“Milei, la coima de tu hermana”. Léxico político argentino-mexicano

Marco Antonio Molina Zamora[1]
UAM Xochimilco
Estas líneas son una breve lección de idioma argentino en vistas del próximo proceso electoral. Quiero aclarar, sin embargo, que lo que se aprenda aquí será un nivel básico, no será suficiente para salir y entender todo el lunfardo que circula por las calles de Buenos Aires; sin embargo, será suficiente para entender lo que ocurrirá el próximo 6 de septiembre, fecha de las elecciones intermedias en Argentina.
La frase “la coima de tu hermana”, hashtag y pinta en manifestaciones opositoras, es alusión a un insulto muy popular en aquel país: “la concha de tu madre”, que si lo traducimos al mexicano, quiere decir algo así como “vete a la ____” (llene usted con una palabra con M, con V o con Ch). Pero se ha modificado para referirse a un escándalo reciente. En los medios se filtró una llamada en la que Diego Spagnuolo, exdirector ejecutivo de la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) y abogado de los hermanos Milei, dice que le ha advertido al presidente que su hermana Karina, y otros, están “choreando”, robando. Ya que todos los contratos que se hacen con empresas que brindan un bien o servicio a la Agencia, deben dar un soborno del 3% que va directo a la hermana del presidente. Lo anterior se supo mientras, al mismo tiempo, se recortaban los apoyos económicos para la Agencia, y con eso las ayudas para la población con discapacidad. Este soborno, en idioma argentino se llama “coima”; en mexicano lo conocemos como “mordida” o, más recientemente, “moche”. Recordemos que en el 2015, en un escándalo mediático muy similar, se supo del esquema de corrupción de funcionarios panistas, que terminó con la expulsión de Edgar Borja Rangel del PAN, aunque se continuó con el mismo esquema de “moches” en lo que después fue el Cártel inmobiliario. El tema de la “coima” ha llegado a tal punto que se han puesto de moda en redes sociales como “trend” (tendencia) los versos, a ritmo de la “Guantanamera”: “Santa coimera, la mina es santa coimera, santa coimera, Karina es santa coimera”. Melodía que se escucha por la calle, en manifestaciones y actos políticos, con su correlato en redes sociales.
Otro término indispensable para entender la llegada de Milei a la presidencia es “planero”. Su campaña tenía como uno de sus ejes el combate a los “planeros”. La palabra viene de los planes, programas y apoyos sociales que cobraban algunos sectores de la población, bien en efectivo o como subsidios. Y quienes cobraban estos planes eran llamados “planeros”. El argumento de Milei, y la derecha en muchos otros países, es un lugar común: “quienes pagamos impuestos, mantenemos a los holgazanes que viven de apoyos sociales y subsidios”. Con el triunfo del presidente y el recorte a tales programas, lo que ocurrió fue que muchos argentinos descubrieron con sorpresa que ellos también eran “planeros” pues gozaban de subsidios que sólo notaron cuando desaparecieron. Es lo mismo que ha ocurrido muchas veces en América Latina con ciertos sectores que, sin conciencia de clase, no se consideran “pueblo” y caen en las campañas de odio de la ultraderecha. Cuando se aplican políticas públicas que sólo favorecen a los sectores más privilegiados y perjudican a la mayoría, es demasiado tarde. Sin embargo, y esto se ha estudiado ya, dicha situación no les hace cuestionar su voto y aceptar su error, sino que buscan justificaciones para la situación presente.
Otra frase que fue parte de la campaña de Milei, en el 2023, fue “el ajuste lo va a pagar la casta”. El “ajuste” se refiere a las medidas necesarias para corregir la crisis económica que comenzó desde la gestión de Mauricio Macri y que continuó durante el gobierno de Alberto Fernández, como presidente, y de Cristina Fernández de Kirchner, como vicepresidenta. Así como Fernández llegó al poder por el descontento del pueblo argentino con el gobierno de su antecesor, quien competía para una reelección, de la misma forma CFK no logró el triunfo electoral como presidenta, porque los votantes eligieron una opción diferente, como rechazo a la gestión gobernante. Ese descontento fue el que llevó a Milei al poder. En el lema de campaña ya mencionado, la “casta” se refiere a la oligarquía que ha gobernado Argentina, alternando entre peronistas, kirchneristas, macristas y menemistas. Aunque de orientaciones políticas diferentes, el pueblo argentino no los ha dejado de ver como una élite muy favorecida sin políticas que beneficien a los sectores populares. La sorpresa para algunos votantes, una vez más, fue descubrir que en cuanto Javier Milei subió al poder, comenzó con ajustes y políticas económicas neoliberales que beneficiaron directamente a su familia, a la manera de Trump, y a la élite política de siempre, que se integró en seguida a su gabinete, macristas y menemistas. Ahora los arrepentidos de Milei reconocen lo que sus opositores siempre dijeron: él es la casta. Es el discurso con el que muchos candidatos de derecha han convencido a sus votantes: “yo no soy político, soy un ciudadano común”. Es el discurso con el que Donald Trump y Jair Bolsonaro llegaron a la presidencia; en México, Vicente Fox, Jaime rodríguez, “el bronco” y Samuel García. Un discurso que aprovecha el hartazgo real de la ciudadanía frente a la ineficacia de los partidos políticos tradicionales. Pero al final, como ahora lo saben en el cono sur, todos ellos son “la casta”. En el léxico político mexicano, el equivalente es “la mafia del poder”, o los “machuchones”, palabras presentes cotidianamente en las conferencias mañaneras del presidente López Obrador.
Un término más, muy constante en el discurso de Milei, es el de “Kuka”, con el que se refiere a Cristina Fernández de Kirchner, viuda del expresidente Néstor Kirchner, y sus seguidores, los “kukas”. Evidentemente, alude también de manera despectiva a cuca (cucaracha), a partir del fonema “k” del apellido del matrimonio. El grupo opositor que Milei se encargó de atacar durante su campaña fue el kirchnerismo, el más inmediatamente identificable y que es parte del movimiento peronista. En el contexto político argentino existe una polarización entre los peronistas y los antiperonistas, y esa fue la bandera que aprovechó el presidente actual. Del otro lado del espectro político se encuentran los grupos relacionados con los expresidentes de derecha: Carlos Menem y Mauricio Macri, cuyos seguidores se han integrado en el gabinete y las cámaras legislativas aliados a Milei.
El próximo 6 de septiembre son las elecciones intermedias. Los fracasos económicos, compensados a costa de adquirir más deuda, lo que Milei había prometido que no iba a hacer, y los escándalos de corrupción, incluido el de la criptomoneda Libra, de alcance internacional, no arrojan un buen pronóstico para el gobierno en turno. El presidente ha perdido apoyo de sus aliados en las cámaras. Su baja aprobación y el rechazo popular debido a la represión violenta y los ajustes económicos contra los grupos más vulnerables –reducción de las pensiones para jubilados y adultos mayores, suspensión de los apoyos para personas con discapacidad, y los recortes al hospital pediátrico Garrahan, el más importante del país, entre otras medidas— han provocado que sus aliados comiencen a deslindarse y que, probablemente, los votantes le den la espalda. Hay quienes consideran que sus socios políticos, en un análisis pragmático de costo-beneficio, decidan dejarlo solo. Si le retiran el apoyo del sistema de justicia, podría no terminar su mandato. El domingo veremos el resultado en las urnas, las encuestas no le favorecen. No se descarta, por decirlo en buen argentino, que se arme el quilombo.
[1] Contacto: mmolina@correo.xoc.uam.mx