Jorge Bacacorzo vive *
Raul Soto
1. Antes de conocer en persona al poeta Jorge Bacacorzo ya había leído Las eras de junio, publicado originalmente en 1962. Fue otro poeta quien me prestó el libro: Víctor Mazzi: siempre generoso para compartir obras de su biblioteca y discos con sus amigos. Leer Las eras de junio fue para mí una experiencia extraordinaria como cuando leí España, aparta de mí este cáliz. Sin duda, los referentes del poemario de Jorge son nuestro Vallejo —por su temática y cadencia discursiva— y Federico García Lorca, por el despliegue de figuras literarias luminosas. Aunque la voz personalísima de Bacacorzo es evidente:
Y perdimos las calles
y se tiñeron de sangre acequias y sillares
Y durante cinco días luz fueron las lágrimas
templos las trincheras
sismos los lamentos y los himnos
Y durante cinco días desde el suelo y desde el aire
los soldados siguieron matando
matando y enterrando
a vivos y a muertos
Y durante cinco días junio se tiñó de rojo
−en las casas el luto humeaba−
y en vano se canjearon mujeres y patriarcas
en vano el buen viejo Mostajo
a cambio de todos se ofrecía:
la dura paz a nadie devolvió la vida:
la tregua solo volvió a matar
Las eras de junio es nada menos que un poema épico: inusual en la poesía peruana. Precisemos, un poema épico 2.0. Una narración de la gesta revolucionaria del pueblo arequipeño contra el dictador Odría que aconteció en junio de 1950. La insurrección fue un junio aciago para Arequipa «y no obstante un duro pájaro de fuego / que costó mucho matar», dice el poeta. Sí, el pueblo rebelde y en armas es representado por una bellísima metáfora: «duro pájaro de fuego». Y esta resistencia sigue viva, como hemos visto recientemente en la entereza demostrada por los pueblos del sur andino del Perú.
En la epopeya escrita por Bacacorzo el héroe principal es un obrero, algo inusual en la poesía formalista:
Y Chicata cayó de golpe
bajo los sables
y su rostro quedó triste y verde
como los membrillos helados
y por su cráneo abollado se deshojaron
sus sesos
y allí mismo en plena calle como brazos
retorcidos de dolor sus mismos sesos
al rojo vivo lo velaron
El lenguaje poético de Las eras de junio es un torrente discursivo inigualable fluyendo como las aguas nuevas de un río cargado de metáforas, símiles, anáforas y encabalgamientos. La cadencia lograda tiene un ritmo propio y vital, acorde con el eje temático del libro.
2. La memoria y el olvido son las dos caras de una misma moneda —dice Borges el dual— y para mí el olvido también representa el lado oscuro de la luna. Navegando en los meandros de la memoria puedo indicar, sin duda, que fue a mediados de 1979 cuando Víctor Mazzi me invitó a visitar a Jorge Bacacorzo. En ese momento yo pensaba, gracias a mi lectura de Las eras de junio, que ya lo conocía. Víctor y yo bajamos juntos de Chosica y nos encontramos con los poetas Julio Carmona y Eduardo Ibarra en el Chino-Chino: el legendario bar nombrado así por el pintor Pancho Izquierdo. Ya el histórico Palermo habia sido redecorado. Ahora parecía una fuente de soda común y silvestre: ya no tenía la prestancia cultural de antes. Jorge vivía a una cuadra de la plaza Dos de Mayo, en el jirón Cornelio Borda 183, justo a la espalda del ahora llamado Museo Nacional de la Cultura Peruana. Subimos las escaleras y tocamos la puerta del departamento 7. Jorge abrió la puerta y nos recibió, para mi sorpresa, con una sonrisa cálida. Yo lo había imaginado como una persona grave y circunspecta basado en mi lectura de Las eras de junio. Todo lo contrario, Jorge esgrimía un humor fino y a veces caustico, o mejor dicho cachaciento, en buen peruano. Su risa fluía sonora, pero no llegaba a explotar a borbotones como la de Víctor. Ambos, gracias al saber enciclopédico adquirido, podían hablar de arte, literatura, historia, filosofía y política con una familiaridad pasmosa. Esos eran los temas predominantes de nuestras conversaciones. Ellos nunca acaparaban la plática, ni eran condescendientes con nuestras opiniones. Víctor había fundado el Grupo Intelectual Primero de Mayo en 1956 con el poeta Leoncio Bueno, entre otros, y Jorge se integró a mediados de los 1960. El GIPM fue conformado originalmente por proletarios —miembros de la clase obrera con conciencia de clase— y después se afiliaron algunos profesionales de la clase media con una posición de clase inequívoca, es decir, marxistas convictos y confesos. Jorge trabajaba como profesor secundario en el Colegio Lima San Carlos. Se había asentado en la capital después de estar preso en El Sexto, de 1950 a 1953, por su papel protagónico en la Revolución de Arequipa.
Lo que podríamos denominar la tercera y última etapa del GIPM sucedió a fines de los 70, cuando la agrupación se revitaliza gracias al paro nacional del 19 de julio de 1977. Además de participar en recitales y debates ideológicos con otras agrupaciones, empezamos a publicar el fanzine Puntos de clase, impreso a mimeógrafo y en papel rústico. Después de un largo hiato editorial, Bacacorzo publica Las viñas azules en 1981. Nuestras reuniones en su casa continuaron con regularidad y nos leyó parte de su producción poética inédita, que era cuantiosa. En esos días Jorge habia terminado de escribir Canto de fuego a Túpac Amaru: otro poema épico, aunque escrito en romance. Julio Carmona le publica Las botellas rojas en 1983. Estos poemas de alguna manera continúan el estilo y temática de Las eras de junio. Cuál sería nuestra sorpresa cuando una noche de té y cigarrillos Jorge nos leyó Los umbrales, poemas escritos entre 1963 y 1965. Pese al tono y la temática —diferentes a su producción anterior— nos quedamos suspendidos en el aire debido a la tersura del lenguaje y el efecto logrado. En una de nuestras visitas habituales, Jorge me entregó el manuscrito de Los umbrales y me preguntó si podía escribir una nota para la contraportada. Yo me sorprendí por haberme elegido a mí —al miembro novato del GIPM— para dicha tarea. Y disculpen la tristeza por citar ahora parte de ese texto: «Cómo describir lo inasible, lo que sentimos y no podemos ver, el paso de lo visible a lo invisible, un pálpito, el espacio de las puertas de la percepción, el lado irreal de la realidad, en fin, las intuiciones. El poeta Jorge Bacacorzo nos conduce a Los umbrales de esa región intermedia, donde tiene presencia lo metafísico: en el claroscuro, en “pasos que no vienen ni van”, en el sonido del aire. O donde el deseo de un amor lejano toma cuerpo de mujer y exhala erotismo, como el de algunos poemas del libro. La intensa poesía de Los umbrales revela hechos cotidianos —que a veces el azar descubre— hasta hoy inexplicables y que, sin embargo, no dejan de tener asidero real». Por esos días yo ya estudiaba literatura en San Marcos y Esteban Quiroz ya había emprendido Lluvia Editores, ahora la editorial peruana independiente más antigua desde que Mosca Azul dejara de sacar libros. Esteban aceptó entusiasmado publicar Los umbrales y el poemario salió a la venta en agosto de 1984.
3. Para entonces ya me unía una profunda amistad con Jorge, que de alguna manera fue interrumpida por la distancia geográfica y la vida, esta vida, como diría Vallejo. Recuerdo que Jorge buscaba el calor humano de las masas. Muchas veces salíamos a deambular por los alrededores de la plaza Dos de Mayo para sumergirnos en la marea humana y el bullicio de los vendedores de comida, los ambulantes y la gente transitando en direccion al Cono Norte después de una larga jornada de trabajo. Esas caminatas a la hora del crepúsculo quizás le traían a la memoria las eras de junio de su Arequipa de 1950, aunque ahora eran las eras de la Lima turbulenta y convulsionada de los 80.
¿Cuál es la vigencia de Las eras de junio? La relevancia actual del libro es innegable gracias a su temática actual: las luchas populares no han cesado y continúan en nuestro país. No olvidemos los levantamientos populares y las masacres del desgobierno de Dina Boluarte en la región sur andina: Apurímac, Ayacucho y Puno. El poemario Las eras de junio sigue siendo un himno de resistencia y su lenguaje poético no ha perdido la potencia que lo caracteriza. Es una desvergüenza que los críticos oficiales y las historias literarias académicas lo hayan relegado del canon literario peruano, al igual que las obras de los poetas del Grupo Intelectual Primero de Mayo. Aunque esto está cambiando paulatinamente.
Pawling, Nueva York, mayo 27, 2025.
[*] El 30 de mayo de este año se realizó un homenaje a Jorge Bacacorzo. Fue por el centenario de su nacimiento y tuvo lugar en el Museo José Carlos Mariátegui de Lima, Perú. Desafortunadamente, no pude asistir y envié este texto para conmemorarlo.