Movimientos Sociales: La piedra en el zapato del siguiente gobierno en Estados Unidos

Julio César Hernández Medina

A lo largo de la historia, las formas de acción colectiva se presentaron de diferentes maneras. En el feudalismo, por mencionar una desde Occidente, se daban de forma muy local, contra un enemigo en común que se le consideraba como el causante de agravios. Generalmente, por motivos de acaparamiento de alimentos, religiosos y abusos en contra de miembros de la comunidad; sin embargo, no tenían mayor alcance (Tarrow, 1993).

Después, en el tiempo de la Primera Revolución Industrial, los movimientos sociales sufrieron una metamorfosis, pasando a ser acciones de larga duración, con mayor alcance, más inclusivos y con temáticas diferentes a las de los antes mencionados (Tarrow, 1993). El análisis se centraba en las relaciones de clase y en las contradicciones del sistema capitalista.

Contemporáneamente, la acción colectiva ha adoptado nuevas formas de manifestación, colocándose en la agenda temas globales, además, la comunicación entre activistas se ha facilitado a causa de las redes sociales. En general, el principal motivo de este cambio se relaciona con el desarrollo del capitalismo y sus nuevos espacios de poder, los cuales han provocado la emergencia de nuevas reivindicaciones sociales (Lefevbre, 1999).

La elección de Trump en 2016 y el desarrollo de su mandato ilustra lo mencionado, ya que un gran grupo de personas que se sintieron agraviadas y abandonadas por administraciones anteriores, vieron soluciones a sus demandas en el gobierno que encabezo el republicano. Por el contrario, otro grupo encontró en las acciones del gobierno motivos para movilizarse, ya que la acción colectiva se genera cuando un grupo se considera desfavorecido o desprotegido y han sido convocados a movilizarse en contra de quienes detentan el poder político, económico o ideológico (Aguilar García, 2015).

Desde el comienzo de la administración Trump, millones de personas salieron a las calles con diferentes reivindicaciones, entre ellos se encuentran: la Marcha de las Mujeres, para protestar contra la injusticia; protestas contra la Orden Ejecutiva 13769, la cual pretendía restringir la entrada a personas de algunos países musulmanes;  #MeToo, conformada por grupos feministas; Black Lives Matter (BLM), por la violencia contra afroamericanos; la Marcha por Nuestras Vidas, contra la violencia armada; movimientos en pro de los derechos para la comunidad LGBT; entre otros. Este impulso se extendió incluso a áreas culturales que a menudo, con razón o sin ella, están asociadas con la política del presidente Trump.

Por otra parte, Donald Trump se jacta con frecuencia de haber iniciado un movimiento que los sociólogos han descrito como un activismo de base sin precedentes en todo el país. (Smith,2020) Dándole crédito al presidente por inspirar a la gente a involucrarse políticamente, ya que el discurso de Make American Great Again, ha ligado múltiples sectores a su favor, en su contra y otros más, que no han encontrado en los partidos políticos una vía para representar sus intereses.

Por ejemplo, QAnon, colectivo definido como de ultraderecha pro-Trump, (Wall Street Journal, 2020) ha tenido gran aceptación entre millones de estadounidense e incluso ha llegado a Europa. Sus seguidores consideran que existe un Estado profundo constituido por redes de poder encubiertas, liderados por pedófilos del Partido Republicano, involucrados en el tráfico sexual.

Los movimientos sociales jugaron un papel clave en el desarrollo de las elecciones del 2020. Meses atrás, el movimiento BLM se revitalizó a raíz de la muerte de George Floyd, siendo más recurrentes e intensas las protestas a medida que se acercaba la elección. Dicho movimiento se consolidó como uno de los grupos pro-derechos de afroamericanos y una de las principales vías de acción no institucional en EE. UU.

Independientemente de cuál sea el resultado de la elección, uno de los grandes retos que tendrá el próximo mandatario será lograr aplacar el malestar social que permea gran parte de la sociedad. En este sentido, los movimientos sociales son uno de los desafíos del siguiente período presidencial.

En caso de que Biden logre llegar a la Casa Blanca, tendrá sumamente comprometido el mandato, ya que la transición desde antes de la votación ha sido calificada como fraudulenta, además, pintó como una elección que se ganará con un margen muy estrecho, lo que acarreará problemas de legitimidad. La cuestión social está en crear gobernanza entre aquellos que veían en Trump un liderazgo que representaba sus intereses y entre aquellos que no veían en ninguno de los dos candidatos una solución real a sus demandas.

Es evidente que movimientos como BLM, no desaparecerán con el simple hecho de que Biden ocupe la Casa Blanca, ya que el problema de racismo está arraigado en la sociedad y en las instituciones estadunidenses; por lo cual, se esperaría que siguieran reproduciéndose e incluso haciéndose más fuertes. Por otro lado, movimientos como QAnon serán parte de una oposición difícil de controlar, ya que sus participantes han declarado estar dispuestos a actuar por vías violentas para lograr sus reivindicaciones.

En perspectiva, será sumamente interesante saber que movimientos sociales tomarán fuerza y cuáles aparecerán durante el mandato del próximo presidente, ya que conocer el por qué actúa colectivamente las personas, por qué lo hace cuando lo hace; y cuáles son los frutos de la acción colectiva (Tarrow, 1994); será un barómetro que permitirá conocer el estado del aparato político estadounidense.

Para finalizar, hay que mencionar que el surgimiento de los movimientos sociales, independientemente de su éxito, van acompañados de transformaciones en los Estados y el capitalismo. (Tilly, 2009) y juegan un papel fundamental, porque su desarrollo va ligado al desarrollo de las democracias.

Referencias: