La violencia fascista en la marcha de la generación z
Cynthia Desireé Tapia Terrazas
Dennis Saúl Miranda Palomares
La mañana del sábado 15 de noviembre, partieron del Ángel de la Independencia rumbo a Palacio Nacional, manifestantes convocados por la ultraderecha en nuestro país bajo el subterfugio de ser una movilización difundida en las redes sociales por la llamada Generación Z, aquellas personas nacidas entre el año 1997 y 2010. Sin embargo, al asistir y observar la marcha, parece ser que llegaron más los abuelos y padres de esta generación, pues, el Paseo de la Reforma estuvo plagado de adultos mayores que engalanaron la avenida con su presencia.

Foto: Dennis Miranda
Pese a que los medios de desinformación han querido presentar esta marcha como “pacífica”, intentaremos mostrar que el clima percibido en los hechos resalta lo contrario: consignas y pancartas llenas de un odio visceral, misoginia, machismo, racismo y una aporofobia extremadamente virulenta, aderezada con provocaciones violentas y criminales.
Consignas y pancartas “pacíficas”
Al caminar entre los contingentes, pudimos escuchar las consignas que iban dirigidas, en su mayoría al gobierno, tales como: ¡Fuera Morena! ¡Fuera narcoestado! ¡Claudia escucha, el pueblo te repudia! ¡Narcopresidenta! ¡Claudia, renuncia! ¡Destitución! Otras más, colgándose vilmente del terrible asesinato de Carlos Manzo, alcalde de Uruapan el pasado 1 de noviembre: ¡Carlos vive la lucha sigue! ¡Manzo no murió el gobierno lo mató! Asimismo, las consignas misóginas y sexistas coreadas por las propias mujeres que asistieron a la marcha denotan su carácter violento: ¡Revocación a la chichis de limón! ¡Claudia cobarde chingas a tu madre! ¡Pre-sir-vienta!

Foto: Dennis Miranda
Durante el trayecto logramos apreciar pancartas que también mostraron de cuerpo entero la ideología subyacente en varios de los manifestantes. Mientras unos levantaban en alto consignas de justicia, democracia y en contra de la corrupción, otros se envalentonaban portando cartulinas en las que se leía lo siguiente: “¡Viva México, amo a mi país, me avergüenza el gobierno de quinta! Lo anterior exhibe un racismo presente en las clases sociales media-altas, que ven todo lo que se encuentra a su alrededor como inferior para sus estándares sociales.
En otro cartel podía leerse: “Claudia, eres el títere del narco. Eres una burla” Este es un discurso que ha estado presente en los círculos de la ultraderecha mexicana, al denigrar el trabajo realizado por la presidenta, principalmente por ser mujer y, argumentar que todo lo que hace es por mandato de hombres que están detrás de ella. El evidente machismo y sexismo, se normaliza y se acepta para desacreditar las acciones emprendidas por una mujer que ha mostrado tener capacidades, habilidades y experiencia para llegar a la más alta magistratura de nuestro país al lograr romper con todas las barreras que el sistema ha impuesto.

Foto: Dennis Miranda
Los de afuera
Mientras observábamos el transcurrir de la marcha, la vida habitual no se detuvo y algunos transeúntes escuchaban con atención el cantar de la protesta, mientras uno miraban con aprobación y se unían a los gritos de odio, otros no, como fue el caso de un hombre de aproximadamente 60 años quien al mirar a contingentes integrados en su mayoría por adultos mayores no dudó en increparlos y sin miedo a las reacciones que pudiera suscitar, con tono altisonante increpó a los participantes de la marcha al decirles “¡esa no es la generación Z, ya están viejos, ¿dónde están los jóvenes?!”. Las respuestas no se hicieron esperar, y con una postura raci-clasista un participante de la marcha le gritó “¡morenaco!” en este intercambio de disparos de reacciones, nuevamente el hombre le devolvió otro malestar llamándoles “pinches vividores”.
En esta interacción se logra apreciar con nitidez el odio y la violencia exacerbada con que se dirigen quienes se manifiestan porque haya paz en el país. Observamos cómo la incitación a la violencia desde las redes sociales se ha tornado en extremo peligrosa, cuya atención consideramos necesaria para atajarla de inmediato y evitar situaciones de conflicto como la que hemos narrado. El odio y violencia que la ultraderecha ha esparcido, ese sí, como un virus peligroso, debe ser combatido y erradicado por completo.
Este episodio de conflicto deja al desnudo el pensamiento clasista de los participantes, actitud que, consideramos, ha afectado severamente la vida cotidiana al crear irritación y repugnancia de las clases populares hacia aquellas clases beneficiadas por los gobiernos prianistas, que, ahora ven derrumbarse como naipes apilados todos los privilegios con los que hacían mofa y gala frente a la desesperación de las mayorías por llegar a fin de mes.
Provocaciones violentas
A lo largo de trayecto, fueron coreadas al unísono las consignas cargadas de un odio inusitado, sumado a la misoginia y al machismo con que los asistentes gritaban gustoso sin importar que hubiese niños y niñas que acompañaron a sus padres en esta manifestación. Sin embargo, al llegar a la plancha del Zócalo, fuimos testigos de cómo se organizaron grupos de jóvenes y, no tan jóvenes vestidos de negro, comenzaban a cubrirse los rostros y se dirigieron a las vallas que custodiaban las inmediaciones del Palacio Nacional.
El cielo se cubrió con el estruendo de petardos y cohetones que salieron de las mochilas de los encapuchados. Detrás de las vallas, los elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) de la Ciudad de México, repelían los ataques de estos grupos de “jóvenes” “rebeldes” cuyo objetivo principal desde un inicio fue orquestar un clima de violencia y disfrazarse como “inconformes” ante la política implementada por la actual administración. No obstante, lo que pudimos apreciar, fue una operación política instrumentada desde las redes sociales, auspiciada con dinero de la ultraderecha mexicana para llevar a cabo el calentamiento de las calles y mostrar al mundo un México “rebelde” que busca su liberación. La misma receta llevada a cabo por la oposición en contra de Venezuela.

Foto: Dennis Miranda
Tras este conjunto de ataques disfrazados de inconformidad, está en marcha el guion que ha utilizado la derecha para desestabilizar a los gobiernos progresistas. Su principal objetivo es acabar con la Cuarta Transformación y regresar a ejercer el poder por la vía violenta porque saben que por la vía electoral no podrán vencer al poderoso músculo que ha concentrado el gobierno actual. Es de todos sabido el impulso que tuvo esta marcha de las cuentas de Claudio X. González, de diputados panistas y priistas y del más grande usurero y evasor fiscal de nuestro país, Ricardo Salinas Pliego.
La evidencia histórica nos muestra la tendencia fascista y golpista que ha acompañado a la oposición, cuyo poder siempre se ha mantenido por la vía de la fuerza, pues, no ha sido capaz en las pasadas elecciones de conseguir legítimamente en las urnas el encargo popular. Los fracasos que ha tenido la derecha mexicana se deben a la incapacidad de elaborar un proyecto político que ayude a elevar el nivel de vida de las mayorías, por eso se escudan en la violencia criminal que ahora ha tenido su más grande desenlace con los ataques llevados a cabo en la Plaza de la Constitución y sus alrededores.
Desde sus orígenes en las redes sociales no fue un llamado a una manifestación pacífica ni juvenil, sino todo lo contrario, fue el inicio de un clima violento en las manifestaciones convocadas por la derecha azuzando a una generación de jóvenes despolitizados. Aunque esta marcha no se vio tan nutrida como en otras ocasiones, sí hubo un incremento en el nivel de violencia. Fue muy evidente la participación de grupos de manifestantes extremadamente radicales con la franca intención de mostrar un clima de insurrección en contra del gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum.
En suma, lo que representó esta marcha para la sociedad, en primera instancia, es la imposición de un ambiente inseguro y de desesperanza en el que abunda la intranquilidad y la necesidad de que la violencia sea la única vía; de la misma manera, recalcar la desenfrenada campaña mediática que se orquestó cuyo propósito en todo momento fue crear una narrativa acorde a los intereses de la ultraderecha mexicana que pudimos observar en las consignas que más se repitieron: narcoestado, narcogobierno, narcopresidenta. Este tipo de narrativas son señales clarísimas de que estos grupos están destinando todos los recursos necesarios para recuperar sus privilegios perdidos.
Debemos estar sumamente atentos y atentas y, quizá, responder con una convocatoria masiva por parte de la presidenta para dar una respuesta política que demuestre en las calles todo el músculo de apoyo con que cuenta la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo y su actual administración.