Chairologías

Leonardo Meza Jara

I.- Detrás de la palabra “chairo” se esconde una transformación de la militancia de la izquierda, que inicia con una denominación lingüística y que se extiende hasta lo ideológico y lo político. Esta palabra es el síntoma más visible de la metamorfosis de la izquierda mexicana en la historia reciente. La palabra “chairo” es un neologismo de la política, que trae consigo una resignificación de la militancia en la izquierda.

¿De qué maneras se ha transformado la militancia de la izquierda en las últimas décadas? En la historia reciente se observan una serie de desplazamientos en las causas de lucha de la izquierda partidista, que han transformado las formas de concebir y ejercer la militancia. Con la fundación del Partido de la Revolución Democratica la izquierda se concentró en la lucha por la democratización de la vida política del país, con la intención de construir una vía legítima para abrirse paso hacia la toma del poder. Ya en las décadas de 1960 y 1970 el Partido Comunista Mexicano luchó por una democratización de la política nacional. Después de la elección fraudulenta de 1988, la lucha de la izquierda mexicana quedó significada por la denominación de un “Partido” que concibió a la “Revolución” como una lucha por la “Democratización” (PRD).

Con la fundación del Movimiento de Regeneración Nacional entre los años 2011 y 2014, la izquierda partidista concentró su lucha en contra de la corrupción que llegó a un momento de quiebre durante el sexenio del priista Enrique Peña Nieto. La bandera de la izquierda pasó de la democratización hacia el combate a la corrupción. El partido que llevó al poder a Andrés Manuel López Obrador en 2018, tiene como objetivo un “Movimiento” para “Regenerar” la “Nación” de una corrupción que resulta históricamente ofensiva (MORENA).

En los últimos 50 años de la izquierda partidista en México se identifican una serie de transformaciones discursivas, ideológicas y políticas que impactan directamente a las maneras de concebir y ejercer la militancia. La militancia de la izquierda partidista ha pasado de una causa fijada en la lucha de clases (el marxismo que se alojó en el Partido Comunista Mexicano), a una causa que tiene por objetivo la democratización (la izquierda del Partido de la Revolución Democrática) y una causa que lucha contra la corrupción (la izquierda del Movimiento de Regeneración Nacional).

Los desplazamientos de las causas de lucha de la izquierda partidista en México, que en las últimas décadas han pasado de la lucha de clases (A) hacia la democratización (B) y hacia el combate a la corrupción (C), han dado lugar a dos problemas:

  • Por un lado, estos desplazamientos han generado un relativismo que resulta problemático respecto a la posibilidad (o imposibilidad) de una consistencia ideológica y política de la izquierda. Por ejemplo, después del 2018 la causa de lucha de la democratización ha sido desplazada súbitamente por la causa de lucha en contra de la corrupción. Habría que preguntarse: ¿Cuál de estas causas de lucha de la izquierda tiene un mayor peso ideológico, político e histórico para la izquierda mexicana del siglo XXI? ¿Cuáles son las razones por las cuales una causa de lucha se vuelve predominante respecto a otras? ¿Acaso estas razones son meramente pragmáticas en las diferentes coyunturas de la lucha por el poder, o son motivadas por razones ideológicas y políticas de fondo?
  • Por otro lado, estos desplazamientos han dado lugar a un mecanismo de subsunción, mediante el cual alguna de las causas de lucha se impone por sobre las otras, y las vuelve borrosas y oscuras. Después del triunfo electoral de Morena en 2018, la causa de lucha en contra de la corrupción (C) ha subsumido a las causas de la democratización (B) y la lucha de clases (A). ¿De qué formas, detrás del cobro justo de impuestos a los empresarios, que es uno de los ejes en la lucha contra la corrupción del gobierno lópezobradorista, queda subsumida la lucha de clases planteada por el marxismo? (“Walmart paga 8 mil millones de pesos de impuestos al SAT; AMLO felicita a la empresa”, Animal Político, 26 de mayo de 2020; “Paga Femsa $8 mil 790 millones por impuesto pendiente”, La Jornada, 30 de mayo de 2020; “SAT señala que Elektra deberá pagar sus adeudos fiscales”, El Financiero, 26 de enero de 2022).

II.- El de “chairo” no es un concepto académico, sino que es un concepto que se formó en el contexto del lenguaje común y corriente de las redes sociales en el siglo XXI. El surgimiento y desarrollo inicial de este concepto ha sido sumamente problemático para la academia. A mediados del 2017 el Colegio de México (Colmex) definió el concepto del “chairo”: “Persona que defiende causas sociales y políticas en contra de las ideologías de la derecha, pero a la que se atribuye falta de compromiso verdadero con lo que dice defender; persona que se autosatisface con sus actitudes.”

La conceptualización del Colmex es una definición imprecisa e incluso contradictoria respecto al ejercicio de una militancia. El de “chairo” es un concepto que está herido de vaguedad y ambigüedad. En el espectro político de la izquierda y la derecha en México, hay “pejechairos” (militantes de la izquierda lópezobradorista) y “derechairos” (militantes del PAN o el PRI). El de “chairo” es un concepto posmoderno que se ensombrece en el relativismo.

Se requiere pensar a profundidad la condición del “chairo” en el marco de las transformaciones de la militancia de la izquierda en el siglo XXI. El “logos” del “chairo” que está en proceso, es una forma de concebir el ejercicio de la militancia respecto a un sentido ideológico y político que resulta sumamente problemático para la izquierda. Las formas de entender y conceptualizar al “chairo” como una militancia se han construido desde el lenguaje y el sentido común que atraviesa las redes sociales. En este sentido, el “logos” del “chairo” es popular, no académico. A su vez, el “logos” del “chairo” es pragmático. El “chairo” es verbo y no sustantivo. Las transformaciones de la militancia de la izquierda han sido más verbales que sustantivas, más pragmáticas que ideológicas, más de hechos que de conceptos.  

La militancia partidista de la izquierda en el siglo XXI está atrapada en un tornado histórico que no ha terminado de girar por completo, y que en su movimiento ha dado lugar a una forma de ser pragmática, un ethos pragmático. Es aquí, que el “chairo” es verbo y no sustantivo. Lo verbal (la acción de la práctica militante) se coloca por sobre lo sustantivo (lo ideológico y lo teórico de la militancia). De hecho, esta es una forma de subsunción en la que lo pragmático (la acción práctica de la militancia) se coloca por sobre la conciencia (lo ideológico y lo teórico de la militancia).

III.- Hay una pedagogía del “chairo”, una forma de aprender a ser “chairo” que se ha desplegado en el momento histórico en que la izquierda tomó el poder en México. Esta es una pedagogía funcional y pragmática, que en lo fundamental se define por el arribo y la conservación del poder. Un “chairo” se construye ideológica y políticamente respecto al arribo y la conservación del poder.

El pensamiento y la acción del “chairo” son un magnetismo del poder que se define en términos funcionales y pragmáticos. Faltaría analizar a profundidad la funcionalidad ideológica y política de un “chairo”, y responder la pregunta: ¿A qué, o quién, le es funcional ideológica y políticamente un “chairo”? A su vez, hace falta analizar a fondo las prácticas ideológicas y políticas de un “chairo”, y contestarse: ¿De qué formas un “chairo” practica una militancia que resulta sumamente problemática para la izquierda mexicana del siglo XXI, en un momento histórico de mutaciones ideológicas y políticas?

Ambas preguntas planteadas, quedan abiertas…