Distraídos mutaremos: dossier de textos de Paulo Leminski

Coordinador del dossier Juan Xulz

 

Presentación

 

A sus veintipocos años Paulo Leminski escribió Descartes con lentes, un cuento alejado de convenciones narrativas, en el que se desborda una efervescente ucronía: qué pasaría si el filósofo René Descartes hubiera desembarcado en tierras brasileñas. Ese cuento fue el germen sobre el que trabajaría durante 9 años hasta lograr el monstruo “barrocodélico” que es el Catatau, obra con la que le hubiera bastado a Leminski para descansar en el mausoleo de los locos ilustres de la literatura.

La fuerza de esa novela-ensayo publicada en una edición de autor en 1975 aún no ha sido medida. Catatau es un atentado vertiginoso contra la lengua del costumbrismo y las formas habituales de contar. Vanguardista por más de una vía, Leminski no se ciñó a la invención. Y en la pradera del ensayo cabalgó reflexionando sobre la singularidad de la poesía, se sentó a defender el experimentalismo y exploró preguntas que lo convirtieron en un filoso crítico.

A diferencia de Catatu que es ilegible, en un sentido clásico, la poesía de Leminski opta por una vía más popular. Tan sólo con el título de sus libros de poesía se alcanza a percibir el espíritu leminskiano: Distraídos venceremos, Caprichos y relajos; o su compilación de cuentos Gozo fabuloso. Asequibles, juguetones, sus poemas muchas veces cumplen el papel de la antipoesía: sacarle la lengua a la poesía de melifluos oropeles, para luego inventar asideros donde la lengua goce. 

Leminski hizo demasiados gestos políticos para tildarlo de esteta, pero fue demasiado artístico para destacar políticamente. Aporta mucho cuando se acerca a pensar los límites de los realismos y sus derivados ideológicos o cuando defiende la radicalidad que hay en la inutilidad de la poesía; inutilidad práctica frente a los lucros ideológicos que buscan sólo como un vil vehículo de transmisión. Su pensamiento se abre paso a sablazos que a veces iluminan. Lejos de ser domesticado por el mercado editorial, Leminski defendió la vitalidad animal de la poesía y arremetió una y otra vez contra los usos de la literatura: “En el mundo burgués, la obra de arte sólo puede ser dos cosas: ornamento o mercancía”.

También fue traductor de una docena de clásicos, escribió junto con su compañera la poeta Alice Ruiz, un cómic erótico y es innegable la influencia de los años sesenta en su quehacer. Pertenece a la generación que fusionó la “contracultura” con la “alta-cultura”. Escribió ensayos sobre autores del canon culto como Joyce, Becket, Jarry, pero también sobre John Lennon, las drogas, el rockandroll y sobre poesía, japonesa, egipcia, náhuatl o hindú, entre otras muchas cosas, como la elaboración de cuatro biografías: Jesucristo, Basho, Trotski y Cruz e Souza.

Por si fuera poco, el polígrafo bigotón llegó afirmar que la gran poesía de sus tiempos estaba en los discos, no en libros, y compuso canciones que fueron interpretadas por cantantes del calibre de Caetano Veloso, Moraes Moreira o Itamar Assumpção; algunas bellísimas como esa que dice: “No importa que la Tierra no pase de la próxima guerra/ valió la pena encharcar este planeta de sudor”. 

Leminski murió a sus 45 años, pero la presencia de sus libros crece entre los lectores brasileños. Esta sección mínima, con traducciones de algunos de sus textos, es el espíritu de Leminski que muta, viaja y encuentra lectores en otras latitudes.

© 2025 by Intervención y Coyuntura is licensed under CC BY 4.0.