Silvia Rivera Cusicanqui: el ocaso de la academia golpista y vendepatria

Marcelo Delgadillo

Reapareció Silvia Rivera Cusicanqui, aquella que quiso maquillar el golpe de Estado de 2019 junto a otros “intelectuales” que se autodenominaban como decoloniales, indigenistas, feministas y ecologistas. Reaparece de mucho tiempo, ¿dónde estaba la “intelectual crítica” cuando los golpistas recolonizaban Bolivia? Su último acto fue pretender asemejar la izquierda y la derecha que para ella eran lo mismo, decía que Evo y Camacho representaban nada más que lo mismo. Así de simple quiso justificar el golpe y las masacres.

Reapareció invitada por una dócil María Galindo, el objetivo de ambas fue defenestrar el nacionalismo boliviano. Cuando la derecha intenta movilizarse nuevamente, empiezan a reaparecer los “intelectuales críticos” de la academia pitita. Luego de la derrota de los golpistas en las elecciones de Octubre del 2020 y la reconstitución del gobierno nacional-popular, la derecha abandona cualquier proyecto nacional y apuesta con Luis Fernando Camacho al separatismo, con la venia de la embajada norteamericana; y , no por casualidad, aparecen nuevos eventos como el organizado recientemente por el periodista de derecha Tuffi Aré que propone la idea de Bolivia como Estado fallido o el organizado por María Galindo que invita a Silvia Rivera a quebrar la idea de unidad nacional. ¿Cuáles son las principales ideas de la intelectual que trató de ocultar el golpe de la derecha y que ahora apuesta por el separatismo?

1) Abandono del horizonte nacional y refugiarse en microlugares o localidades inmediatas. Por ejemplo, señala que en lugar de sentirse boliviano habría que sentirse del Salar de Uyuni dejando el sentido de unidad nacional.

2) Para ella, la nación es per se formada por las élites, pero olvida que en los países colonizados el nacionalismo es forjado por las clases subalternas en una lucha de liberación nacional. Es un nacionalismo que nace del antiimperialismo.

3) Representa el nacionalismo como un cascarón vacío como una entelequia sin valor, siendo que en la lucha por nacionalizar los recursos naturales y las empresas estratégicas al capital trasnacional se formaron lo que René Zavaleta llama las clases nacionales (obreros, campesinos y parte de la clase media) que lucharon por establecer un Estado con soberanía. El nacionalismo en Bolivia no es una abstracción, se encarna en las clases sociales del campo popular y en el Estado Plurinacional que logró tener autonomía frente al imperialismo, quizás, es eso lo que le molesta.

4) Desdeña a Silvia Lazarte, histórica lideresa campesina que presidió la Asamblea Constituyente de Bolivia, le critica de no provenir de una comunidad idílica, que solo existe en la cabeza de Rivera, o que no tenía el grado académico de Elisa Loncón, presidenta de la Asamblea Constituyente de Chile, en una odiosa comparación como si la academia no fuera altamente enajenante. Lo cierto es que Silvia Lazarte de origen campesino e indígena expresó el espíritu de autodeterminación popular llevando a buen puerto a la Asamblea Constituyente con la promulgación de la Constitución más democrática de la historia de Bolivia e inaugurando el Estado Plurinacional.

5) Por último, coincide con Galindo en la idea de disolver el ejército; es cierto que después del golpe de Estado se generaron un conjunto de sentimientos antimilitaristas, pero eso no puede dar lugar a disolver estructuras que protejan la soberanía nacional, eso es lo que quisiera el imperialismo y sus aliados geopolíticos. A finales de los años 90 se hablaba de disolver los ejércitos nacionales porque supuestamente estábamos en un mundo global, ese era el discurso imperialista de fin de siglo que se pretende reactualizar. Está claro que tiene que haber una profunda reforma intelectual y moral en el aparato policial y militar para romper los vínculos que los unen con la vieja oligarquía, pero disolver el ejército sería un craso error. Si algo demuestra la historia y, recientemente, Venezuela es que contar con un ejército nacional preparado en lo ideológico y en lo técnico es aquello que es realmente temible al imperialismo.

En definitiva, Silvia Rivera Cusicanqui representa la decadencia intelectual y moral de una academia separada del pueblo real y que se presta a escribir cosas exóticas sobre los pueblos indígenas solo para atraer la atención de la academia gringa. Su superficialidad y frivolidad conceptual solo puede engañar a incautos o novatos en ciencias sociales; que nadie se confunda, su posmodernismo afrancesado es el núcleo de su discurso y demagogia teórica y política. Todo en ella es un disfraz. Esa academia afrancesada, lo reveló una vez más el golpe de Estado, es el enemigo del pueblo aunque hable de feminismo, decolonialidad, multiculturalidad, etc. Hoy, está claro, que estos académicos vende patrias pasarán al basurero de la historia por apoyar en su momento a la derecha golpista y, ahora, al separatismo. Sin duda, Silvia Rivera Cusicanqui está oprimida y vencida por su subordinación intelectual al imperialismo y a la derecha q’ara de la cual es su ignominiosa vocera.

 

1 comentario en “Silvia Rivera Cusicanqui: el ocaso de la academia golpista y vendepatria”

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