Sobre el marxismo haitiano. Reseña de Le Marxisme Haïtien de Jean-Jacques Cadet

Luis Martínez Andrade[1]

Jean-Jacques Cadet, Le Marxisme Haïtien. Marxisme et anticolonialisme en Haïti (1946-1986), Paris, Delga, 2020, 429 p.

La editorial francesa Delga tuvo el gran acierto de publicar, en su colección Amériques dirigida por Luis Dapelo, el libro del filósofo Jean-Jacques Cadet titulado Le Marxisme haïtien. Marxisme et anticolonialisme en Haïti (1946-1986). Fruto de una tesis de doctorado defendida en la Universidad Paris 8, esta obra está destinada a convertirse en un trabajo imprescindible en los estudios sobre el marxismo negro, especialmente, el producido en lengua francófona en el espacio caribeño. Desde una perspectiva anticolonial, Cadet analiza el núcleo conceptual del marxismo haitiano, concentrándose principalmente en las nociones de formación social y de alienación. Divido en tres partes, este trabajo aborda tanto las diferentes genealogías (figuras señeras, eventos históricos, movimientos culturales) como las diferencias geo-epistemológicas (recepción creativa y relación con el negrismo y la negritud) del marxismo haitiano. 

En Les contours méthodologiques et contextuels du marxisme haïtien, primera parte del libro, el autor presenta las razones que justifican, teórica y metodológicamente, el período histórico analizado que va desde la revuelta de 1946 hasta la transición a la democracia de 1986. Aunque Cadet delimita su objeto a seis autores (Étienne Charlier, Jacques Stephen Alexis, René Depestre, Gérard Pierre-Charles, Yves Montas conocido como “Jean Luc” y Michel Hector), la originalidad y fuerza del pensamiento del escritor comunista Jacques Roumain (1907-1944) también es examinada en esta sección. Efectivamente, la importancia de “esta joven fiera de ojos soñadores”[2], como alguna vez lo describió Jacques Stephen Alexis (2013, p. 10), radica no sólo en que Roumain articuló, de manera original, la relación entre la clase y la raza sino que también planteó temáticas novedosas en sus escritos. Por otra parte, Cadet esboza algunas diferencias dentro de esta constelación histórica de pensadores y, para ello, propone una distinción entre los autores de la tendencia 46’ y los de la tendencia 60’. La primera tendencia (Étienne Charlier, J. S. Alexis y René Depestre) tiene la particularidad que sus protagonistas padecieron la ocupación americana (1915-1934), participaron en la revuelta de 1946, se interesaron por las formas de intervención social a través de los partidos políticos y, por supuesto, siguieron con sumo intereses el desarrollo de la revolución rusa. En cambio, la segunda tendencia (Gérard Pierre-Charles, Jean Luc y Michel Hector), aunque también sigue la línea militante de los de la primera, se decanta por el papel del sindicado en las luchas sociales. Otro rasgo importante fue su entusiasmo por la revolución cubana de 1959[3].

“La pensé marxiste haïtienne dans les termes de la théorie de la dépendance” compone la segunda parte del libro. En esta sección, el autor examina la vena anticolonialista del marxismo haitiano, el uso creativo de marxismo, los aportes teóricos de los marxistas haitianos (la historiografía “desde abajo” practicada por É. Charlier, la lectura hegeliana de J.S. Alexis y su teoría de la ampliación del marxismo). Además, se analiza el debate en torno la naturaleza de la formación social en Haití y, en ese sentido, el autor sostiene que: “la idea de semi-colonial imputada a la sociedad haitiana encuentra así su sentido: la economía haitiana no es autónoma y sigue las consignas del capitalismo internacional. Haití se encuentra en los márgenes del capitalismo. Su naturaleza es precapitalista con una particular mixtura de sus relaciones de producción” (Cadet, 2020, p. 186). Precisamente, la idea de “semi-feudal-semi colonial” expresa no sólo la creatividad de este marxismo para reformular “la singularidad del real haitiano” sino también el aporte de la teoría de la dependencia latinoamericana para entender la relación asimétrica del sistema capitalista. En otro orden de ideas, el autor reconoce la importancia de concebir al campesinado como clase revolucionaria (inspirados en parte por la revolución china de 1949) y el carácter clasista del Estado de las democracias burguesas. Sobre este último, la noción de “papadocracia”, elaborada por Gérard Pierre Charles (1969), es fundamental para comprender la dinámica del fascismo en las sociedades dependientes.

Finalmente, en “L’aliénation dans la pensée marxiste haïtienne: le pari sur la négritude”, el autor estudia la relación (y sus tensiones) entre el marxismo y la negritud y, en ese sentido, atiende la problemática de la alienación como vector del desplazamiento epistemológico efectuado por el marxismo periférico. La riqueza de esta sección se expresa en el análisis diacrónico que realiza Cadet de las obras de estos pensadores con la finalidad de ponderar la traducción[4] que sufrió el marxismo en el espacio caribeño. Si en el capitalismo industrial de las sociedades desarrolladas el obrero es despojado (tanto del plus-valor producido como de su subjetividad), en el capitalismo periférico de las sociedades dependientes, el trabajador racializado además de dicho despojo padece un proceso de “despersonalización del ser” (Cadet, 2020, p. 299). En ese sentido, y apoyándose en los trabajos de Frantz Fanon, René Depestre propone la noción de zombificación para señalar la esterilización de la personalidad cultural del hombre colonizado puesto que los negros “fueron reducidos al estado de combustible biológico” (Depestre, 1986, p.9). Por consiguiente, la producción del racismo moderno estaría íntimamente ligado con la expansión del capitalismo en el siglo XVI. Observamos pues que la “singularidad epidérmica” de los sujetos colonizados orilló a los marxistas haitianos a replantear algunos supuestos del marxismo clásico.

La obra de Jean Jacques Cadet es una valiosa contribución no sólo para el terreno de la filosofía política (análisis de la forma-Estado, de la formación social, de la alienación, de la lucha de clases) sino también para el campo de la historia intelectual (del marxismo) puesto que rastrea las huellas de las diversas corrientes (indigenismo, negrismo, vanguardias literarias, negritud, teoría de la dependencia) que configuraron el marxismo en Haití. Frente a los despropósitos de algunas derivas decoloniales que postulan “una pobre ontología del origen y de la pureza” (Cortés, 2020). El trabajo de Cadet demuestra que el marxismo haitiano es “un movimiento de apropiación selectiva para una escritura propia con preocupaciones universales” (Cortés, 2020, p. 168). Por tanto, sostenemos que Le Marxisme Haïtien es la expresión de uno de los mil marxismos (André Tosel) que se han -y se siguen- cultivando desde los márgenes.   

Bibliografía

Alexis, Jacques Stephen (2013). “Jacques Roumain vivant”, in Roumain, Jacques, La Montagne ensorcelée, Paris: Le Temps des Cerises.

Cadet, Jean-Jacques (2020). Le Marxisme Haïtien. Marxisme et anticolonialisme en Haïti (1946-1986), Paris: Delga.

Cortés, Martín (2020), “Una pobre ontología del origen y la pureza. Sobre Marx, marxismos y crítica decolonial”, in Makaran, Gaya y Gaussens Pierre, Piel blanca, máscaras negras. México: CIALC-UNAM, pp. 145-174.

Depestre, René (1986). Buenos días y adiós a la negritud, La Habana: Casa de las Américas.  

Illades, Carlos (2018). El marxismo en México. Una historia intelectual, México: Taurus.

Pierre Charles, Gérard (1969), Radiografía de una dictadura, México: Ediciones Nuestro Tiempo.

 

[1] Investigador postdoctorante en el Collège d’études mondiales/FMSH. Autor de Ecología y teología de la liberación (Herder, 2019) y de Textos sin disciplina. Claves para una teoría crítica anticolonial (Universidad de Guadalajara, 2020).

[2] La expresión en francés es “ce jeune fauve aux yeux rêveurs”. 

[3] Analizando el Marxismo en México, el historiador Carlos Illades (2018, p. 102) también observa la importancia de la Revolución cubana, como “acontecimiento crucial” en los planteamientos e intereses tanto de los marxistas mexicanos de la segunda generación (José Revueltas, Adolfo Sánchez Vázquez) como de la tercera generación (Pablo González Casanova, Alonso Aguilar, Enrique Semo). Al igual que Cadet, Illades (2018, p. 79) subraya el interés por los escritos del “joven Marx” en la segunda generación de los marxistas en México.    

[4] En el sentido que le atribuye Martín Cortés (2020, p. 164), esto eso, no como transposición geográfica sino como producción de una novedad teórica.