Las dos historias de "Tormenta sobre Europa" de Pedro F. Miret

Francisco Javier Sainz Paz

Ricardo Piglia aseguró que “un cuento siempre cuenta dos historias” (Piglia, 2008: 55) y a mi parecer, ello no pasa desapercibido por Pedro Fernández Miret en su cuento Tormenta sobre Europa, en donde dos historias se entremezclan, una que nos lleva por los humanos caminos de la deyección, y otra que nos conduce hacia los caminos del cainismo a través de la disputa entre Ribbentrop y Chamberlain por Checoslovaquia en los preámbulos de la Segunda Guerra Mundial.

En la primera historia, nos encontramos con un personaje que funge como narrador-testigo que nos introduce a la segunda historia; él asiste a una importante cena en donde se encuentran “las más connotadas personalidades del mundo” (Miret, 1981: 23). En un momento dado antes de la cena, el personaje tiene la urgente necesidad de acudir a los sanitarios, empero, su paso hacia éstos tiene algunas complicaciones, como atravesar la fiesta, encontrar el cuarto correcto y sorprender accidentalmente a una anciana desnudándose. Al estar en el baño, se percata de lo adornado que está y cavila: “sí, se nota la mano de una mujer en la forma en que está arreglado todo… qué haríamos sin las mujeres” (Miret, 1981: 22). Con ello, se  dosifica la información en torno al hecho de que la baronesa, dueña de la casa y anfitriona de la fiesta donde se celebra la reunión, tiene el control de la situación.

Después de notar los ornamentos del baño, percibe que el espejo está empotrado en la pared y recuerda que, según su experiencia en París, eso sugiere que hay alguien o algo mirando del otro lado. Al examinarlo se da cuenta de su acierto, que hay una cámara. En este punto el personaje está seguro que el responsable es el esposo de la baronesa, de quien imagina que tiene el pasatiempo de fotografiar a personas en su situación, y no la baronesa, pues la imagen que tiene de ella es de una mujer muy fina e “incapaz de tolerar una cosa así en su casa” (Miret, 1981: 24). Por si no fuera poco, en ese instante, nota la falta de papel higiénico y culpa a la baronesa: “la baronesa será una mujer muy cuidadosa en todo, pero olvidarse del papel es algo que no tiene nombre” (Miret, 1981: 24). Angustiado, busca algo para limpiarse, y encuentra un tapete que parece ser de Bohemia; sin embargo, al darse cuenta que está hecho de hule, decide que no le servirá, por lo que decide aventurarse a salir del baño en busca de algo para ayudarse. En su camino, se topa con la biblioteca y decide que allí obtendrá papel, pero también se encuentra con una reunión, en la que se encuentran Chamberlain, Ribbentrop y Goering. Su entrada al salón es estrepitosa pero inadvertida, lo que le permite rápidamente esconderse detrás del sillón, todo esto sin haberse levantado los pantalones y arrastrado la hebilla de su cinturón desde el baño hasta la biblioteca. Desde este momento las historias se unen y siguen un mismo camino.

Durante la discusión, es notable la desesperación del personaje, quien busca una distracción que le permita tomar un libro y arrancarle algunas hojas. La ocasión se presenta y elige un ejemeplar que destaca por su encuadernado que no es de piel, a diferencia del resto. Finge que lo lee y observa que casi un centenar de hojas ya habían sido arrancadas antes y sospecha que su situación se ha repetido con muchas personas esa noche. De esta suerte, con paciencia, busca los momentos álgidos de la discusión para arrebatar hojas sin ser sorprendido.

Al escuchar un ruido metálico, una hebilla de un cinturón que choca contra el suelo, infiere que una persona en su misma situación se encuentra cerca y en apuros. Al pasar frente a la reunión, el personaje los distrae a todos para que el otro sujeto en apuros también se esconda. A este otro sujeto, al cual el protagonista nombra como “Z-Z”, se le ocurre la misma idea acerca de los libros, por lo que toma uno, pero él, violentamente arranca las hojas sin importarle llamar la atención de todos. Aquí hay una curiosa reflexión acerca de los libros frente a la destrucción que hacen de ellos, tanto Z-Z como él: “No hay muerte más dolorosa que la de los libros, porque un libro que se destruye quiere decir conocimientos que se van o sana diversión que se nos escapa” (Miret, 1981: 31). Un libro, puede satisfacer varias necesidades, pueden ser, como dice el autor, intelectuales, pero es la realidad concreta la que marca el tipo de relación que tenemos con los objetos. Un pedazo de papel puede satisfacer las necesidades más instintivas ligadas a nuestra animalidad, o bien, satisfacer aquellas que hemos creado por medio del avance tecnológico de nuestras sociedades.

Después del fallido intento de la baronesa para que todos los concurridos en la reunión bajaran a cenar, el personaje y Z-Z perciben que en lo inmediato no podrán actuar, por lo que se disponen a leer los libros dañados. El que profanó el protagonista es la Introducción a la Lógica de Kantiana; ello será una intertextuliadad significativa, tanto por la relación sujeto-objeto que figura en la obra del filósofo alemán y que nos hace reflexionar en torno a la relación entre las dos historias en la diégesis, como en la serie de silogismos que el protagonista lee y trata de construir, los cuales considera ridículos pues son incapaces de explicar la realidad a su alrededor. En ese sentido, podemos entender el gesto extratextualidad que alude a la “lectura” que Hitler hizo del filósofo alemán y su terrible reinterpretación.

Por otra parte, tanto el nombre de Z-Z como la destrucción de libros, parecen guiños a las SS de la Alemania nazi  –aquel aparto represivo culpable de tantas vejaciones en contra de diferentes sujetos– y a experiencias como la quema de libros que en mayo de de 1933 las masas alrededor del Partido Nazi arrasó con cerca de 25,000 ejemplares (Baéz, 2002); sin embargo, la situación que presenta el relato no repara en gradaciones, pues se presenta a dos individuos que hacen lo mismo, que sólo se diferencian en el modo de perpetrar los libros: el protagonista busca ser no percibido, mientras que a Z-Z le interesa satisfacer su necesidad de manera inmediata. De esta manera, se construye una idea: ante el deseo de satisfacción de las necesidades, todos se comportan de la misma forma.

Al final de la primera historia, el protagonista y Z-Z, notan a una tercera persona en su misma condición, lo que complica la competencia por llegar primero al baño y salir de su penosa situación, en donde Z-Z es el vencedor. Asimismo, el personaje, al escuchar el ruido de unos tacones que se alejan, se da cuenta de que todo fue planeado por la baronesa.: El espejo con doble fondo y la falta de papel fueron parte de un plan: un instrumento grotesco que iguala a los hombres y deja huella en la fotografía.

La segunda historia comienza cuando el protagonista entra a la biblioteca. Comencemos con retomar el tapete usado por el protagonista, mismo que no sirve para su propósito pues no es de Bohemia, sino de hule. Hay una clara referencia al territorio del mismo nombre ubicado en la hoy República de Checa, y que será objeto de disputa en el Acuerdo de Munich, reunión de la que fueron protagonistas Neville Chamberlain[1], Hermann Goering[2] y Joachim von Ribbentropp,[3] misma que Mireles emplea para organizar e inspirar su relato. Cabe entonces la pregunta ¿Por qué el tapete hubiera servido para limpiarse si fuera de Bohemia?

Esta región fue un territorio ocupado por la Alemania nazi previo a la Gran Guerra, dicha acción se hizo bajo falsos argumentos. Así, como el tapete aparenta ser de Bohemia, se hace un guiño a la falsedad de la situación, de las falsas intenciones por prevenir la guerra; sin embargo, el peligro de que todo estalle hace que todos busquen satisfacer sus propias necesidades ante el conflicto, así como sucede entre el protagonista y ZZ.

Por otra parte, es perceptible la ríspida discusión que se lleva a cabo entre los diplomáticos nazis y el primer ministro inglés, entre Hermann Goering, Joachim von Ribbentropp y Neville Chamberlain. El punto de la querella es la exigencia alemana de una satisfacción por parte del gobierno checo, y la amenaza de que en caso de una negativa utilizarán la fuerza. Más adelante se esgrimen más elementos para ubicar históricamente el contexto interno del relato: los Sudetes y la industria Skoda. Los Sudetes son una región de Checoeslovaquia ubicada al noroeste que colinda con Alemania. Durante la Segunda Guerra Mundial, después de la anexión de Austria, el siguiente objetivo era Checoeslovaquia, por lo que a partir de unas supuestas agresiones contra alemanes residentes en Los Sudetes, Alemania amenazó con actuar violentamente contra ese país. La diplomacia del gobierno inglés y francés, encabezada por Chamberlain trataba de evitar la guerra y por ello instaron a Checoslovaquia a ceder ante las demandas nazis, lo que devino en la consumación del Pacto de Munich firmado por Alemania, Italia, Francia y Gran Bretaña en la ciudad alemana del mismo nombre. En éste se establecía la cesión del territorio de Los Sudetes, la expulsión de esos territorios de la población checa y la entrega de las industrias Skoda; ésta última tenía una gran importancia pues era una empresa de industria pesada que elaborada automóviles y armamento.

El cuento de Pedro F. Miret nos sitúa en ese contexto histórico. Nos muestra como las necesidades político-militares de la construcción de la hegemonía político-militar de la Alemania nazi atropellaba los derechos básicos de autodeterminación de los pueblos. Por otro lado, la ausencia del gobierno checo en las negociaciones, muestra que en el juego de guerra de las naciones poderosas, los pequeños países son piezas intercambiables sin importancia.

El final tiene un gran toque de ironía, expresado con el iracundo diálogo de Ribbentrop y la narración del protagonista:

“¡¡ Ya no somos la nación vencida de 1918 a la que se puede…

Chamberlain se da cuenta de que es inútil tratar de dialogar en ese momento y arellana  resignadamente en el sillón

–… ¡¡levantada sobre las bases de Nacional Socialismo que es el faro que alumbrará por mil años …

se apaga la luz … mal presagio” (Miret, 1981: 37).

Ambas historias nos hablan de la necesidad; la primera, de las necesidades básicas del hombre que nos recuerdan a ese estadio de satisfacción básica; la segunda, es acerca de las necesidades político-militares, pero sobre todo de la necesidad de dominio y control. La venganza de la baronesa es arrebatarles el control y someterlos a todos a la primigenia animalidad de la especie. Hay un asedio al sujeto que lo fuerza a introducirse en una conciencia primitiva, grotesca, que termina por igualar y ridiculizar a todos.

Siguiendo a Wolfang Kayser en su libro The grotesque in art and literature, logramos apreciar cómo lo grotesco hace que los personajes se tornen rígidos y mecánicos en sus movimientos, pensamientos y su lenguaje (Kayser, 1963: 131), provocando una regresión en el hombre y llevándolo a un estado primitivo cuasi animal (Kayser, 1963: 132). Pero no se trata de mostrar al ser humano como escindido en un dualidad de bien y mal, sino que ambos comportamientos son parte del ser humano, ya que en la realidad, “…the most tragic scenes exist side by side with the wildest grotesque; and the leering of the most obscene masks is often accompanied by the most painful sufferings” (Kayser, 1963: 136).

Lo anterior se presenta en el relato a través de la compenetración de las dos historias, donde la primera, en apariencia, atenúa la gravedad de la segunda, mostrando al hombre subsumido en los flujos de alienación y develando las relaciones que se establecen en la reunión de los mandatarios; así, a través de la primera historia, podemos compenetrarnos en la segunda más allá del humus histórico y conectar con los valores histórico universales que expresa la obra, permitiéndole llegar a distintos lectores de distintas épocas causando una experiencia estética de vinculación con la obra (Sánchez Vázquez, 2005: 70).

Asimismo, vale la pena reflexionar sobre los dos espacios en donde se suscita la diégesis: la biblioteca y el baño. El primero, espacio de reflexión que debería evocar en el hombre la superación por medio del conocimiento, se convertirá en el segundo a través de la deyección manifestada en una descarnada lucha por intereses económicos que deja de lado el destino de miles de hombres, y convirtiendo a los libros en meros pedazos de papel, develando así las esencias detrás de cada uno de los presentes, convirtiendo a todos en seres sufrientes, con los mismos anhelos; sin embargo el develamiento de la intenciones, termina mostrando el espíritu cainesco de la humanidad.

Bibliografía.

Báez, F. (2002). El bibliocausto nazi. Espéculo. Revista de Estudios Literarios de la Universidad Complutense de Madrid. [https://www.biblioteca.biblioteca.org.ar/libros/150931.pdf]

Fernández Miret, P. (1981). “Tormenta sobre Europa” en Rompecabezas antiguo. México: FCE.

Piglia, R. (2008). “Tesis sobre el cuento” en Teorías del cuento I. Teoría de los cuentistas. 1ª. Reimp. Comp. de Lauro Zavala. México: UNAM, Coordinación de Difusión Cultural, Dirección de Literatura. pp. 55-59.

Wolfang K. (1963). The Grotesque in Art and Literature. Trad. por Ulrich Weisstein. EUA: Bloomington Indiana University Press, 1963. 260 pp.

Sánchez Vázquez, A. (2005). Las ideas estéticas de Marx. México: Siglo XXI Editores,

[1] Primer Ministro de Inglaterra antes de la Segunda Guerra Mundial.

[2] Político y militar alemán que durante el nazismo fundó la Gestapo y estuvo a cargo de la Luftwaffe, la fuerza aérea alemana.

[3] Político, diplomático militar alemán que se desempeñó como como Ministro de Asuntos Exteriores de la Alemania nazi.