Alexander von Humboldt y las tensiones de la globalización: Reflexiones desde el “Debate Berlinés”
Alejandra Trejo Nieto
Profesora del Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales, El Colegio de México
Diversos procesos están dando forma a la globalización contemporánea a la luz de diversos desafíos: tensiones geopolíticas, guerras comerciales, cambios tecnológicos y el impacto de emergencias sanitarias. Los debates sobre una posible reglobalización, desglobalización o ralentización del proceso globalizador ha cobrado preminencia en este entorno de transformaciones incesantes, generando cuestionamientos profundos sobre el rumbo que tomarán la economía mundial y las dinámicas de las relaciones internacionales en el futuro próximo. Estos cambios suponen importantes implicaciones para la globalización reciente, transformando la forma en que las economías, los países y los seres humanos interactúan entre sí. La fragmentación política, las tensiones comerciales y la reconfiguración de alianzas internacionales redefinen la magnitud y naturaleza de los flujos comerciales, las inversiones y las redes de cooperación internacional. Los países se aglutinan cada vez más en torno a bloques geopolíticos, lo que da como resultado un mundo donde la cooperación e interacción global son menos sencillas. Esta fragmentación geopolítica podría conducir a una redefinición de las agendas del desarrollo internacional y a una “globalización selectiva”, donde algunas regiones y sectores profundizan sus conexiones mientras que otros se desarticulan.
Las tendencias descritas han puesto en duda la continuidad de la globalización tal y como la concebimos a principios de este siglo XXI, pues la competencia por el control tecnológico y de recursos se ha tornado más feroz. La globalización no ha desaparecido, pero ha sido trasfigurada llevando a un esquema más fragmentado, donde las interacciones entre países están determinadas por intereses económicos, pero sobre todo por intereses de seguridad estratégica.
A propósito de estos debates, este ensayo se inspira en mi reciente lectura del libro Alexander von Humboldt y la globalización de Ottmar Ette (2019). Al mismo tiempo, uso como pretexto el aniversario, este 14 de septiembre, del nacimiento de Humboldt (1769-1859), naturalista, explorador, geógrafo y científico prusiano, intelectual muy influyente en su tiempo. El libro de Ette es una obra académica que se centra en el legado científico de Alexander von Humboldt. Aunque Ette presenta un examen holista del método y ciencia humboldtiana, me interesa destacar en especial su análisis profundo sobre cómo Humboldt fue un precursor de la visión global e interconectada del mundo, mucho antes de que la globalización contemporánea se convirtiera en un fenómeno ampliamente reconocido. Ette lo llama, de hecho, “pensador de la globalidad”.
Para empezar, Humboldt fue pionero en la idea de que la ciencia debe tener una perspectiva global, en especial en lo que se refiere a los sistemas naturales, pero no únicamente. Su enfoque para entender el clima, la geografía y los ecosistemas en diferentes partes del mundo fue un precursor de la actual globalización científica, donde los fenómenos como el cambio climático se abordan desde una perspectiva global.
Se involucró de tal forma en sus exploraciones científicas, que su trabajo es precursor no solo en términos de descubrimientos científicos, sino también de la creación de una red de conocimiento global que conectaba diferentes áreas del planeta y diversas culturas. Humboldt conectó físicamente distintos puntos del globo a través de sus viajes y también los conectó intelectualmente, tejiendo una red de correspondencia con científicos, pensadores e incluso políticos de todo el mundo. Sobre ello se puede leer detalladamente en la biografía que sobre él escribió Andrea Wulf (2017). Esta biografía señala que Humboldt escribió alrededor de 50 mil cartas y recibió al menos el doble (p.25).
Ette, por su parte, muestra cómo esta correspondencia y los escritos de Humboldt contribuyeron a la circulación global de ideas científicas y filosóficas, fomentando un diálogo verdaderamente transnacional e interpreta el trabajo de Humboldt como un ejemplo de «cosmopolitismo científico», donde el conocimiento se genera a partir del encuentro y la colaboración entre diferentes culturas, en lugar de ser impuesto por una cultura dominante.
Señala que a Humboldt le interesaba ver el florecimiento de la creación y circulación del saber en diferentes partes del planeta y por ello jugó con la idea de instalarse en el Nuevo Mundo, precisamente en México.
Según Ette, Alexander von Humboldt, además, comprendió e interpretó el mundo de su tiempo como una red global interconectada. No solo fue un científico que realizó investigaciones en diversos campos y disciplinas, sino también fue un visionario que entendió las interrelaciones entre los sistemas naturales, las economías y las culturas humanas en el mundo. Destacó la interdependencia entre los fenómenos naturales y sociales, mostrando cómo las actividades humanas (la colonización, la actividad productiva, y la explotación y uso de recursos) influyen en el medio ambiente. Mostró también la capacidad para abordar problemas que ya se experimentaban siglos atrás como el cambio climático. En sus investigaciones sobre el clima, la geografía, la biodiversidad y la actividad humana, Humboldt desarrolló una perspectiva que subrayaba la interdependencia entre las diferentes regiones del planeta. Esta visión es clave para comprender el devenir de la globalización actual, que conecta a países y continentes en términos de comercio, cultura, tecnología y medio ambiente. Humboldt ya vislumbraba que los eventos en una parte del mundo pueden tener repercusiones globales, un principio fundamental para entender fenómenos como el cambio climático, la crisis de los recursos naturales y las economías globalizadas.
Esto es considerado por Ette como una formidable anticipación de numerosos desafíos que enfrenta el mundo contemporáneo. Enfatiza la importancia del enfoque holístico de Humboldt, pues fue lo que le permitió captar la complejidad del mundo en una forma que es esencial para entender y abordar los desafíos de la globalización reciente. Por todo ello, Humboldt es relevante en la era actual. En un mundo cada vez más interconectado, su obra ofrece una orientación para abordar los desafíos de una globalización en cuestionamiento con una perspectiva amplia y multidimensional.
Las expediciones por el Nuevo Mundo son centrales en el análisis de Ette con respecto al legado de Humboldt. Durante sus viajes y exploraciones, Alexander no sólo recolectó datos científicos, también observó las prácticas culturales y sociales de la población y notó los efectos nocivos de la colonización europea. Este es otro elemento clave del libro: Humboldt criticaba el colonialismo y el eurocentrismo de su tiempo. Aunque era un producto de la Ilustración europea (en el Estudio Preliminar de la traducción al español del “Ensayo Político sobre el Reino de la Nueva España” escrito por Humboldt, Ortega y Medina indica: “Por su nacimiento, formación, talante e inclinación espiritual pertenece Alejandro von Humboldt a la audaz generación neoclásica e ilustrada del siglo XVIII; es decir, a ese llamado gran siglo de oro de la civilización germánica cuya divisa, de acuerdo con Kant, fue el celebre y multirrepetido sapere aude”, p. IX), su contacto con América lo llevó a cuestionar las prácticas de explotación colonial y a abogar por una visión más igualitaria y respetuosa de las culturas no europeas. Según Wulf, esa crítica lo llevó a apoyar las revoluciones latinoamericanas de independencia.
Aprovecho aquí para vincular las críticas de Humboldt con el llamado “debate berlines” (Berliner Debatte) sobre el mundo extra europeo. El «debate berlinés” se refiere al conjunto de discusiones y reflexiones que trascendieron en los siglos XVIII y XIX –particularmente en Berlín– y que abordaban la forma en que Europa percibía, estudiaba y se relacionaba con las regiones fuera de su continente, como América, África y Asia.
Este debate muestra cómo intelectuales y científicos europeos entendían y representaban el mundo extra europeo a través de sus viajes, investigaciones y escritos. Estas representaciones estuvieron profundamente influidas por el colonialismo, el eurocentrismo y las dinámicas de poder imperial que dominaban la época. Aunque no fue un debate institucionalizado, este conjunto de ideas e intercambios intelectuales involucró a figuras que incluían a Humboldt como un personaje central, pues sus exploraciones por América y su enfoque científico lo convirtieron en uno de los mayores conocedores del mundo extraeuropeo en su tiempo.
Cornelius de Pauw (filósofo y geógrafo neerlandés) sobresale por plantear una crítica negativa de las condiciones naturales, culturales y sociales de América. En sus escritos, especialmente en «Recherches philosophiques» (1768), de Pauw ofreció una visión pesimista y eurocéntrica del Nuevo Mundo, lo que provocó controversia entre sus contemporáneos. Su obra dramatizó los contrastes entre Europa y el Nuevo Mundo, enfatizando la inferioridad esencial del segundo impuesta por su naturaleza y la de sus habitantes. Con ello demostró ser un pensador de una globalidad marcada por una estructura eminentemente asimétrica. Por cierto, es interesante cómo de Pauw no solo menciona en sus escritos los peligros de la globalización de las guerras, sino también las enfermedades como causas de desastres para los dos hemisférios del planeta (enfermedades que venían de partes remotas del planeta y lograban llegar hasta el corazón de Europa). Quizás estas menciones nos recuerden los conflictos militares librados en varias partes del mundo en los años recientes y la pandemia por Covid 19. Ette señala precisamente estos peligros como parte de la experiencia de la globalización.
Las ideas de Cornelius de Pauw fueron duramente criticadas por intelectuales como Antoine-Joseph Pernety o Georg Forster, autor de Viaje alrededor del mundo, quien vislumbró a partir de su obra una nueva era que afectaba sin duda al comercio internacional luego de los viajes de exploración científica de las potencias europeas. Un poco más tarde, Humboldt defendió una visión mucho más equilibrada y científica sobre América y sus habitantes. Humboldt, a diferencia de de Pauw, reconoció la riqueza natural y cultural del continente americano y refutó las teorías de degeneración propuestas por de Pauw, es decir, se distanció de la práctica de ver el Nuevo Mundo como radicalmente distinto y habitado por seres débiles. De acuerdo con Ortega y Medina, Humboldt fue “el más decidido a rehabilitar al Nuevo Mundo de los torpes e injustos ataques deslustrados de los De Pauw, Raynal, Robertson, Buffon, etc. y por consiguiente para brindar a Europa un cuadro fiel, científicamente estructurado, de la verdadera realidad americana” (p. XXIX).
El «debate berlinés» puede verse como una tensión entre la expansión del conocimiento europeo sobre el mundo no europeo y una incipiente crítica de los abusos y desigualdades que acompañaban el proceso de globalización temprana. El propio Humboldt personifica esta contradicción, pues aunque introdujo reflexiones críticas sobre el impacto de la colonización y la dominación europea en el Nuevo Mundo y pese a que fue un crítico abierto de la esclavitud en Estados Unidos, sus expediciones de alguna manera formaban parte de un proyecto más amplio de expansión europea del conocimiento y el dominio sobre los territorios extra europeos.
Este debate es un referente relevante para analizar cómo se configuran las relaciones entre las distintas regiones del mundo, incluso en el presente. Lo es por dos razones. Primero, porque plantea preguntas sobre cómo se construye el conocimiento en torno al mundo no europeo y cómo ese conocimiento está ligado a las relaciones de poder. Segundo, porque puede verse como precursor de los debates contemporáneos sobre el postcolonialismo, la globalización y la interdependencia entre los continentes. Varias de las cuestiones debatidas en los siglos XVIII y XIX siguen resonando hoy en el contexto de las dinámicas de poder, el intercambio cultural, la explotación económica y las relaciones de desigualdad que caracterizan el mundo globalizado
Asimismo, este debate nos plantea la cuestión de si es acertado, justificable o útil describir la globalización contemporánea como una novedad. Por consiguiente, también nos plantea la pregunta de si las presiones sobre las tendencias globalizadoras también son novedosas. La respuesta sería, no.
A la luz de una elemental arqueología de la globalización, Ette propone, en su libro sobre Humboldt, desarrollar una comprensión que la entiende como una sucesión de diferentes fases de aceleración y como un proceso de longue durée que comienza con una primera fase asociada con la expansión colonial a escala mundial por parte de las potencias ibéricas a partir del siglo XV y XVI. Una segunda fase se presenta en la segunda mitad del XVIII con Francia e Inglaterra como nuevas potencias colonizadoras y con importantes influencias tecnológicas neerlandesas. En esta fase se desarrolla un sistema más intenso de comercio y comunicación determinado por intereses europeos. Son precisamente estas dos primeras fases los referentes de Humboldt en materia de dominio colonial europeo con una globalización, primero del idioma español y portugués, y luego del inglés y el francés. Humboldt, en su Examen Critique de la Géographie du Nouveau Monde, analiza sus viajes y conecta esas dos fases de globalización.
Habría luego una tercera fase de globalización acelerada entre finales del XIX y principios del XX cuando aparece en escena Estados Unidos como potencia extra europea. La cuarta fase es la globalización reciente (finales del XX e inicios del XXI). La globalización neoliberal se ha caracterizado por la creciente interacción e interdependencia de las economías nacionales de todo el mundo, proceso impulsado por la reducción de las barreras comerciales, la liberalización de los mercados y los avances en las tecnologías de la comunicación y la información desde finales de la década de 1970. Ésta, entonces, corresponde a un periodo específico de globalización, no a un fenómeno nuevo, pues: “Trae almacenados y vectorizados los viejos patrones de movimientos y de impulsos de globalización previos” (Ette, 2009, p. 39).
De acuerdo con esta tesis, la slowbalización, desglobalización o reglobalización en curso tampoco representan patrones inéditos. La globalización en el contexto actual –marcado por cambios geopolíticos, geoeconómicos y conflictos armados– parece estar transitando hacia un nuevo tipo de dinámica. Primero, experimenta un retroceso parcial, con países restringiendo el comercio libre o protegiendo sus industrias estratégicas, lo que frena la expansión de las cadenas globales de valor y las cadenas de suministro. Segundo, la fragmentación de la globalización en ciertos bloques podría dar lugar a una globalización selectiva, donde ciertos países y regiones profundicen sus relaciones, mientras otros se aíslen o adopten enfoques proteccionistas. Tercero, la globalización estará posiblemente definida por una multipolaridad alimentada, en parte, por la regionalización de las relaciones económicas (y por el friendshoring y nearshoring en contraposición a los viejos patrones del offshoring). Aunque las dinámicas globales no desaparecerán, se transforman en sistemas más selectivos y regionalizados y marcados por rivalidades geopolíticas.
Volviendo al legado del pensamiento global de Humboldt, en la parte final de su biografía sobre el prusiano, Wulf señala que “existen muchos motivos para que Humboldt siga siendo fascinante e importante” (p. 410). El libro de Ette, Alexander von Humboldt y la globalización, en particular, es un homenaje a la figura de Humboldt como pionero de la globalización y el cosmopolitanismo. Su relevancia contemporánea no solo se revela en términos epistemológicos, sino también en los debates contemporáneos sobre globalización y globalidad. Su modelo científico fundamentado en lógicas relacionales y en comparaciones a escala mundial plantea amplias perspectivas para este siglo, tanto por su énfasis en aspecto geoecológicos como por su proyecto de superar estructuras de dependencia coloniales y, especialmente, por su orientación hacia un mundo rotundamente multipolar que seguirá en una franca batalla por los recursos, donde los haya.
Referencias
Ette, Ottmar (2017). Alexander von Humboldt y la globalización. El saber en movimiento. Ciudad de México: El Colegio de México. 407p.
De Humboldt, Alejandro (2014). Ensayo Político Sobre El Reino De La Nueva España. Ciudad de México: Editorial Porrúa. 700 p.
Wulf, Andrea (2017). La invención de la naturaleza: El mundo nuevo de Alexander von Humboldt. Madrid: Taurus. 498 p.