El expresidente colombiano Iván Duque en Israel: otro episodio más en una larga trayectoria de desaciertos vergonzosos

 

Esteban Morales Estrada

Magíster en Historia

Nueva Gaceta Medellín

Hoy son muchas las voces que reconocen que Israel lleva a cabo un tenebroso genocidio contra la población palestina de la Franja de Gaza. El país tiene la tecnología (como lo han demostrado) para atacar un blanco de manera precisa y milimétrica, sin embargo, en Gaza, para asesinar a un objetivo destruyen un vecindario completo. Dicha idea de exterminio es casi obvia para cualquiera que haya seguido las acciones y los discursos del gobierno israelí y de su Primer Ministro, Benjamín Netanyahu. Pese a que ha sido un proceso lamentablemente lento y farragoso, cada vez más líderes del planeta reconocen la gravedad de la situación en Gaza. Para sintetizar, se ha reaccionado de una manera totalmente desproporcionada contra el pueblo palestino, afectando a la sociedad civil de forma permanente, se ha destruido la infraestructura, y ahora se quiere matar de hambre a los que han logrado sobrevivir a tan escabrosa situación.

Sin embargo, mientras esto sucede, el tristemente célebre expresidente de Colombia, Iván Duque, vuelve a dar señales de su pequeñez. Actuando de una manera provocante e infantil, asistió a tomarse fotos con el líder de estas acciones inhumanas y posó como si nada pasara. Lo más sorprendente resulta ser el nivel de cinismo de Duque, un hombre sin trayectoria alguna, que llegó a la presidencia del país al ser el ungido de Uribe Vélez, y que por más que se auto-concibe como un gran líder mundial, no es más que un miope político, que se ve seducido por cualquier posibilidad de tomarse una foto con un personaje conocido.

Es tal el nivel de desfachatez, que el expresidente nos dice a través de X que fue a Israel a recibir el “Shalva Prize for Social Equality and Inclusion”, y a renglón seguido se felicitó a sí mismo por su “compromiso con la inclusión y la dignidad humana”. Quisiéremos creer que lo anterior hace parte de un acto humorístico de Duque, sin embargo, es algo real. El talante reaccionario y mediocre del segundón del uribismo resalta por la ridiculez de ir hasta el otro lado del mundo a recibir, en un país que lleva a cabo un genocidio espantoso, un premio por su supuesta defensa de “la dignidad humana”, asunto que le importó un pito en el Estallido Social del 2021, cuando bajo su gobierno fueron asesinados más de cincuenta jóvenes que protestaban contra su nefasta administración. En otra de sus inanes publicaciones, Duque aparece tranquilamente hablando de “emprendimiento” y “comercio” con Netanyahu, dos temas que lo apasionan y en donde ha retomado conceptos como el de la “Economía Naranja” (insustancial como él), y posan amistosos con libros, como si nada pasara a corta distancia, donde Israel lleva a cabo un genocidio con más de 60.000 muertes.

Surgen las preguntas por el deplorable comportamiento del DJ Duque. ¿Es provocación? ¿Es su conocida ignorancia? ¿Es su indolencia? ¿Es su tradicional e incondicional sumisión al poder y a los intereses de EEUU? ¿Es una muestra más de su carácter reaccionario? Yo diría que es un poco de todo lo anterior. Sin embargo me atrevo a enunciar tres elementos centrales para entender las repudiables e inoportunas actuaciones de Duque: 1) es un obediente vasallo del imperialismo norteamericano y reconoce en Israel una muralla contra la supuesta “barbarie” del mundo musulmán; 2) adora los shows mediáticos en donde él es el centro de atención y puede auto-convencerse de que no es un hombre insignificante y sin importancia real; 3) repite un libreto anacrónico y superficial que consiste en mantener la narrativa de la democracia occidental, de EEUU como garante de la misma y de que todo lo que se salga del orden neoliberal que defiende, es una anomalía que habría que eliminar y suprimir. Dichos elementos son relevantes para hacer una caracterización de un personaje que posa con Netanyahu orgulloso y alegre, pero al mismo tiempo, habla de “dignidad humana” y de “innovación social”, simulando ser un gurú del desarrollo de América Latina.

Que éste sea un llamado de atención para recordar que el uribismo es violento, incongruente, y que lo que menos le importa es disimularlo.