Colonialismo como subsunción formal y real
Esteban Mora
Vamos a proponer que el colonialismo capitalista moderno es una forma de subsunción formal y real. Esto a su vez modificará radicalmente el debate sobre la transición al capitalismo en el “Tercer Mundo”, ya que significa que el colonialismo moderno y capitalista ya son la penetración del capitalismo en esta área del mundo, por lo que no hay ‘semifeudalismo’ en absoluto. (Mora, 2019). Esto es importante porque no solo la ciencia y el conocimiento dominantes distorsionan las realidades del “Tercer Mundo”, sino también el marxismo dominante, tal como lo criticó el poscolonialismo: el “Tercer Mundo” parece un proyecto abortado, como un grupo insuficiente de sociedades, nunca alcanzando el capitalismo por completo, carecer de desarrollo y queda rezagado en el proceso para alcanzar el capitalismo moderno, etc. El marxismo legitima esta lectura histórica de los acontecimientos diciendo que no hay capitalismo en el “Tercer Mundo”, solo porque somos en su mayoría sociedades agrarias (lo cual también es falso, ya que con la excepción de algunas regiones subsaharianas, todo el “Tercer Mundo” produce más riqueza industrial que agrícola como componente del PIB, y las exportaciones industriales pasan por alto las exportaciones agrícolas, en casi todas sus sociedades), que nuestro subdesarrollo tiene su base en nuestra falta de capital, y no porque el capitalismo mismo esté presente. El marxismo básicamente sigue pretendiendo el marco de la acumulación primitiva que incluso el propio Marx dijo que no podía generalizarse a todo el mundo, e incluso cuando el propio Marx ve el colonialismo como una penetración del capitalismo en el “Tercer Mundo”, algunos marxistas de hoy lo niegan.
Contrariamente a este escenario, los hechos empíricos e históricos, a la luz de la teoría de Marx y los hallazgos empíricos mismos, es bastante diferente de lo que defienden sus seguidores ortodoxos: estamos subdesarrollados debido al capitalismo, y ya se está desarrollando una penetración capitalista en el “Tercer Mundo”, que es la causa de nuestro subdesarrollo. En lugar de una Tríada que disfruta del capitalismo frente a un Sur Global o un “Tercer Mundo” carente de desarrollo capitalista o atrofiado en su historia, con la necesidad de ponerse al día con la existencia del capitalismo para incluso comenzar a hacer preguntas o producir respuestas sobre su propio desarrollo y historia, la historia del “Tercer Mundo” es la historia de la penetración y existencia gradual capitalista, que modifica por completo las preguntas y respuestas necesarias, incluso desde el lado del marxismo mismo.
Recordemos rápidamente que el colonialismo no solo es moderno y capitalista, sino también medieval o antiguo: los árabes colonizaron África, tanto como los aztecas hicieron lo mismo con sus vecinos. El colonialismo puede parecer una característica permanente de la historia, pero también tiene que ser histórico y no eterno, por supuesto. Esa discusión va mucho más allá de nuestro objetivo para este texto pequeño y modesto, pero es importante aclararlo. Como forma de hipótesis, se podría decir que el colonialismo es parte de la formación histórica del propio estado, aunque todavía existen relaciones ‘exogámicas’ entre bandas y clanes que podrían considerarse al menos el mismo fenómeno. De todos modos, nos vamos a centrar en el colonialismo moderno y capitalista, y no en toda la historia o realidad del fenómeno, que sería un tema demasiado grande para tratar en un artículo.
De todos modos, para entrar en el tema principal que nos ocupa, recordemos también las definiciones de subsunción formal y real: la primera se basa en la explotación que no modifica el proceso productivo en términos de productividad. Por ejemplo: la explotación basada en la venta de excedentes agrícolas o excedentes de producción, tan común todavía en África y en todo el “Tercer Mundo”. La subsunción real, por otro lado, ocurre cuando hay una modificación de los elementos internos del proceso de producción. La subsunción formal se basa entonces en la plusvalía absoluta, que funciona mediante la extensión de la jornada laboral y la simple reducción del precio del trabajo a través de esa extensión, y la subsunción real se basa en la plusvalía relativa, que reduce el precio del trabajo al cambiar el proceso productivo en términos de cambios de productividad o innovación, reducción del trabajo necesario en oposición al trabajo excedente, etc. La importancia dentro del marco marxista, es que mientras que la subsunción formal es capitalista en un sentido abstracto y general, la subsunción real es capitalista en su sentido específico. Siguen siendo ambas formas de capitalismo, pero en formas de transición histórica.
De las formas de subsunción detalladas en nuestro trabajo anterior aquí o aquí (Mora, 2018) podemos concluir lo siguiente: la agricultura por contrato (donde las empresas emplean directamente a campesinos, aunque no sean trabajadores de un gran latifundio, sino pequeños propietarios de parcelas), y esquemas de subcontratación con el Estado o el sector privado (o ambos, donde el estado compra excedentes y luego los revende a empresas privadas mientras media los medios de producción -fertilizantes o maquinaria o crédito- a pequeños campesinos, o comercializa excedentes y excedentes ellos mismos a través de cooperativas o empresas estatales, etc.), son todas formas de subsunción real capitalista. Pero esto no es propio del colonialismo exclusiva y necesariamente, sino que se extiende al neocolonialismo: estos fenómenos son bastante tardíos en términos de su generalización, aunque existen en el período de la administración colonial directa/indirecta (como Banaji está proponiendo con precisión increíble) (Banaji, 2019). De cualquier manera, el colonialismo de principios del siglo XIX y principios del siglo XX integra al “Tercer Mundo” en la acumulación capitalista, pero no debido a una penetración externalista desde afuera (como Brenner criticó correctamente la teoría de los sistemas-mundo), sino debido a los procesos de trabajo internos, y las formas internas de acumulación. Aquí debemos enfatizar que el análisis proporcionado en los enlaces anteriores, y este mismo texto, no son sobre las formas de explotación ni sobre los procesos laborales solamente, sino sobre los modos de producción, por lo que la penetración del capitalismo a través del colonialismo (como una forma de subsunción formal y real) cambia el debate sobre los modos de producción en el “Tercer Mundo” y se opone radicalmente a la caracterización del ‘semifeudalismo’ dentro del marxismo ortodoxo. Pero eso es solo el comienzo.
Recordemos que la subsunción formal y real no son lineales, como una tras otra en una secuencia lineal histórica o positivista. Marx afirma claramente que la subsunción real puede aparecer antes que la subsunción formal, y que pueden mezclarse (en sus textos sobre la renta del suelo y específicamente el régimen de parcelas pequeñas en El Capital Vol. 3). De cualquier manera, esta mezcla es precisamente la que encontramos en el “Tercer Mundo”: el colonialismo clásico pasa hacia el neocolonialismo de la misma manera que la subsunción formal mezclada con la subsunción real, pasa del predominio de la subsunción formal sobre la real, al predominio de esta última desde el siglo XX hasta la actualidad. Esta curva de desarrollo del colonialismo hacia el neocolonialismo, es la penetración del capitalismo en el propio “Tercer Mundo”, razón por la cual la caracterización ‘semifeudal’ se interpone (incluso políticamente) como un obstáculo para comprender las realidades del “Tercer Mundo”. Y dado que el “Tercer Mundo” es la mayor parte del mercado mundial, esto significa que hay una falta total de comprensión de lo que ahora se llama comúnmente análisis de la “historia mundial” o de la “historia global”, pero que preferimos llamar simplemente la historia del mercado mundial capitalista (una teoría que Marx dejó inconclusa, por lo que es bastante comprensible que haya un vacío que debemos abordar).
Cabe señalar que, incluso para América Latina, esta curva de desarrollo que va de la subsunción predominantemente formal a la predominantemente real también está presente incluso si comenzaron su capitalismo con la independencia a principios del siglo XIX: América Latina es neocolonial desde el inicio, y esto permitirá que el capitalismo latinoamericano se desarrolle antes y mejor que Asia o África hasta el siglo XX (no ahora, por supuesto, cuando Asia Oriental y Asia Meridional han superado a América Latina y al resto). Esto se puede confirmar a través de Lenin: él llama a los pequeños socios del imperialismo latinoamericanos que tienen independencia administrativa formal y política como ‘semicolonias ‘, a diferencia de las ‘colonias directas’, en su famoso Imperialismo. Las semicolonias son básicamente lo que son los países del “Tercer Mundo” de hoy, en relación con la Tríada (aunque haya todo un debate sobre el carácter del imperialismo en el siglo XXI).
Como detallamos en nuestro review de The History of Business in Africa (Mora, 2018) de Griejie Verhoef, por ejemplo, y como se puede leer del propio Marx en sus textos sobre la India, el colonialismo ingresa al “Tercer Mundo” inmediatamente como capital mercantil, y luego, en un segundo momento (momento en el sentido hegeliano), como administración colonial. Este colonialismo anterior se basa básicamente, predominantemente, en la venta comercial de excedentes agrícolas y de producción, pero coexiste con los sistemas de plantaciones (siendo esta la forma más cercana a la acumulación primitiva: latifundios grandes o medianos con proletariado campesino real o trabajadores sin tierra, o con la necesidad de vender su trabajo estacionalmente y al mismo tiempo tener que trabajar en su propia parcela, etc) o agricultura por contrato, etc. Esta venta de excedentes agrícolas se detalla en el primer párrafo de la teoría de Marx de la renta capitalista como capitalismo. Pero tenemos que abordar todas las variables de manera global: la ley del valor, el modo de producción mercantil simple (estemos de acuerdo en que la categoría es una invención de Engels o no, que es una discusión diferente, solo nos preocupamos por la forma histórica y económica que es señalada por esa categoría), la teoría de la subsunción formal y real, la teoría de la renta, incluidas las elaboraciones del régimen de parcelas, etc. Por supuesto, Marx insiste en que la subsunción formal no es capitalista específicamente, pero también hay fragmentos en los que habla específicamente de que es capitalista en un sentido abstracto general, y aún no concreto ni específicamente capitalista, como ya dijimos antes. Lo mismo ocurre con el régimen de la parcela, donde esta “ambigüedad” o “contradicción” (¡mostraremos que no es una ambigüedad en absoluto, sino una relación dialéctica!) le hace insistir en su carácter capitalista, y su carácter precapitalista al mismo tiempo. La subsunción formal, aunque no se considere totalmente capitalista, sigue siendo plusvalía absoluta. De ahí que el marxismo ortodoxo tenga razón en señalar que el capitalismo todavía no presenta una subsunción real dominante, pero está equivocado en concluir por esto que vivamos en medio de vestigios ‘semi-feudales’ o ‘pre-capitalistas’. La distinción es leve, pero crucial: el capitalismo empezó a penetrar el “Tercer Mundo” sin subsunción real, estamos de acuerdo en eso, pero esto no es ‘pre-capitalismo’ ni ‘semi-feudalismo’, sino una penetración ya abstractamente capitalista. Y más aún hoy, durante el neocolonialismo, cuando se consuma el dominio de la subsunción real sobre los vestigios de subsunción formal. Los vestigios de atraso de las neocolonias del mundo son eso, vestigios de una subsunción capitalista atrasada, pero no de un ‘semi-feudalismo’. Las conclusiones políticas a partir de ese pequeño detalle son tremendas, como se sabe.
Y lo que encontramos en las realidades históricas y económicas del colonialismo es precisamente esa misma mezcla: hay una mayor fragmentación de la tierra en el “Tercer Mundo”, al igual que el régimen de parcelas; pero al mismo tiempo, esta venta de excedentes agrícolas de pequeños propietarios se define como capitalista en el vol. 3, como ya dijimos. Es subsunción formal porque sólo es plusvalía absoluta extraída de la venta de excedentes agrícolas (más allá de la subsistencia, es decir, ¡lo que hace aún más absurda la caracterización ‘semifeudal’!), Pero al mismo tiempo, el minifundista modifica su proceso de trabajo interno al igual que la plusvalía relativa (y, por tanto, la subsunción real). Las formas en las que el minifundista modifica su tierra y su proceso productivo, son muy diferentes en América Latina que en Asia o África, y aquí también es por el colonialismo (lo abordaremos en un momento). Por ahora, lo que hay que aclarar es que este contacto colonial a través del capital mercantil modifica el proceso laboral y la acumulación misma. Lo que hace que una relación agraria capitalista sea lo que es, no es la empresa mercantil privada y colonial, como una penetración externa del capitalismo, ni el hecho de que esta empresa mercantil privada y colonial esté ubicada en el núcleo o países centrales del imperialismo, y entonces hay un saqueo o repatriación de ganancias del “Tercer Mundo” a sociedades donde hay capitalismo, etc: lo que lo hace capitalista es la forma en que tanto el proceso de trabajo ubicado en las mismas colonias, como su extracción de plusvalía a través de ganancias comerciales, va en un proceso de acumulación capitalista tanto en el país central/central como en la colonia, y enriqueciendo tanto a las burguesías centrales con su expoliación y repatriación de plusvalías, como a la burguesía local colonial, la cual no es ninguna víctima del colonialismo, sino su socio elemental. La consecuencia de esta lectura sería enorme (si fuera aceptada por la comunidad de investigación marxista).
Significaría que la penetración del capitalismo en el “Tercer Mundo”, y a través del colonialismo, se basa en la segunda vía no revolucionaria de transición del precapitalismo al capitalismo, como se detalla en el capítulo XX de El Capital vol. 3. Lo mismo puede decirse de los hallazgos de Banaji, que está elaborando mientras hablamos, y son las elaboraciones más importantes que se están haciendo en el marxismo hoy (desde nuestra humilde opinión, al menos): la historia del mercado mundial y el “Tercer Mundo” no es la historia de una penetración clásica basada en la acumulación primitiva, sino por el contrario, se basa en la segunda vía no revolucionaria; no se basa en la dominación del capital industrial, sino en el capital mercantil (que según Marx, ambos son capital industrial, y siguen la lógica del capitalismo, no solo el aspecto histórico –en contra de la lectura de Takahashi-); y la historia del “Tercer Mundo” no es la historia de un capitalismo obstruido o inacabado, sino la historia del capitalismo mismo, y cómo se alimenta del atraso. Esto incluso podría cambiar el aspecto lógico del capitalismo, y no solo el histórico (como diría Takahashi), pero todavía no queremos llegar tan lejos. Primero es necesario incluso confirmar esto históricamente. Los trabajos presentados a través de este texto son nuestra contribución a esta urgente investigación.
El colonialismo determina estas formas: el colonialismo latinoamericano era muy diferente al colonialismo asiático o africano, y estos dos eran realmente diferentes entre sí. Para ir directamente al grano, podemos concluir que hay dos polos extremos dentro de los cuales hay gradaciones infinitamente detalladas que no podemos abordar aquí. Trataremos de hacer una síntesis global de gradaciones detalladas, tonos de gris, fenómenos particularmente diferentes, etc. Estos dos polos analíticos son la centralización económica y la descentralización política o administrativa por un lado, y la descentralización económica y la centralización administrativa por el otro (algo que aclararemos mucho mejor en las conclusiones al final de este texto). No significa que uno sea estrictamente «económico» y el otro sea estrictamente «político» como si fueran esferas separadas: son tanto económicos como políticos. Pero veremos qué queremos decir con esta distinción analítica. Entre esos dos polos podemos ubicar las distintas gradaciones de la colonización directa e indirecta, como se le llama en los estudios de descolonización, y su relación con la concentración y centralización, y también, por ello, sus patrones de subsunción formal y real.
América Latina centraliza la acumulación económica mientras descentraliza la toma de decisiones del Estado político. Asia se ubica en un grado intermedio, con la colonización anterior holandesa y portuguesa de ella, que implicó alguna construcción de un aparato administrativo, dejando a las poblaciones indígenas y relaciones autóctonas relativamente intactas en comparación con los amerindios genocidio (especialmente los portugueses en oposición a los holandeses, otra gradación de importancia, etc). Y África se encuentra en el polo opuesto descentralizando la acumulación económica y centralizando un aparato estatal político más inmediato, dejando aún más intactas las relaciones autóctonas; el poder político de la corona española y portuguesa en América Latina está mediado, mientras que los reinos africanos y los estados administrativos coloniales y el poder son más inmediatos. Esto produce la concentración económica y centralización del valor económico y las ganancias en América Latina, y la desconcentración y descentralización inversa del valor económico y las ganancias en África, con Asia en un grado intermedio. Podríamos ser aún más detallados, en lugar de solo una división tripartita de América Latina, Asia y África: podríamos ubicar entre esos dos polos (también en una gradación) América del Sur y México, América Central, India y las Indias Orientales holandesas o portuguesas, el resto de Asia y Medio Oriente y África del Norte, y luego África Subsahariana. Dentro de esta subdivisión, también podríamos detallar diferentes gradaciones de colonización directa e indirecta que involucran esos dos polos: grandes diferencias también entre el Mahgreb y África Subsahariana, o entre África Occidental, Central y Oriental por sí mismas; lo mismo ocurre con Asia: India y Filipinas son muy diferentes a Malasia o Indonesia, etc. Pero lo que debemos enfatizar es que se trata de gradaciones y matices de centralización y descentralización política y económica, donde un polo se basa en un modelo más descentralizado y concentración integrada, y la otra en una concentración más fragmentaria. Lo mismo ocurre con la centralización y su movimiento correlativo con la concentración: un control más centralizado de los medios de producción, y al otro lado formas múltiples y fragmentarias de control en múltiples puntos.
¿Cómo? El colonialismo latinoamericano borró de la faz de la tierra a través del genocidio (¡mucho antes de los nazis!, contrario a las nociones comunes) la existencia de pueblos e instituciones autóctonas e indígenas, mientras Asia y África van, en tonalidades grises y gradaciones muy importantes, desde la construcción de instituciones sin la eliminación de los terratenientes tradicionales y consuetudinarios y las instituciones formales o informales de la agricultura familiar, hasta la colonización por medios completamente indirectos: no solo sin genocidio, sino sin siquiera construir una administración colonial directa, y basar su explotación sobre las relaciones tradicionales y consuetudinarias (hasta cierto punto, lo analizaremos más adelante). Y esto no es sociología, sino marxismo: la centralización y descentralización en América Latina permite una mayor proporción de subsunción real (mezclada con la simple venta de excedentes propios de subsunción formal) que Asia o África en sus primeros procesos de colonización durante el siglo XIX o principios del siglo XX. La descentralización de los aparatos del Estado colonial permitió una integración comercial mucho más estrecha y la reducción de los márgenes comerciales en América Latina, lo que significa una participación relativamente mayor para los campesinos, lo que aumenta la productividad, y la falta de intermediarios (comparativamente) que se apropien de los márgenes comerciales. Esto permite una mayor acumulación en contextos agrarios latinoamericanos. En África, como ejemplo opuesto, tenemos una integración de mercado más débil y muchos incluso intermediarios tradicionales y tribales, actuando incluso como terratenientes (ya que modifican el proceso de trabajo con materias primas, como una forma de plusvalía relativa, y así, subsunción real), produciendo la falta de autoridad estatal central en África y el Medio Oriente mucho más fuerte que en el sur de Asia o el este de Asia y el Pacífico, por ejemplo.
Finalmente, y como ya dijimos, los esquemas de subcontratación, agricultura por contrato y venta de excedentes, no son solo capitalistas porque hay un comerciante de la tríada y una empresa privada que importa y exporta productos de sus sociedades, especialmente desde los puertos. Este es un análisis económico liberal. La dicotomía externalismo/internalismo ha sido mal manejada por el marxismo hasta este punto, incluso por Brenner, ya que su única solución es ir directamente al proceso de trabajo y la explotación, y no a los modos de producción (como ya propuso y criticó Banaji, durante el debate sobre modos de producción en India). Creemos que esto es chovinismo nacionalista dentro del marxismo, en términos analíticos (no en un sentido político, aunque sí afecta el análisis político). No se trata de Estados-nación, ni la forma externa es el comercio internacional y la interna el proceso laboral. La forma externa también debe basarse en los procesos productivos y las composiciones valor/orgánicas, mientras que la variable interna debe ir más allá del proceso laboral (como Harman criticó brillantemente a Brenner) e incluir todo el proceso de acumulación.
Ahora podemos ver cómo el colonialismo no se ha detenido: la agricultura por contrato en sí tiene su propia curva progresiva de desarrollo, especialmente en Asia y África, desde la colonización anterior y clásica hasta la revolución de los supermercados de los años 90 durante el neocolonialismo postindependiente, donde produce una mayor integración de mercado y reduce los márgenes comerciales de la misma manera que se logró en América Latina mediante la eliminación de las estructuras indígenas y la expansión de la subsunción real. Como dijimos anteriormente, aunque regiones como África como polo extremo, o Asia como grado intermedio, tuvieran relaciones autóctonas relativamente intactas y la construcción del control administrativo fue menor que en los virreinatos y cabildos latinoamericanos, etc, este fue un proceso gradual: por ejemplo, en África, las empresas comerciales coloniales no invirtieron más allá del comercio hasta la década de 1960. Lo mismo podría decirse de la diferencia entre los procesos de colonización holandesa y portuguesa en las regiones de las Indias Orientales del Pacífico asiático durante los siglos XVI y XVII: los portugueses se centraron más estrictamente en las operaciones comerciales, y los holandeses invirtieron en plantaciones y producción agraria propiamente industrial, no solo funciones comerciales. En África, en el polo opuesto de América Latina, las capitales comerciales estaban más fragmentadas y llenas de intermediarios, por lo que los conglomerados de comerciantes coloniales eran básicamente comerciantes mayoristas ubicados principalmente en puertos, dejando la integración del mercado a estos intermediarios y concentraciones y centralizaciones fragmentarias. En América Latina, como polo opuesto de nuestro marco analítico, sucedió de manera radicalmente diferente: el capital mercantil podía extender y descentralizar sus operaciones a lo largo de los territorios y centros de comercio urbanos o rurales, etc., funcionando como comerciantes minoristas conectados a los mismos capitales centralizados y concentrados que, a su vez, estaban conectadas directamente con las casas exportadoras de los puertos.
El mismo proceso de la revolución de los supermercados de los 90 en América Latina significó simplemente la integración del mercado (aunque esto mejora la acumulación, no es solo un aspecto de integración, sino que eleva la productividad del trabajo en las capitales comerciales –es decir, aunque sea subsunción formal para la agricultura, es plusvalía relativa para el comercio-), mientras que en Asia y África la revolución de los supermercados se sintió hasta la década de 2000 y significó, en diferentes grados, la subsunción del capitalismo agrario a través de terratenientes directos en nombre de las corporaciones mercantiles multinacionales en este mismo siglo. Es por eso que la agricultura por contrato es tan poco común en América Latina, en comparación con Asia y África: la subsunción ya lograda a través de la colonización y la independencia decolonial formal, ya estaba en vigor en América Latina luego de su independencia temprana, y no había necesidad de expandir la agricultura por contrato. Así que insistimos en que hay gradaciones enormes y configuraciones históricas muy específicas y particulares, y no hay ningún ‘esquema universal general’ en absoluto), la subsunción real necesitaba una penetración aún mayor durante la segunda mitad del siglo XX porque las formas tradicionales todavía estaban vigentes, y esto por su forma histórica de colonialismo, como detallamos antes.
Esta expansión de los puertos a los centros urbanos y rurales, o del comercio mayorista y la integración horizontal o vertical del comercio minorista en los territorios, más la expansión de esquemas de plantación o tenencia de la tierra, ya sea por expatriados y colonizadores o poblaciones autóctonas, etc, y en la revolución de los supermercados de los años 90 y principios de los 2000 desde América Latina hasta África, está la expansión desde la subsunción formal hacia la subsunción real misma. Desde el comercio de excedentes agrarios de los puertos, hasta la inversión directa en plusvalía relativa para los agricultores familiares extendidos o las aldeas indígenas totalmente dentro de los territorios, hoy en día pasa desde el colonialismo al neocolonialismo.
Como dijo Walter Rodney con más claridad que nadie en el mundo, el neocolonialismo actual es la persistencia de la penetración del capitalismo en las periferias, y el colonialismo se convierte en una característica permanente y estructural del capitalismo moderno, a diferencia de la Edad Media o la antigüedad. Incluso es anterior al imperialismo mismo, ya que atraviesa el capitalismo de libre competencia del siglo XIX, el capitalismo monopolistadel siglo XX (imperialista) y ahora el capitalismo tardío de fines del siglo XX/principios del siglo XXI. Esto también señala que todos los demás caracteres del colonialismo (racismo, religión en general, eurocentrismo, orientalismo, etc) están de hecho incrustados en el capitalismo económicamente, y no simplemente como un elemento superestructural, y por qué cosas como el racismo o las religiones chocan entre sí. La islamofobia y el cristianismo son tan omnipresentes para el dominio de la Tríada (o cualquier otra potencia mundial, si así se prefiere) sobre el mercado mundial.
Conclusiones:
Si el diferencial de precios regional es alto, también lo será el diferencial de precios de productor-consumidor, pero si el diferencial de precios regional es bajo, es posible que el diferencial de precios de productor-consumidor sea mayor o menor, dependiendo de la cantidad de mediadores ya no solo espaciales, sino de valor. De ahí que un margen comercial menor pero centralizado y concentrado, sea mayor que un margen comercial mayor pero fragmentado entre múltiples intermediarios desconcentrados y descentralizados. Y un margen comercial mayor puede ser apropiado por un capital comercial centralizado y concentrado, en vez de un margen comercial mayor que a su vez está relacionado con un diferencial de precios regional mayor. Esto encierra la diferencia específica del colonialismo a través del capital comercial en el “Tercer Mundo”: en África no hay integración del diferencial de precios regional ni del diferencial de precios de productor-consumidor, en Asia hay un diferencial de precios regional menor pero con menos margen de ganancia comercial (está menos integrado en términos de diferencial de precios regional, pero mayormente integrado en términos de margen de ganancia comercial), y en Latinoamérica el diferencial de precios regional es todavía menor, y con menos margen comercial. Estas diferencias se deben a los tipos de colonización, y al hecho de que la colonización indirecta y directa son formas de subsunción formal y real del trabajo en el capital. Esto mismo demuestran los datos acerca de estas mismas variables, y debemos hacer una corrección acerca de nuestra lectura de esos datos: Asia tiene mayor margen comercial que Latinoamérica no porque tenga menor integración, sino que tiene mayor integración del diferencial de precios regional, pero están menos concentrados y centralizados, lo cual lleva a que esta mayor integración sea entre más intermediarios diferentes en términos de centralización, en comparación con Latinoamérica.
¿Cómo sucedió esto? Por los modos de acumulación enmarcados en modos de producción específicos. En Latinoamérica hay una integración del diferencial de precios regionales comparable a la de Asia, pero hay una mayor centralización y concentración de capitales comerciales, lo que hace que estos intermediarios comerciales sean de los mismos capitales, y por lo tanto, no aumenten el margen comercial. En cambio en Asia los lazos de integración del capital comercial se extienden tanto como en América Latina, pero con una fragmentación de la centralización (el comercio al por menor o al detalle es altamente fragmentado en términos de propiedad privada y centralización), y eso aumenta el margen comercial y reduce la concentración y centralización de ganancia comercial para los capitales principales del comercio asiático. Esto se debe fundamentalmente a la forma de colonización: en América Latina los intermediarios comerciales autóctonos son borrados del mapa, y en su lugar son instaurados nodos y centros comerciales locales y nacionales propios de capitales altamente concentrados y centralizados. En Asia hay variaciones como las del colonialismo holandés versus el colonialismo portugués: el colonialismo holandés tuvo una mayor integración y centralización, pero el portugués no; lo mismo podemos decir de las grandes diferencias de la India en comparación a otras regiones del Sur de Asia, etc.
Otra forma de entender esta realidad es la siguiente: en América Latina no hay agricultura tributaria o ‘tax farming’. Esto se debe a que a pesar de que la corona controla la producción, y actúa como terrateniente general incluso de las mercedes reales y haciendas, ellos no recolectan una renta de la tierra a través de tasación excepto de las encomiendas. La tasación es casi exclusivamente ligada a las instituciones eclesiásticas, y no a los nobles ni mestizos (hasta el siglo XVII que se va a empezar una tendencia creciente a la tasación general y uniforme). Esto produce que la concentración y centralización de los capitales comerciales sea mayor en Latino América, evitando la fragmentación asiática o africana. En cambio en Asia las poblaciones indígenas autóctonas no son borradas con el genocidio, ni tampoco su producción agrícola basada en la familia extendida, relaciones de parentesco y tribales de villas y tribus, etc: esto produce que la integración comercial de los capitales comerciales europeos sea más lenta. Por último, en África, la integración es todavía casi nula, no solo porque tampoco hay un genocidio tan extenso como el amerindio, sino porque en lugar de una estrategia como la inglesa en India o la holandesa en sus colonias del pacífico, se reducen los costos de administración colonial directa en comparación con el negocio comercial. Esto hace que decaiga la inversión en infraestructura, en caminos y ferrocarriles, etc, en comparación con la colonización temprana de Asia. Es decir: África, al representar un período de colonización relativamente tardío, se inserta en el período de decadencia del imperio inglés y europeo en general por el desarrollo desigual y combinado del mercado mundial. Esa ausencia de tax farming en América Latina, así como la ausencia de agricultura por contrato o ‘contract farming’ contemporáneo, o la reducción de las poblaciones indígenas a unidades familiares de familias extendidas pero que no operan como mediadores entre la subsunción formal y real de sus procesos de trabajo en la acumulación del capital comercial (como sí lo hacen en África y Asia), es la gran diferencia con respecto a la situación indígena del resto del mundo, y se deben todas a esta misma razón fundamental. Como decíamos aquí: “India o Filipinas tienen márgenes comerciales mucho más bajos que África u Oriente Medio, pero el comercio al detalle predomina sobre el por mayor, y se concentra entre los propietarios mismos de tierras en las villas (‘comerciantes al detalle tradicionales’). En cambio, regiones como Indonesia o Malasia (que también tienen márgenes comerciales mucho más bajos que Oriente Medio y África) muy pocos de los propios terratenientes de las villas se dedican al comercio, a pesar de que el comercio al detalle tiene una proporción mucho mayor dentro de la totalidad del comercio (especialmente en Indonesia).” Y esto también explica lo que decíamos también en ese mismo texto: “Esto coincide con la predominancia del arriendo sobre la aparcería en los primeros países en comparación con los segundos: la necesidad del pago de renta fija en dinero obliga a la comercialización de excedente, en oposición a la simple entrega de renta variable o fija equivalente en producto, pero esto también implica que la agricultura comunal de las villas puede integrarse perfectamente en el capitalismo sin elevar el margen comercial; en Filipinas o Tailandia lo hace a través de un predominio de la parcela sobre el latifundio, pero que permite la monetización de la economía agrícola, y en Malasia o Indonesia con el predominio de la gran propiedad basada en la aparcería y el trabajo asalariado.” Esta contradicción se agudiza en África: hay menos extensión de los capitales comerciales europeos en la colonización africana (menos inversión, menos integración etc), lo cual permite una mayor existencia de intermediarios comerciales, pero esto al mismo tiempo, produce una desmonetización debido a la caída de la productividad agrícola y comercial misma. Como también existe un predominio de la parcela sobre el latifundio estatal o privado (sea plantación o cualquiera otro ‘outgrowing scheme’ y sus variantes y gradaciones en la relación entre estado colonial y capitales comerciales privados) entonces tienen mayor fragmentación del diferencial de precios regional en conjunto con una mayor fragmentación y diferencial de precios de productor-consumidor (es decir, un mayor margen comercial). Esto también explica porqué la media del tamaño promedio en hectáreas es superior en Suramérica o comparable a Europa, y al mismo tiempo, tienen una mayor cantidad de parcelas de pequeña propiedad de la tierra que Europa: pueden tener un margen comercial comparable al de Europa, como lo vimos acerca del Brasil, pero no tienen la concentración y centralización (el diferencial de precios regional) equivalente a la de Europa. De este modo un margen comercial menor es apropiado por un capital más altamente concentrado y centralizado en Europa que en Suramérica, a pesar de las dimensiones de los latifundios suramericanos (contra Kautsky).
Esto también explica las paradojas demasiado comunes que se encuentran en África o Asia sobre la agricultura y las reformas agrarias fallidas dentro del Pan-africanismo o Pan-arabismo, etc.: paradojas como la reducción continua del tamaño de las pequeñas parcelas y las pequeñas propiedades en Asia, contrario a cualquier tendencia secular lineal-positivista o modernización, y también la superioridad de las formas consuetudinarias tradicionales indígenas y tribales de producción agraria y tenencia de la tierra y división del trabajo, contra la propiedad individual moderna supuestamente superior de la tierra. Esto sucede debido a los argumentos de Lenin contra Kautsky: las pequeñas parcelas y las pequeñas propiedades pueden tener y de hecho tienen un componente de trabajo mayor que los grandes latifundios, lo que las hace aún más industriales y capitalistas que los grandes latifundios con trabajadores campesinos asalariados de diferentes tipos. Además, la división del trabajo es más compleja, no es individual sino que se basa en la familia extendida y las relaciones de parentesco más allá incluso de las familias extendidas y en relaciones tribales, etc. Básicamente es un grado intermedio de agricultura o ganadería extensiva. Todo ello con gradaciones demográficas y de parentesco que contribuyen a enormes gradaciones en términos económicos dentro de Asia, o entre Oriente Medio y el Sudeste Asiático, o entre el Mahgreb y África subsahariana, o entre Guatemala y Costa Rica en la propia Centroamérica, etc.
Nuestra tesis es que la integración comercial ya sea 1) medida a través de diferenciales de precios regionales o diferenciales de precios de productor-consumidor o, comúnmente también conocidos como diferenciales de precios-al-salir-de-la-granja y precios del consumidor final en el mercado, o 2) establecida a partir de la historia de la integración comercial del colonialismo en términos de colonización indirecta o directa, permiten medir o describir el grado de subsunción formal y real específico del modo de producción capitalista en los países subdesarrollados del “Tercer Mundo”. Básicamente, la diferencia entre colonización indirecta de empresas comerciales, y su paso hacia la administración directa de la administración pública y taxativa o de la integración comercial interna de las colonias, es idéntica al paso desde la subsunción formal hacia la subsunción real del trabajo en el capital del sector comercial sobre las economías agrícolas de las colonias del “Tercer Mundo”. La expansión de los tentáculos del capital comercial sobre las colonias “tercermundistas”, ya sea a través del paso de la colonización indirecta a la directa, y el paso del colonialismo al neocolonialismo, son el proceso expansivo de integración del capital comercial sobre la totalidad de la economía, y son al mismo tiempo, la expansión progresiva y gradual que va desde una subsunción formal hacia una subsunción real. De ahí que la integración comercial no sea simplemente del comercio, sino de la subsunción formal y real de la agricultura dentro del modo de producción capitalista en estos países principalmente agrícolas, del mismo modo que los diferenciales de precios no miden simplemente un margen comercial, sino también la productividad comercial y ciertos rasgos de la productividad agrícola.
Recordemos que el capital comercial es clave para entender la penetración del capitalismo en el “Tercer Mundo”, ya que ésta no se da a través de la acumulación primitiva ni la industrialización, sino que se da basada en la segunda vía no-revolucionaria del capítulo XX del tomo III. A diferencia del paso desde la artesanía, la manufactura y la industria, y la formación de un proceso creciente de revolución ‘por abajo’, aquí es el capital comercial el que se adueña de la producción de sociedades esencialmente agrícolas ‘por arriba’, sustituyendo el rol de la industria e impidiendo la formación de un mercado interno industrial (es decir, instaurando el subdesarrollo), a través de la mediación del comercio sobre las materias primas y medios de producción de los productores directos y la subsecuente venta y comercialización de sus productos, etc, tratando las colonias como un punto de paso de importación y exportación, en lugar de sociedades con mercados internos desarrollados. En lugar de una industria con producción de materias primas y medios de producción, así como bienes de consumo duradero, etc, que son intercambiados libremente en un mercado interno indiferentemente de su valor de uso y como simples valores de cambio, etc, en las sociedades “tercermundistas”el colonialismo ‘por arriba’ impone la transición hacia el capitalismo, mediando materias primas, medios de producción o crédito para la producción agrícola y al mismo tiempo encargándose de la comercialización y exportación de su producción primaria.
Más aún, el proceso por el cual el capital comercial expande y acrecienta sus tentáculos como mediador de la producción mayoritariamente agrícola de sus colonias, es el mismo proceso a través del cual el capital comercial pasa de la colonización indirecta hacia la directa: ya sea pasando de la simple comercialización de mercancías y de las importaciones y exportaciones entre colonias y potencias, a encargarse de los cobros taxativos, de la administración política y jurídica, además de la integración comercial (ferroviaria, comunicativa, etc) que permitiera su papel de mediador entre la producción agrícola y la acumulación capitalista. De ahí que la colonización africana o asiática no empezara inmediatamente con la administración de las funciones del estado por parte del estado inglés, francés o belga, etc, sino más bien con la entrada gradual de empresas y corporaciones comerciales que fueron, paso a paso, penetrando las economías coloniales, para solo posteriormente adueñarse de la administración político-jurídica local. E incluso el paso hacia la colonización directa tampoco la realizan los estados europeos directamente al inicio, sino las propias empresas y corporaciones comerciales, las cuales pasan de simplemente comerciar mercancías, a financiar la integración comercial y la construcción de las instituciones administrativo-políticas.
Este proceso histórico enorme es, al mismo tiempo, el mismo proceso a través del cual el capital comercial pasa de la simple compra-venta de excedentes agrícolas como importador y exportador, a la creciente mediación de materias primas y medios de producción de los procesos de trabajo agrícolas. Es por lo tanto, el mismo proceso de paso desde la subsunción formal hacia la subsunción real respectivamente: el crecimiento de las responsabilidades de integración comercial y de funciones administrativo-políticas por parte de las corporaciones comerciales, es el paso desde la simple venta de excedentes a través de una plusvalía y renta de la tierra absolutas, hacia la producción de plusvalías relativas y rentas diferenciales a través de la mediación del proceso productivo interno del sector agrícola, tal y como lo plantea Marx en ese capítulo XX del tomo III alrededor del “sistema colonial” del mercado mundial.
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