El subtexto de una política interior hacia una exterior de AMLO

Daniel Ceceña Aispuro

La semana del seis al diez de junio de 2022 se llevó a cabo la IX Cumbre de las Américas en Los Ángeles, Estados Unidos. El encuentro comenzó tras semanas de incertidumbre sobre la lista de asistentes, la cerrazón por parte del país anfitrión, una creciente idea de unidad latinoamericana y una organización sindical y social estadounidense que llevó a cabo manifestaciones en las calles de la ciudad, mientras realizaba un encuentro llamado People’s Summit (Cumbre de los pueblos por la democracia), planteado como una anti-Cumbre, a la que denominaron como Summit of Exclusion (Cumbre de la exclusión). En este panorama, ciertamente, han habido dos actuaciones que marcaron la agenda en esta reunión, la primera fue la posición unitaria de Andrés Manuel López Obrador y la segunda el discurso del presidente argentino Alberto Fernández, plantándole cara directamente a las políticas imperialistas de Washington e indudablemente ejemplificando la vuelta a la izquierda que América Latina está desarrollando.

Dentro de este giro discursivo de la región, que quizás nos recuerde a lo que en su momento se formalizó como el ALBA, se marca claramente la posición de liderazgo latino que ha tomado México y en toda su región geopolítica. Creo que es importante y totalmente necesario disputarle el relato de fracaso que se ha manejado en los medios hegemónicos sobre la política exterior mexicana, su poco o nulo impacto en Latinoamérica y, sobre todo, la posición débil en la que ésta deja a México frente a los Estados Unidos. Para esto, tenemos que pasar a plantear no solamente un contra-relato, sino mostrar que el país, su presidente y sus políticas están calando hondo en la región y también vistas como un dique al servilismo implementado por los gobiernos neoliberales, liderados por la imperialista OEA.

De los poco más de tres años que lleva la Cuarta Transformación a cargo de la política exterior, el presidente se ha conocido internacionalmente por su tendencia a permanecer en el país y el envío de representantes como el canciller Marcelo Ebrad o a su esposa Beatriz Gutiérrez Mueller, tanto en acuerdos y a eventos internacionales. A pesar del aparente desinterés que tiene López Obrador en lo que sucede fuera de nación, si se revisa tan solo un poco más (abordaré principalmente el historial discursivo que ha hecho el presidente en temas de política exterior) en los medios y las redes, salen a la luz ejemplos que nos dibujan claramente la visión que tiene el gobierno de Andrés Manuel López Obrador con respecto a su entender del papel internacional que tiene el movimiento transformador que representa, y de una nueva hermandad de los pueblos latinoamericanos, incluyendo a los Estados Unidos y Canadá.

A poco menos de un año del comienzo de su gobierno, sucedió el primer gran acontecimiento en América Latina, uno de esos que marcaron un cambio de ruta en la región, y que parecía indicar una vuelta a las políticas intervencionistas estadounidenses y de las dictaduras y gobiernos de ultra derecha; el golpe de estado en Bolivia. El panorama latinoamericano no era alentador para las izquierdas, ya que el mandato de Iván Duque empezaba a reprimir las protestas en Colombia; luego entraba Jair Bolsonaro a Brasil con un discurso de más beligerante; con Lenin Moreno, en Ecuador, continuaba su proceso de desmantelar lo logrado por su predecesor de izquierda Rafael Correa; después Mauricio Macri con Argentina, que terminaba un desastroso gobierno con una crisis económica espantosa; y el presidente chileno Sebastián Piñera, organizaba la represión tremenda al estallido social en Santiago, así también otras ciudades del país; en Perú estallaba una crisis constitucional creada por los parlamentarios de derecha que hasta hoy, aun con un régimen política de izquierda al mando, se encuentra en un estado crítico. Entre todo este contexto caótico, las fuerzas de ultra derecha bolivianas, con apoyo de la OEA de Almagro, decidieron unirse a la anti progresista Jeanin Áñez y tomaron el gobierno de Bolivia por las armas. Fueron momentos tumultuosos y de mucha desesperación.

Ante esta situación regional y tras el sangriento golpe de estado, en el que la vida de varios personajes del Movimiento al Socialismo corrieron peligro, López Obrador decidió intervenir a tiempo y organizó una operación de rescate para asegurar la seguridad del expresidente Evo Morales y otros actores políticos. Esta acción de política exterior en Latinoamérica, resaltó un primer acercamiento a lo que se ha ido mostrando como una doctrina hacia esta región que busca “defender el asilo, el refugio y la libertad, porque la libertad es eso: tienes que defender la dignidad de la persona”[1], como lo manifestó el mismo presidente. De este logro diplomático, y heroico, se presenta un sentido de unidad y de trabajo en conjunto a los gobiernos progresistas de América Latina, que busca mantener el no intervencionismo y defender la soberanía de los pueblos para evitar una repetición de los escenarios catastróficos tan comunes en la historicidad latinoamericana.

Creo que el momento más claro de definición de esta nueva doctrina hacia América Latina y la creación de la idea de una América Bolivariana desde México, se plantea en el Discurso en el 238 Aniversario del Natalicio de Simón Bolívar el 24 de julio de 2021. Aquí se marcan puntos esenciales que se repetirán en otros discursos, pero sobre todo en las acciones que lleva el gobierno en su política exterior. Por ejemplo, se observa que existe un sentimiento latente de una Hermandad Latinoamericana como una nueva estructura en la geopolítica que reemplace la impuesta desde el imperialismo estadounidense y la derecha[2]:

La lucha por integridad de los pueblos de nuestra América, sigue siendo un bello ideal. No ha sido fácil volver realidad ese hermoso propósito, sus obstáculos principales han sido el movimiento conservador de las naciones de América, las rupturas en las filas del movimiento liberal, y el predominio de EEUU en el continente. […] También sostengo que ya es momento de una nueva convivencia entre todos los países de América, porque el modelo impuesto hace más de dos siglos, está agotado, no tiene futuro ni salida, ya no beneficia a nadie, hay que hacer a un lado la disyuntiva de integrarnos a EE.UU. o de oponernos en forma defensiva, es tiempo de expresar y de explorar otra opción, la de dialogar con los gobernantes estadounidenses y convencerlos y persuadirlos de que una nueva relación entre los países de América es posible.

Por eso se plantea la necesidad de que el movimiento transformador que representa su gobierno, brinque las fronteras hacia el sur en búsqueda de una mejor integración regional bajo la idea de primero los pobres.

Otro de los puntos que se volverá fundamental es la defensa de la soberanía, la lucha contra el intervencionismo y la libre determinación de todos los pueblos de las Américas. Como ejemplo de esta lucha constante, probablemente el único baluarte que se mantiene, es Cuba, su revolución y su pueblo, de ahí su importancia histórica para el presidente[3]:

Cuba, el país que por más de medio siglo ha hecho valer su independencia, enfrentando políticamente a los EEUU. Podemos estar de acuerdo o no con la revolución cubana y con su gobierno, pero al haber resistido 62 años sin sometimiento, es toda una hazaña. Puede que mis palabras provoquen enojo en algunos o en muchos, pero como dice la canción de René Pérez de Calle 13, yo siempre digo lo que pienso. En consecuencia, creo que por su lucha en defensa de la soberanía de su país, el pueblo de Cuba merece el premio de la dignidad.

Este es probablemente uno de los puntos más controvertidos en su planteamiento, sobre todo para aquellos sectores que desprecian su revolución y sus ideales. Ya que es quizás uno de los relatos más usados al momento desprestigiar a la Cuarta Transformación, cuando se plantea que se impondrá una dictadura castro-chavista. Dejando de lado las luchas ideológicas que rodean a Cuba, Andrés Manuel plantea en este discurso (y lo sigue haciendo) que la isla merece un lugar en la conciencia latinoamericana como defensor de una soberanía, que parece ser efímera o que no es endémica para nuestra América según las potencias hegemónicas.

Por último, aborda la difícil relación con los Estados Unidos, pero no propone una defensa bélica o una posición totalmente contraria, sino que reconoce que México necesita de ellos y ellos de nosotros, pero desde la cordialidad[4]:

Obviamente no es poca cosa tener de vecino a una nación como EEUU, nuestra cercanía nos obliga a buscar acuerdos y sería un grave error ponernos con Sansón a las patadas, pero al mismo tiempo, tenemos poderosas razones para hacer valer nuestra soberanía y demostrar con argumentos, sin balandronadas, que no somos un protectorado, una colonia o su patio trasero.

En este punto abundó también en el discurso de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños de septiembre de 2021 de la que México fue el anfitrión. En él plantó la necesidad de que la CELAC se convierta en:[5]

El principal instrumento para consolidar las relaciones entre nuestros países de América Latina y el Caribe, de alcanzar el ideal de una integración con EEUU y Canadá, de un marco de respeto a nuestras soberanías; es decir, construir en el continente americano, algo parecido a lo que fue la comunidad económica que dio origen a la actual unión europea.

La necesidad de no oponerse a los Estados Unidos y trabajar con ellos es esencial en su pensamiento, pero hacerlo desde una posición de iguales en la que todos ganamos, esto con miras al desarrollo de la región y sobre todo para trabajar el problema de la migración, que se verá de nuevo en los discursos de su viaje por Centro América.

Este pensamiento del trabajo conjunto y apoyo a las comunidades de Latinoamérica quedó claro en diciembre de 2021, cuando el gobierno mexicano envió una misión de apoyo económico a Perú. Encabezada por el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, la directora de la Agencia Mexicana de Cooperación para el Desarrollo, María Elena Carrillo, y la subsecretaria de Bienestar, Ariadna Montiel. La delegación tenía como objetivo presentar programas sociales que ya estaban funcionando en México para su implementación en Perú, donde se buscó establecer un intercambio comercial y conceder líneas de crédito para fomentar las exportaciones. No obstante, dentro del subtexto de esta obra de caridad, consiste una ética de izquierda en “apoyar sobre todo lo que se puede hacer para ayudar a la gente humilde, a la gente pobre en tiempos difíciles. Tenemos que ayudar a los pueblos hermanos, porque esto no es solo apoyar a un presidente surgido de un movimiento popular” [6]. Esto se insertó en una serie de acuerdos que López Obrador selló durante todo el 2021 con el gobierno de la región, como con Bolivia sobre la explotación de recursos naturales como el litio, y en Argentina con la diplomacia de las vacunas y con los países de nuestra frontera sur, que se verá reflejado en su viaje a esa región en el 2022.

La segunda región que ha visitado el presidente durante su término fue Centro América. En mayo de 2022 comenzó un viaje de trabajo que llevaría a López Obrador por cinco países claves; la primera parada fue Guatemala, en donde desde hace meses se impulsó la implementación de programas como Jóvenes Construyendo el Futuro y Sembrado Vidas. Se planteó la idea que mediante éstos su buscará enfocarse en los marginados, rescatar el campo, fomentar la paz social como una realidad tangible, siempre con el objetivo “de  participar en la construcción de un futuro común para nuestra región, en pleno respeto a las soberanías y a las características propias de cada pueblo y de cada país”[7]. La siguiente parada fue la república de El Salvador, país con más gente adscrita a ambos programas y en el que también ya tienen funcionando meses. Como parte de este fortalecimiento de la región, se prometió que se incrementarían al doble y que el apoyo vendría de ambos países.

Honduras fue especialmente simbólico en este viaje, ya que de los cinco países solo dos son del ala progresista. Esta visita se dio en un contexto en el que Xiomara Castro entraba a la presidencia tras 12 años de gobiernos represivos, con la promesa de refundar un estado socialista y democrático. La importancia de la relación fraterna entre ambos países, así como la integración económica y social se puede observar de mejor manera con lo dicho por la misma presidenta[8]:

Saludamos la iniciativa del presidente Andrés Manuel López Obrador, que abona a la integración y facilita el intercambio comercial con el Tren Maya y el corredor interoceánico del istmo de Tehuantepec, igual que el corredor seco entre el Atlántico y el Pacífico que serán claves para la superación de nuestros países. Ha llegado la época de sembrar vida y construir futuro, México brinda su apoyo y una cátedra magistral de solidaridad con estos programas. […] Y como dicen en México, presidente, es un honor estar con Obrador.

En la visita a Belice, único país que no habla el español de Centro América y que no es una república, López Obrador planteó de nuevo la construcción de un modelo semejante al de la comunidad económica europea, ya que “solo de esa manera una América unida, integrada, hermanada, podremos hacer frente a las turbulencias de la economía mundial, y lo más importante, al peligro geopolítico que representa para todo el mundo: el declive económico de EEUU frente a otras regiones, en especial de Asia” [9]. Esto fue en un contexto en el que México lideraba la oposición a la decisión de los Estados Unidos a invitar a todos los países pertenecientes a la CELAC. Por último, el viaje finalizó en Cuba, el único no invitado a la cumbre. El presidente reafirmó su admiración a la isla, como lo hizo en el discurso del 24 de julio del 2021, hablando de la necesidad de una América unida y su protesta contra la exclusión de países por los EEUU, e insistió en buscar “como primer paso, que EEUU levante el bloqueo a esta nación hermana para iniciar el restablecimiento de relaciones de cooperación y amistad entre los pueblos de las dos naciones”[10].

El viaje marca un cambio de ruta en lo que había sido la política exterior mexicana hacia Centro América, que tradicionalmente había quedado en el olvido. Esto también se contrapone al relato de la derecha en el que el país se pone al servicio de Estados Unidos y se convierte en su guardia de seguridad al no dejar pasar a los migrantes. Si bien es cierto que las detenciones y los malos tratos en la frontera sur han aumentado, este acercamiento integrador propone una solución al problema migrante, más que simplemente mitigarlo con acción policiaca.

Este parte aguas en la política exterior mexicana ha marcado de forma definitiva a la región y en la avanzada de los gobiernos progresista. La comunicación y ayuda entre ellos ha sido una constante para fortalecerlos en unidad. Este nuevo papel no ha pasado desapercibido por mandatarios que se han convertido en referentes para la izquierda latinoamericana. En una visita hecha a México en marzo de 2022, el expresidente de Brasil Inácio Lula da Silva afirmó que el país iba en el camino correcto en su lucha por acabar con la desigualdad y la pobreza. Comparó su política con la del presidente mexicano en lo que concierne al empleo, seguridad social y reactivación del campo. Para él Andrés Manuel López Obrador “es un regalo que México ha recibido, un hombre de los que no nacen todos los días y menos llegan a alcanzar la presidencia de la república” [11], por lo que lo comparó con Evo Morales y el Comandante Hugo Chávez en su lucha contra la desigualdad.

Por su parte, el mandatario argentino, Alberto Fernández, también ha hablado públicamente sobre su admiración al trabajo y amistad que comparte con López Obrador. En una carta fechada el nueve de marzo de 2022, Fernández le escribe la necesidad de que el gobierno mexicano acompañe a Lula en su campaña presidencial para robustecer la alianza entre los países más fuertes de Latinoamérica, así como que la lucha social debe ser prioridad:

Si eso ocurriera, le haría un gran bien al sufrido pueblo brasileño. Pero, además, imagino que nos permitiría fortalecer el MBA (México, Brasil y Argentina) un eje en torno al cual podría encaminarse la política de la región en pos de una mejor calidad democrática y fundamentalmente en una más justa distribución de ingresos. Nunca debemos olvidar que vivimos en el continente más desigual del mundo. […] Creo, querido Andrés Manuel, que debemos unir esfuerzos para cambiar la realidad tan indignante. Creo también que debemos ponernos al frente aquellos que han quedado atrapados en el cono de la marginación y la pobreza[12].

Es entendible que la derecha trate de renegar el liderazgo que está construyendo México en una América Latina unificada, una que vuelve a despertar en una nueva era de las izquierdas latinoamericanas, y asimismo a un nuevo ALBA. Digo que es entendible porque AMLO está ocupando un lugar que ellos renegaron en tener, se les hacía poco digno voltear al sur, para ellos el norte era el único horizonte digno de caminar. Pero México y su política exterior cambiaron eso, y lo hicieron con tal dignidad frente al pueblo latinoamericano y su soberanía, que López Obrador se ha vuelto un referente en estos casi cuatro años de mandato, por ello me es imposible no volver a la carta de Alberto Fernández y recordar sus palabras:

Si algo bueno me ha dejado este tiempo tan difícil que tuve fue el haberte conocido. Una vez Angela Merkel me preguntó cuál era mi opinión sobre vos. “Es la primera vez en muchas décadas que México tiene como presidente a un hombre decente, y eso en México es una revolución”, le dije certeramente.

En estos días en la que Colombia se ha unido al bando progresista que se conforma en Latinoamérica, me parece risible la voz de aquellos que desde la izquierda desdeñan el papel del gobierno mexicano y de López Obrador ante el escenario regional. Creo que este recuento demuestra la importancia de la política exterior mexicana, que ha decir de Alfredo Serrano ésta ha sido fundamental en los procesos electorales como el pasado en Colombia[13]. Si comparamos la lucha por la soberanía que se está dando en nuestra América contra el intervencionismo estadounidense, con el papel de la comisión europea dirigida por Ursula von der Leyen y el Banco Central Europeo de Christine Lagarde que se han postrado a las exigencias belicistas de los Estados Unidos, no da más que orgullo mantener los ideales de la izquierda y recordar lo dicho por Andrés Manuel López Obrador en su ya citado discurso del natalicio de Simón Bolívar: “Lo aquí planteado, puede parecer una utopía, sin embargo debe de considerarse que sin el horizonte de los ideales no se llega a ningún lado y que en consecuencia vale la pena intentarlo, mantengamos vivo el sueño de Bolívar”.

[1]https://www.gob.mx/sre/articulos/canciller-ebrard-participa-en-la-presentacion-del-libro-evo-operacion-rescate?idiom=es

[2] https://www.youtube.com/watch?v=JrvSTSyk2WE

[3] Ídem.

[4] Ídem.

[5] https://www.youtube.com/watch?v=n6YnR6baFeo

[6] https://elpais.com/mexico/2021-12-15/mexico-da-un-giro-a-su-estrategia-regional-con-una-mision-de-apoyo-economico-al-gobierno-peruano.html

[7] https://www.youtube.com/watch?v=u9PQHg-k0jM

[8] https://www.youtube.com/watch?v=Kwb6LUWyqvA

[9] https://www.youtube.com/watch?v=Kwb6LUWyqvA&t=12s

[10] https://www.youtube.com/watch?v=pBayMfmEU6k

[11] https://www.jornada.com.mx/notas/2022/03/03/politica/amlo-es-un-regalo-que-mexico-ha-recibido-dice-lula-da-silva/

[12] https://twitter.com/lopezobrador_/status/1503181608223973382?t=PIizH3DQQyypYxVKAa0wUA&s=08

[13] https://www.youtube.com/watch?v=1UgtWtUFSFc&t=5929s