La nueva izquierda como enemiga de la 4T o ¿Por qué alguien como Chumel Torres se puede considerar a sí mismo de izquierda?

Carlos Humberto Contreras Tentzohua

En meses pasados durante una entrevista el comunicador y “youtuber” conocido como Chumel Torres aseguró que él se identificaba con la izquierda, y que por eso se opone a la 4T. Según él, la izquierda debe abogar por el individualismo, por los derechos de las minorías, sobre todo de los colectivos LGBT+ así como por el feminismo. El entrevistador le dijo que ese pensamiento es más de derechas, pues la izquierda se inclina por el colectivismo, en ese momento Chumel Torres comenzó a contradecirse hasta quedar en evidencia que ignoraba de lo que hablaba, dejando entrever su clasismo. La realidad es que, así como Chumel Torres, hay muchas personas que aseguran comulgar con lo que consideran ideales de izquierdas, pero que en realidad tienen un pensamiento individualista y en no pocos casos, abiertamente reaccionario, y por ello es que se tiene que examinar ¿qué fue lo que ocurrió en la izquierda para que alguien como Chumel Torres se considere a sí mismo de izquierda a pesar de ser un reaccionario?

En el reciente ensayo Los hijos bastardos de Hayek de Quinn Slobodian se expone como gran parte de la derecha populista, sobre todo de Europa, se presumen de nacionalistas y de antiglobalización, pero su pasado los desmiente pues antes apoyaron con todo el neoliberalismo así como a la globalización financiera, por todo ello es que esa derecha se autoengaña a sí misma y a sus partidarios.

Si bien todo eso es cierto, no obstante, no quita el hecho de que, así como existió una derecha pro globalización y neoliberalismo, lo cierto es que también existió, y existe, una izquierda que de alguna manera u otra apoya todo eso, que se opone al progreso de las mayorías y que se inclina por los derechos de las minorías. Ese tipo de izquierdas se encuentran en las facultades de humanidades y ciencias sociales de muchas universidades, públicas y privadas, es dominante en las ONG`s, tiene presencia en ciertos movimientos sociales, pero son sobre todo varios los intelectuales quienes se inclinan por ser una izquierda pro neoliberal, que se oponen al Estado de bienestar así como  a cualquier clase de colectivismo, que defienden el individualismo, pero que sobre todo se oponen a que los gobiernos se involucren en defensa de las mayorías.

A muchas personas les podría parecer contradictorio lo expuesto, pero lo cierto es que no lo es, pues la izquierda ha sufrido distintas escisiones y divisiones a lo largo de su historia, y fue sobre todo a partir de el mayo del 68, así como de los movimientos contraculturales de las décadas de 1960 y de 1970 que una cierta izquierda –la “nueva”– se inclinó por el individualismo, por la contracultura, así como por la defensa de las minorías en vez de las mayorías. Si bien no todas las izquierdas se dejaron guiar por esos cambios, la realidad es que esta sub-tendencia se volvió hegemónica en muchos partidos, sobre todo con el surgimiento del Eurocomunismo en la década de 1980. Obtuvieron más fuerza con la caída del Bloque Socialista, sobre todo en la década de 1990, década en la cual:  “(…) las izquierdas de esos años adoptan sobre todo banderas culturales: los derechos de las minorías, derechos sexuales y reproductivos, derechos culturales.” (Escalante, 2015:187)

Para esta nueva izquierda la globalización financiera así como el neoliberalismo son inevitables, pero eso es mejor a cualquier supuesto “totalitarismo” o “dictadura”, por ello es que lo único que se puede hacer es tratar de evitar los peores daños del capitalismo, pero nada más. Mientras que la izquierda de antes luchaba por el colectivismo y a favor de las mayorías, la nueva izquierda ha optado por la pluralidad, así como por el respeto a la diferencia: “En el lenguaje de la nueva izquierda, la diferencia ocupa el lugar que antes ocupaba la desigualdad.” (Escalante, 2015:187) Con ello dicha izquierda asegura que se deben luchar por los derechos de las minorías étnicas, por los derechos de los indígenas, por los derechos de las minorías sexuales, el feminismo, protestar contra los abusos del gobierno, sobre todo de las fuerzas armadas, así como sentir simpatía por el EZLN y los comunicados de Marcos (Galeano).

La realidad es que dicha nueva izquierda y sus programas están diseñados para adornar el capitalismo y darle un rostro más humano, eso a pesar de las enormes desigualdades, así como del aumento de la pobreza, con lo cual queda probado que de facto es: “(…) una izquierda que sirve para confirmar que no hay alternativa.” (Escalante, 2015:190) Así pues, tal nueva izquierda ha funcionado para defender al capitalismo de sus críticos más recalcitrantes, así como para alejar a cualquier político que disienta de sus postulados. Por ello es que, a esta nueva izquierda no le importa tanto el hacer un cambio como el crear alternativas dentro de la realidad, por ello no es raro que: “(…) el programa de la nueva izquierda es prácticamente la integración de la contracultura.” (Escalante, 2015:188) El fin de esta izquierda no es la revolución o algún cambio radical, sino el hacer el máximo de cambios estériles y banales para que nada cambie y todo siga igual. Si eso es así entonces queda claro porque alguien que se salga de ese esquema de izquierda les resulte incómodo, así como francamente despreciable, como lo es AMLO y la 4T.

Lo cierto es que a todo lo anterior debemos agregar el hecho de que bastantes militantes, activistas, intelectuales e incluso ex guerrilleros aceptaron acríticamente las posturas y la ideología de la nueva izquierda, sobre todo de pensadores como Ernesto Laclau y Toni Negri, entre las que destacan su rechazo a hablar de clases y su preferencia por las diferencias o a menospreciar el papel del Estado, colocándolo como un ente exclusivamente represor, o que el nuevo Imperio ya no era un ente imperial, y que el poder no tenía centro. Todo ello es retórica que nada tiene que ver con la realidad. De hecho, James Petras denunció hace tiempo como esta nueva izquierda se pierde en:

(…) en microproyectos, soslayan una visión global de los males del imperialismo y, esgrimiendo el lema del protagonismo de la «sociedad civil», asumen una retórica antiestatal y neutralizan las protestas con su labor asistencial, promoviendo «un nuevo tipo de colonialismo cultural y económico so capa de un internacionalismo diferente»; con su énfasis en la autoayuda, «desmovilizan y despolitizan a los pobres». Sus directivos, que perciben fuertes sueldos y prebendas, suelen ser académicos, periodistas y profesionales que han abandonado tareas más ingratas y menos remuneradas en movimientos izquierdistas, aportando a su nueva acción «sus destrezas organizativas y retóricas y un cierto vocabulario populista».(Erice 2020)

Lo peor de todo esto radica en que, estos personajes suelen ser patrocinados por agencias de EEUU o Europa, y su misión radica en alejar a las personas de alternativas políticas que a los centros financieros les pueden resultar incómodos, como lo pueden ser AMLO y la 4T o Evo Morales y el plurinacionalismo boliviano. Esta izquierda se dice a sí misma “radical” y “auténtica” frente a la otra, que para ellos es “falsa” pues no es feminista, no es indigenista, decolonial, o incluso que es patriarcal. La realidad es que como lo señala Petras, dicha nueva izquierda le hace el trabajo a los centros financieros e imperialistas, y no es raro que en algún momento tomen partido con los grupos reaccionarios y conservadores para justificar los golpes de Estado.

En su ensayo ¿Por qué algunos intelectuales indigenistas y feministas negaron el golpe de Estado en Bolivia? Itzamná Ollantay trató el tema de cómo intelectuales tipo Raúl Zibechi, Rita Segato, Raquel Gutiérrez entre otros justificaron el golpe diciendo que Evo era un dictador corrupto y que él y Camacho eran lo mismo. Ollantay Itzamná considera que estos intelectuales de hecho solo adulan al indígena “(…) mientras es subalterno (…) y objeto de caridad intelectual (…) pues en la medida que se constituyen en sujetos con ideas propias, aquellos los desacreditan amparados en sus títulos.”  (Itzamná, 2019) Y con ello sólo aprecian a aquellos indígenas que son subalternos y que, al igual que el EZLN creen que el mundo se puede cambiar sin tomar el poder, y en cambio suelen despreciar bastante a aquellos que siguen a Evo Morales o a AMLO. Lo peor es que suelen decir, de forma racista, que sus seguidores ya no son indios de verdad y que son mestizos, siendo que el indio que ellos adoran sólo existe en sus cabezas. Esta izquierda lejos de sumar divide, y en el peor de los casos se pone de lado del imperialismo, cobijándose con una retórica extremista e incluso nihilista.

El peso en la vida política de México de esta izquierda es nulo, e incluso podríamos decir que se encuentran separados del pueblo real. En el caso de la academia podemos decir que ellos: “(…) se prestan a escribir cosas exóticas sobre los pueblos indígenas solo para atraer la atención de la academia gringa. Su superficialidad  y frivolidad conceptual  solo puede engañar a los incautos o novatos en ciencias sociales (…)” (Delgadillo, 2021) Esta izquierda es radical de palabra, pero reaccionaria de facto, por lo cual no es raro que se presten a ser simples voceros de lo que se escribe en los centros del imperialismo, sobre todo si se trata de críticas hacía gobiernos nacionales y populares, que ellos desprecian, adoptando con eso esas mismas críticas sin ponerse a pensar si son válidas las críticas o no lo son. Su grado de enajenación llega a ser tan alto, que incluso llegan a defender a personajes como el ya mencionado Chumel Torres, y en caso de no defenderlo dicen al igual que él, que lo que se debe defender es a las minorías y el individualismo, exponiendo con eso como es que esa nueva izquierda defiende lo mismo que la reacción.

Estas izquierdas como último recurso argumentan que el nacionalismo es algo exclusivo de la derecha, y que estos gobiernos populares como el de la 4T son cercanos al fascismo. Argumento sin ton ni son, pues al menos en el caso de México el nacionalismo mexicano fue: “(…) un medio de rearticulación del Estado y la sociedad civil para la construcción de una hegemonía capaz de hacerle frente a la desigualdad social de las mayorías.” (Sainz, 2021) En cambio la reacción en México fue la que se opuso al nacionalismo y frente a éste apostó por un: “(…) hispanismo que reprodujo una retórica  que abonó  a la superioridad  de ciertos grupos sociales, acotar la esfera de acción del Estado, así como la construcción de un enemigo que pretendía  destruir  las tradiciones.” (2021) Es decir, el nacionalismo mexicano no es reaccionario, en cambio sí lo es esa ideología que se le opone, a la cual inconsciente o conscientemente apoya esa izquierda enemiga del Estado y de lo nacional-popular.

Para finalizar, a casi tres años de inicio de la 4T, podemos ver como el proyecto de AMLO, con sus éxitos y retrocesos, así como con sus complicaciones, va viento en popa, se está consolidando a tal grado que el pueblo sigue con él. Por el contrario, la nueva izquierda anti 4T se mantiene divagando, así como sin rumbo, apostando por los proyectos de siempre y sobre todo alejados del pueblo real. No se dan cuenta de cuanto se parecen a Chumel Torres y a otros personajes de la reacción, y al igual que él sólo demuestran ignorancia y falta de coherencia. Esta izquierda sin rumbo es nihilista, y el nihilismo acaba siempre en nada.

Bibliografía.

Delgadillo, M. (2021) Silvia Rivera Cusicanqui: el ocaso de la academia golpista y vendepatria. https://intervencionycoyuntura.org/silvia-rivera-cusicanqui-el-ocaso-de-la-academia-golpista-y-vendepatria/

Erice, F. (2020) En defensa de la razón. Madrid. Siglo XXI.

Escalante, F. (2015) Historia mínima del neoliberalismo. México. Colmex.

Ollantay, I. (2019) ¿Por qué algunos intelectuales indigenistas y feministas negaron el Golpe de Estado en Bolivia? https://www.telesurtv.net/bloggers/Por-que-algunos-intelectuales-indigenistas-y-feministas-negaron-el-Golpe-de-Estado-en-Bolivia-20191212-0001.html

Sainz, J. (2021) El movimiento conservador de la década de los treinta. https://intervencionycoyuntura.org/el-movimiento-conservador-de-la-decada-de-los-treinta/

Slobodian, Q. (2021) Los hijos bastardos de Hayek. https://www.sinpermiso.info/textos/los-hijos-bastardos-de-hayek