Dos perros negros

Raúl Soto

1. Fue a fines de 1978 cuando cayó en mis manos un ejemplar de Perro negro, 31 poemas, publicado originalmente por Ediciones Arybalo. La opinión inicial de cualquier marxista rockero de entonces fue relacionar el título del libro de Mario Montalbetti con la canción de Led Zeppelin, sin llegar más allá. Y ese fue el tema de nuestra conversación con Hugo Salazar del Alcázar, en una de sus visitas habituales a mi librería de viejo ubicada en el jirón Camaná. Debido a mi inglés incipiente solo logré discernir, vagamente, que la conexión principal con Black Dog era el viejo tema del desengaño amoroso. Ahora no existe ninguna duda: el primer poemario de Montalbetti fue uno de los intentos iniciales de establecer una constelación entre la poesía peruana y el rock anglosajón. En todo caso, fue una conexión intertextual directa. Black Dog de Zeppelin es memorable por las disonancias de la guitarra de Jimmy Page —estructuradas con fraseos cortos repetidos— contrastando el tempo de la batería de John Bonham y el apoyo rítmico del bajo de John Paul Jones. Los acordes súbditamente se detienen, aunque la guitarra y los platillos continúan reverberando, para dar paso a la voz de Robert Plant vociferando su dolor a capella. Es así como se establece el patrón estructural dialógico de la canción: los llamados de la banda reciben las réplicas del cantante. Sólo al final los aullidos de Plant hacen eco al solo desconsolado de Page. Esta técnica del call and response caracteriza el blues —uno de los pilares del repertorio de Zeppelin— apreciado y asimilado abiertamente por los rockeros británicos, mientras que sus pares yanquis no le dieron la misma importancia, a excepción de Jimi Hendrix y otros grupos. Más bien, el blues negro fue usurpado y obliterado de su índole primigenia por los anglos para convertirlo en un objeto pop y fructuoso. Un caso típico es el de Elvis Presley.

2. Las metáforas son intrínsecamente polisémicas y el título Black Dog/Perro negro no es una excepción. Por un lado se refiere a la depresión causada por la orfandad afectiva y por el otro representa a los hablantes desengañados y abandonados. Si tratamos de establecer un enlace directo entre la musicalidad de Black Dog y la estructura rítmica del poemario es prácticamente imposible, aunque sí podemos trazar coordenadas con la letra:

Black Dog (1971)

John Paul Jones, Jimmy Page y Robert Plant

Hey, hey, mama, said the way you move

Gonna make you sweat, gonna make you groove

Ah, ah, child, way you shake that thing

Gonna make you burn, gonna make you sting

Hey, hey, baby, when you walk that way

Watch your honey drip, can’t keep away

I gotta roll, can’t stand still

Got a flaming heart, can’t get my fill

Eyes that shine, burning red

Dreams of you all through my head

Hey, baby, oh, baby, pretty baby

Darling, can’t you do me now?

Hey, baby, oh, baby, pretty baby

Move me while you do me now

Take too long ‘fore I found out

What people mean by down and out

Spent my money, took my car

Started telling her friend she gonna be a star

I don’t know, but I’ve been told

A big-legged woman ain’t got no soul

All I ask for, all I pray

Steady-rollin’ woman gonna come my way

Need a woman gonna hold my hand

Tell me no lies, make me a happy man

Perro negro

(Versión: Raúl Soto)

Oye, oye mami, dicen que la forma como te meneas

te hará sudar, te hará gozar

ah, ah niña, la forma como lo meces

te hará arder, te hará excitar

oye, oye nena, cuando caminas así

mira cómo te gotea la miel, no lo puedes evitar

Tengo que partir, quieto no puedo estar

tengo un corazón flameante, no me puedo hartar

ojos que brillan rojo ardiente

sueños de ti taladran mi cerebro

Oye nena, oh nena, bella nena

cariño, dime ya que me cogerás

oye nena, oh nena, bella nena

ya méceme mientras me coges

Tardé mucho en darme cuenta

a qué la gente llama desplumado

gastó mi plata, se llevó mi coche

le dijo a su amigo que iba a ser una estrella

no lo sé, pero me habían advertido

una mujer ardiente no tiene alma

Todo lo que pido, todo por lo que rezo

hallar en mi camino a una mujer virtuosa

necesito una mujer que me coja de la mano

que no me mienta, que me haga un hombre feliz

3. En Perro negro hay un poema equivalente a la letra de la canción: “Dónde está mi mujer, mi mujer”. Sin embargo, el tono de los dos textos difiere: mientras el poema suena como una canción rencorosa y desesperada, Black Dog es un grito voluptuoso y acusador. Aunque ambos coinciden en un topos patriarcal y misógino, todavía dominante en el canon poético occidental. La mujer liberada, dueña de su sexualidad, lúbrica, es representada como una mujer fácil:

            Ella mira escucha besa acaricia el cuerpo

            de algún otro ciudadano con sus

            redondas entrañas tristes

            ella dice parecen flores de amor y ella

            no sabe nada de amor                                                 (PN, 25)

            ah, ah niña, la forma como lo meces

te hará arder, te hará excitar

oye, oye nena, cuando caminas así

mira cómo te gotea la miel, no lo puedes evitar         (BD)

El tono contenido del hablante de Perro negro contrasta con la voz poética sin tapujos de la canción. Todo el libro destila una ternura soterrada, a veces erótico, que da paso a esas imágenes, metáforas y símiles prístinos que caracterizan la poesía de Montalbetti:

            Dónde está con su memoria fresca?

            Dónde está bajo los nogales que no hacen sombra

            esparciendo su vientre matinal sobre la hierba?         (21)

            Ella acaricia los cuerpos con sus

            redondas manos tristes

            ella dice parecen columnas de arena y ella

            tan tierna como la luna

            no sabe nada de la luna.                                              (22)

En cambio, el Black Dog de Zeppelin solo extraña el cuerpo de su amante, expresa abiertamente sus deseos y tiene una sexualidad desaforada, como habría dicho Gabo —arrechura en buen peruano— a pesar de condenar la de su amante:

            Oye nena, oh nena, bella nena

cariño, dime que me cogerás ya

oye nena, oh nena, bella nena

ya méceme mientras me coges

Pero ambos no pueden aceptar la orfandad afectiva, no haber sido capaces de retenerlas ni que sus mujeres se hayan burlado de ellos. «Dónde está mi mujer, mi mujer» evidencia, desde el título, un deseo de posesión total de la mujer y no solamente de su cuerpo: espera los servicios domésticos de ella, que le haga las compras en el mercado y le cocine:

            Ella pasa por alto los tomates verdes y

            las lechugas frescas y entonces pienso

            que no cenaré una abundante ensalada                       (PN, 23)

Pero el autor implícito no se detiene ahí y pasa a la diatriba. También considera ignorante a su amada: «no sabe nada de…» funciona como un estribillo a lo largo del poema. Y gracias a la repetición, los encabalgamientos y las anáforas Montalbetti sostiene la estructura rítmica de todo Perro negro. En el poema «Lleva al marrano más allá de los cerros» lo reitera: «Las noticias dirán que lograste llegar / a Europa, que te civilizas». Aquí la ideología autoral deja traslucir la falsa dicotomía civilización-barbarie establecida por Sarmiento en el imaginario de Nuestra América y hoy todavía vigente en el Perú, con estudios eurocéntricos sobre una supuesta utopía arcaica —andina— prevalente en nuestra sociedad.

4. Las dos voces poéticas continúan el eje temático asignado tradicionalmente a la mujer: o es virgen y casta o es impura y/o una prostituta. Aquí apreciamos la ambivalencia contradictoria de Black Dog: a pesar de que asume su sexualidad y reconoce la de ella, empieza a cambiar de tonada: «una mujer ardiente no tiene alma». Ahora busca a la otra, a la virgen del imaginario occidental y cristiano:

            Todo lo que pido, todo por lo que rezo

hallar en mi camino a una mujer virtuosa

necesito una mujer que me coja de la mano

que no me mienta, que me haga un hombre feliz

Esta mujer deseada supuestamente lo va a coger de la mano, en vez de cogerlo en la cama. En el caso del otro perro negro, su lujuria frustrada —«y mis dedos ya no se hundían / en tus muslos»— se proyecta en su relación con Margy, una prostituta joven de dieciocho años:

            Gracias a dios que su cuerpo

            es un lento amanecer gracias

            a dios que ella se mueve

            como se mueve el océano.                              (40)

El arco del deseo va en ambos despechados de polo a polo —virgen↔prostituta— y la invocación religiosa es un signo cultural inevitable.

En todo caso, Perro negro y Black Dog testimonian las contradicciones de cómo los varones asumíamos la masculinidad y las relaciones amorosas durante la década de 1970. En la época cuando la segunda ola feminista del Norte Global repercutía por estas tierras y comenzó a cambiar la dinámica de las relaciones de pareja. Sin embargo, la riqueza melódica de Black Dog y la belleza poética de Perro negro no han perdido su tersura ni frescura a través de los años. Hoy, en el multiverso posmoderno, todavía existe un discurso patriarcal y sexista, aunque disminuido en el mundo occidental, donde la mujer puede expresar abiertamente su sexualidad.

https://www.youtube.com/watch?v=2KPEHohJMuw

(Publicado en Códice, Lima-Nueva York, julio 2025)