Notas hacia un cine de la 4T

Adrián Gerardo Rodríguez[i]

En este año se estrenó la película Ya no estoy aquí de Fernando Frías, un obra que, con tintes de docuficción y a través de la vida de un personaje de la cultura popular, aborda cómo se vivió en la ciudad de Monterrey la “Guerra contra el Narco” desatada por el expresidente Felipe Calderón. Junto con los documentales Hasta los dientes (2018) de Alberto Arnaut y La libertad del diablo (2017) de Everardo González, Ya no estoy aquí viene a cerrar una trilogía del cine que emergió en las postrimerías de la era neoliberal en México, como una herramienta de denuncia de las atrocidades generadas por la “Guerra contra el Narco”. Claro que existen más películas, pero para mi estas tres definen en grandes líneas un momento histórico y doloroso para nuestro país.

Ahora, a finales de 2020, estamos viviendo un auténtico proceso democrático impulsado por la Cuarta Transformación. El autor de estas líneas se pregunta cuánto tiempo se requiere para que aparezca una propuesta cinematográfica que retrate la construcción colectiva de este proceso histórico. Se puede ver ambicioso o descabellado pensar en el nacimiento de una corriente específica de cine de la Cuarta Transformación, como las que en su momento se impulsaron en Italia y Brasil, con el cine neorrealista o el cinema novo, cuyas obras propuestas y obras ya son universales. Sin embargo, creo que lo que estamos experimentado en México contiene valores de escala universal, de una riqueza audiovisual indudable, que da para planteárselo seriamente.

La Cuarta Transformación ha dado material para contar historias que jamás antes había sido posible contar: desde largas filas de carros detenidos por la escasez de combustible; enormes movilizaciones (como las feministas o la junta de firmas para enjuiciar a expresidentes); enfrentamientos ideológicos en los medios de comunicación entre viejas y nuevas voces; un ataque sistemático de los mismos medios de comunicación, empresarios y académicos contra el Gobierno; la entrega directa de apoyos económicos en los lugares más apartados del país donde hace décadas no llegaban ningún funcionario federal; la construcción de cien universidades que ha evitado que miles de jóvenes se conviertan en carne cañón del crimen organizado; la batalla por la representatividad del “pueblo” en el caso del Tren Maya; el rescate del presidente Evo Morales que al final salvó la democracia en Bolivia; el desmoronamiento de instrumentos de corrupción (como los fideicomisos); el rescate de los cuerpos de los mineros en Pasta de Conchos; la encarcelación y liberación de la abogada Susana Prieto por su defensa de los trabajadores bajo la nueva reforma laboral de la 4T; la conquista de libertad sindical y de la gratuidad de la educación superior; la conformación de un bloque de gobernadores de los estados para golpear al Gobierno federal; el nacimiento de actores de ultraderecha (Frenaaa, México Libre, México Sí, los abajofirmantes); el debate entorno a “las energías limpias”; la apertura de los archivos de la Guerra Sucia; la emergencia de la democracia participativa a través de consultas populares; la batalla por la CNDH; y un largo etcétera.

Existe entonces una amalgama de temas que está siendo desperdiciada por los cineastas documentales; la memoria colectiva de estas monumentales batallas no se está registrando para la posteridad. No obstante, ha habido esfuerzos dispersos por retratar o analizar la transformación. Cabría destacar, en primer lugar, el documental En nombre de la libertad. 4ta transformación y ultraderecha, producida por el Canal 6 de julio y dirigido por se detallan estrategias de la derecha para deshabilitar al Gobierno. También está la extensa entrevista de más de cuatro horas que, cámara en hombro, Epigmeneo Ibarra realizó al presidente López Obrador, y donde los interiores de Palacio Nacional se convierten en un personaje majestuoso. Otro documental más sería Patria, dirigido por Matías Gueilburt y protagonizado por Paco Ignacio Taibo II, en el que si bien trata un heroico tema decimonónico, su narrativa alimenta la épica de la Cuarta Transformación. Finalmente, podría incluir aquí el cortometraje Ayotzinapa: 5 años sin respuesta, dirigido por Katu Arkonada, el que se vislumbra, con el nuevo gobierno, la esperanza de conocer el paradero de los 43 estudiantes normalistas desaparecidos en 2014. Añadiría, además, como “notas audiovisuales”, los trabajos que han realizado camarógrafos como David Lozano y Carlos Enríquez Borges, quienes han acompañado el desarrollo de varios programas y obras del Gobierno federal en las sierras de Puebla, Oaxaca y Nayarit.

Los resultados de estos trabajos en cuanto a su tratamiento cinematográfico son disímiles. Sería imposible verlo en unidad, sin embargo constituyen un primer paso para impulsar una propuesta más amplia y profunda a la que pueda responder la comunidad cinematográfica. A continuación pongo a consideración el esbozo de un programa en cinco puntos esperando la reacción de la comunidad para discutirlo y mejorarlo.

Programa por un cine de la 4T

 Un cine de la 4T debe ser:

  1. Movimiento: es decir, debe ser autónomo a las instituciones de gobierno, pero plausiblemente coordinado con los temas que éstas o el pueblo ponen sobre la mesa. Debe ser autónomo para garantizar libertad creativa, pero sobre todo para no amarrarlo a elementos burocráticos que detengan la puesta en marcha de las producciones de colectivos, universidades o laboratorios
  2. Comunitario: es decir, debe garantizar que el gran protagonista sea el pueblo. Porque toda transformación busca que el pueblo sea saciado en la justicia y la felicidad, y que sea visibilizado como actores de este proceso es una forma radical de hacer política.
  3. Austero: es decir, al contrario de las grandes producciones y los cineastas de élite, debe llevar a cabo sus producciones con lo que se tenga, con quien se tenga y hasta donde se pueda. Los avances que se están dando en todos los órdenes en la 4T exigen que el cineasta sea ligero de equipaje y ávido por retratar el
  4. Dialéctico: es decir, en pos de un retrato más fiel de la realidad, es necesario reflexionar sobre las contradicciones que está generando la Cuarta Transformación y exponerlas tal como son, sin miedo a señalarlas, puesto su sola existencia ya evidencia que los cambios se están en
  5. Colectivo, es decir, se debe generar una red de apoyo de cineastas sumados a este programa para incentivar la colaboración y el apoyo en producción y resolver cuestiones sobre proyección y circulación de las obras producidas, ya sea en festivales o entre los barrios, colonias o comunidades rurales de México.

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adrian.geros@gmail.com

[i] Historiador / Obradorista