Contra la izquierda “fiusha”. Una llamada de atención a la izquierda en México

Carlos Contreras

A lo largo de los debates políticos que se pueden sostener, es posible darse cuenta de que hay personas que se asumen como izquierda, aun cuando sus perfiles concuerden con la práctica neoliberal: defienden ante todo las libertades “personales”; aborrecen al Estado-nación, y se oponen al “populismo” como lo peor que le puede pasar a la democracia. A esa izquierda Diego Fusaro la denominó la izquierda fiusha, que apoya todo lo que está de moda: ya sea el feminismo radical o variantes, pero que le tiene un profundo desprecio a las clases populares y a la soberanía nacional, apoyan el neoliberalismo globalista. En pocas palabras para Fusaro la izquierda Fiusha es una falsa izquierda.

En México dicha izquierda está representada por varios académicos, también por personajes como Denis Dresser, Emilio Álvarez Icaza, así como por diversos colectivos, ONG´s, así como por alguien como José Woldenberg; ellos quieren que en México gobierne una izquierda Fiusha: “(..) que se instaure en México una izquierda de corriente globalista, la izquierda de Davos, alineada con el FMI y los intereses estadounidenses. Quieren una izquierda sin pueblo.” (2023) Son una izquierda que traicionó al pueblo, y cuyo plan es ni más ni menos que destruir a México.

No obstante, para que dicha izquierda surgiera, es necesario comprender las razones de que exista. El hecho es que hay personas que se identifican con su programa, que piensan que lo que defienden es lo correcto, y que gobiernos como el de AMLO son retrógradas, por lo que hay que combatirlo. Diego Fusaro considera que ante todo, dicha izquierda fiusha encuentra su base de apoyo entre individuos narcisistas y sin identidad:

Animada por el anarquismo posmoderno del deseo ilimitado y el capricho desmedido, la Generación Erasmus encuentra su figura antropológica de referencia en el homo novus. Este es un ciudadano del mundo, es decir, privado de toda ciudadanía. Su casa es cualquier lugar del mundo, es decir, no tiene hogar fijo. Está arraigado igualmente en cualquier lugar, es decir, privado de todo arraigo. Además, tiene una mente abierta, es decir, sin identidad cultural propia y, por lo tanto, «abierto» a todo lo que la sociedad de consumo y la dictadura de la publicidad querrá imponerle. (Fusaro, 2020)

Es decir, la posmodernidad, así como los deseos exacerbados por la publicidad tienen una enorme responsabilidad en la creación del individuo que se identifica con la izquierda fiusha. Para esta izquierda los conceptos de nación y pueblo, e incluso familia, no valen nada, pues todos somos meros átomos que nos comunicamos con otros para satisfacer nuestras necesidades y ya. El individuo que defiende esta izquierda no tiene patria, no tiene familia, ni vínculos, tampoco tiene cultura, y lo único por lo que se debe preocupar es por consumir, así como por satisfacer sus deseos, tanto eróticos como materiales. Fusaro nos advierte: tal es la subalternidad del nuevo polvillo de egoísmos cósmicos y de mónadas cínicas en un mundo desorientado, sin centro de gravedad. (2020)

En México el gobierno de AMLO se opone a los valores de la izquierda fiusha: contra el individualismo sostiene el populismo, contra el mundo sin fronteras defiende el patriotismo, en oposición a la falta de identidad sostiene que México está lleno de culturas y civilizaciones. Incluso en alguna mañanera le llamó la atención a su gabinete para decirles que la familia es importante y hay que defenderla, oponiéndose con eso a las supuestas feministas que son parte de la izquierda fiusha, que consideran que toda familia es patriarcal. Y precisamente la izquierda fiusha es algo que no puede tolerar, por eso se oponen a AMLO con todo, igual que la reacción.

La izquierda fiusha en vez de combatir al capitalismo, y por ende al imperialismo, defiende los programas de éste, y por lo mismo es su complemento:

El turbocapitalismo sin fronteras reduce la sociedad a un mercado global: no acepta padres y madres, ciudadanos y ciudadanas, quiere ver siempre, y en todas partes, consumidores desarraigados que se relacionan entre sí según la lógica del do ut des, doy para que des, del mercado. (Fusaro, 2023)

En su afán de defender los derechos del individuo, se oponen a la colectividad, y por lo mismo no es raro ver a esta izquierda menospreciando las luchas obreras, a las luchas populares. Para dicha izquierda sólo deben ser apoyadas las luchas feministas, las de los LGBT, así como la de ciertos ecologistas (¡como los que se oponen al Tren Maya!). Para Diego Fusaro el problema viene desde la década de 1960, pues desde esta época: “(…) el turbocapitalismo tiene como objetivo superar tanto a la familia como al estado nacional soberano para producir un modelo anarquista. (2023)

Para el neoliberal y el anarquista el Estado es el enemigo, y por ello se le debe de destruir. Mientras los políticos neoliberales destruyen al Estado desde arriba, los anarquistas lo hacen desde abajo, y es así que la sociedad deviene un caos controlado por el mercado. El modelo caótico que defiende la izquierda fiusha dice defender al individuo contra el autoritarismo del Estado, pero en realidad quiere que el individuo sea una mera bestia egoísta y cruel que sólo sabe consumir. Dicha izquierda no defiende la libertad, defiende el libertinismo más decadente:

El neolibertinismo, que es el neoliberalismo aplicado a la erótica, no representa la libertad sino el triunfo del capricho individualista del consumo: el capricho individual es la forma más baja de libertad, como ya dijo Hegel. La verdadera libertad se da en una sociedad de individuos igualmente libres que se relacionan en solidaridad y comunidad. La monadología neoliberal defendida tanto por la derecha como por la izquierda nos presenta en cambio un agregado de átomos que se relacionan entre sí de acuerdo con la lógica del beneficio económico y erótico. (2023)

Para la izquierda fiusha no existen ni la solidaridad ni la comunidad, todo se reduce al capricho egoísta y mezquino de quien tenga el dinero. El problema radica que los que poseen el dinero pueden cumplir sus caprichos a costa de quienes no lo tienen, se pueden imponer sobre éstos, y en ese momento devienen los amos mientras que los segundos son sus esclavos. Precisamente para Fusaro el individualismo exacerbado, así como la posmodernidad y la falta de identidad son las armas que usan los capitalistas para explotar a la humanidad, su fin es crear esclavos:

 (…) el esclavo es aquel que carece de vínculos y de hogar fijo, por eso puede ser utilizado en todas partes y de cualquier manera. Sin embargo, el hombre libre es, aristotélicamente, el que entabla muchas relaciones y tiene muchas obligaciones con los demás, con la polis y con el lugar donde vive. (Fusaro, 2020)

Un pueblo con identidad, con carácter, así como con una cultura profunda no aceptará la esclavitud de otra potencia, e incluso en el peor de los casos buscará resistir la dominación por medio de la cultura. Debido a eso los poderosos buscan por todos los medios acabar con la cultura, crear individuos desarraigados, narcisistas, frívolos, pero sobre todo sin identidad, todo con el fin de que sea más fácil dominarlos.

Un individuo de estas características no sólo no tiene vínculos, sino que incluso enfrenta problemas de personalidad, que después se vuelven problemas mentales y psicológicos. Lo irónico del asunto radica en que los neoliberales defienden a esta clase de individuo como el máximo ejemplo de lo que es ser libre, cuando en realidad el individuo no solo no es libre, sino que ni siquiera es individuo, es una mera mónada decadente, que sólo fomenta el proceso de descomposición social que crean los neoliberales.

Los individuos creados por el neoliberalismo y su ideología individualista a ultranza carecen de patria, y por lo mismo no sienten vínculo alguno con las demás personas. Mientras las personas humildes experimentan dolor y sufrimiento debido a esa situación, los burgueses, así como la clase media con acceso al consumo, pueden darse el lujo de experimentar la vida cosmopolita, con toda clase de viajes y lujos. Son los poderosos los que no necesitan una patria, en cambio son los humildes quienes por medio de ésta encuentran identidad y refugio frente a la explotación.

Para Diego Fusaro es claro que la izquierda fiusha trabaja al servicio de la burguesía, y es antipueblo y antinacional, se inclina por el cosmopolitismo, y con ello toma partido por los imperialistas. Todo eso es una traición a lo que antes solía defender la izquierda:

El internacionalismo, como escribe Engels, supone que haya naciones autónomas e independientes –lo dice muy bien a propósito de Polonia, por ejemplo–, y que las naciones se relacionen entre sí internacionalmente. El cosmopolitismo liberal, que es algo completamente diferente, establece, en cambio, que las naciones desaparezcan, disueltas en el único mercado cosmopolita y sin fronteras donde reina simplemente la ley cruel de la competitividad “no border”. (2019)

El deber de la izquierda es defender al pueblo en contra del imperialismo, defenderlo de la reacción interna, sobre todo de la burguesía antinacional. Pero la izquierda fiusha hace lo contrario, se opone al pueblo, lo acusa de ser necesariamente patriarcal y retrograda; se pone de lado de organizaciones como el FMI, el Banco Mundial, así como de potencias como EE.UU. o de cualquier europeo; finge combatir a la reacción interna, pero juntos explotan al pueblo.

La izquierda fiusha siempre se pone de lado de las ONG´s, y suelen condenar a países que defienden su soberanía y sus recursos naturales, como Rusia, China, Corea del Norte, Irán, Cuba y Venezuela. Argumentan que dichas naciones no son libres, no son plurales, no son democráticas, violan los derechos humanos etc. Por supuesto que no aplican la misma lente cuando se trata de juzgar a EE.UU. o a Europa; tienen el descaro de afirmar que si bien Europa y EE.UU. no son perfectos son mejores que los países antes mencionados, lo cual sólo nos muestra lo colonizada que está dicha izquierda, así como para quien trabajan. Fusaro afirma:

Usted menciona Cuba y Venezuela, ciertamente no estados perfectos y en gran medida perfectibles: pero el hecho de que no sean perfectos no puede usarse como argumento para justificar la sociedad de mercado, o los gobiernos occidentales en general, serviles como están al imperialismo estadounidense y la cosificación capitalista. Al menos Cuba y Venezuela son estados soberanos, mientras que los estados europeos son ahora colonias de Washington, simplemente obedeciendo como esclavos las órdenes del imperialismo estadounidense. (2023)

La izquierda fiusha defiende al capitalismo tanto como al imperialismo yankee, por eso no es raro que se pongan de lado de éstos ante cualquier conflicto como el de ahora en Ucrania. Condenan a todos los países que sí defienden su soberanía, que defienden a su pueblo. Desde la década de 1990 parte de la izquierda se apropió de un discurso antiestatal (como el EZLN y sus seguidores en México). De hecho alguien como Toni Negri sostuvo que el Estado ya era innecesario en un mundo de un solo Imperio, y que la izquierda debía superar la lucha por el Estado para concentrarse en el biopoder y el poder transformador de la carne (sic).

Lo que la izquierda fiusha no dice es que los Estados y sus ideologías varían, y que pueden ser dictatoriales, pero también democráticos, e incluso populares. Aunado a eso un Estado fuerte defenderá la soberanía popular frente a las potencias. En cambio, un Estado débil se verá inerme ante las ambiciones imperialistas de las potencias, y esa clase de Estado es el que apoya la izquierda fucsia:

(…) el Estado nacional puede ser, y en parte ha sido, democrático; en cambio, la economía globalizada sin política, con apertura ilimitada del mercado, nunca será democrática. Por eso, la tesis que defiendo y, si queremos ser marxistas –con el término marxista quiero decir, en sentido general, del lado de los dominados y contra la clase dominante, del lado del trabajo contra el capital–(…) hoy, en la coyuntura histórica en la que nos encontramos, en la época de la globalización atlantista, para liberarnos del yugo globalista y de sus vínculos (…) hay que recuperar la soberanía nacional. (2019)

En México, y pese a las críticas de la izquierda fiusha (y de la “autentica” izquierda[1]), la 4T ha recuperado parte de la soberanía nacional perdida durante el periodo neoliberal. Se reactivo la producción del petróleo, se nacionalizó el litio; con la construcción del Tren Maya se apoya a una de las zonas más pobres del país, además de que funciona para conectar más a México. Con las reformas que se planean en el INE se busca que sea el pueblo el que tenga un mayor control sobre su vida, y precisamente es la izquierda fiusha la que se pode de lado del INE para impedirlo, con lo cual dicha izquierda confirma su repulsión por el pueblo y su bienestar. Una izquierda realmente popular es la que defiende al pueblo, y por lo mismo usa al Estado:

En otras palabras, sin soberanía nacional no puede haber defensa welfarista de las clases más débiles, no puede haber Estado social como el del siglo veinte. Sin el soberanismo político no puede haber democracia ni derechos sociales; sin el populismo, es decir, sin un movimiento del siervo “glebalizado”, entendido como masa nacional-popular que sufre los efectos de la globalización, no puede haber soberanismo democrático y socialista. (2019)

El neoliberalismo sacrifica al pueblo en nombre de la acumulación de capital, mientras que el populismo le sirve al pueblo para defenderse de éste y ponerle límites. El pueblo debe luchar contra la ideología burguesa para combatir tanto a la reacción, como a los falsos amigos (la izquierda fiusha), así como al globalismo neoliberal del imperialismo yankee. Al menos en México el lopezobradorismo es ese movimiento popular de los siervos glebalizados que luchan contra el globalismo, y es precisamente la izquierda fiusha la que se opone a éste de la forma más feroz.

Usualmente la izquierda fiusha (así como la “auténtica izquierda”) acusan a López Obrador de ser populachero, así como de no ser lo suficientemente intelectual (a pesar de los libros que ha escrito). Para los clase-medieros es alguien que los ha ofendido bastante, pues en alguna ocasión se refirió a ellos como aspirantes a fifís. La realidad es que López Obrador a diferencia de todos ellos sí conoce a su pueblo, y lo mejor de todo es que no lo desprecia como ellos. Pero si las izquierdas no obradoristas lo desprecian es sobre todo porque a diferencia de ellos él sí logro organizar al pueblo en un movimiento:

Esto significa que el socialismo democrático, para poder realizarse, necesita de una subjetividad organizada en un movimiento revolucionario, que debe coincidir con el siervo nacional-popular (momento populista) y, al mismo tiempo, necesita de la forma-Estado (momento soberanista) como forma capaz de institucionalizar las conquistas del movimiento revolucionario y convertirlas en un gobierno centrado en la soberanía popular. (2019)

Es cierto que AMLO nunca se ha dicho socialista –aunque el propio Donald Trump sí piensa eso– aunque mediante su movimiento populista y soberanista ha conseguido ponerle límites al poder del imperialismo yankee, y sobre todo ha puesto contra la pared a la reacción en México. Sobre todo ha ayudado a mostrarnos la verdadera cara de la izquierda fiusha, así como de personajes como Woldenberg, quien dice ser de izquierda, pero apoya a la reacción.

La critica de Diego Fusaro nos es necesaria no sólo para exponer la falsedad de la izquierda fiusha, sino para distinguir qué es ser verdaderamente de izquierda, y que no lo es. Estar con la izquierda es estar con el pueblo, luchar por su bienestar, así como oponerse a cualquier clase de imperialismo, y si todo eso implica fortalecer al Estado, entonces es algo que tiene que hacerse. La izquierda debe alejarse de cualquier discurso autonomista y antigubernamental, pues lejos de beneficiar al pueblo, termina por ser comparsa del neoliberalismo, o siendo algo irrelevante como el EZLN en la actualidad. Fusaro insiste:

No existen, que yo sepa, formas de socialismo más o menos perfectamente realizadas fuera del marco de los Estados nacionales concretos: desde el “Patria o muerte” de Che Guevara en Cuba, hasta el socialismo de los países del área soviética, pasando naturalmente por las socialdemocracias escandinavas, por los socialismos patrióticos bolivarianos de Latinoamérica, como la Bolivia de Morales y la Venezuela de Chávez. (2019)

Así pues, el Estado sigue siendo necesario para la defensa del pueblo, para su bienestar, así como para la defensa frente a enemigos externos e internos. Es la reacción la que quiere que el pueblo no se pueda defender, es la reacción la que quiere que México sea siempre dominado por EE.UU. y Europa (o Japón). La izquierda fiusha al apoyar los proyectos de la reacción es la que demuestra su completa sumisión al globalismo neoliberal, y por ende su odio a lo popular.

En Europa los escritos de Diego Fusaro han causado polémica, principalmente para la izquierda fiusha, para quienes Fusaro es un fascista disfrazado de izquierdas. Y es que para dicha izquierda todo aquel que defienda la soberanía y al pueblo (o incluso que no apoye su programa) es un fascista; simplemente es una izquierda ignorante, desprecia al Estado-nación pero sirve como apoyo al imperialismo, viven en el sinsentido. Por eso es que es importante leer a Fusaro, para seguir luchando por el pueblo y por su liberación, pero sobre todo para evitar a los falsos amigos como la izquierda fiusha.

Bibliografía

Fusaro, D. (2023) Amor y anticapitalismo. https://www.elviejotopo.com/topoexpress/amor-y-anticapitalismo/

Fusaro, D. (2020) Erasmus, una generación de esclavos sin lugar fijo (de trabajo y de vida). https://www.elviejotopo.com/topoexpress/erasmus-una-generacion-de-esclavos/

Fusaro, D. (2019) Marxismo y soberanismo. Contra el cosmopolitismo liberal. https://www.elviejotopo.com/articulo/marxismo-y-soberanismo-contra-el-cosmopolitismo-liberal/

Liceaga, A. (2023) La mentira de Woldenberg. https://sinlineamx.com/la-mentira-de-woldenberg/

[1] Por “autentica izquierda” podemos comprender a todos aquellos izquierdistas que se oponen a AMLO y a la 4T. Entre ellos podemos encontrar a seguidores del EZLN o al mismo EZLN. A las decenas de Partidos Comunistas de México, a estudiantes radicales de las universidades, también a los anarquistas y otros. Por lo general no tienen ningún peso político y son irrelevantes. No obstante consideran ser la única izquierda.