Cuando el Grupo Che quiso hacer la revolución armada en México

"Cita a ciegas" de José Clemente Orozco

Uriel Velázquez Vidal[1]

A mediados de los años sesenta, cientos de jóvenes protagonizaron marchas en la Ciudad de México, algunas conmemoraron los aniversarios de la revolución cubana y otras repudiaron la guerra de Vietnam. En estas movilizaciones y en espacios académicos se relacionó un grupo de personas, mismo que fue integrado por José Luis Calva Téllez, Marina Concepción Hernández, Pablo Alvarado Barrera, Miguel Ángel Flores, Raúl Contreras Alcántara, Hugo David Uriarte Bonilla, Eduardo Fuentes de la Fuente y el salvadoreño Silvestre Enrique Marenco Martínez.

A inicios de 1967, este grupo de jóvenes empezó a reunirse en el departamento 9 de la calle Mitla 531, Colonia Narvarte, Ciudad de México. Allí compartieron intereses y preocupaciones, estudiaron las obras Guerra de Guerrillas del Che Guevara y Revolución en la Revolución de Régys Debray. Estas lecturas animaron la reflexión crítica de los jóvenes, quienes se plantearon la formación de un grupo guerrillero, el Grupo Che.[2]

De los planes pasaron a las acciones, tal como lo relata en su libro Las rejas no matan, Hugo David Uriarte Bonilla expone los entrenamientos, las caminatas, el trote y las prácticas de tiro al blanco. Además, entablaron contactos con personas de pensamiento afín en Ciudad de México, Monterrey, Chihuahua y Veracruz. Algunos militantes del Grupo Che eran empleados del maoísta Javier Fuentes Gutiérrez, que era un promotor de la difusión a gran escala de las Ediciones en Lenguas Extranjeras de Pekín a través de su Librería “El Primer Paso” y de la Distribuidora Interamericana de Publicaciones que, tenía una proyección regional.

Los militantes del Grupo Che no priorizaron la cuestión política, debido a esto no contaban con un programa como tal, ya que era una organización guerrillera en proceso de formación. Los militantes creían que el partido podría muy bien formarse en las batallas y las movilizaciones masivas, apoyados de las herramientas del materialismo dialectico e histórico. Para ellos lo importante era comenzar con las acciones armadas.

A mediados de 1967, los militantes del Grupo Che planearon el asalto a dos sucursales bancarias de la Avenida Coyoacán de la Ciudad de México, con el propósito de proveerse de fondos para la adquisición de armas, y establecieron vigilancia durante algunos días, para observar el movimiento de clientes, el personal de las instituciones bancarias y el servicio de vigilancia de las mismas. Sin embargo, los militantes no llevaron a cabo esta acción, optaron por realizar una acción armada de mayor impacto, sería una emboscada a una unidad militar en el poblado de la Unión, Guerrero. De pronto se percataron de que no contaban con los mínimos requerimientos, ya que tenían un absoluto desconocimiento de la zona y no tenían contactos con habitantes del lugar. Por lo que decidieron pedirle apoyo a Javier Fuentes Gutiérrez para que los relacionara con un grupo de campesinos de Petatlán.

De esta manera, los militantes del Grupo Che se informaron de que los pagos al 32 batallón de infantería estacionado entre Zihuatanejo y la Unión, eran transportados en un camión militar tipo ¾ que cruzaba por una ruta solitaria en la región de la Costa Grande en Guerrero. Ellos decidieron emprender una emboscada en ese lugar, para expropiar las armas del personal militar con el propósito de elevar la capacidad de fuego del grupo, y la nómina de los haberes militares para gastos de guerra. Optaron por efectuar la acción a pesar de la ausencia de experiencia y la escasa formación política y militar. Acordaron realizar la acción el 3 de julio de 1967.

Muy temprano ese día, los militantes llegaron al sitio elegido, una cañada de paredes escarpadas, que sólo permitía el paso de un vehículo a la vez. Cavaron un hoyo en medio del camino de terracería, donde colocaron una bomba de fabricación casera. Los militantes estaban seguros que la explosión volaría el camión militar. Cavaron algunas trincheras a fin de tener posiciones ventajosas en caso de que no se rindieran los soldados con la explosión. Tenían pensado atacarlos con viejas escopetas. El factor sorpresa estaba de su lado.

La acción fue un desastre. La explosión no logró el impacto deseado. Los militantes enterraron la bomba más de lo requerido y probablemente el peso de la tierra y las piedras restó fuerza al estallido. De inmediato los soldados reaccionaron contra sus atacantes, sólo bastaron unos cuantos disparos de sus fusiles M2, para que los militantes abandonaran sus posiciones de combate y corrieran despavoridos a lo largo del quebrado terreno. Los soldados lograron capturar al campesino Adrián Campos Díaz, quien fue obligado a proporcionar información de los militantes.

Diez días después del atentado comenzaron las detenciones. Tal y como lo relata Enrique Condés Lara en su libro Represión y rebelión en México III, quien sostiene que los militantes del Grupo Che fueron rápidamente detenidos porque había un infiltrado en su grupo, un agente de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), de apellido Palencia, que se hizo pasar por estudiante de Filosofía de la UNAM. Los militantes fueron consignados por los delitos de conspiración, invitación a la rebelión, daño en propiedad ajena por explosión, robo en grado de tentativa y asociación delictuosa.

Las autoridades gubernamentales aprovecharon el caso para hacer un ajuste de cuentas con algunos militantes de izquierda, entre otros: el abogado sindicalista, Adán Nieto Castillo; el trotskista, Daniel Canejo Guanche; el diputado del Partido Popular Socialista (PPS), Rafael Estrada Villa; y el maoísta, Javier Fuentes Gutiérrez. La policía arrestó a Adán y a Daniel. Mientras que Rafael y Javier no fueron detenidos, el primero se encontraba en Cuba y el segundo estaba recibiendo formación política y adiestramiento militar en la República Popular China.

Por otra parte, el incipiente Grupo Che se desintegró en la cárcel de Lecumberri. Sus integrantes salieron libres hasta marzo de 1972, excepto Pablo Alvarado Barrera que fue asesinado en prisión.

Bibliografía utilizada:

Condés Lara, Enrique. Represión y rebelión en México (1959-1985) III. Benemérita Universidad Autónoma de Puebla/Miguel Ángel Porrúa. México. 2009.

Glockner, Fritz. Memoria Roja. Historia de la Guerrilla en México (1943-1968). Ediciones B. S. A. de C. V. México. 2007.

Uriarte Bonilla, Hugo David. Las Rejas No Matan. Luneira Ediciones. México. 2015.

Velázquez Vidal, Uriel. El poder viene del fusil. El Partido Revolucionario del Proletariado Mexicano y su legado en el movimiento maoísta, 1969-1979. Libertad Bajo Palabra. México. 2022.

[1] Doctorando en Historia por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH).

[2] Los historiadores Fritz Glockner y Enrique Condés Lara nombraron a este grupo guerrillero en formación como Grupo Che.