Dilemáticas III. Jean Baudrillard y el acontecimiento absoluto (apuntes económicos desde el sin-lugar de la poesía)

José Carlos Sánchez-Lara
Para R. Madarassy
I
Si la caída de las Twin Towers el 9-11 significó el derrumbe simbólico de todo un sistema, sus crisis presuponen la concreción (sensible) de aquel supuesto. Antagonismo irreconciliable que tiene origen en el sujeto y su ilusión crónica de poder, su visión fruitiva de acumulación y consumo. Ojo manco de la prosperidad, de la ofuscación del predador.
Para entender “esta” psicología baste examinar un film de Oliver Stone, Wall Street (1987). Los modelos Gekko han devenido “cabezapensantes” de la economía. Buitres del arroz dentro de un poblado (¿tailandés?) son ya sus arquetipos. Propagada su pandemia: posibilidad (ultra-codiciosa) del triunfo, las opciones del espíritu-pensante son toda vez más exiguas. Ponte el traje de escalar.
En su ‘quemante’ (sic) artículo del 2001, el filósofo y sociólogo francés Jean Baudrillard (Reims, 1929-Paris,2007) ha demostrado, mejor que ningún economista, cómo los dos peligros que acechan al siglo XXI (Fundamentalismo y Desastre económico) surgen de un mismo punto: dominación hegemónica. Reafirmación o exculpación estéril que –––a estas alturas del lenguaje e inmersos en otra retórica-Cold War–––agregaría acaso un pancreático ladrido al enjambre –––impenetrable––– de la jungla monetaria y sus razones en el mundo.
Y aunque “las condiciones del análisis” –––tras la desmedida violencia que respondiendo a una violencia anterior hizo posible un “nuevo” orden de cosas––– se han visto disociadas de su eje y perdido objetividad, consintiendo al oportunismo político-militar prevalecer, en L’esprit du terrorisme [1]el analista no permite que aquel precepto naufrague. Entonces, sin dejarnos “sepultar bajo el fárrago de los discursos y la neblina de la guerra”[2], pese a la tautología (programada) de la televisión, sus palabras proyectan luz, nos sacan fuera de aquel muro (en que nos encerró la malignidad de los medios y) donde la exactitud se damnifica. O, podríamos haber dicho: donde la inexactitud se magnifica.
II
Sobre el primer tópico, el escritor francés echa por tierra aquella teoría de la conspiración coránica contra Occidente, al advertirnos que “no se trata de un choque entre civilizaciones o religiones”, útil tramoya donde “hemos” fabricado[3] un conflicto ideológico, bajo la ilusión del enfrentamiento inevitable “y la solución por fuerza”. Así, lo económico (o la acentuación de su inequidad por virtud de la usura) es el tablado esencial de esta infame puesta que ya causa dolor en los ojos por sus recaídas.
J.B. define como EUA (epicentro del neoliberalismo, aunque de ningún modo su total personificación) y el islam (hospedero, aunque tampoco transfiguración definitiva del fundamentalismo) componen apenas vórtices visibles de un (otro) antagonismo, básico: “La globalización triunfante enfrentada a sí misma”[4].
Semejante a esas patologías donde la etología se manifiesta a través de dos “síntomas de catálogo”, Terrorismo y Debacle económica (llamémosle por su nombre de una vez) no son sino la respuesta “inmunológica” a una misma enfermedad. “Guerra fractal de todas las células, de todas las singularidades que se rebelan bajo la forma de anticuerpos”.[5]
En el segundo tópico (el caos de la economía) la globalización misma se resiste a la globalización y su forma de expresar esa inconformidad se presenta bajo una oblicuidad, cuya catalización (el inconsciente del sistema) es (generar) su propia crisis, su auto-devacle. Ensanchamiento de una fisura. El triunfo de un (mismo) tipo de poder económico (sobre ninguno) no hace sino exacerbar su destrucción. He aquí lo cotidiano: ponte el traje de_________________.
El XXI es cuerpo gangrenoso. Lo único que se puede hacer es ir amputando sus zonas más necróticas (desclasados, pobres, emigrantes) y engañarle con “prótesis” (análisis económicos de emergencia, discursos políticos, préstamos). Tarde o temprano la infección lo matará.
Índole genética. Repetir: ilusión de poder–––en cualquiera de sus formas–––––, ilusión estulta del consumo y adquisición de bienes, prefijada en concepto antiguo: la codicia (quiste) inherente a la condición. Des-atención, maquinaciones.
III
Por otra parte. Mientras la Historia siga despreciando a sus poetas, y atendiendo a los políticos y jefes económicos (burros-charlatanes) persistirán sus errores (y terrores). Pero, asignatura sádica, la Historia “es inmortal, nada la apiada” ni la sustituye.
Poeta = visor. Termómetro. Repítelo.
Poeta ≠ visor. (Ningún)Termómetro.
Las sociedades no imitan ni invitan a sus hijos “lúcidos”, sino a sus actrices y meretrices. Sociedades = pasarela de fantoches, bla. La idiotez en el bullpen.
¿Y qué de la visión del espíritu? Corre-y-dile. ¿Quién mejor que el espíritu conoce el material con que “labura” y su destinatario: el ser? Lo sabía Baudelaire y la sífilis dio cuenta. Lo sabía Artaud. ¡Bah, franceses! Ponte el traje de elegir, vendrá un tiempo de bonanza.
Sin dudas mejor que el economista y sus gráficos: Baudrillard.
Aunque.
Podemos esperar soluciones “emergentes” de la Banca, pero no soluciones radicales y definitivas, porque el material que controla es el dinero. La Usura es su naturaleza. ¿Etimologías? Tan simple como una adición de primer grado.
A falta de una mirada del espíritu (poética) hay en las sociedades periodismo fofo.
¡Bah la prensa! ¡La prensa y sus mundos de peligro! El mundo vive un día de peligro, y comenzó en el año 0.
Predicciones:
En las próximas candidaturas se asestará un golpe mortal
al estado de derecho
Pese a todo. “No hay necesidad de incriminar a la clase política porque ella se destruye a sí misma. Lo único que hay que hacer es practicar la no asistencia implacable”, nos recuerda Baudrillard en sus Cool Memories. [6]
IV
La visión del Vater actúa como una sonda.
Un poeta es fiel.
Desconfía del economista, te digo. Del economista y de sus gráficos.
Un poeta es (todavía) fiel. Un poeta antes que nadie reconoce (sus) dictaduras bajo cualquier disfraz. No importa el país donde los desfiles se pronuncien.
Pasarela. Propaganda. Púlpito. Pedrerías. Putrefacto. Percatarse. Pound (el viejo archienemigo).
La posición (una soberbia explicita) de las sociedades y sus secuaces llevó en su día a ‘berlusconiar’ poder. O fíjate quien manda en Chile. O fíjate quien gobierna en Francia. O fíjate quien arbitra en Patagonia.
Y es sobre este punto que un autor trabaja.
El poeta está en pugna con el mundo.
Es en el mundo donde se favorece lo trivial. Descartándose no ya equis aparato vanguardista; también poéticas con rasgos sub-sociales: dilemáticas.
El poeta está en pugna con la Banca. Responsables también los prestamistas: clowns de la neo-especulación y el flujo del dinero tóxico.
Contradicciones: se quiere reactivar un tipo de comercio “padre del dolor”. Agentes causales. Colapso. Parasitosis. O decir: produce esporas que propagan la enfermedad.
Durante siglos se nos hizo creer que sobrevivíamos bajo los árboles frutales de la banca. Compulsión unida al origen mismo de la industria. Sin embargo, son los hombres de la banca quienes viven y se reproducen, semejante a ácaros, en nuestros pliegues y costuras. Es tu codicia, tu compulsiva –––y humillante–––––– necesidad de confort, lo que les permitió no sólo “parasitarnos” y “florecer” (expansión de esas colonias), también subvertir el proceso. Volvernos dependientes de quienes existen, prendidos de[a] nosotros, de[a] nuestros jugos y exfoliaciones. Reversión donde el parasitado se torna parásito del microbio que en principio lo infectó y colonizó.
Así la relación antibióticos + virus. Los segundos ganan la partida.
Y en Lingüística: por haberse constituido la palabra USURA, tras necesario e histórico “lavado” del significante, en órgano respetable, re-generador.
¿Recuperar la productividad y el “retorno” del dólar? ¿Especializarse en los rebenques del Beneficio y el robo legal (compañías de seguro)? ¿Merecer el oportunismo de la banca, la erosión dialéctica? ¿Por qué?
De esta manera se mantiene el status de una estructura especializada en el Lucro (el Truco) y la Esclavización. La aparente normalidad o inmunidad de esos tres términos está determinada por su repetición. Por reiteración semántica han perdido parte del significado original; o le ha sido escamoteado por las funciones castradoras del kitsch y las ideologías. El peligro radica en la pasividad con que el receptor medio las recibe. Aunque, de cualquier manera, el éxito ideológico del capitalismo consiste en que ha “legalizado”, mediante paliativos lingüísticos, tecnicismos de juristas y propaganda activa, estas aberraciones, “volviéndolas” institución venerable.
Ponte el traje de Búster Keaton.
V
También la ilusión de libertad nos borra. Habitantes-réplicas de una cultura sin otros rasgos faciales que los diseños del mercado.
Aquel piensa por nosotros y el tema queda postpuesto. De crisis en crisis rebotamos con esperanzas de prosperidad o revolución. El mercado nos estropea la fiesta. Instaura nueva crisis que no permite organizarnos para derribar el gran montaje.
En otras palabras, se nos augura su envoltorio, no se nos permite acceder a ella. Apagamos el televisor y soñamos Disneylandia; felicidad plástica como sucedáneo a aquello que nos ha sido prometido.
¿Y no es el propio mercado, puerta abierta a la creatividad, otro campo de batalla muerto?
Para acceder nos quitamos nuestra cara y ponemos la careta que el mercado previamente configura. Una vez dentro, no sólo no podemos salir, a riesgo de perderlo todo, tampoco podemos quitarnos la careta. La tenemos pegada a la piel (Pessoa). Se ha convertido en nuestra cara, ha usurpado nuestro yin. El proceso no cambia y nos cambia. Fantasmas rientes sin cara, espectro-androide con los riñones podridos.
Democracia, estancada en su imaginación, no genera sino espejismos y debacles.
Foto donde los fotografiados no tienen rostro. O peor: tienen el mismo-rostro de todas las fotografías. Ruina del futuro. Este asesinato de la verdad es propicio para duplicar, reconstruir naturalezas. Falsificadores al poder.
Se han escamoteado y perdido sus referencias, el bombardeo de los medios propaga un caos informático que nos impide ver, seleccionar donde está el sentido.
El maquillaje de la información crea una ilusión: todo es valioso y confiable porque lo asegura la Televisión, YouTube o Google. Esta pandemia de valores deja las cosas inmóviles. No hay lugar al cambio. Se establece el principio de incertidumbre como orden natural. De ahí la imaginación de la violencia.
Ponte la capucha de informante.
VI
Al modo de un gas letal esparcido en una fiesta a puerta cerrada, el terrorismo (o su idea) se disemina como cierta ‘variante del Bien’ adulterada por aquellos destinados al traspatio. Los que han quedado al límite (¿border?) del banquete de Occidente. Los fuera-de-juego del Error.
Ante sus metástasis los pensamientos racionales divergen, se incrustan contra nuestra propia incongruencia o cobardía. La de no haber reconocido el sufrimiento anterior. La penuria de aquellos que habitan en subtúneles.
No justificar su violencia, desaprender el mensaje que ignora su origen.
Baudrillard al escribir su artículo del 2001, se pone guantes de gamuza, introduce un dedo en la llaga de la Imagen. O aún mejor, en la escara de una imagen-otra: la de “la errática del mal”.
Hay caballos que galopan sobre los cuerpos que gritan (parece susurrarnos en su lengua arqueóloga) Porque estos caballos (encabritados, sin jinetes) han escapado del cobertizo tóxico de un poder hegemónico –––y aún hoy incuestionable. El terrorismo ha roto de este modo (y sin proponérselo) la costumbre de la imitación. Sin embargo, al proyectarse como variante (rápida) del Imperialismo de Estado, ha permitido que aquel se afiance (o restablezca) en el mundo con leyes más atroces e infernalmente técnicas.
Es, de suyo, triplemente detestable.
El horrible ataque a las torres gemelas, inauguró no sólo un nuevo orden ideológico y económico; también una mitología. La de la barbarie culta, del permiso para disparar sin inquisiciones ni remordimiento. Hizo del Abuso de Estado una norma y encumbró esta última hacia su perfección formal; adoptando con ello los procedimientos que sirven a su crítica de la ficción totalitaria.
Así la represalia no sólo se institucionaliza o “normaliza” a nivel global, se autoriza a sí misma a ser más allá de cualquier límite (constitucional, ético u estético). Los diafragmas de la belleza han sido remplazados, también sus paradigmas. Además, al unirse a los lobos corporativos, adquiere el rasgo de prostituta incalculable que asciende por una rampa hacia su olimpo emblemático
Simbiosis del delito precedida por la ruina de los que no tienen voz. Ponte el traje de sepulcro.
VII
El estudio riguroso de cómo despojar al prójimo de su capital, ha devenido carrera universitaria. En la conciencia colectiva, un hombre de éxito es aquel que depreda a sus congéneres y le arrebata su dinero y posesiones más valiosas. El mercado lo incentiva y lo propone. Esta ilusión de legalidad engendra seguidores y monstruos alrededor de todo (el) mundo. El hombre ordinario está fascinado por estas libertades.
Una dialéctica del préstamo se construye sin ladrillos.
Resultado: raquitismo económico.
La madre del escamoteo nos volvió sujetos sospechosos, tras haberse enriquecido con el dinero que le diste.
De ahí que –––tras la usurpación de todas las funciones “por la maquinaria tecnocrática” amamantada y crecida en el centro mismo del poder, ese poder hegemónico vuelto ojo-censor, ‘pensamiento único’ del mundo––– se exacerbe diametralmente una voluntad de desconexión, de mala fe, contra su aparato represor, igualatorio.
Por tanto, “la alergia” a la concreción de un sistema universal regente, enunciada ideológicamente en el odioso ataque al World Trade Center, se expresaría –––nos explica Baudrillard––– no ya en sus iguales económicos y en aquellos que han caído en el lado errático “del orden mundial (desheredados, explotados-estafados, indocumentados)”[7], sino también en otro tipo de excluidos y que habitan desde siempre (desde antes) el espacio oscuro del no-decir: sus poetas y pensadores. (G)ente de palabras, sin vínculo, cabizbajos, aunque de ningún modo dormidos, los pensativos al borde del cráter.
¿Qué función entonces otorgar a ese discurso que entiende lo esencial, aunque aparece desconectado; al margen de los acontecimientos y sus reinterpretaciones?
Propágalo: La poesía es lugar de aprendizaje.
VIII
Pero el poeta es (también y doblemente) el enemigo de la Industria. El dolor (del mundo, del lenguaje) lo convierte en crítico. Y todo crítico(a) dentro del lenguaje es estorbo para el mundo. Cara-de-loco en multitud que ríe. Deviene (entonces) el refractario de la marcha X. Negativo del progreso y sus viruelas. El boicoteador de la máquina.
Los supresores de los críticos, los verdugos, nunca mueren; (trans)mutan en empresarios y senadores.
Si en la industrialización la máquina es la eternidad, el poeta –––el crítico–––es el saboteador de Dios, el enemigo de la producción.
Pensar ni (lo) mata ni lo castra, lo condena a ser una versión minimalista de Sísifo. Así transporta su rueda dentada, no hacia un promontorio, al inframundo de los talleres mortíferos donde lo aguarda una Agríope desdentada y ciega que lo toma por Orfeo.
Partícipes o no, la destrucción no se detiene. Las decisiones ya se han tomado. Somos sólo una tuerca en el sistema de los aparatos. Mutantes en un orbe de artilugios creados por (y para) la elite. La Cumbre y sus prisiones.
Descrédito, muerte intelectual y civil.
IX
Es el mismo Baudrillard que años antes, gajes de oráculo, había escrito en sus diarios-catacumbas:
“Pequeña ceremonia tribal entre intelectuales en la quinta avenida para discutir el fin del mundo. Podría parecer una idea estupenda hablar de esto precisamente en Nueva York, ya que es el epicentro del mundo, pero, al meditarlo, la idea carece de sentido puesto que Nueva York ya es el fin del mundo. No tiene sentido reflexionar sobre esto en miniatura, en un escenario necesariamente inferior a su modelo. Excepto la propia exigencia de que rescatemos la idea del fin del mundo de su ocurrencia real –––que es la labor habitual de los intelectuales”[8]
Pese a lo inocuo del contexto, su idea de “fin del mundo” se expresaría como el gen de una postvisión histórica. De sus lecturas posibles se desprendería una advertencia (si bien sutil, incluso sarcástica) del acontecimiento de los acontecimientos. Aquel capaz “de poner en jaque a la misma mundialización”.[9]
Sin echar mano (aún) a aquella “acumulación de desesperaciones sin salida”[10] que lo materializan, el exegeta prefigura aquí su análisis posterior en torno a la causa inherente a este flagelo del XXI, mencionada con anterioridad: “[…]el odio al poderío mundial que domina a los desheredados y los explotados, los que cayeron en el lado equivocado del orden” global.[11]
Y es que en aquel fragmento de Cool Memories, Baudrillard parece traslucir futuros atentados a un sistema que “con su insoportable poder […] infiltrándose en el mundo, ha sembrado la violencia, y (al decir del filósofo francés) la imaginación terrorista que habita en todos nosotros”.[12]
X
Una escritura de dos planos (primeramente) es lo que hace enorme aquel texto de Baudrillard.
En un primer plano, el hablante observa y disecciona la situación ecuménica que dio al traste con el acontecimiento 0, “el acontecimiento absoluto, la “madre” de todos los acontecimientos”; aquel que en su pureza “concentra en sí todos los acontecimientos que jamás han ocurrido”.[13] E inmediatamente nos sitúa (o destierra) por virtud de la analogía en un tren vacío (segundo plano).
En su momento el hablante se detiene y reconoce a otra mujer: la Historia. Consorte de todos y quien perdiera la razón en su juventud. Sin embargo, una vez que el lector se instala en el tren vacío (¡un tren que va conducido por NADIE!) otros planos se superponen: la memoria y sus debacles, la violencia de la psique, el peligro del mundo. Entonces la Lengua (como arsenal del texto) deja de importar. No puede connotar aquel dolor, aquella sacudida; y sólo la analogía, la metáfora, la sustancia del escrito enrollada en la fatalidad o complicidad del (su) lenguaje, posibilita que temblemos al explorar los (infinitos) planos. Así, no es la Lengua el territorio que poseemos (aunque los defensores de Benn y Rolland Barthes nos decapiten) cuando al leer rescribimos este artículo de J. Baudrillard. Al confrontar[14] la violencia ontológica en la violencia de escritura, poseemos nada. O, rescrito de otro modo: Ante la violencia política de la Historia poseemos nada. Desde esta Nada, producimos: pensamiento. La lengua es sólo Institución mejunje básico.
Todos vamos solos junto a la mujer del tren.
XI
Incluso en la violencia del terrorismo ¿la imagen se informa a sí misma como el borramiento de su autor?
[1] Publicado originalmente en Le Monde, 3 de noviembre de 2001. Ver L’esprit du terrorisme, par Jean Baudrillard, Le Monde, archivo virtual.
[2] Cito por Jean Baudrillard, L’ esprit du terrorisme, Editions Galilée, Paris 2002. Reproducido en Fractal, Revista trimestral virtual, traducción: María Virginia Jaua-Alemán. // Jean Baudrillard, El espíritu del terrorismo, Fractal número 24, enero-marzo,2002, año 6, volumen VII, p. 1, pp. 53-71. www.fractal.com.mx.
[3] Manu-facturado.
[4] Jean Baudrillard, L’ esprit du terrorisme, p. 6, ibidem
[5] Jean Baudrillard, opus cit., ibidem.
[6] Jean Baudrillard, Fragments, cool memories III 1991-1995, traducción: Jorge Miralles, Torre de Letras, La Habana, 2004.
[7] Jean Baudrillard, L’ esprit du terrorisme, opus cit., p. 2, ibidem.
[8] “Little tribal ceremony among intellectuals on fifth avenue to discuss the end of the world. It might seem a terrific idea to talk about this in New York of all places since this is the world’s epicenter, but, on reflection, there is no sense in the idea, since New York already is the end of the world. There is not sense reflecting on this in miniature in a scenario which is necessarily inferior to its model. Except the very requirement that we should rescue the idea of the end of the world from its real occurrence –––which is the habitual labor of intellectuals”. Jean Baudrillard, Cool memories, translated (from French) by Chris turner, Verso, New York, 1990, p. 229. // Traducción al castellano: J.C. Sánchez-Lara.
[9] Jean Baudrillard, L’ esprit du terrorisme, p. 1, ibidem.
[10] Isabel Fraire, “La ciudad luz. V. VI”, Poemas en el regazo de la muerte, en Isabel Fraire, Puente Colgante Poesía reunida, Universidad autónoma metropolitana, D.F., México, 1997, p.114.
[11] Jean Baudrillard, L’ esprit du terrorisme, p. 2, ibidem.
[12] Jean Baudrillard, opus cit., p.2, ibidem.
[13] Jean Baudrillard, p.2, ibidem.
[14] O mas bien: “constatar”.