Las autobiografías de Krauze y Bartra como síntomas de una intelectualidad “mutante”

Leonardo Meza Jara

Algo sucede, algo está sucediendo entre los intelectuales del (neo)liberalismo que en las décadas finales del siglo XX “mutaron” ideológica y políticamente, pasando de las filas de la izquierda hacia las filas de la derecha. No es casual que la autobiografía del converso del marxismo al (neo)liberalismo, Roger Bartra (“Mutaciones. Autobiografía intelectual”, 2022), haya sido publicada en el mismo momento histórico en que fue publicada la autobiografía de Enrique Krauze (“Spinoza en el parque México”, 2022).  

Krauze es el heredero de una “mutación” intelectual, ideológica y política de raíces paceanas, que transcurre a través de las revistas “Plural” (1971), “Vuelta” (1987) y “Letras Libres” (1999). De hecho, el nombre de la revista “Vuelta” pertenece al mismo campo semántico que el concepto que titula la autobiografía de Bartra: “Mutación”. Desde un punto de vista intelectual, ideológico y político, una “mutación” es una “vuelta”, es un “viraje” que se inscribe en determinada coyuntura histórica.

¿Por qué razones la historia de los intelectuales del (neo)liberalismo ha sido construida a partir de una serie de “vueltas” y “mutaciones”? La historia de los intelectuales del (neo)liberalismo está hecha de “vueltas” y “mutaciones” que no han sido analizadas a profundidad. El libro de Bartra deja una luz direccional prendida, y en medio de la oscuridad histórica que brota con el siglo XXI, resulta complicado saber si el centelleo de esa direccional indica una “vuelta melancólica” hacia la izquierda o una “mutación laberíntica” hacia la derecha.

En la revista “Letras Libres” del mes de noviembre de 2022, el mismo Enrique Krauze escribe un artículo que es una oda a favor de su otrora acérrimo rival, Héctor Aguilar Camín (“La estrella de Héctor”). En este artículo en el que Krauze ensalza a Aguilar Camín, el romanticismo biográfico y político tiene una dulzura que incluso llega al empalago. Aguilar Camín no ha escrito todavía su autobiografía, pero ha escrito en forma de novela, una parte de su historia familiar en la que deja ver la relación con sus padres (“Adiós a los padres”, 2015).

Quien ha escrito de forma más detallada la historia de los intelectuales (neo)liberales mexicanos desde una perspectiva crítica, es Rafael Lemus (“Breve historia de nuestro liberalismo. Poder y cultura en México”, 2021). Lemus fue integrante del grupo de poder de “Letras Libres”, pero abandonó esta mafia que por años se apropio de los beneficios de la intelectualidad y la política cultural en México.

Todos quienes nos movemos en el mundo de la cultura y el arte en México, sabemos que el grupo “Letras Libres” encabezado por Enrique Krauze y el grupo de “Nexos” encabezado por Héctor Aguilar Camín, son mafias intelectuales que han jugado sus cartas para beneficiarse durante las décadas del neoliberalismo. Es obvio, que estas mafias de la cultura y la política han sido desplazadas y golpeadas durante el sexenio de López Obrador. Con la llamada operación Berlín al descubierto, los intelectuales de “Letras Libres” terminaron de firmar su sentencia de enemigos irreconciliables del lópezobradorismo («’Krauze operó contra AMLO’. Testimonio sobre la insidia», Aristegui Noticias, 17 de marzo de 2019).

Las autobiografías recién publicadas de Enrique Krauze y Roger Bartra y, el artículo con el que Krauze lanza guiños de reconocimiento y empalago hacia Aguilar Camín, son el síntoma de un acontecimiento inusitado en las vidas de los intelectuales del (neo) liberalismo. Algo que no se logra ver a simple vista, acontece en las vidas de estos intelectuales que han decidido retratarse ellos mismos en el espejo de la historia. ¿Por qué razones Krauze, Bartra (y Aguilar Camín) han decidido autorizarse a sí mismos para escribir su propia biografía intelectual, política e ideológica? ¿Acaso hay algún apresuramiento histórico –o una jugada de otra naturaleza-  en la escritura y publicación de las autobiografías de los intelectuales del (neo)liberalismo en México? Cuando un intelectual se mira en el espejo de su historia personal, y comparte esta historia con los demás bajo la forma de una autobiografía, hay una confesión de parte que amerita ser leída entre líneas.

Lo que mejor define las autobiografías de Krauze y Bartra son los pasajes en los que se narran una serie de “mutaciones” intelectuales, políticas e ideológicas, cuya lógica es posmoderna. El título de la autobiografía de Bartra (“Mutaciones…”) deja en claro que las vidas de los intelectuales del (neo)liberalismo están determinadas por des-anclajes ideológicos y políticos y, por mecanismos de licuefacción (a propósito de la “Modernidad líquida”, de Zigmunt Bauman).

“Mutar” es “transformarse”, y desde la lógica de Bartra sería un asunto de “anfibiología” y “metamorfosis” que simbólicamente puede ser depositado en la figura del “axolote”. Roger Bartra tiene su propia “jaula de la melancolía”, cuyo espacio ideológico y cuyos barrotes políticos tienen una condición “mutante”. La “melancolía” de Bartra, su forma de extrañar y entristecerse por la historia (por su historia), está atrapada en una “jaula” de “mutaciones” permanentes. Para los intelectuales mexicanos del (neo)liberalismo la ideología y la política tienen una condición “anfibiológica” (de derecha que fue izquierda, o que tal vez no lo fue), cuya “metamorfosis” (el principio de Lampedusa que plantea cambiarlo todo para que nada cambie) tiene como mandamiento primero y último: una “mutación” incesante.

En las biografías de Bartra, Krauze, Aguilar Camín -y otros adeptos del (neo)liberalismo- están los indicios de una serie de mutaciones de la intelectualidad mexicana, que no termina de mirarse en el espejo de la historia, mientras hunde sus ojos en los deslices de la autocontemplación…