¿Otro gran riesgo de estancamiento económico global?

Enrique Vera Estrada

Sin duda alguna la inflación es el gran obstáculo que impide retomar la senda de crecimiento en casi todo el orbe. Esta lucha, si bien se está empezando a ganar por el descenso en el precio internacional de las materias primas, está siendo difícil de lidiar en países como los Estados Unidos en donde hay prácticamente pleno empleo y salarios crecientes. La empresas con el ánimo de contar con más mano de obra, se están encontrando en una situación en que los salarios otorgados deben de crecer con celeridad, pues la alta oferta de puestos de trabajo está empujando los salarios al alza. Y esta situación está neutralizando la política monetaria restrictiva de la Reserva Federal (Fed), que está prácticamente neutralizando una política de dinero “caro” desde mediados de 2021. Los créditos otorgados por la banca estadounidense pueden ser menores, pero sin embargo el mayor poder de compra de los consumidores estadounidenses están propiciando que esa política monetaria anti inflacionaria no esté generando el efecto deseado.

A su vez el gasto del gobierno estadounidense sigue robusto, ya no por un mayor déficit, sino porque la recaudación tributaria ha crecido, sustentada en el crecimiento de empleos y salarios. Para estos momentos la inflación en tal país, a tasa interanual, sigue ligeramente por encima del 5%, lo cual es un nivel a primera vista satisfactorio, pero lejos del objetivo de la Fed que es del 2%. La economía estadounidense ha estado acostumbrada a funcionar con una gran estabilidad de precios debido a su gran productividad, ya que su oferta agregada es elástica y crece continuamente, por lo que el consumidor estadounidense goza siempre de una oferta creciente de bienes y servicios a su disposición.

Por su parte, es interesante observar que en ese país y en todo el mundo, el apetito por bonos públicos y diversos títulos financieros de renta fija ha crecido de forma importante. Las altas tasa de interés han propiciado que la demanda por dinero en efectivo haya disminuido, causando un gran costo de oportunidad a quien conservan fondos totalmente líquidos, pues se renuncia a los altos intereses generados en estos momentos. Muchos economistas aseveran que una medida útil extra para atacar el problema inflacionario sería incrementar el suministro de bonos financieros en las economías, con lo cual se reduciría la liquidez en las mismas. Esta situación ya se ha dado con anterioridad, en donde la circulación de bonos de regulación monetaria emitidos por diversos bancos centrales han servido para retirar parte del dinero en circulación y con ello la inflación ha podido ceder.

Pero la máxima preocupación está en Europa y China. En ese país asiático, que es la segunda economía mundial, parece que no podrá recuperar sus espectaculares crecimientos como se pensaba hasta hace pocos meses. En ese país –como todas las economías del mundo– el consumo privado constituye el motor de su economía. El exceso de inversión, sobre todo la residencial o inmobiliaria ya no tiene tanto espacio para crecer o expandirse. Y según sondeos recientes, la confianza del consumidor chino está muy deteriorada, a pesar de la ayuda de su gobierno a través del apoyo en salarios, seguros médicos y pensiones. El consumidor chino es muy cauteloso en estos momentos y tiene poco ánimo o apetito por comprar viviendas y bienes de consumo duradero. Es decir, está ahorrando una gran porción de su ingreso y, por lo tanto, está gastando menos porque prevé una situación difícil para este año. Una vez más, si China no fortalece a su sector exportador –dependiendo del gasto de los consumidores extranjeros–, su crecimiento no superará en gran medida al registrado en 2022 que fue de un pobre 3 por ciento, el más bajo en cuatro décadas.

Pero lo más preocupante es la situación del bloque europeo. Se estipula que la política de dinero, la política monetaria será altamente restrictiva en lo que resta de este 2023. Se prevé que la cartea en mora de los bancos crezca en firma importante, por el bajo crecimiento, el elevado desempleo y por la carga de interese sobre los préstamos cada vez más elevada. El pago de altos interese sobre las deudas privadas y el bajo ingreso provocaría que el consumo privado se desvaneciera, ya que una porción elevado del ingreso de las familias europeas de destinaría a pagar créditos cada vez más caros. A ello hay que agregar el incremento de precios de los productos y servicios mas indispensables, como alimentos y energéticos. Con todo ello el estancamiento  tendría lugar. Lo único que puede evitar una caída mayor de la actividad económica de tal zona sería la aplicación de un gasto público compensador, para que el gobierno, consuma e invierta todo lo que no haría el sector privado. Alemania ya tomó tal alternativa y está planeando realizar un paquete de obras públicas de gran envergadura. Es sorprendente que en tal zona, la mayor presión fiscal ha dado resultados. El contribuyente promedio europeo está pagando más impuestos a sus gobiernos, lo cual es algo positivo. Sin embargo, el peor castigo para una economía –y para sus consumidores sobre todo– es que se dé una combinación de alto desempleo junto con una inflación elevada. Esta combinación, sin duda, constituye un freno a una economía, y parece que es lo que está pasando en la Unión Europea. Reiteramos que el consumo privado constituye el motor de toda economía desde hace muchos años. Eso es lo que se prevé que suceda en Europa en este año.