Del 8 enero al 22 de marzo de 2024
Ralph Miliband decía que el Estado es aquello contra lo cual los sujetos chocan al enfrentarse a otros sujetos. Mientras la tradición neoliberal lo destierra retóricamente, los sectores progresistas realizan una defensa avivada del mismo. Lo curioso es que la omnipresencia del Estado a nivel histórico resulta inversamente proporcional al desarrollo teórico sobre su comprensión. El Estado es, indudablemente, el máximo articulador de relaciones sociales. Nación, mercado o clases sociales, son términos imposibles de definir sin la categoría del Estado. De hecho, es difícil nombrar algún conflicto social que no esté atravesado por él.
Daremos por hecho el interés o pasión por esclarecer el concepto de Estado. Tal como decía Marx en sus Manuscritos del 44, la pasión es lo que se padece y el objeto al que apunta como necesidad para desarrollar las propias capacidades. Por tanto, la pasión por el Estado expresa una forma determinada de las capacidades militantes y las necesidades teóricas que son convocadas históricamente. Como toda necesidad, esta pasión indica un anclaje histórico específico del que debemos partir. De manera que nuestro recorrido teórico resultará inescindible de la historia de cada Estado. No se trata de “aplicar” la teoría a los casos concretos, pues toda aplicación supone una externalidad tipo sujeto-objeto; lo que debe re-comenzar no son los análisis, sino la teoría del Estado —la cual siempre será materialista e histórica, o no será.
Ahora bien, el Estado puede ser abordado desde seis perspectivas que revelan sus complejidades: 1) por su aspecto histórico, trayectoria o genealogía; 2) por constitución formal o forma característica de las relaciones sociales; 3) por su composición institucional; 4) por su contextura institucional centrado en el agente; 5) por su ordenamiento configuracional o dialéctica Estado-civilización; 6) por su semántica o desarrollo en la historia de las concepciones.[1] Si es que deseamos analizar al Estado moderno como diferenciado de los otros órdenes institucionales y susceptible para ser estudiado en sus propios términos, conviene acercarnos desde la segunda perspectiva, que va de Marx, Gramsci y Poulantzas. De esta forma podremos saber cómo llega a separarse de otras esferas sociales, adquiere su racionalidad, modalidades y legitimidad constitucional específica. No obstante, aún no terminan las dificultades.
Es un lugar común afirmar que Marx no ofreció una teoría sistemática del Estado. Con menor frecuencia, sin embargo, se anota lo mismo de Engels, Lenin o Trotsky. Es cierto que las observaciones de los clásicos marxistas sobre el Estado son agudas, pero existen una serie de inconsistencias que involucran diferentes presupuestos y consecuencias estratégicas. Aunque se encuentran frecuentemente combinados, detectamos por lo menos cinco enfoques: I) la noción sobre el Estado parasitario que no juega ningún papel importante en la reproducción económica; II) el tratamiento del Estado como epifenómeno o reflejo de la estructura; III) la idea del Estado como factor de cohesión funcional; IV) la aproximación instrumentalista; V) los estudios institucionales bajo la definición del “poder público”. Cada enfoque puede encontrarse en éste o aquél fragmento de los clásicos, y aunque a veces un enfoque presenta ciertas ventajas sobre otros, por sí mismos resultan insuficientes.[2]
Derivado de lo anterior, existe una confusión sobre si el poder político se refiere a las capacidades para cambiar una situación, o a la activación de tales capacidades en un marco específico. En otras palabras, los efectos del ejercicio del poder por parte de los agentes en circunstancias concretas constituyen algo que hay que explicar, en lugar de la explicación en sí misma. Pero cuanto más detallada es la especificación del contexto de esas acciones, menos margen resulta para los efectos de las mismas: cuando se definen concretamente las coyunturas históricas, el “poder” tiende a convertirse en una categoría residual, buena para aclarar lo que queda sin explicar por los factores contextuales. El reto es determinar las explicaciones históricas de las combinaciones de fuerzas sociales, recursos materiales, estrategias, tecnologías sociales, limitaciones estructurales y oportunidades para producir los efectos específicos. Sería un exceso decir que el marxismo posee respuestas transparentes para todos estos problemas, mismos que de hecho conciernen a otros saberes e imbrican una teoría sobre la totalidad en términos de su refracción estatal.
Es posible comprender toda la historia del marxismo como la historia del problema del Estado. Tal vez toda época de lucha se defina por su posición praxiológica frente al Estado. Sea como fuere, si tuviéramos que diagnosticar las circunstancias de dicha teoría, la postración sería un nombre requerido. Frente a esta insuficiencia, creemos que podríamos potenciar nuestro trabajo político si tuviera lugar un acontecimiento que pertenece a la lucha ideológica y que concentra una de las claves del avance de los movimientos de izquierda: la discusión de un saber político propio, crítico y liberado de las limitaciones impuestas por el discurso burgués dominante. Más allá de los cinco enfoques sobre el Estado, creemos que en la teoría de Poulantzas existen una serie de elementos para superar estas limitaciones, pues aquella: a) se fundamenta en las cualidades específicas del capitalismo como modo de producción; b) atribuye a la lucha de clases un lugar fundamental con relación al proceso de acumulación; c) establece las relaciones entre economía y política sin reducciones mutuas o tratamientos aislados; d) admite las diferencias histórico-nacionales en la conformación de las funciones estatales; e) reconoce la influencia de clases no capitalistas e incluso de fuerzas que no son clases en la determinación del Estado. No obstante, estas indicaciones resultan ser hipótesis que habrán de probarse en el marco de la investigación y la discusión colectiva.
Pretendemos comprender las categorías más importantes del discurso poulantziano que sirven directamente para realizar análisis políticos o balances de coyuntura concretos. Para ello contaremos con una introducción general a las teorías marxistas del Estado; posteriormente desarrollaremos una introducción global al pensamiento del griego; luego explicaremos su perspectiva del Estado desde tres enfoques: estructural, por sus aparatos y relacional; seguido de esto discutiremos la vigencia del estatismo autoritario; después analizaremos la propuesta de su horizonte socialista con especial énfasis en la importancia de los movimientos sociales, e invocaremos también ciertas discusiones contemporáneas sobre el feminismo; finalmente abordaremos su obra a la luz de la coyuntura latinoamericana. La conclusión del seminario culminará con una mesa de debate sobre el futuro de la democratización del Estado en México. Nuestro proyecto está dirigido a todos esos sujetos, agrupaciones, colectivos, organizaciones y movimientos que piensen que es importante discutir estos temas para enfrentar al neoliberalismo. Dividiremos nuestro seminario en 11 sesiones, de tres horas cada una, cada dos semanas.
[1]Bob Jessop, El Estado. Pasado, presente, futuro, Madrid, Catarata, 2016.
[2]A continuación una síntesis breve de las limitaciones respectivas de cada enfoque: i) escinden la relación Estado-sociedad; ii) liquidan la actividad política y el análisis de situaciones concretas; iii) sobrevaloran la unidad del sistema Estado-sociedad e impiden la explicación de las transformaciones políticas; iv) entorpecen el estudio de la autonomía relativa; v) complican el análisis del carácter de clase.