Fondo de Cultura Económica: ¿machismo institucional?
Brenda Cedillo
La literatura no es un campo de flores, es un campo de batalla donde las mujeres han sido grandes estrategas en la lucha por la defensa de su territorio, ante la amenaza de despojarnos de nuestra voz. El despojo de la palabra, la imposición del silencio y el olvido sistemático han sido las formas en que a las mujeres se les ha marginado en el espacio público, incluyendo el de la escritura y publicación.
Para las mujeres, el territorio de la literatura es un campo minado: los cánones literarios reproducen cierta forma de ser, afirma Alma Karla Sandoval, escritora y periodista mexicana. La dificultad principal y pretexto de los cánones literarios para no publicar a grandes escritoras ha sido porque no atienden a la «universalidad» de los temas que cierta clase, etnia y género considera importante. Es así como el canon de la literatura suele abonar a la perpetuidad de un sentido común machista y clasista; como ejemplo está la construcción de los arquetipos femeninos, que se convierten en cárceles simbólicas para niñas, adolescentes, mujeres y ancianas: los modelos de la bruja malvada, la doncella, la joven virgen y pura, la put4, etcétera. Son moldes que impactan en nuestro desarrollo social, escalando hasta los sectores académicos. Por tal, las convenciones canónicas no se pueden reducir a meras formas que marcan e inspiran a generaciones a nivel temático y de estilo.
Alma Karla Sandoval, ganadora del premio Dolores Castro 2023, por su libro de ensayos Resplandor de una nube con memoria. Editopatriarcado o la escritura tutelada, ha trabajado una serie de conceptos que hablan sobre este borrado y silenciamiento sistemático de las mujeres y escritoras, a través del cuestionamiento de la calidad de sus textos, su capacidad intelectual y del hecho de «hablar sobre pequeñas historias» y ser demasiado «subjetivas», no como los autores varones que hablan de los temas «universales». De ahí que el campo de lo público y la escritura, para las mujeres, sea de manera constante una lucha y territorio por cubrir.
Dicho tema tiene que ver con las últimas reacciones ante las polémicas declaraciones de Paco Ignacio Taibo II, director del Fondo de Cultura Económica (FCE). Durante la Mañanera del Pueblo del 23 de octubre del 2025, informó que 2 millones 500 mil ejemplares editados por el FCE, serán regalados en América Latina, siendo que el 17 de diciembre, en el Zócalo, serán abiertas las primeras cajas de dicha colección. Los libros fueron logrados a través de convenios que el Fondo ha realizado con diferentes gobiernos de América Latina y distintas editoriales, todo ello para los permisos de donación de las obras y así ser republicadas en formato físico.
Sin embargo, el interesante panorama fue ofuscado por una declaración de Taibo II, ante la interpelación de una periodista: ¿por qué no hay más mujeres incluidas en la colección? La colección de 27 autores incluye a 7 mujeres: Adela Fernández de México, Piedad Bonnet de Colombia, Nona Fernández de Chile, Amparo Dávila de México, Alaíde Foppa de Guatemala, Blanca Varela de Perú y Guadalupe Dueñas de México.
Ante el cuestionamiento, Taibo II afirmó que se contempló la generación del boom latinoamericano, la cual era conformada mayoritariamente por varones. Confesó que incluso fue alargado el periodo, contemplando desde los años 60 y 70. Sobre los criterios, mencionó que se realizó una lista de 70 autores entre los equipos del FCE, en México y América Latina, para después realizar una gestión para la obtención de los derechos, significando una «batalla distinta».
Asimismo, agregó que existe una presión de base para la lectura y difusión de más autoras, debido a que el 50 % de los clubes y salas de lecturas están dirigidos por mujeres.
Sin embargo, el comentario que continuó y levantó la inconformidad de diversas escritoras, refiere a que un libro sólo por ser escrito por una mujer no merece ser difundido, ya que puede ser un poemario muy malo que no merezca ser mandado a una biblioteca comunitaria, haciendo uso de una forma burda e irónica, que raya en el comentario misógino, para hacer crítica de la cuota de género.
El hecho ha levantado indignación debido a la interpretación de que el FCE, a través de su director, se niega a difundir a escritoras latinoamericanas con el pretexto de que no abundan libros de buena calidad escritos por mujeres. Diversas colectivas, medios feministas y organizaciones de mujeres escritoras se han pronunciado contra el comentario, así también convocaron a un mitin el día 28 de octubre frente a la sede del FCE. Durante el reciente mitin poético se leyó una carta que exige una disculpa pública.
No pretendo cuestionar la indignación de las compañeras, sin embargo, varios de los espacios que invitan a esta movilización son de espacios disfrazados de feministas, que mantienen posturas neoliberales y de derecha. Tales como La Cadera de Eva, medio feminista de la Silla Rota (abiertamente anti 4T), o La Costilla Rota, espacio que incluso ha aplaudido el recién Premio Nobel de la Paz a la golpista ultraderechista María Corina Machado.
Además, recuerdan la necesidad de incluir a las mismas escritoras que ya han sido numerosamente publicadas y referenciadas en espacios del FCE, como el caso de Rosario Castellanos, quien incluso en vida, no fue una «autora marginada», pues hasta mantuvo puestos diplomáticos.
Algunas personas también han cuestionado que en la convocatoria se agregue la fotografía de Margo Glantz, una escritora que ha sido señalada numerosas veces, tanto por estudiantes como académicos de la UNAM, por sus declaraciones sionistas. La convocatoria, asimismo fue compartida por la politóloga de la frágil oposición al gobierno de la 4T, Denise Dresser.


La Costilla Rota comparte mensaje a favor del Premio Nobel de María Corina Machado.
Otro mensaje que revela su postura feminista que empatiza con una visión neoliberal, sin considerar una perspectiva de género, clase y etnia.
No obstante, también hay otras convocatorias y comunicados que plantean una reflexión más profunda de lo que significa la escritura de las mujeres, así como el impacto que ha generado el comentario de Taibo. Tal es el caso de la Feria Nacional del Libro de Escritoras Mexicanas (FENALEM) o la colectiva Las del Aquelarre.
Sin duda, la declaración de Taibo pudo impulsar una reflexión sobre la cuota de género, pues sabemos que ese planteamiento no es eficaz para el avance de las políticas de género, sin embargo, él decidió comentarlo de manera virulenta y misógina. El punto «objetivo» es cierto. No por el hecho de que un texto sea escrito por una mujer significa que será un buen libro. No porque un libro sea escrito por una mujer significa que debe ocupar necesariamente presupuesto público y ser difundido masivamente. Para eso debe haber una selección cuidadosa. No sólo se trata de una cuota de género y amiguismo, porque se le resta mérito al hecho de que hay buenas escritoras genuinamente. Pero es también cierto que en dicha selección se pudieron elegir a otras autoras latinoamericanas y del Caribe. No a las de siempre. De la generación y época señalada, se pudo recoger a Cristina Peri Rossi o Idea Vilariño, quien de hecho era de la misma generación que Benedetti y que además escribió poemas sobre la revolución cubana y el Che, sin olvidar a Scaffo, quien escribió poemas encerrada en el baño de la Facultad de Filosofía y Letras, durante el allanamiento del ejército en el 68, o una Margarita Paz Paredes. Para los casos que no necesariamente se incluyen en el periodo del llamado boom lationamericano, hay escritoras que no han sido tan recordadas por su labor de escritura, como Benita Galena, Concha Michel, Aurora Reyes, todas ellas mujeres comunistas del siglo XX.
No obstante, un tema que se desconoce es la gestión realizada para obtener más obras de célebres escritoras, pues como mencionó Taibo al inicio, fue una «batalla» para cada caso obteniendo múltiples negativas por parte de las editoriales, y así no ceder los derechos de los títulos.
Tal vez para una colección de mujeres, la cual fue anunciada por la presidenta durante la misma conferencia, podrían integrarse a escritoras más contemporáneas, aunque es cierto que en la colección Vientos del Pueblo ya ha habido un esfuerzo por hacerlo, como es el caso de la joven escritora Aura García-Junco y su obra La gente de arriba, publicado en 2024 e ilustrado por Sherezada Leyva Téllez. Sin embargo, la novelista y ensayista García-Junco también ha expresado su inconformidad a través de redes sociales, exprensando que firmó la carta de inconformidad leída en el mitin, pero señalando su reconocimiento al trabajo de Taibo II al frente del Fondo: «aunque su gestión no ha sido perfecta, ha impulsado programas que respeto y considero muy buenos. He visto con mis propios ojos el funcionamiento de varios de ellos y no dejaré de aplaudirlos. Le debo mucho al Fondo y a Paco» […] «Creo que el Fondo se equivocó con esta colección. Había un amplio margen para alcanzar la paridad de género sin sacrificar la calidad, considerando la enorme cantidad y virtud de escritoras latinoamericanas de ese periodo (el Boom Latinoamericano)».
En resumen, la desafortunada manera en que Taibo II expresó su crítica a la cuota de género no implica necesariamente una negación a publicar y difundir masivamente a más mujeres en el FCE. No es un machismo institucional del que muchos grupos afirman que existe, porque no hay una posición sistemática que niegue publicar a mujeres; aunque es verdad que los espacios aún pueden ampliarse no con base en una «cuota», sino en espacios y difusión digna para las escritoras que han sido marginadas y las contemporáneas. Dicha tarea trae consigo una transformación que el espacio institucional no logrará realizar sin la articulación y escucha de nuevas voces que revelen a las juventudes mensajes sobre otros modos de ser y construcción de un mundo en disputa.
El patriarcado en el ámbito del espacio literario existe, es cierto, y por eso es importante que las mujeres escritoras organizadas continúen creando espacios para leer a más mujeres. La «presión» referida por Taibo, sin duda es necesaria, y todavía más que, como mujeres, sigamos tomando la palabra y la pluma en defensa de los espacios que aún faltan por alcanzar.