Morena y los significados estratégicos de la consulta

Leonardo Meza Jara

I.- Durante la década de 1990 uno de los conceptos más usados en el contexto de fundación del Instituto Federal Electoral (IFE) fue el de: “ejercicio democrático”. Este concepto se correlaciona con la tesis de Enrique Krauze que plantea una “democracia sin adjetivos”, es decir, una democracia sustantivada que no es condicionada por ningún otro factor, más que la democracia misma.

Sin embargo, la historia de la democracia en México es la historia de la adjetivación de la democracia. Falta por escribirse, la historia de las adjetivaciones de la democracia, que dejen en claro la condición impura, no sustantiva, de la democracia. La consulta de 2022 para revocar y/o ratificar el mandato de López Obrador, es otro episodio más de las adjetivaciones históricas de la democracia en México.

Habría que reconceptualizar a la “democracia” como “ejercicios”, en plural. La “democracia” es una serie de “ejercicios”, unas “prácticas concretas”, que se han puesto en marcha en las últimas décadas en México. Las prácticas políticas de la democracia son una gimnástica que se compone de los ejercicios y las poses más variadas.

Por ejemplo, los fraudes electorales de 1986 en Chihuahua y de 1988 a nivel nacional, son un doble mortal al frente del priismo, que cayó parado, aunque tambaleándose en los años siguientes. En el caso del fraude electoral del 2006, se identifica un triple giro a la derecha orquestado por el PAN, el PRI y el PANAL de Elba Esther Gordillo. Los movimientos y las poses de la democracia son una gimnástica que puede resultar sorprendente.

En 2022, la jugada política que llama a “no votar” que se ha conceptualizado como un “abstencionismo activo”, es otro más de los ejercicios de la gimnástica de la democracia. La rueda de prensa del exgobernador priista Fernando Baeza, en la que se llamó a no votar el próximo 10 de abril, es un acto de contorsionismo democrático (“Salta Fernando Baeza contra revocación”, El Diario de Chihuahua, 7 de abril de 2022). Baeza fue el beneficiario del fraude electoral cometido por el PRI en 1986 en Chihuahua, que lo llevó a convertirse en gobernador. Junto con Baeza, cientos de priistas, panistas y perredistas han llamado a no votar en la consulta revocatoria.

¿Qué significa de fondo llamar a “no votar”? Significa una contradicción irresoluble de la democracia, un ejercicio en el que la democracia se retuerce extrañamente hasta desaparecer en la negación de la política. El “abstencionismo activo” es uno de los ejercicios más arriesgados entre las prácticas de la gimnástica democrática, que bajo una lógica de contorsionismo ideológico y político cambia el lugar del “votar” (la promoción del voto) por el lugar del “no votar” (la negación del voto).

No cabe duda, la democracia mexicana está plagada de rarezas, de actos de contorsionismo que se retuercen de forma contradictoria y paradójica.

II.- A la oposición no le alcanza para tumbar (revocar) a AMLO, a lo más que pudiera aspirar, es a jugar con: No tumbarlo. El acto de llamar a no votar en la consulta del PRI, PAN y PRD, camina sobre el filo de la navaja de la impotencia de lo político. Es aquí, que la revocación se convierte en una ratificación que estratégicamente es usada por Morena.

El proceso electoral del 2021 es diferente de la consulta (elección) de 2022, y también será diferente a la elección de 2024. Las elecciones quedan sujetas de coyunturas donde las variables en juego son más o menos relativas.

La oposición no tiene asegurada la derrota en 2024 y Morena no tiene garantizado el triunfo. Lo que tiene Morena a su favor, son:

1) Los triunfos en las gubernaturas en la elección de 2021. El año pasado, Morena ganó 11 de 15 gubernaturas que se pusieron en competencia en las elecciones.

2) Los triunfos que pudiera acumular en las elecciones para gobernador en 2022, que apuntan para que Morena gane cuatro de las seis gubernaturas en juego.

3) La alta aprobación que mantiene López Obrador en su desempeño como presidente, que ronda el 60%.

4) Los resultados que se deriven de la consulta de revocación (ratificación) de 2022.

La consulta del 10 de abril es un triunfo de Morena, que puede ser más o menos significativo, más o menos productivo hacia 2024. A su vez, esta consulta es una derrota de la oposición, que en su llamado a no votar muestra su impotencia revocatoria que se manifiesta como impotencia política.

Lo que está en juego en la consulta del próximo domingo, es el tamaño de la derrota de la oposición y el tamaño del triunfo de Morena, que son correlativos. Eso quedará significado por el número y el porcentaje de votantes que puede aproximarse o alejarse de los 30 millones de votos que llevaron al triunfo a López Obrador en 2018.