Análisis de coyuntura del capitalismo tardío para contextualizar el evento ucraniano
Esteban Mora
Vamos a hacer un rápido punteo de las características principales en el desarrollo del mercado mundial durante lo que se ha denominado el capitalismo tardío. Punteo que puede ayudar a contextualizar la situación que estamos viviendo. Todo esto parte del análisis realizado anteriormente. Debido a problemas de espacio, no podemos redactar un texto con un formato más amplio, sino tan solo puntear las características o fenómenos que nos parecen más importantes para explicar los eventos actuales que se están desarrollando.
– Inversión de portafolio o cartera e Inversión Extranjera Directa (IED). Especialmente después de la segunda crisis del petróleo o crisis de deuda ocurrida alrededor de 1980, el aumento de la apertura comercial, el crecimiento del comercio exterior, etc. Podríamos hablar de una ‘financiarización’, pero solo en la línea de Chesnais, entendida como el fenómeno de la expansión del crédito y el mercado accionario internacionalmente. No como la sustitución de la producción y la fábrica por la finanza y la especulación (fenómeno comprobado como falso por Kliman), sino como un incremento del crédito que hace aumentar la finanza sin reducir la inversión productiva real. Contrario a las tesis de Arrighi y otros, las finanzas no desvían el valor desde la inversión hacia la usura, sino que aumentan sin reducir la inversión productiva. Sí existe la subsunción del consumo en la finanza (como lo señalan Veraza o Bellofiore), o el aumento de funciones financieras en las empresas no-financieras, o el aumento de la ganancia financiera, pero no existe lo que otros llaman ‘financiarización’, como una época que cambia la forma de acumulación misma, etc.
– Outsourcing y offshoring en vez de integración vertical clásica como forma de reducir costos y externalidades. Hoy en día, y de manera creciente desde el boom de las IED, la mayoría de la IED es Mergers & Acquisitions, lo cual quiere decir que el mercado mundial depende más de absorber negocios ya existentes, en vez de crear nuevas inversiones. Es necesario plantearse la pregunta de Lipietz: ¿Habrían las multinacionales abandonado la integración vertical y someterse al outsourcing, de no ser por la caída de la tasa de ganancia que vivimos desde el 73/74? Por otro lado, el outsourcing como creador de “spill-overs” tal y como los del Este de Asia y el Pacífico, la región que concentra hoy mayor formación bruta de capital, mayor producción industrial de alta tecnología, y mayor exportación de bienes de capitales en todo el mundo, incluso más que los países del G7 o la Tríada.
– Diferenciación de clase. No solo los oligopolios se volvieron multinacionales, sino que aumentó la concentración y centralización. Una cosa es pasar del mercado nacional al multinacional, y otra cosa es la formación del equivalente del sector oligopólico pero a nivel mundial. Así como existe la tasa de ganancia monopólica y precios monopólicos al alza disfrutados por los grandes consorcios de la economía, a diferencia del pequeño mediano empresario competidor que disfruta una tasa de ganancia inferior, y así como esta formación se dio posteriormente al capitalismo de libre competencia y más bien es una característica del capitalismo monopolista, así se está dando un fenómeno de concentración y centralización similar pero de dimensiones globales, que produce la formación de un sector burgués que supedita hoy en día al sector monopólico de cada estado-nación, y se convierte en un sector o fracción monopólica/oligopólica a escala multinacional y global. Esto produce la diferenciación de clase señalada por Dúmenil y Levy en su último libro, pero que a diferencia de esos autores, no se trata de una “nueva clase”. Tiene que ver con la diferencia entre capas manageriales o CEO’s y accionistas socios, que son dueños de dividendos. Todo relacionado con el fenómeno de la desigualdad y la aparición de los supermillonarios. La distancia en el control entre un manager y un accionista mayoritario es el mismo que separa al capitalismo monopolista del siglo XX del capitalismo de libre competencia del siglo XIX, y es lo que separa la invención de los trusts a diferencia de las empresas como unidades productivas. Las últimas décadas del reciente siglo XXI son las décadas de la consolidación de la fracción dominante en el mercado mundial a través de la concentración y centralización ya no de economías nacionales, sino de un nivel de masa de acumulación de escala multinacional (y de acuerdo a la ley de acumulación del tomo I, la masa compensa el aumento de composición orgánica, y se convierte en una contratendencia de la caída de la tasa de ganancia, ayudando a darle aire al capitalismo –argumento traído a colación por Harvey, dicho sea de paso-).
– Los tres procesos anteriores son paralelos: las multinacionales pasan a constituir una facción dominante pero multinacional, y ya no nacional, al mismo tiempo que se da la curva gradual que pasa desde la integración vertical de los conglomerados clásicos de los 50’s y 60’s, hacia el aumento de la inversión de portafolio o de cartera y el aumento del outsourcing/offshoring como modo de expansión de la producción multinacional durante las décadas finales del siglo XX. La inversión de cartera y su internacionalización a partir de los años 80’s, la declinación de la integración vertical y su sustitución por el offshoring/outsourcing, se deben a que desde la creación de las multinacionales en la primera mitad del siglo XX (proceso gradual que empezó con los enclaves coloniales y neocoloniales), hasta el momento que escribimos, el mercado específicamente multinacional ha convertido a sus dueños accionistas ya no solo en meros inversionistas internacionales, y ha transformado a las multinacionales desde simples redes empresariales con nodos alrededor del mundo y con una casa matriz en su país de origen, en verdaderas entidades internacionales y globales que no son homologables a las economías de los estados-nación. El mercado mundial no es un agregado de economías nacionales, y el análisis de cada una de las economías nacionales, por más completo que sea, no es igual a analizar el mercado multinacional.
– Nuestra tesis es, entonces, que estos procesos produjeron la integración de las burguesías “tercermundistas” al capital multinacional, y que por esa razón, cesaron los conflictos anti-coloniales, la sustitución de importaciones, el progresismo “tercermundista” (Pan-Africanismo o Pan-Arabismo, movimientos progresistas latinoamericanos destruidos por la Operación Cóndor, etc), y el gran conflicto anti-colonial fue subsumido por el capital multinacional, provocando la normalización con el Estado de Israel que vivimos desde Sadat, etc. Esto produce fuerzas centrífugas y centrípetas heterogéneas: produjo la integración de esa burguesía “tercermundista” al capital multinacional, como lo vemos hoy en día con la industrialización de los países emergentes, la entrada de países pobres a la producción multinacional, y el crecimiento de multinacionales del Sur incluso en la listas de Forbes, etc, y al mismo tiempo, esto intensifica la rivalidad y las fricciones entre esas capas burguesas que entran a competir cada vez más por las tajadas del pastel, ya no de la producción basada en el estado-nación, sino el pastel de las ganancias y el valor multinacional. Hoy en día los países emergentes concentran más inversión de portafolio o de cartera que los países avanzados (de hecho la relación está invertida entre países avanzados y emergentes: en los primeros la IED es mayor que la inversión de cartera, mientras que en los segundos se da lo contrario), lo cual implica un aumento del crédito, y por lo tanto, siguiendo a Hilferding, un aumento de la tasa de ganancia. En países periféricos como los “tercermundistas”, con composiciones orgánicas atrasadas, ya la tasa de ganancia era mayor en las periferias que en la Tríada avanzada. El margen entre ganancia y acumulación era superior, y la afluencia de crédito internacional se convirtió en un salto de ese margen o diferencia. Esta afluencia de crédito a través de la inversión de cartera, sumada a una tasa de ganancia ya de por sí más alta, puede que explique el que los países emergentes tengan mayor productividad del trabajo que las economías avanzadas desde finales de los 90’s (como ya lo había señalado Husson). Afluencia de crédito explicable además por las tasas de interés más altas en el “Tercer Mundo” (especialmente Latinoamérica), y que involucran otro elemento: la inversión a través de los fondos mutuales que incluyen fondos de pensiones, seguros, liquidez y activos financieros estatales, etc, los cuales tienen como los mayores puestos de sus rankings mundiales a países del “Tercer Mundo”, y no solo países avanzados. El crecimiento del fenómeno de los fondos mutuales se debe a esto, y debido a la participación estatal en dichas inversiones de cartera o de portafolio, recrudecen también la pugna por el poder del estado por parte de los distintos populismos alrededor del mundo. Siguiendo el 18 Brumario, entonces, se crea el fenómeno de un gobierno dictatorial o autoritario basado en la fracción dominante imponiéndose sobre las demás, o un gobierno democrático y republicano de clase, donde el gobierno de la burguesía se da como clase y ya no una lucha fraccional. Mientras se subsumió o neutraliza la lucha anti-colonial, ahora la contradicción entre fracciones burguesas se debe a la competencia multinacional, y el sostenimiento de la masa de acumulación que permite la producción multinacional, como contratendencia para la caída de la tasa de ganancia y el aumento de sus tasas y masas de ganancia, claro está.
– Más aún, el proceso de diferenciación de clases al nivel multinacional, como fenómeno histórico, no tiene paralelo en la historia, y por esa razón, no existen instituciones como los estados-nación pero a nivel internacional, que permitan el desarrollo de una estrategia de clase para la burguesía. Si a eso sumamos esa intensificación de la competencia, rivalidades y fricción por la integración y repulsión simultánea de competidores multinacionales, esto puede explicar la pelea fraccional que existe en la burguesía mundial hoy. Se crea una gran clase mundial integrada, pero al mismo tiempo, crece la lucha fraccional: esto causa las características autoritarias y democráticas combinadas (es decir, bonapartismo) que presentan la mayoría de sociedades del mundo, el crecimiento del ‘populismo’ y la pugna intensificada en todos los países del mundo por la competencia por tener el poder de los estados-nación (con una gran fragmentación incluso de las luchas electorales, por ejemplo). La ausencia de instituciones de coordinación internacional que enfrenten este gran fenómeno histórico, produce que esa fracción esté relativamente desarticulada en términos de estrategia, aunque no en términos de intereses de clase. La fracción dominante no tiene nacionalidad, y eso dificulta el desarrollo de una estrategia del mismo modo que se podía realizar a través del estado en cada nación. Y las nuevas clases burguesas multinacionales, especialmente de países emergentes, están relativamente supeditadas a la fracción dominante, y por lo tanto son también incapaces de consolidar una estrategia de clase. Esto deriva en la política fraccional de una burguesía dividida, y que coléricamente lucha por el control del estado para comandarlo de modo autoritario pero con mezclas democráticas.