¿Por qué la derecha ganó la Ciudad de México?

Víctor Iván Gutiérrez

@vivangm

Sin lugar a duda, los inesperados resultados de Morena en la capital del país eclipsaron parcialmente los obtenidos en el interior de la república. No obstante, para una elección organizada en medio de las afectaciones provocadas por la pandemia y de los problemas internos de Morena, en el balance general los resultados fortalecen el liderazgo del presidente López Obrador y la estabilidad de la Cuarta Transformación (4T), asediada un día sí y el otro también, por la plutocracia mexicana; los partidos políticos de la oposición; las corporaciones mediáticas; y los intereses de Washington.

Si bien es cierto, este aparente exceso de atención a lo acontecido en Ciudad de México tiene un poco o un mucho de centralismo, también es indiscutible que dichos resultados no deben leerse como un simple accidente, tal y como lo ha querido dar a entender la dirección nacional de Morena. Además, tampoco nada explica deducir que, los sectores sociales que votaron en contra de Morena lo hicieron porque son “fifís” o porque tienen aspiraciones de llegar a serlo. Esta formulación pareciera limitada cuando observamos que Morena no sólo obtuvo resultados adversos en la zona poniente de la capital, sino también en otras importantes zonas conurbadas de ciudades, como Guadalajara, Monterrey y Puebla, con problemáticas locales y regionales muy particulares.

Por lo tanto, conviene reflexionar brevemente en torno a las posibles causas del porqué el electorado mayoritario del poniente de la Ciudad de México eligió votar por los impresentables partidos de la Alianza Va por México. A continuación, enumeraremos algunas posibles causas:

a) Los problemas internos de Morena. Desgraciadamente, el pasado proceso electoral fue el escenario en donde se manifestaron fenómenos recurrentes dentro de aquel partido: imposición de candidaturas, desplazamiento de bases y elección de candidatos con pasado cuestionable. Si bien es cierto, estos fenómenos son los “saldos a pagar” por la alianza interclasista que lideró Morena en las elecciones del 2018, estos mecanismos impositivos no gozaron del respaldo y muchas de las ocasiones ni del conocimiento de la fuerza lopezobradorista, mayoritaria en Morena ¿Las consecuencias? Un sector importante de la militancia se desmovilizó; votó diferenciado; o inclusive realizó alianzas con alguno de los otros partidos aliados a la Cuarta transformación, como el Partido del Trabajo (PT). Para el electorado que no milita o simpatiza con algún partido político, significó poca o nula diferencia entre Morena y el resto de los partidos políticos tradicionales.

b) Paradigma liberal. Otra de las posibles causas que pudieron haber provocado que millones de ciudadanos dieran su voto a la oposición fue el éxito que tuvo la narrativa de que el presidente estaba poniendo en peligro los preceptos liberales de «la no concentración del poder», «la división de poderes» y el «pluripartidismo». Y es que no pocos ciudadanos compraron esa creencia de que se requería impedir el triunfo de Morena para restringir las supuestas ínfulas de poder del presidente. Sobra decir que esta deducción es falsa, sin embargo, la narrativa fue exitosa, porque convenció a millones de personas a que era un mal menor votar por el PRIAN que correr el riesgo de regresar supuestamente a un régimen autoritario. Esta deducción política no sólo fue reflejo -que lo fue- de la todavía viva hegemonía discursiva liberal, sino que también de un ambiente enrarecido por las afectaciones derivadas de la pandemia que, como se sabe, fueron implacables sobre todo en las zonas urbanas del país. Es curioso, porque mientras que en otras experiencias de transformación social del pasado (caso paradigmático, la chilena en 1973) los ambientes fueron enrarecidos a través de guerra económica, sabotajes y problemas macroeconómicos como inflación o devaluación, aquí un fenómeno natural fue el que facilitó las condiciones para que la «guerra sucia mediática» fuera efectiva.

c) Ciudadanía con mayor demanda en materia de información Otra clave para comprender esta derrota la dio el todavía diputado Pablo Gómez, en una reciente entrevista con Julio Hernández López (https://cutt.ly/JnHwRVi). A su juicio, si bien es extraordinario el esfuerzo que el presidente realiza todos los días en la <<Mañanera>>, también es cierto que la Cuarta transformación se ha quedado corta en explicar detalladamente y desde el punto de vista técnico, algunas de las principales iniciativas de gobierno, tales como la eliminación de las Instancias infantiles o de los fideicomisos; la construcción de la Refinería de Dos Bocas y del Aeropuerto Internacional, Felipe Ángeles; así como el funcionamiento y la razón de ser de los programas sociales y la Austeridad Republicana. Otra vez, en un ambiente «enrarecido» por la pandemia y por lo acaecido en la línea 12 del Metro, esos vacíos informativos fueron llenados por las estrategias comunicativas de la oposición.

d) Divorcio con numerosos sectores llamados «progresistas» En su pasado artículo del 8 de junio en la Jornada, Luis Hernández Navarro (https://cutt.ly/JnHeEJv] planteaba la hipótesis de que probablemente la derrota se haya debido en parte a que el presidente se vio envuelto en fuertes declaraciones en contra de grupos ambientalistas, defensores de derechos humanos, de búsqueda de desaparecidos y grupos feministas. Resulta casi imposible pensar que dicha antipatía los haya llevado a votar a favor de los partidos de la derecha, lo que es un hecho es que esta escisión restó prestigio y respaldo a la 4T en sectores de la sociedad que tradicionalmente se adscriben dentro de la agenda de la izquierda, más allá de que no militen dentro de ése o de otro partido político. Además, también es innegable admitir que, como bien lo expone, Luis Hernández Navarro, hay un cierto malestar e incomodidad dentro de algunos círculos de artistas, científicos, académicos y cineastas, por un apoyo insuficiente para un gobierno de perfil de izquierda. Ahora bien, pese a estos sentimientos de malestar, probablemente muchos de ellos alimentados por un miedo a un posible triunfo de la alianza derechista, votaron a favor de Morena.

e) Las clases medias. Mucha tinta se ha escrito acerca de la ambigüedad del término “clase media”. No obstante, al margen de esta interesante discusión, fue notorio que López Obrador volvió a perder el “resbaladizo” respaldo de algunos sectores con mayor capacidad de consumo. Parece ser que las causas obedecieron a los fenómenos que comúnmente se dan en todo proceso de transformación: al miedo a que la radicalización y la crispación del discurso redunden compartir la experiencia del confort, la estabilidad y el consumo con los pobres, los feos, los «pelados», los “prietos», los “nacos” y los «subsidiados». Y es que, en una cultura como la capitalista y más en su etapa neoliberal, los gobiernos cuya narrativa se concentra en promover la movilidad de aquellos sectores marginados, olvidados y desplazados, automáticamente son interpretados como perseguidores de la individualidad, el esfuerzo, el talento, el estatus y el confort.

f) Cultura neoliberal Desde la <<Mañanera>>, el presidente López Obrador ha destinado varias sesiones a criticar duramente la cultura competitiva, rendidora, e individualista del neoliberalismo. Acertadamente, ha señalado que esta cultura ha erosionado los diversos tejidos sociales, principalmente las de las grandes ciudades, y en contraparte ha puesto de ejemplo las numerosas comunidades indígenas del sur del país, en donde los preceptos colectivos, cooperativos y solidarios han establecido lazos comunitarios sólidos al punto de, inclusive, mantener a raya al crimen organizado. No obstante, esta narrativa proveniente de un presidente que no viste con trajes a la moda, que no fue formado en medio de las élites tecnocráticas y que no maneja otra lengua extranjera, indudablemente ha provocado un sisma en los sectores más acaudalados de la sociedad mexicana y ni que decir en aquellos que piensan que con mucho esfuerzo, dedicación y superación pueden en algún momento llegar a formar parte. Así, en un ciudadano con relativo poder adquisitivo y formado a través de contenidos colonizantes de películas, deportes, series y música; y con una subjetividad orientada en rendir, competir y conquistar metas permanentemente, dicho sujeto se encuentra en la antípoda narrativa del “por el bien de todos, primero los pobres”.

Estas fueron algunas de las posibles causas que condicionaron el voto del electorado del poniente de la Ciudad de México hacia el PRIAN; región de la ciudad, por cierto, con mayor acceso a parques, cafeterías, restaurantes, bicicletas, hospitales, centros de entretenimiento y mejor vivienda.

Pese a lo anterior, nadie debe ser engañado, los resultados en el poniente de la Ciudad de México no ocultan la estrepitosa derrota de la alianza opositora. Sin embargo, también es cierto que la dirigencia nacional de Morena no puede considerar esos innegables triunfos como fruto de sus “acertadas” decisiones. El respaldo mayoritario que la gente le dio a la 4T se realizó para refrendar el apoyo al presidente, lo cual, denota, sin lugar a duda, una llamada de atención al partido Morena y una formidable educación política a destacarse en amplios sectores sociales del interior de la república, incluyendo de la zona oriente y poniente de la capital. Con base a lo anterior, mal se haría no crear estrategias comunicativas, con el objeto de contrarrestar la guerra mediática que se avecina, con miras a la sucesión presidencial del 2024.