Deleuze ante la revolución molecular disipada en Colombia

Carlos Humberto Contreras Tentzohua
 

Introducción

El Covid 19 trajo consigo una enorme crisis económica y en Latinoamérica dicha crisis se ha dejado sentir de manera particularmente fuerte. El gobierno colombiano para solucionar tal crisis optó por  aumentar los impuestos, lo cual hizo que el pueblo colombiano saliera a la calle a repudiar tales acciones con el fin de que el gobierno diera marcha atrás con la pretensión de subir los impuestos. Si bien el gobierno ya dio marcha atrás las manifestaciones continúan, así como la violencia policial, con varios muertos entre los manifestantes así como con varios desaparecidos. La respuesta represora del gobierno colombiano ha sido brutal, pero si algo ha salido a relucir es que tal represión se debe a que el ejército y policías colombianas han recibido asesoría de un nazi chileno, Alexis López, quien tras haber leído a Foucault y sobre todo a Deleuze comenzó a hablar sobre la revolución molecular disipada, estrategia hecha para la represión de cualquier resistencia. Analizaremos en primer lugar a Deleuze, y luego en qué consiste la revolución molecular disipada, esperando con ello comprender como es que un filósofo nihilista y de la izquierda posmoderna puede serle de gran utilidad a gobiernos conservadores y represores.

  1. Deleuze

Al comenzar su libro sobre Deleuze Órganos sin cuerpo, Slavoj Žižek ejemplifica a éste con un ejemplo: Al grabarse Dr. Zhivago en las afueras de Madrid, se le pidió a los extras que cantaran La Internacional Socialista, y para sorpresa del director todos se la sabían y la cantaban con entusiasmo, tanto, que llegó la policía franquista porque pensaban que se trataba de una insurrección. El punto es que muchas personas a los alrededores escucharon la canción y creyeron que Franco había muerto y que los comunistas habían triunfado, por lo cual comenzaron a celebrar hasta que alguien les avisó lo que de verdad ocurrió. Para Žižek tal experiencia es una metáfora sobre lo que es la filosofía de Deleuze, con sus fugas, máquinas de guerra, cuerpos deseantes, etc, es decir, es pura ilusión que no cambia nada y que deja las cosas como están, aunque haya intelectuales que consideren a Deleuze como un radical. De hecho para otros pensadores como Francisco Erice, Deleuze es: “bastante oscuro […] ha defendido, frente al pensamiento sedentario, basado en el principio lógico de la identidad, el nómada, sin fundamento único ni instancia central, pivotando sobre la diferencia y la repetición” (Erice). Con lo cual Deleuze al igual que otros posmodernos se torna en contra de la razón, pero también del Estado y de las jerarquías, a los que Deleuze sin más califica como necesariamente fascistas.

Deleuze además se opone a la dialéctica, a los partidos políticos, al comunismo clásico, y a todo lo que requiera de orden y disciplina. Desde su visión del mundo, para enfrentarse al capitalismo lo que se requiere es más bien de lo contrario, pues ni los planes a largo plazo, ni la disciplina ni el orden llevan a algo: “Para Deleuze-Guattari, «lo que cuenta es el camino, lo que cuenta en una línea, nunca es ni el principio ni el final, siempre es el medio». Ellos creen en la multiplicidad, la pluralización y los flujos, y rechazan los cierres” (Erice). Los planes siempre son para conseguir algo, es decir una finalidad, y ése para Deleuze es el problema, pues los movimientos sociales y/o políticos no deben limitarse a volverse un mero fin, o a establecer un nuevo gobierno, de lo que se trata es de que se mantengan siempre en movimiento, que se pluralicen y se vuelvan flujos que no se cierren. Cabe aclarar que Deleuze fue un filósofo muy cercano al Mayo del 68, y piensa de acuerdo a lo que se experimentó ahí. Para sectores de la izquierda antigubernamental el pensamiento de Deleuze les viene bien porque precisamente ellos no buscan destruir al Estado para construir otro aparato igual de disciplinario, para ellos lo ideal es permanecer en los movimientos sociales, así como en los espacios sin poder, como las comunas libertarias tipo EZLN.  El apoyar esa clase de políticas tiene su razón de ser, sobre todo cuando se escuchan estas tesis:

El pensamiento arborescente, dominante en el mundo occidental, «jamás ha entendido la multiplicidad»; solo imita lo múltiple «a partir de una unidad superior, de centro o de segmento». En cambio, el rizoma (que es bulbo o tubérculo) no responde a un modelo estructural o generativo (del árbol o de la raíz): «es ajeno a toda idea de eje genético, como también de estructura profunda». Los rizomas tienen siempre «múltiples entradas», conectan cualquier punto con otro cualquiera. Como señala Dosse, «con esta analogía, pretenden romper con un razonamiento que va del tronco a las ramas del árbol, según un esquema causal y lineal, para reemplazarlo por un modo de pensamiento que no tiene ni punto de origen ni extremidad final, sino otras conexiones significantes (Erice).

Deleuze se opone a gran parte del pensamiento occidental, y con ello rechaza la idea de que hay un ente superior que pone orden al mundo, y de hecho Deleuze lo compara a un árbol con una raíz, que es la que ordena y mantiene al árbol. En oposición a eso Deleuze escoge el rizoma, pues éste no tiene centro, no es raíz, no tiene orden y por lo mismo carece de jerarquía, además de que es capaz de conectarse con otros rizomas para seguir multiplicándose. Así es como deben ser las luchas políticas también, pues no deben tener jerarquías, ni órdenes y/o planes a seguir, sino que deben saber ser horizontales, plurales, y sobre todo con la capacidad de conectarse con otros movimientos similares. Mientras para muchos filósofos y activistas tal prosa les viene bien, pues actúan muy parecido a lo que les proponía Deleuze, en cambio otros filósofos creían que Deleuze era creador de una: “«pegajosa prosa» y su falta de argumentaciones plausibles, o al menos, comprensibles. […] Deleuze se parece bastante a un fraude; o mejor, que introduce pedantescas variantes terminológicas para expresar ideas compartidas con otros nietzscheanos o posmodernos” (Erice).

Es decir, Deleuze dice con otras palabras prácticamente lo mismo que Foucault, que Derrida, e incluso que Nietzsche, y por eso es que para muchos Deleuze es alguien a quien no se le puede tomar en serio, salvo que seas posmoderno. Si algo comparten los posmodernos es su rechazo a la metafísica occidental, la ironía ante todo, su desprecio por el Estado, así como la búsqueda de alternativas en espacios diferentes al Estado. Dichas alternativas serían en Nietzsche el súper hombre, en Foucault el convertir la vida en una obra de arte, y en Deleuze sería la máquina de Guerra. ¡Cuidado! Deleuze como muchos posmodernos suele usar mucho la retórica así como ciertas palabras cargadas de poesía para llamar la atención del lector. Menciono eso para que se evite pensar que Deleuze hace un llamado a la insurrección para derrocar gobiernos, él no es Marx o Lenin. Deleuze a la resistencia antigubernamental la llama máquina de guerra, que surge por necesidad: “La guerra constituye para Deleuze (…) un momento crítico inevitable si tenemos en cuenta que, en muchas ocasiones, no queda otra que crear diques de contención frente a la potestad casi ilimitada del sistema capitalista y del aparato de Estado” (Artés, Martínez, 2018).

Deleuze entiende por guerra cualquier movimiento antisistémico que pretenda resistir al capitalismo y crear espacios libertarios, escapando con eso del Estado así como del capitalismo. Puede ser desde una simple comuna, hasta lo que hace el EZLN, las manifestaciones del Black Block, o incluso un movimiento social como el de Colombia en estos momentos. No obstante tales máquinas de guerra no pretenden declarar la guerra abierta al Estado, sino simplemente resistirlo. Quienes apoyan tales praxis argumentan que: “Al mismo tiempo que se intenta destituir el orden establecido, con la máquina de guerra se trata de ensayar, anticipar y hacer entrever la nueva realidad alternativa que se encuentra en vías de construcción” (Artés, Martínez, 2018). Es decir que si bien no funcionan del todo para destruir el orden establecido, no obstante al menos crean nuevas prácticas que a la larga servirán para construir un orden alternativo: “la máquina de guerra tiene que servir (…) para crear un territorio distinto dentro del espacio global que ocupan el aparato estatal y el sistema capitalista; con el objetivo de construir, a partir de prácticas autónomas, un “afuera absoluto” (Artés, Martínez, 2018).

La máquina de guerra en absoluto quiere destruir al Estado, simplemente quiere ser un espacio alternativo que quede fuera de su dominio, en donde la libertad, la ausencia de jerarquías, la democracia directa, así como la horizontalidad sean la praxis a seguir. De lo que Deleuze habla es de las prácticas de la izquierda antigubernamental, ésa que se conforma con resistir. No obstante como veremos a continuación, ciertas personas entendieron a Deleuze de otra forma, y las consecuencias son terribles.

  1. La revolución molecular disipada.

Las duras protestas en Colombia han sido reprimidas con una enorme brutalidad a manos de la policía y del ejército colombiano. Mucho tiene que ver el hecho de que políticos como Álvaro Uribe, ex presidente de Colombia, conservador y gran represor, han pedido la mano dura contra los manifestantes a quienes califica de delincuentes. Para eso ha pedido que el aparato represor del Estado haga uso de la revolución molecular disipada ¿En qué consiste ésta? Dicho concepto fue creado por Alexis López, un neonazi chileno que le ha dado cursos a las policías y ejércitos colombianos y chilenos para que repriman de forma más eficiente las protestas. Cabe señalar que además de neonazi, López es entomólogo, es decir, se dedica al estudio de los insectos, por lo cual no es raro que vea de tal forma a los manifestantes, es decir,¡ como simples insectos. Lo que para muchos podría parecer una broma de mal gusto, es de hecho una realidad, pues: “(…) tanto el Ejército como la Policía utilizan la revolución molecular disipada para «entender la movilización social en el siglo XXI»” (Sputnik).

Es decir, el ejército y la policía colombiana reprimen a los manifestantes colombianos desde la visión que les enseña López, un neonazi que ve a los manifestantes como insectos a los que debe aplastar con el fin de regresar a la “paz”. No obstante, debemos preguntarnos, según López ¿en qué consiste la revolución molecular disipada? De acuerdo con López lo que buscan las “máquinas de guerra” de las que habla Deleuze es derrocar a los gobiernos, pues ellas son: “una de las múltiples caras de una guerra que libra la delincuencia contra la institucionalidad para tomarse el poder y acabar con la democracia” (Sputnik). Poco importa que quienes hayan leído a Deleuze sepan que Deleuze no hablaba de eso, pues Deleuze no era un anarquista tipo Narodnaia Volia y mucho menos era otro Lenin o Guevara. López entendió a Deleuze como un revolucionario clásico, y lo mismo hizo con la máquina de guerra, las cuales están lejos de ser revolucionarias en ese sentido, pues como se mencionó anteriormente, ellos se conforman con resistir desde espacios sin poder, no buscan verdaderamente derrocar gobiernos ni establecer nuevos gobiernos. No obstante, incluso con eso: “López lee las movilizaciones sociales como parte de una guerra civil en la que un grupo está tratando de tomarse el poder, y las fuerzas militares tienen la función de velar por ese orden que está en riesgo” (Sputnik).

La realidad es que cualquier teórico de izquierdas que se respete sabe que, desde la caída del muro de Berlín, la idea de derrocar a un gobierno para establecer a uno revolucionario perdió muchos adeptos, así como la idea de formar grupos guerrilleros. En cambio, ideas como las de que se puede cambiar el mundo sin tomar el poder, o que hay que resistir desde las comunas, o desde los movimientos sociales, fueron vistas como la panacea a seguir. Entre las praxis más radicales de esa izquierda estuvo el regreso de los anarquistas y el Bloque negro, praxis que según ellos creará las condiciones de una revolución, lo cual no obstante, quienes siguen el tema de cerca saben que tanto los anarquistas como el Bloque Negro tienen más de retórica que de realidad, pues hasta la fecha siguen sin haber realizado dicha revolución. No obstante, a conservadores como López nada de eso les interesa, para ellos todos son lo mismo, todos ponen en riesgo al orden social, y por eso se les reprime con total violencia, con lo cual: “el «enemigo interno» para las Fuerzas Militares ya no sería el guerrillero sino también el manifestante” (León, Pérez, 2021). Así pues, incluso una simple manifestación constituye un peligro para  los gobiernos conservadores, con lo cual el enemigo deviene el pueblo en su totalidad, y todos son un potencial riesgo para el orden social.

Quienes han leído la teoría de Alexis López han llegado a la conclusión de que éste: “tergiversa a varios filósofos franceses del siglo XX, como Jacques Derrida, Michel Foucault, Gilles Deleuze y Félix Guattari (autor del texto seminal «La revolución molecular»). Con esa lente analiza las revueltas sociales de 2019 en Colombia y Chile” (Sputnik). Lo cual es más que evidente, pues cualquiera que haya leído a estos autores saben que son autores posmodernos que rechazan las revoluciones como la rusa así como a gobiernos de ese tipo, y que ellos finalmente optaron por prácticas estéticas así como alternativas, rechazando con ello al Estado como medio para el cambio social. Las facultades de humanidades y de ciencias sociales están llenas de estudiantes y profesores que son seguidores de todos esos pensadores, y si algo tienen en común es su desprecio por el Estado, por el marxismo, por los gobiernos populares, y un enorme aprecio por las practicas alternativas y antigubernamentales, de hecho sobran los seguidores del EZLN en esas facultades.  Ninguno de ellos cree en la revolución al estilo clásico, y por lo mismo rechazarían también la lectura de López sobre Deleuze y los demás posmodernos. Otros analistas ponen énfasis también en que reaccionarios como López simplemente no comprenden la praxis de los movimientos sociales en la posmodernidad pues: “esta teoría contradice estudios como los que ha hecho la socióloga turca Zeynep Tufekci, que «muestran cómo esta falta de una cabeza visible en la movilización social del siglo XXI no hace parte de un plan orquestado para tomarse el poder»” (Sputnik).

Los movimientos sociales de finales de siglo XX y comienzos del XXI son horizontales, no existen liderazgos verdaderos, suelen tener un enorme menosprecio por la teoría, suelen ser reprimidos con facilidad, y por lo mismo poco o nada pueden conseguir para su causa. Existen infinidad de autores que ven en eso el camino a seguir, y que declaran que el fin no es lo que importa, sino el momento de libertad y de horizontalidad que en esos momentos se desarrolla. La realidad es que quienes son críticos con esos movimientos los rechazan por considerarlos de antemano condenados a la derrota y a la pronta irrelevancia. No obstante eso no le interesa a los reaccionarios y ven incluso una revolución inminente en cada una de esas manifestaciones. Sin embargo, a pesar de que López sí tergiversa lo que dan a entender esos autores, es capaz de entender que en estos movimientos:

No existe estructura jerárquica. Hay anarquía funcional. Como ya mencionamos, los mandos y tropa son irregulares, no identificables. Los objetivos tácticos estáticos son dinámicos. Las unidades móviles son estratégicas. ¿Por qué? Porque capturan área de influencia. Hay guerra de guerrillas con emboscadas, asedio, incursión y sabotaje. Hay batallas (Sputnik).

López entiende que no hay cabezas visibles en tales manifestaciones, y que son organizaciones que actúan espontánea y horizontalmente. No obstante, está probado que muchas de esas movilizaciones por lo mismo son fáciles de contener y de reprimir. ¿Entonces por qué insistir en que son un peligro para el gobierno? La única respuesta de momento sería que la derecha reaccionaria ve al Che Guevara en cualquier manifestación.

Conclusiones

Deleuze, Foucault, Baudrillard, Derrida etc, son autores bastante citados en la academia posmoderna, y una de las razones es porque devinieron una moda muy cómoda para el sistema, pues al rechazar a la razón y las posibilidades de cambio el sistema capitalista pudo respirar tranquilamente. Si bien hay académicos y alumnos que los usan para justificar su praxis, ésta no pasa de simples manifestaciones de descontento, por lo que queda demostrado su inoperancia. Deleuze y Foucault son el refugio de cierta izquierda académica avasallada, que lejos de buscar cambios radicales busca refugios a donde huir de la realidad. Lo que sorprende es como incluso esa teoría puede ser usada al servicio de la reacción, y como para la reacción incluso una teoría tan insulsa como la de Deleuze puede resultar ultra revolucionaria. La lectura de López no sólo es tergiversada, sino que sirve para los fines de la reacción en Latinoamérica, que es aplastar toda resistencia.  La conclusión debe ser que de nada sirven las máquinas de guerra o las fugas, pues incluso en ellas se corre el riesgo de la represión, con lo que queda demostrado la poca eficacia de los espacios en resistencia. Si algo requiere la izquierda en Latinoamérica es abandonar la posmodernidad y dejar de creer que el Estado es necesariamente represor, pues esas actitudes son las que permiten que personas como López sigan asesorando a los gobiernos con el fin de aplastar cualquier esperanza de cambio.

Bibliografía:

Erice, F. (2020) En defensa de la razón. Madrid. Siglo XXI.

León , J.  y Pérez, J. (2021) La “revolución molecular disipada”, invento de un neonazi,  es estudiada por la policía. La Silla Vacía: https://lasillavacia.com/revolucion-molecular-disipada-invento-neonazi-estudiada-fuerza-publica-81359

Artés, J y Martínez, M. (2018) Máquina de guerra: manual de instrucciones. El Salto Diario: https://www.elsaltodiario.com/el-rumor-de-las-multitudes/maquina-de-guerra-manual-de-instrucciones

Sputnik. (2021)Uribe y la «revolución molecular disipada» para disipar las protestas en Colombia: https://mundo.sputniknews.com/20210505/uribe-y-la-revolucion-molecular-disipada-para-disipar-las-protestas-en-colombia-1111917935.html