El estrangulador de Boston, de Matt Ruskin: la luz de la palabra y la veracidad de los hechos
Omar Cruz
El periodismo, es y sigue siendo un instrumento multifuncional en el área de las comunicaciones. Su naturaleza cercana a las humanidades lo ha vuelto parte del andar diario en las diferentes sociedades del mundo. Desde tiempos bastante remotos ha sido utilizado para transmitir con rigor e imparcialidad, diversas informaciones que, cambian la perspectiva de la vida humana y reconfiguran los sucesos con paso firme, para entender de una manera más amplia el lenguaje del mañana.
En éstas mismas líneas de transmutación de la palabra escrita, y otros mecanismos que utiliza la humanidad para informar, debatir, investigar y también conjugar la noticia, el periodismo ha tenido una infinidad de detractores que, han intentado callar a quienes diariamente llevan la noticia a las diferentes plataformas que almacenan toda la información recabada. Es una batalla ardua y tanto hombres como mujeres en el arte de comunicar se han encontrado con historias desgarradoras que los han marcado de por vida y otras tan tiernas que los inspirado a seguir haciendo de este oficio una profesión digna y ejemplar.
El génesis de esta historia nos dirige al pasado, más específicamente al año mil novecientos sesenta y nos lleva hacia la película que recién estrenó una de las plataformas de streaming más importantes, me refiero a la obra El estrangulador de Boston del cineasta de origen norteamericano Matt Ruskin. Esta cinta es un drama basado en la vida real, en el que dos mujeres periodistas rompen el estigma del periodismo de investigación y utilizan toda su hidalguía para destapar una serie terrorífica de casos violentos, en los que otras mujeres se ven involucradas de manera directa y en los que, de la forma más atroz sus vidas se ven cegadas por las acciones de un hombre que ha perdido la cordura y todo tipo de sentidos que le permiten llamarse humano.
Los personajes principales de esta película son Loretta McLaughlin y Jean Cole. En esta cinta creo yo, observamos un “refresh” al cine de intriga, crimen, suspenso y terror. El autor se encarga de mostrarnos escenas bastante grotescas y aterradoras, en las que varias mujeres se vuelven víctimas no solo del psicópata, sino también de un sistema judicial y policial que, al ver los delitos contra ellas, prefiere callar, y por tanto, volverse cómplice de manera directa del estrangulador.
En este caso, debo aplaudir no solo la hondura del guión, también el trabajo fotográfico muy bien logrado. Ya que es gracias a éstos dos elementos, que la película se vuelve más interesante en cada escena y minuto que pasa. Matt Ruskin, nos entrega una narración bastante limpia, sin lagunas, sin faltar el respeto a los hechos históricos, ni a la memoria de aquellas féminas que sufrieron a manos de aquel hombre, señalado por la historia como uno de los verdugos más recordados de aquella época tan convulsa.
“El estrangulador de Boston” es una película que enfrenta la luz de la palabra y la veracidad de los hechos, contra el silencio de las autoridades que, en algunas ocasiones prefieren callar y engavetar casos violentos o simplemente darle largas, para que el paso del tiempo les permita que la sociedad los olvide y con esto, dejar en la impunidad a los victimarios y a las víctimas en el limbo, sin sanciones para los culpables.
“El estrangulador de Boston” es una película que toma vigencia hoy día, en este mundo mutilado por la falta de cordura y en el que, las mujeres siguen siendo víctimas de enfermos mentales y otro tipo de degenerados que, con tal de cumplir sus deseos más impuros y deshonestos son capaces de ultrajarlas o incluso apagar sus vidas. Matt Ruskin, fue capaz de retratar en su película con mucha profundidad todo el abuso que sufrieron las víctimas del estrangulador y el de las mujeres que en pleno siglo veintiuno se sienten poco seguras y frágiles, frente a una sociedad que minimiza sus temores.