Las texturas de Carlos Villacorta
Raúl Soto
1. Cuando Wilhelm Reich publicó Psicología de masas del fascismo en 1933 tuvo la certeza de que dicha tendencia política no sería un fenómeno pasajero. Y no se equivocó. El resurgimiento de la ideología fascista a nivel mundial en años recientes resalta la actualidad de su libro. Me refiero al neofascismo. Trump en los Estados Unidos, Bolsonaro en Brasil, Orbán en Hungría, Meloni en Italia y Netanyahu en Israel son algunos ejemplos recientes de la vigencia del fascismo con un rostro nuevo. Aunque el perfil psicológico irracional de los líderes y las masas fascistas no ha cambiado. Al escribir su libro, Reich enfatizó cómo Hitler y los nazis afinaron la doctrina del Duce. Cómo perfeccionaron la propaganda para manipular a las masas y cómo convirtieron su ideología en una maquinaria letal contra la humanidad y la cultura. En su versión 2.0, el fascismo continúa ejerciendo una violencia indiscriminada. Ahora persigue a los inmigrantes para preservar una supuesta identidad tribal y al negar el cambio climático acelera la destrucción del medio ambiente, letal para todos los seres vivientes y plantas. La quema de libros ahora es virtual, aunque generalizada. Simplemente se procede a removerlos de las bibliotecas y a tacharlos –cancelarlos–– de los programas de estudios. Estas reflexiones inevitables me asaltaron luego de leer el Libro de la tentación y del olvido, publicado por Carlos Villacorta el año pasado. “Cuando se arrancan las páginas de las bibliotecas / se pulverizan de la memoria” escribe Villacorta: se trata de borrar la memoria colectiva preservada en los libros –condenarla al olvido– y limitar la producción de palabras, de conocimiento. En este sentido, el título del poemario es irónico y el paratexto –epígrafe, como decíamos antes– de Margaret Atwood lo reafirma: «Lo que no sabes, no te tentará». Para mantenernos en la ignorancia el neofascismo recurre a la posverdad: manipula los hechos para presentarnos una realidad alterna. Y un eje temático esencial en el libro de Villacorta es el uso y la manipulación de las palabras como herramienta de opresión. En el «Poema sobre la materialidad del lenguaje [Rumiyay]» la rata que habita en cada grieta representa una metonimia de la derecha iletrada y achorada:
Entre grieta, grieta y más grieta
Cada día se devoran un bloque más del lenguaje.
Y todas contentas, te regalan el mismo chillido. (14)
La bulla producida por las ratas –la posverdad– trata de imponerse sobre la articulación coherente de las palabras. A veces el poeta siente desaliento ante la cháchara repetitiva y nos recuerda estos versos de César Vallejo: “!Y si después de tantas palabras, no sobrevive la palabra”. Ambos poetas –un tanto desesperanzados– cuestionan la devaluación del contenido de las palabras, del vacío de los significados. Villacorta, además, parece dudar del valor intrínseco del trabajo poético y de la poesía. En «Poema sobre la plusvalía» el hablante usa el apóstrofe para dirigirse a su doble, a otro poeta, que en realidad es él mismo: «¿Cuánto ganaste poeta cuando escribiste este poema?», se/le pregunta en el último verso. La anáfora ¿Cuánto?, seguido del verbo ganar, estructura el texto de tal manera que tenemos un metapoema con el agregado de referencias intertextuales a Vallejo, Pizarnik, Plath y Desnos. Otro texto metapoética –en este caso irónico – conecta sinestésicamente el contacto visual y el acto de la escritura. «Poema para ser visto en el metro [Eye Contact]» habla de la regla implícita en los Estados Unidos de no mirar a los ojos y menos fijamente. Entonces, el poeta en el metro de la ciudad de Nueva York trata de no caer en la tentación de mirar a una muchacha escribiendo un poema y anota: «Nunca hagas contacto visual», como primer verso. En la segunda estrofa lo repite y agrega «mejor / escribe versos de estación a estación». Es inevitable que se crucen las miradas. Ella le devuelve la ojeada y él irónicamente escribe:
Pero recuerdas desde que llegaste a este país
No eye contact
Only free verse
Ni siquiera un vistazo y medio
¿Acaso se puede mirar con un solo ojo,
amar con medio corazón? (23-24)
Este no es el país de los ciegos ni el tuerto es rey como se presume, tampoco donde solo se escribe en verso libre. Mientras leemos cómo se desarrolla el proceso de escritura de este poema enfrentamos la contradicción entre el concepto de poesía y el objeto producido: el poema. La tensión entre lo que es poesía, el acto de la escritura y el poema se hace evidente, con el agregado de que el poema es también la muchacha. Resuena el eco de la poesía eres tú –del apóstrofe de Bécquer– aunque amplificado. Lo que el poeta ha visto en el metro es la corporeización/materialización del poema en una muchacha de «pelo ondulado y soleado». Ella es el poema.
2. Villacorta ha organizado su libro en tres secciones. La primera se titula «De la poesía» y casi todos los textos cuestionan su estatuto para establecer una metapoética y/o antipoética personal. Imágenes negativas usando referencias históricas aluden a la precariedad de la palabra y la poesía:
María me encuentra para hablar de los libros
que han muerto (11)
ni había trovador que cantase de los campesinos ni se su hambre (15)
Poetry is Speech (15)
Aquí canta y aniquila la realidad un pájaro
con una voz que no es la de Dios sino la del silencio (17)
Parece que la palabra del poeta no ha sobrevivido. Aunque hay un rayo de esperanza:
Lorca, mi abuelo me escribía que
la poesía es una calle larga donde el sol se sumerge en el horizonte (15-16)
Entonces se hace necesario «inventar otro lenguaje». La duda aparente acerca del valor intrínseco de la poesía se aclara en el «Poema de la tentación y la memoria», de solo cuatro versos. Es necesario resistir por medio de la escritura y persistir en el oficio de ser poeta a pesar del peligro inminente:
En el inmaculado desierto de Lima
escribo cientos de palabras
a las que cuido y reescribo
antes de que venga el huracán. (26)
La memoria registrada en el papel o la computadora contrarresta el olvido.
3. Parte de la xenofobia que domina el discurso neofascista se materializa en la violencia atávica e irracional dirigida contra los migrantes. Durante su recorrido por el mercado de pulgas madrileño el poeta sufre violencia física –al igual que sus «hermanos africanos»– debido al color de su piel, a su otredad. Somos millones los migrantes del multiverso que vamos de un lugar a otro y de país en país, a veces sin dejar rastro de nuestro paso, aunque siempre con nuestro «propio canto». Todos deambulamos en El Rastro de Madrid, en medio de máscaras antigás y «cascos nazis a los que / solo les faltan que / me extiendan su invisible brazo derecho», como dice el poeta. Sentimos que acecha un peligro constante y buscamos la manera de evadirlo a como dé lugar:
debo sacarme esta máscara
que traigo desde tan lejos y apurarme y salir
a robar las máscaras de gas porque nunca
el pasado se termina de ir nunca.
«Poema sobre el rastro en España» (12)
Ahora se va aclarando el significado de la carátula del poemario. Esa niña aterrorizada en una esquina–cubierta con una máscara antigás– somos todos. La amenaza del pasado también se hace presente debido a la destrucción del medio ambiente. El poema «Fukushima / Oroya» enlaza el desastre ecológico causado por la planta de energía nuclear japonesa con la catástrofe sistemática –de más de cien años– de la refinería metalúrgica de La Oroya, ubicada en los Andes peruanos. Y la contaminación también viene por dentro como Villacorta nos recuerda en el poema «De lo que Grieve le dijo a Yunque»: los pescados que consumimos tienen un alto contenido de mercurio y los ríos están heridos.
El «Poema sobre Tours / Juana de Arco» traza una línea histórica de la violencia machista y patriarcal contra las mujeres. Las cuatro estrofas empiezan con la anáfora Aquí para señalar la inmediatez de los hechos históricos referidos. Es como si el adverbio fijara la vigencia nefasta de la intolerancia religiosa que causaron la muerte de Juana de Arco y las mujeres inocentes de Salem, acusadas de ser brujas. O las desapariciones y asesinatos de cientos de trabajadoras en el norte de México:
Aquí en Ciudad Juárez se bordaba la muerte
con sus cuerpos crecía el desierto, el rumor
aumentaba a cada segundo de la medianoche
en cada punzada de la maquiladora. (17)
4. Todo el poemario es una constelación de referencias intertextuales e intertextos. En «De los libros», segunda parte del poemario, se recurre a la parodia no solo del formato sino también del modo discursivo de la Biblia. Así, hay el Libro de la construcción 5: 1 – 17 o el Libro de las islas 12: 1 – 20. Hay referencias paródicas al migrante Jonás habitando dentro de una ballena, donde «lo que cuelga del horizonte no es el sol / Sino su amígdala, hermano», le recuerda la voz poética a su narratario. En el poema «Algoritmo», del Libro de las matemáticas 3: 1 – ∞, la burla va dirigida contra la realidad alterna creada en y por Facebook. César Vallejo tiene un lugar preminente en los juegos intertextuales en todo el libro. Aquí encontramos un texto del Libro de las respuestas 13: 1 – 20, «De lo que Grieve le dijo a Yunque», donde el referente es el cuento «Paco Yunque». Villacorta alude específicamente al episodio de los peces, cuando el niño rico insiste en la mentira que mantiene peces vivos en la sala de su casa, produciendo la burla de sus compañeros de clase. Siguiendo a Mijaíl Bajtín, los enunciados de la respuesta de Grieve son bivocales –van dirigidos al otro– en un juego semántico que rebota del yo al tú. La voz prepotente del niño rico responde usando la primera persona del singular, para luego cambiar al plural:
Yo también he sido atacado por esos peces que corroen tu imaginación
y te abandonan con el óxido y el mercurio
yo también los he besado en mis sueños
como los ríos que heridos van a la mar que es el morir
y luego nos hemos despertado. (38)
Los peces contaminados que consumimos son los ríos heridos que terminan en la mar de Jorge Manrique. Grieve –símbolo del capitalismo neofascista en el poema– termina su perorata amenazante:
–No estamos muertos–
–No estamos muertos–
Recuérdalo, ahora que se acercan los peces de la destrucción. (38)
«En la librería», último poema de esta sección, pertenece al Libro del olvido 9: 1 – 28 y es un ejercicio lúdico. Otra vez el poeta recurre a la anáfora para preguntar respetuosamente: «¿Tiene aquel libro…?». Aunque el apóstrofe formal también va dirigido a nosotros, a los hipócritas lectores y críticos. Es como un ejercicio para evaluar nuestras lecturas del canon y, a la vez, un catálogo mínimo de preferencias. Cuatro ejemplos:
¿Tiene aquel libro de las niñas brillantes?
¿Tiene aquel libro donde el poeta muere en París con aguacero?
¿Tiene aquel libro del hombre que danzaba con tijeras en sus manos?
¿Tiene aquel libro donde una mujer se eleva a los cielos? (39-40)
Este cuestionario nos sirve para repasar los títulos de algunos libros –ahora amenazados como nunca– y para preservarlos en la memoria como en un Fahrenheit 451 virtual.
5. La memoria y el olvido son indisolubles en nuestro cerebro, aunque es imposible recobrar todos nuestros recuerdos exactos como sucedieron. Borges dice que son las dos caras de una misma moneda. O los dos lados de luna, siendo el olvido el lado oscuro. Cuando la memoria y los recuerdos se activan en el cerebro entonces los recuerdos nos visitan como sueños, ha dicho alguien. Rememorar no es tan fácil como tocar la pantalla de tu teléfono para proyectar las imágenes de tus recuerdos. Son más bien chispazos inesperados y desconectados. Y esos chispazos organizan «De la memoria», parte final del Libro de la tentación y del olvido. Otra vez la anáfora estructura el poema largo dividido en viñetas numeradas: «Poesía yo recuerdo [un poema de los años noventa]». La precisión de la década aciaga para el Perú nos obliga a asumir estos recuerdos como parte de nuestra memoria colectiva. Es decir, y de acuerdo con Paul Ricœur, como la memoria que representa y recrea las redes de relaciones entre los individuos y las comunidades a las que pertenecen. Villacorta combina aleatoriamente reflexiones acerca de su formación poética con hechos personales y políticos de la época:
–35–
Poesía, yo recuerdo que una noche nos gritaron terroristas por leer poesía en voz alta. Seguimos leyendo en voz alta. (46)
–41–
Poesía, yo recuerdo que el pueblo tenía hambre y Keiko estaba muy gorda. (46)
–71–
Poesía, yo recuerdo que nadie nos hablaba de la guerra y solo recordábamos de ella los
juegos a la luz de la luna. (47)
–322–
Poesía, yo recuerdo que la poesía de mi generación empezaba con el desconsuelo y el hartazgo de Montserrat y terminaba, seguramente, con la caída de unos edificios. (50)
–806–
Poesía, yo recuerdo que todos leíamos a Neruda y Vallejo. (58)
–910–
Poesía, yo recuerdo que nos querían reemplazar la memoria. (63)
Desde los textos, 977 y 988, los recuerdos desaparecen y el último es lacónico:
–999–
Poesía (65)
Los recuerdos se desvanecen, pero la poesía queda.
Esta primera lectura del Libro de la tentación y del olvido solo ha alcanzado a excavar algunos temas y coordenadas generales. Y una veta a explorar es la rica textura de todo el entramado intertextual.