia de su gesto liberador. Por otro lado, y aquí la paradoja, un filósofo, en tanto se encuentre comprometido con su rol de maestro de la liberación, tiene que, necesariamente, estar por fuera de la política partidaria, aún cuando la totalidad de ese Otro, que es el pueblo, se sume a un partido político particular. Así:

…un joven me preguntaba: » Profesor, ¿cómo actúa usted en la política argentina?» Le respondí: «como filósofo». Y me preguntó aún: » ¿Ven el peronismo? Le respondí nuevamente:»como filósofo». Lo peor que podría hacerle al peronismo era transformarme en un ideólogo del partido;.(Dussel 1994b)

El segundo movimiento que mencionaba al inicio de esta presentación empieza a perfilarse en estas citas. Dussel esta plateando con claridad dos puntos clave que pondrán una distancia efectiva para con quienes conciben a la práctica teórica, y en particular, a los intelectuales, con un rol de conducción en los procesos de liberación.

En primer lugar, la caracterización que hacíamos más arriba de la relación del filósofo para con el otro pone en evidencia que Dussel va a rechazar de manera categórica la idea del intelectual como vanguardia iluminada, encargada de levantar velos impuestos sobre el pueblo. Más bien, Dussel va sostener exactamente lo contrario. El filósofo debe pensarse en un rol magisterial, sin duda, pero entendiendo que el puntapié inicial de todo proceso de liberación, tanto en lo teórico como en la práctica política comienza por el Otro, que es el pueblo. Así, en las Lecciones de Filosofía de la Liberación, Dussel afirma: “discípulo del pueblo oprimido latinoamericano”.

En segundo lugar, y a manera de cierre de este ensayo, como resultado de la inscripción paradójica de la filosofía en la política (partidaria), el filósofo debe estar en un afuera crítico de la política, o más bien, del político. Aquí opera una definición del político como aquel que toma el poder, que organiza el nuevo orden sistémico de la política. En ese sentido, lxs filósofos nunca pueden ser políticos, aún cuando por su propio magisterio siempre tengan una función política. Una función política crítica, reveladora de los supuestos ideológicos siempre presentes, que incluso, luego del triunfo de la liberación, deberá continuar para “picar” como el tábano socrático al orden político. Así, la filosofía, y ahora un nosotros filósofos comprometidos con la liberación debemos asumir que nuestro lugar es el afuera, “la calle” como lugar para que pueda surgir una verdadera filosofía de la liberación.

Bibliografía:

Dussel, Enrique (1994a) Metafísica del Sujeto y Liberación, en Historia de la filosofía latinoamericana y filosofía de la liberación tomado de: http://biblioteca.clacso.org.ar/clacso/otros/20120422104538/17cap16.pdf

Dussel, Enrique (1994b) La función práctica-política de la filosofía, en Historia de la filosofía latinoamericana y filosofía de la liberación tomado de: http://biblioteca.clacso.org.ar/clacso/otros/20120422104538/17cap3.pdf

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