Una reflexión sobre una posible definición del trabajo psicoanalítico

Diego Safa Valenzuela[i]

Actualmente se está debatiendo en el Congreso un reglamento que transforma radicalmente el modo de llevar la salud mental pública. Uno de los cambios planteados es la norma referente al consentimiento informado, es decir, las personas que no deseen ser internadas podrán rehusarse a serlo; sólo bajo condiciones en que una vida esté en riesgo profesionales de la salud mental podrán tomar una decisión contraria a lo que está estipulado. Una pregunta de expertos que se ha generado en este debate es ¿quién se va a hacer cargo de las personas que no deseen ser internadas pero que necesiten un servicio de salud mental? ¿el Estado va a proporcionar estos tratamientos?

Parte de las personas expertas que están trabajando en el desarrollo de este nuevo reglamento de salud mental también se dedican a la práctica del psicoanálisis[ii]. Me gustaría volver a un viejo debate ¿Qué lugar tiene el psicoanálisis en la salud mental pública? ¿es viable hacer de éste un dispositivo del Estado? ¿Si no es así, el trabajo psicoanalítico puede ser categorizado como un intercambio comercial?

Es claro que la salud mental puede ser un producto dentro del mercado, entonces ¿el psicoanálisis puede venderse también como mercancía? Guattari y Deleuze[iii] responden afirmativamente en más de una ocasión. A diferencia de lo que decía categóricamente en una conferencia Gabriel Lombardi[iv], sin desarrollar mucho, advertía que el psicoanálisis no era una vía para acumular dinero; claro que hay intercambios dentro de la escena analítica pero ¿la estructura que supone la relación analítica produce plusvalor? Es decir, ¿el psicoanálisis está por fuera de la acumulación de capital?

Para contestar la pregunta necesariamente es preciso arribar a un viejo cuestionamiento, empezando por la siguiente interrogante ¿qué se produce con un proceso psicoanalítico? La palabra producir conduce a otro cuestionamiento: ¿Qué medios son los necesarios para producir un psicoanálisis? ¿Cuál es el trabajo que se realiza? ¿Quién lo produce, el analista, el analizante o ambos? ¿Cuánto dura el proceso de producción? ¿Cómo se paga este trabajo?

Es claro que el modo en que se está empezando a delinear el abordaje de esta problemática está enamarcado bajo una tarea ya muy vieja, es decir, la labor de pensar los puntos de encuentro y diferencia entre la teoría freudiana y la marxista. Por muchos años se ha intentado teorizar sobreponiendo estas dos mesetas. Quizá resulte forzado querer hacer embonar ambos discursos y más bien no hay relación alguna. Pero este escrito se deslinda de este planteamiento, no es necesario llegar a un acuerdo claro; sino más bien, se busca poner en tensión ambas teorías, y con ello, producir un diálogo. En vez de buscar la síntesis, buscaremos hacer que esta causa perdida sea el punto de partida para encauzar cualquier reflexión venidera.

La transformación es quizá la definición más básica que da Marx para referirse al trabajo. Una acción basada en transformar materia prima en un objeto consumible para satisfacer necesidades. La idea se va complejizando de acuerdo a espirales dialécticas, empezando con la limitante que enfrenta un ser humano de no poder producir los objetos que cubran todas sus necesidades, por lo tanto, se ve obligado a intercambiar los productos de su trabajo, con este intercambio se crea el mercado. Dicho intercambio comercial es entendido como célula primigenia de toda socialización. El objeto dentro del intercambio obtiene un valor distinto y, esta nueva transformación hace que devenga en una mercancía. Situación que conduce a un problema, ¿cómo intercambiar mercancías desiguales?, ¿cómo hacer un trato justo? Hay un debate académico si este cuestionamiento es propio de Marx, algunas personas piensan que lo retoma de la ética de Aristóteles. Lo justo como medida, es decir, como punto medio. Para que haya amistad, siguiendo a Aristóteles, debe haber reciprocidad en el intercambio, tal como la frase popular: “cuentas claras, amistades largas”. Esta amistad es pensada como un lazo de igualdad entre miembros de la ciudad, el cual es el fundamento para la paz. Lo dice en plena crisis política griega. Entonces, ¿cómo lograr esta igualdad de condiciones? Desde Marx el tiempo de producción resulta lo más problemático, debido a que es por el cual se diferencia el valor de cada mercancía. El dinero funciona como una mercancía universal que iguala todos los valores bajo una abstracción que representa el tiempo que fue invertido en el trabajo. El dinero es tiempo acumulado.

Aristóteles se esfuerza obstinadamente en pensar la vía de llegar a una igualdad con tal de sostener la amistad. Es decir, que siempre se tiende a abogar por el bien del prójimo. De lo contrario se caería en una relación basada en la injusticia, en la inequidad y en la diferencia. Por más explicación que intente, este ideal del amor universal se viene abajo en la práctica particular de cada sujeto, tal como una de las tesis freudianas sobre la sexualidad. Aún así valdría reflexionar de la supuesta transferencia positiva y los límites clínicos que tiene esta conceptualización. Es decir, desde ciertas perspectivas el trayecto de un proceso analítico necesariamente pasa por la supuesta negatividad de la transferencia ¿Sabríamos que se hizo un buen trabajo analítico si el producto es que se haya caído la transferencia?

Podemos saber del trabajo analítico por sus efectos. Es notable que se transformó algo, cambió el posicionamiento subjetivo de la persona que vivió esta experiencia. No quiere decir que por medio de este trabajo se dé la invención de un nuevo sujeto. Sin embargo, ¿la amistad es un fin en psicoanálisis tal como para Aristoteles? Quizá la ética del psicoanálisis no va dirigida a consolidar una amistad o ciudadanía, ni tampoco el bien. La diferencia en el intercambio está de entrada y salida. Empezando por el hecho de que quién se analiza comparte intimidades que el analista no. Esta privacidad resulta impresindible para sostener el trabajo. Si es imposible acortar la desigualdad que marca la relación en el psicoanálisis ¿entonces para qué se intercambia? ¿con qué fin? Parece un trato injusto, una estafa.

Volviendo a Marx, la plusvalía se basa en esta relación dispar, es decir, aquel que no tiene nada para intercambiar se ve obligado a comerciar con una promesa. La negocación es relación a un porvenir. Quien no tiene nada queda atado a una deuda que sólo puede pagar con su capacidad de producción. No intercambia una mercancía hecha, sino su potencia de realizarla. Intercambia su fuerza de trabajo. Su tiempo. En la medida en que el mercado se fundamente en dicho intercambio, las relaciones sociales se mantendrán bajo una injusticia; aquel que debe, aquel que trabaja y aquel que inició la deuda, aquel que lo tiene todo. El trabajador una vez que ha terminado de producir, vuelve al punto inicial del intercambio. En contraste con el dueño de los medios de producción que ha pagado por adelantado, esta condición le permite darse el lujo de no pagar en totalidad el tiempo que se inviritió en el trabajo realizado. Dicha diferencia de tiempo, este resto, es a lo que Marx llama plustrabajo. Ahora bien, el resto de tiempo no remunerado se suma al valor de la mercancía producida una vez que es intercambiada; el valor de más es conceptualizada como plusvalía y la acumulación de dinero, capital.

Quizá nos encontramos con un punto de desencuentro entre el psicoanálisis y la teoría marxista, ¿el psicoanálisis es un trabajo por el cual se puede producir plusvalía? ¿cuáles son los medios de producción para el psicoanálisis? ¿quién los posee? Es preciso recordar la advertencia de Lombardi que quienes pretendan hacer una fortuna no lo hagan por medio del psicoanálisis, parece que no hay posibilidad de hacer de éste una fábrica… aparentemente.

¿Cómo fijar el valor de un proceso psicoanalítico? Quizá es equivocada esta formulación, porque no sabríamos si el psicoanálisis es un servicio, una mercancía u otra forma de consumo. Puede ser que este sea otro punto de disyunción entre el marxismo y el psicoanálisis. Es sabido el acierto de Lacan[v] en señalar que el pago es de ambos lados de la transferencia. Aun así, es de las primeras preguntas que se hacen durante un tratamiento. No hay una fórmula. Hay quienes establecen una cuota monetaria en términos generales, quienes deciden a partir del primer diálogo con les analizantes, quienes le dan la responsabilidad de tomar esa decisión a éstos. Claramente, pagar no es sólo dar dinero, implica una cesión, es decir, ceder, desprenderse, vaciar de contenido para que así se produzca cierto movimiento; es decir, permitir que la libido que se ha fijado en ciertos circuitos recupere su viscocidad y que el sujeto tenga la capacidad libidinzar nuevos espacios, personas o actividades. Un ejemplo clásico de esta idea es el juego del quince o también llamado taken, dicho rompecabezas tiene un espacio vacío, el cual permite el movimiento de las fichas para cumplir el objetivo del juego. En este sentido, el pago en psiconanálisis no necesariamente es monetario. Desde las elucubraciones de Lacan, para el analista implica su palabra, su persona y su juicio más íntimo. Finalmente podemos decir que todo pago, por lo menos en psicoanálisis, es injusto bajo la ética aristotélica. Es decir, no se buscar una igualdad de condiciones, tampoco resarsir cierta diferencia entre el analista y el analizante por el trabajo realizado. Este resto, esta falla, no corresponde a un error de cuentas que finalmente alguien va a acumular, sino el motor que causa el proceso analítico.

No queremos decir que el psicoanálisis se encuentre fuera de la máquina capitalista. Su fundación tiene lugar en el capitalismo y puede reproducirlo, tal como encapsular al analisante a un tratamiento sin fin o encerrarlo dentro de una lógica familiar burguesa; esta critica fue amplicamente detallada por Deleuze y Guattari a lo largo de su obra, pero pienso que otra forma de pensar el psicoanálisis bajo condiciones capitalistas es hacer de la formación, de la transmisión del psicoanálisis un negocio.

He encontrado un sinfín de veces la frase “eso no es psicoanálisis”, señalando otros estilos, formas de pensar y practicar el psicoanálisis, para a su vez legitimar los propios. En Psicología de las masas y análisis del yo[vi], Freud indica que para que se constituya el yo como unidad no sólo es preciso un líder o ideal al cual seguir, sino también es necesario cierta exterioridad; un objeto ajeno con el cual compararse y así delimitar un borde, a lo cual llama el no-yo. No por nada lo dice en el capítulo sobre sugestión, uno antes del que versa sobre el ejército y la iglesia. En este sentido, el narcisismo se construye bajo la guerra contra el objeto. Todo aquello que no es el yo. En otras palabras, la conformación del yo esta basado en una diferenciación del otro, acción que se debe de reieterar consecutivamente para que persista el sentimiento de la existencia de la particularidad. Sin embargo, este enemigo parte de lo más íntimo y propio del yo. Es brillante la teorización de Klein al afirmar que esta agresividad se funda en una relación primaria, no en ciertas mociones pulsionales, sino en la frustración de no ser acogido en tiempo y forma. Es decir, la tensión se detona al desilusionar a su majestad[vii]. Los intentos de destrucción cobran toda realidad en fantasías. Entonces ¿se trata de cantidad? ¿uno es más o menos psicoanalista? Este esfuerzo continuo de definición tiene una función; construir y mantener cierta identidad institucional. Recordemos que Lacan siendo kleiniano no le debe la agresividad a la pulsión, sino a una relación imaginaria basada en la lucha por el puro prestigio.

Dentro de esta disputa por la pureza de lo que es o no es el psicoanálisis, habría que que apelar a una de las definiciones freudianas sobre el psicoanálisis; es decir, el psicoanálisis es una forma de investigación, un marco teórico y una práctica clínica. Si entonces la definición está planteada desde su fundación, quizá la pregunta por la identidad no se debe solamente por una lucha narcisista.

Quizá a lo largo de los años se han institucionalizado definiciones sobre lo es que refiere al psicoanálisis o sobre el trabajo del psicoanalista. Unas de estas respuestas han sufrido cierto anquilosamiento, sirviendo como referencia para los diferentes modelos de formación y transmisión del psicoanálisis. Sin embargo, en la práctica se cuela continunamente la equivacación por más que se intente ser purista de la transmisión; de hacer una lectura de los textos a la letra; de trabajar lo más limpio y minuciosamente; de aprenderse de memoria las frases escritas de los grandes teóricos. La transmisión misma aloja cierta mediación que permite que ciertos axiomas se vayan desgastando o transformado hasta producir un cambio de paradigma.

En la tradición marxista hay un continuo debate acerca de cómo se subjetiviza los ideales universales que se han enquistado en la ideología. Puede ser conceptualizado como elementos externos que se internalizan, que en el transito de los ideales universales a las prácticas particulares se produce una equivocación, una diferencia. Otra vía teorica consistiría en definir la ideología como un entramado complejo de diferentes aparatos que se entretejen detalladamente que operan bajo el control y la vigilancia munciosa. O bien, una serie de axiomáticas con los que se codifica el deseo. Podemos seguir nombrando los distintos modelos conceptuales que dilucidan sobre la ideología. En lo que podemos coincidir es que es la ideología es un espacio en pugna. La normatividad que delimita lo que debemos decir, hacer y ser[viii] aparentemente para todos es en realidad, una serie de valores particulares de cierta clase que se elevan a una dimensión universal hasta hacerse un paradigma, como si lo que le importase a esta clase sea lo más importante; los únicos códigos por lo que debe fluir el deseo.

¿Quién fija lo que es o no una práctica psicoanalítica? ¿bajo qué intereses se da esta definición?

Retomemos; el psicoanálisis se hace mediante la investigación, la teoría y la clínica. Es decir, estos son los elementos básicos para que alguien se dedique al psicoanálisis; pueda trabajar en ello. Propongo pensar que espacios de investigación, de formación y clínicas son los medios de producción del psicoanálisis ¿Quiénes controla estos medios?

Un año antes de que terminara la Primera Guerra Mundial y un año después de la Revolución Rusa, Freud plantea en el V Congreso de la International Psychoanalytic Association en Budapest un proyecto político y de salud mental basado en la creación de diversas clínicas gratuitas que se extenderían en diferentes ciudades de Europa:

Ahora supongamos que una organización cualquiera nos permitiese múltiplicar nuestro número hasta el punto de poder tratar grandes masas de hombres. Por otro lado, puede preverse que alguna vez la conciencia moral de la sociedad despertara y le recordara que el pobre no tiene menores derechos a la terapia anímica que los que ya se le acuerdan en materia de cirugía básica. Y que las neurosis no constituyen menor amenaza para la salud popular que la tuberculosis, y por tanto, lo mismo que a esta, no se las puede dejar libradas al impotente cuidado del individuo perteneciente a las filas del pueblo. Se crearán entonces sanatorios o lugares de consulta a los que se asignarán médicos de formación psicoanalítica, quienes, aplicando el análisis, volverán más capaces de resistencia y más productivos[ix] a hombres que de otro modo se entregarían a la bebida, a mujeres que corren peligro de caer quebrantadas bajo la carga de las privaciones, a niños a quienes sólo les aguarda la opción entre el embrutecimiento o la neurosis. Estos tratamientos serán gratuitos. Puede pasar mucho tiempo antes de que el Estado sienta como obligatorios estos deberes. Y las circunstancias del presente acaso difieran todavía más ese momento; así, es probable que sea la beneficencia privada la que inicie tales institutos. De todos modos, alguna vez ocurrirá.[x]

El proyecto de clínicas gratuitas iba acompañado de la creación de institutos psicoanalíticos de formación. Era necesario que hubiera analistas que atendieran en dichos centros, pero para lograr esta atención era menester llevar a cabo procesos de formación a la par. Esta asociación estaba comandada por esta utopía de psicoanálisis para las masas; seguramente era urgente antender los estragos que habían advenido con la guerra. Me preguntaría ¿qué pasó con este proyecto? ¿cuándo, cómo y por qué se perdió? ¿en qué se transformó el psicoanálisis? Es preciso hacer un trabajo de genaología de los modelos pedagógicos de transmisión que han tenido las distintas instituciones del psicoanálisis; que este texto queda corto para dicha labor.

Aun así, tengo la impresión que el Estado nunca sintió la obligación de atender la neurosis como un asunto de salud popular y global. Los institutos de formación y clínica se atrincheraron cómodamente en la beneficencia privada, ¿qué efectos tuvo que la causa freudiana; que el movimiento psicoanalítico se haya privatizado? Parece que aquellos espacios que tuvieron el propósito de atender masivamente se volvieron centros privados que tienen el monopolio de los medios de producción del psicoanálisis. Claro que no se puede asumir a todas las instituciones actuales dedicadas a la transmisión del psicoanálisis como negocios. Pero  ¿esta es una de las manera en que la máquina capitalista se conecta con en el psicoanálisis? Podríamos preguntarnos ¿qué pasa si el psicoanálisis se estatifica? ¿se perdería la libertad en la asociación?

Volviendo a la nueva normatividad sobre la salud mental, si exigimos que el Estado asegure el derecho de salud universal y que éste contemple la situación anímica de las personas, pienso humildemente que sería preciso descutir bajo qué coordenadas se demanda este derecho; qué tanto el psicoanálisis puede ser una perspectiva para que el Estado base la atención que proporcione a quien desee un tratamiento. Otro trabajo de investigación será vislumbrar los modelos de atención que fueron comadados desde el Estado.

Bibliografía:

Asociación Franco Mexicana de Psiquiatras y Psicoterapeutas A.C. (22 de junio 2022) Conversatorio con el Dr Alberto Velasco. Facebook. https://www.facebook.com/315067205742247/videos/457205789742955

Deleuze J. y Guattari, F. (1985) El Anti-Edipo: Capitalismo y esquizofrenia. Barral Editores: Barcelona, p. 312.

Freud, S.:

—. (1914). Introducción del narcisismo. En obras completas. Buenos Aires: Amorrortu.

—. (1919 [1918]). Nuevos caminos de la terapia psicoanalítica. En obras completas. Buenos Aires: Amorrortu, p. 163.

—.  (1921). Psicología de las masas y análisis del yo. En obras completas. Buenos Aires: Amorrortu, p. 94.

Lacan, J. (2002) La dirección de la cura y los principios de su poder. En Escritos 2. Argentina: Siglo XXI, p. 561.

Lombardi, G.  (septiembre 2015) Conferencia durante una reunión de trabajo de la asociación de acompañamiento terapeutico Agora. FUNDAT.

Marx K. (2014 [1975]) El capital. Crítica de la economía política. Libro primero: el proceso de producción del capital. Siglo XXI: México.

Ranciére, J.  (1996) El desacuerdo: Política y filosofía. Buenos Aires: Ediciones Nueva Visión.

[i] Maestro en Violencia y Subjetividad por el Colegio de Saberes, y en Psicoanálisis por la Universidad de Buenos Aires. Docente en Dimensión Psicoanalítica. Se dedica al psicoanálisis con respecto a la práctica clínica y a la formación en diferentes instituciones.

Correo: diegsafavale@gmail.com

[ii] Aplaudo el admirable esfuerzo que están haciendo en la Asociación Franco Mexicana de Psiquiatras y Psicoterapeutas A.C. Véase en: Asociación Franco Mexicana de Psiquiatras y Psicoterapeutas A.C. (22 de junio 2022) Conversatorio con el Dr Alberto Velasco. Facebook. https://www.facebook.com/315067205742247/videos/457205789742955

[iii] Deleuze J. y Guattari, F. (1985) El Anti-Edipo: Capitalismo y esquizofrenia. Barral Editores: Barcelona, sp. 312.

[iv] Lombardi, G.  (septiembre 2015) Conferencia durante una reunión de trabajo de la asociación de acompañamiento terapeutico Agora. FUNDAT. Gabriel Lombardi es el jefe de la catedra: Clínica de Adultos en la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires.

[v] Lacan, J. (2002) La dirección de la cura y los principios de su poder. En Escritos 2. Argentina: Siglo XXI, p. 561.

[vi] Freud, S. (1921). Psicología de las masas y análisis del yo. En obras completas. Buenos Aires: Amorrortu, p. 94.

[vii] O en palabras de Freud: “his majesty the baby”, vease en Freud, S. (1914). Introducción del narcisismo. En obras completas. Buenos Aires: Amorrortu.

[viii] El concepto policía de Ranciére es muy útil para pensar cómo se introyecta la ideología. Jacques Ranciére (1996) El desacuerdo: Política y filosofía. Buenos Aires: Ediciones Nueva Visión.

[ix] Cursivas mías.

[x] Freud, S. (1919 [1918]). Nuevos caminos de la terapia psicoanalítica. En obras completas. Buenos Aires: Amorrortu, p. 163.