Desmintiendo a Krauze: Juárez y la Corte electa por voto

César Martínez (@cesar19_87)*

La obra del finado escritor José Agustín ciertamente perdura en la medida en que intelectuales favorecidos por los gobiernos del PRI y del PAN como Enrique Krauze y Héctor Aguilar Camín hacen de las suyas: en su Tragicomedia Mexicana III, él ya nos advertía del empeño en torcer y desdibujar a nuestros grandes héroes como Benito Juárez con tal de dar por acabada la historia política de México.

Entrados en la exageración y la irrealidad, tanto Krauze como Camín se pasaron la recta final de 2024 diciendo que México había dejado de ser una república para pasar a ser una monarquía o una dictadura; y al arranque de 2025 el primero se mandó una afirmación insostenible con evidencia: sugerir que Benito Juárez estaría en contra de que la ciudadanía elija vía voto o sufragio a integrantes del Poder Judicial, al igual que como se hace con el Ejecutivo y el Legislativo.

José Agustín sostenía que, en las bizarras versiones históricas de Krauze, Camín, Octavio Paz (y también de la editorial Santillana de España, comisionada por Ernesto Zedillo para publicar los libros de texto gratuito de fines de los años 90), el mundo se volteaba al revés. Se elogiaba a Agustín de Iturbide como el padre de la Patria y a Porfirio Díaz como artífice del progreso económico, mientras el presidente Juárez era reducido a la figura de un “abogado de tiempos de la Reforma”.

Ratificando que José Agustín acertó y sigue acertando, Krauze, quien también es dueño de la editorial Clío (cuya línea editorial es de hecho la línea oficial de Televisa) efectivamente redujo a Juárez a simple abogado al publicar en X un mensaje en contra de votar a jueces, ministros y magistrados.

Tras presentar la biografía del presidente zapoteco en formato de curriculum vitae, es decir, fragmentada entre formación académica y experiencia laboral, Krauze acompañó semejante audacia escribiendo el siguiente mensaje: “Esta fue la experiencia jurídica de Benito Juárez. Por eso llegó a la presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Hoy su nombre estaría en una tómbola. Vivimos tiempos de ignominia.”

Vale señalar el error de bulto cometido por Krauze respecto al presidente Juárez, pues al evidenciarlo se conoce cuál fue la postura de Juárez, quien siempre reivindicó la elección directa o por voto popular para constituir a los tres poderes de la Unión. Krauze ignora u olvida esto: Juárez no ascendió a la presidencia del tribunal supremo por la vía de un mecanismo burocrático, poco transparente e incluso discrecional como lo es el curriculum vitae.

Juárez llegó al Poder Judicial mediante una elección democrática vía colegio electoral, según lo establecido por la Constitución de 1857. Siendo electos los ministros, la lógica constitucional señalaba que el Presidente de la Corte reemplazaría al presidente de la república en caso de faltar: así llegó Juárez al Poder Ejecutivo, tras la deserción del presidente Ignacio Comonfort.

Al error de bulto de Krauze debemos añadir una falta inadmisible en la profesión del historiador: fragmentar una biografía forzándola en el molde de un CV implica ignorar cuál fue la ética del personaje en cuestión. Benito Juárez simbolizó la democracia definida como el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no solo por sujetarse a la Constitución, sino también por encarnar personalmente la democracia como filosofía de vida.

Cuando el adinerado dueño de Clío manifiesta que Juárez estudió teología y derecho en el Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca, habría sido preciso mencionar que el liberal oaxaqueño defendió por escrito y verbalmente las tesis del equilibrio y la separación de poderes constitucionales por la vía del voto popular.

Justo Sierra, en la imprescindible biografía Juárez: su obra y su tiempo, efectivamente consigna que para Juárez “el tribunal de la opinión pública es la fuerza capaz de mantener los poderes separados” y que como consecuencia “la elección directa es más conveniente y necesaria en cuanto haya más ilustración en el pueblo.”

Algunas líneas antes de asentar la visión republicana de Juárez, Sierra tiene el gran acierto de mencionar una importante influencia teórica para Juárez en la intersección entre el estudio de la teología y el del derecho: el santo Tomás de Aquino.

Se trata de una figura clave en el pensamiento político universal, pues Aquino incorporó y actualizó la idea de Aristóteles sobre el gobierno mixto como la mejor forma de gobierno: mixto, pues ya sea que se gobierne según el método presidencial, parlamentario o incluso monárquico, el poder en última instancia recae en el pueblo, cuyo derecho de modificar su forma de gobierno y de elegir y revocar a sus autoridades es un derecho legítimo, directo e inalienable.

La bibliografía y la evidencia documental desmintiendo a Krauze es amplísima y rebasa estas líneas, pero vale la pena citar una anécdota registrada por el jurista Jorge Fernández Ruiz, de la facultad de derecho de la UNAM, en su monografía “Juárez: de seminarista a liberal”. Ocupando el benemérito el puesto de diputado local y maestro de derecho canónico en 1834, resultó encarcelado tras abogar ante tribunales civiles y eclesiásticos por la causa de personas indígenas, víctimas de cobros injustificados por parte de un cura influyente del pueblo de Loricha.

Fernández Ruiz reproduce textualmente el testimonio de Juárez: las leyes le asisten a él y a sus defendidos, pero la vuelta al poder de un Santa Anna ensillado sobre el lomo del partido conservador significa que los fueros y privilegios recuperan su dominio sobre los tribunales de justicia. Manipulado por el vengativo cura de Loricha, el juez civil Manuel M. Feraud acaba encarcelando a Juárez junto a los indígenas en una barandilla de Miahuatlán.

Ahí, Juárez confirma en la realidad sus tesis académicas: sin sufragio ni elección directa de presidentes, gobernadores, legisladores, jueces, magistrados y ministros, la división de poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial es letra muerta. Lo que hay es despotismo.

Desmintiendo a Krauze, las fuentes históricas sobre el verdadero Juárez nos revelan a un hombre vivo, al que ningún historiador serio se atrevería a encasillar en un curriculum vitae. Detrás del intento alevoso de reducir a Juárez a “simple abogado de la Reforma”, el brillante José Agustín nos advirtió que dar por acabada la historia política de México solo regocija a los cínicos y a los autoritarios. Sin embargo, el Juárez encarcelado por un potentado en 1834 y posteriormente electo por voto popular en 1857 nos recuerda que el derecho del pueblo a elegir a sus autoridades es la condición mínima del Estado de Derecho en una república.

*Maestro en relaciones internacionales por la Universidad de Bristol y en literatura de Estados Unidos por la Universidad de Exeter.

Bibliografía

Agustín, José (2019) Tragicomedia Mexicana 3: La vida en México de 1982 a 1994, Debolsillo: México.

Sierra, Justo (1976) Juárez, su obra y su tiempo. Editorial del Valle de México.

Fernández Ruiz, Jorge (2006) “De seminarista a liberal” en Juárez y sus contemporáneos, Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM. pp. 39-52.