¡Libertad para el presidente Pedro Castillo! Movilización contra el golpe y organización de la asamblea popular constituyente: las tareas del momento actual

 

La derecha ha querido mandar un mensaje nefasto: el pueblo no puede gobernarse. Y los traidores desde el Congreso han dado otro: la deslealtad es el camino. Ni uno ni otro argumento debe calar en nosotros como pueblo. ¡Dignidad y lealtad para con nuestros hermanos de clase!

Desde el arribo de Pedro Castillo al gobierno la pugna política que la hegemonizaba la derecha se desplazó hacia la contradicción directa entre el campo popular y las derechas. Se vive un momento de agudización de las contradicciones y no podemos permitir que una vez más la decisión popular sea borrada de la historia.

Las tácticas del golpe

Rechazamos la sujeción del análisis político a la superficie del balance técnico jurídico del proceso que llevó a la ultraderecha, a la derecha liberal y a un sector mayoritario de la izquierda parlamentaria a vacar al presidente elegido por el pueblo peruano en las elecciones de 2021.

Lo que se consumó el 7 de diciembre pasado ha sido producto de una larga y organizada red de conspiraciones para que los poderes tradicionales oligárquicos del país, la concentración mediática y las mafias enquistadas en el Congreso, el Poder Judicial y la Fiscalía se deslastraran del gobierno popular que representaba el presidente Pedro Castillo.

¿Cuáles fueron las acciones que condujeron a esto?

Lo dijimos muchísimas veces, la estrategia de la derecha fue desconocer al presidente legítimamente elegido para poder arrinconarlo, separarlo del pueblo y de las organizaciones políticas progresistas y presionarlo a la renuncia o lograr la vacancia o la suspensión. Lamentablemente y contra todas las advertencias, esta separación del presidente con las organizaciones del pueblo se fue dando paulatinamente.

Al asumir por fuerza la idea que le instalaron los medios y la derecha, que debía conceder terreno a quienes no ganaron las elecciones, el gobierno fue perdiendo espacios de acción. Muchos agentes derechistas fueron pasando por los ministerios y copando el entorno presidencial, esperando el momento de ocasionar la ruptura del orden constitucional, sea como sea. Todo esto de la mano de un muy bien montado lawfare (persecución judicial), para generar la idea en la población de que el presidente dirigía diversas mafias y, al mismo tiempo, enredarlo en temas ajenos a la investidura presidencial. 

La situación no dio para más, aislado, copado, sembrado, fue traicionado a través de mecanismos puntuales que irán saliendo a la luz.

¿Qué hicieron la izquierda tradicional, la nueva izquierda y la izquierda parlamentaria?

Lamentablemente la izquierda parlamentaria en el Perú, en su gran mayoría, se sumó a la vacancia, por votar a favor o por la oportunista abstención. La izquierda tradicional trató de copar al presidente desde el inicio del gobierno, no coordinando o trabajando desde las bases sino exigiendo cupos gubernamentales o defendiendo sus propios intereses incluso financieros y sumándose todo el tiempo a la crítica derechista y al eco del lawfare mediático.

Parte de la nueva izquierda cayó en lo mismo, llegando a la actitud lacrimógena de decir que “se hizo más de lo que se podía”, en otras palabras, que también sectores que supuestamente defendían a nuestro pueblo se permearon de esa visión elitista y colonialista de no sentir al presidente Pedro Castillo como un hermano del pueblo, sino de verlo ajeno, distante. Ese corporativismo deleznable y oportunista ha alejado a estas organizaciones del apoyo popular.

Hoy, forzados por las circunstancias, personajes de todos estos sectores, principalmente de la izquierda parlamentaria, cambian de discurso y dicen defender la libertad del presidente. ¡El pueblo ya los conoció por sus hechos! ¿Cómo votar junto a los golpistas? ¿Cómo absolutizar el análisis solo en lo técnico-legal? ¿Cómo abstenerse?

También están las organizaciones que no han superado los lastres del dogma y pretenden amoldar la situación real de las cosas a sus esquemas de análisis extraídos de una visión libresca y colonial de los procesos revolucionarios, sobre esos grupos, que además de pesimistas y soberbios se colocan por fuera de la lucha de clases, no vale pronunciarse más en este texto.

No obstante, que formaciones de la izquierda se comporten así no niega la necesidad de una izquierda orgánica, combativa, esa izquierda que está en el pueblo, en sus organizaciones de base, y que en estos momentos lucha en las calles contra el golpismo.

Las tareas del momento actual

La derecha no tiene la correlación de fuerzas que en el próximo pasado tuvo, ni a nivel internacional ni nacional. Su unidad es solo para el golpe, lamentablemente seguidos por los votos de quienes quieren mantener sus curules, pensando, en el mejor de los casos, en que por ellos pasa el destino final del Perú, y en el peor, en sus salarios y prebendas.

La situación de permanente crisis que vive el Perú desde 2016 fue manifestación en una primera etapa, de esa debilidad que se expresó en la pugna entre las derechas, por un lado, Kuczynski, Vizcarra, Sagasti; por otro, los Fujimori y los García, y un tercer espacio de una nueva derecha regional que tuvo como máximos representantes a los Acuña, los Merino. Hoy, la etapa es otra, desde el arribo de Pedro Castillo al gobierno, gracias entre otras consideraciones a la verificación de la miseria que significó la pandemia –el Perú está entre los diez países con más muertes por COVID 19, tomando en cuenta que los países que lo aventajan en tan tristes cifras tienen poblaciones inmensas–, lo que evidencia la postergación de los derechos fundamentales en el país, obra de sucesivos gobiernos neoliberales, la pugna se desplazó hacia la contradicción directa entre el campo popular y las derechas. Se vive un momento de agudización de las contradicciones y no podemos permitir que una vez más la decisión popular sea borrada de la historia.

Surgen voces ahora, justamente de aquellos que bloquearon, exigieron cupos y/o traicionaron al presidente de introducir como prioridad entre las consignas el tema del adelanto de las elecciones, con la oportunista esperanza de obtener algún espacio en las instituciones del Estado. ¿Con qué inscripciones? ¿Bajo qué reglas? Nadie se opone a las elecciones, pues son expresión de la lucha política, pero en todo caso cualquier consigna debe ser discutida y sustentada por las bases en pie de lucha y no por las viejas cúpulas claudicantes. ¿Es que no se ha aprendido una de las más importantes lecciones de las últimas elecciones en base a los datos de ausentismo, por ejemplo?

El día 7 nuestro pueblo no colocó esa consigna como prioridad. Las elecciones tal como están y tal como las asumimos desde la izquierda lamentablemente, no dan para más.

La tarea actual radica en la defensa total del voto popular, en la exigencia de libertad del presidente democráticamente elegido, el profesor Pedro Castillo Terrones, contra el golpismo y el oportunismo y en la construcción y desarrollo de la Asamblea Popular Constituyente. El fujimorismo y las demás mafias de las oligarquías, grandes articuladores del neoliberalismo en el país, blindan la Constitución de 1993 pues es la herramienta que les permite el control del poder y la que ha generado el estado de cosas actuales, la crisis permanente.

Por otra parte, llamar a restituir la vieja Constitución de 1979 es una distracción para nuestro pueblo. Ni la carta de 1979 ni la de 1993 son suficientes ni pertenecen a este contexto. ¿Acaso lo único que importa de una Constitución es el aparato legal que entregue? No. Lo que importa es, especialmente, el momento constituyente, ese en donde el pueblo aprende a ser poder y se forja en la toma de decisiones y desarrollo de conciencia. Lo que venga después ya se verá.

El adelanto de elecciones como orden del día por encima de la defensa del voto popular y el llamamiento a recuperar la Carta de 1979 son grandes distractores de las tareas actuales: la libertad del presidente Pedro Castillo, el cierre real del Congreso y la defensa del voto popular, como base para la organización de la Asamblea Popular Constituyente.

La derecha ha querido mandar un mensaje nefasto: el pueblo no puede gobernarse. Y los traidores desde el Congreso han dado otro: la deslealtad es el camino. Ni uno ni otro argumento deben calar en nosotros como pueblo. ¡Dignidad y lealtad para con nuestros hermanos de clase!

¡Luchemos por la libertad del presidente Pedro Castillo Terrones!

¡Movilización permanente en la defensa del voto popular y por el cierre del Congreso!

¡Asamblea Popular Constituyente ahora!

9 de diciembre de 2022

IZQUIERDA SOCIALISTA

Comité Central