La teoría del colonialismo interno de González Casanova: la realidad actual indígena en el Abya Yala

Fernando David Márquez Duarte

Pablo González Casanova es uno de los pensadores críticos que más ha aportado al pensamiento de México, del Abya Yala y del mundo. Es uno de los científicos sociales y académicos más comprometidos con la sociedad, especialmente con grupos oprimidos como lo son los grupos indígenas, con los que ha trabajado de cerca y ha apoyado en sus luchas, llegando a ser nombrado comandante honorario por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Así mismo, es uno de los pensadores marxistas mexicanos más reconocidos, siempre teniendo una crítica marxista al sistema capitalista que nos fue impuesto, que actualmente es neocolonial y neoliberal, sin perder la crítica hacia los regímenes que se autonombraron socialistas, pero que impusieron opresiones a grupos minoritarios dentro del Estado. En este ensayo centro mi análisis en los postulados sobre colonialismo interno que González Casanova propuso hace más de 60 años, pero que siguen tan vigentes como en aquel entonces, si no es que más. Sus postulados son tan poderosos que han servido de base no solo para el pensamiento marxista de México y del Abya Yala (término acuñado por el grupo indígena Guna/Kuna para referirse al continente. Para este ensayo se usará el mismo para referirse a la que se conoce como América Latina), sino también para el pensamiento decolonial, siendo sus ideas potenciadas por autores revolucionarios, decoloniales, marxistas, como Frantz Fanon, Aníbal Quijano, Enrique Dussel, Achille Mbembe, entre otros.

Para adentrarnos en la discusión del colonialismo interno es relevante discutir sus postulados principales. De acuerdo con González Casanova, el colonialismo interno es un fenómeno en donde grupos étnicos minoritarios sufren una dinámica de opresión colonial dentro y por el Estado-Nación, con condiciones similares a las opresiones que sufren los pueblos por el imperialismo y colonialismo global, aún cuando los países lograron la independencia (por lo menos formal) de los imperios occidentales. Dentro de las opresiones que sufren los grupos por el colonialismo interno se encuentran: “…habitan en un territorio sin gobierno propio; se encuentran en situación de desigualdad frente a las elites de las etnias dominantes y de las clases que las integran; su administración y responsabilidad jurídico-política conciernen a las etnias dominantes, a las burguesías y oligarquías…los derechos de sus habitantes y su situación económica, política, social y cultural son regulados e impuestos por el gobierno central; los colonizados en el interior de un Estado-nación pertenecen a una “raza”…considerada “inferior”…”[i].

Para lograr una discusión más completa de las formas de opresión que caracterizan al colonialismo interno es importante analizar un caso en la realidad: la situación actual de los pueblos indígenas en el Abya Yala. Si bien en algunos Estados del Abya Yala, especialmente Bolivia y México, han surgido habido cambios positivos en cuanto al reconocimiento de derechos indígenas en la Constitución y/o en las leyes en los últimos 20 años, en la mayoría de los Estados de la región los grupos indígenas sufren las opresiones características del colonialismo interno, por lo que me permito analizar cada una de ellas:

  • Territorio sin gobierno propio: Desde la invasión colonial del Abya Yala por los imperios de España, Inglaterra, Francia, Holanda, Portugal, y posteriormente, por Estados Unidos, se realizaron actos atroces de genocidio, violaciones, esclavitud, y despojo de tierras hacia pueblos indígenas. La reducida cantidad de grupos indígenas que sobrevivieron a todas esas opresiones coloniales fueron despojados de sus tierras y segregados a espacios limitados, siempre dominados y controlados por las élites europeas, y después de la independencia formal, creando los Estados “independientes” por las élites criollas y mestizas, siendo gobernados y dominados por extranjeros. Aún actualmente en la mayoría del Abya Yala, los Estados no reconocen el derecho de los pueblos indígenas a la auto-determinación (que se refiere al derecho de un grupo a decidir, por medio de sus sistemas y normas propios, su forma de vida, su concepción de desarrollo y sus necesidades) ya que no les permiten vivir por medio de sus formas de auto-gobierno. Un claro ejemplo de esa situación es la situación que viven los pueblos indígenas en Brasil, donde ni siquiera son reconocidos como objetos de derechos diferenciados, mucho menos como sujetos de derechos[ii].
  • Administración y responsabilidad jurídico-política: Este punto está estrechamente ligado con el anterior. Desde la invasión colonial se impuso la creencia falaz que las y los indígenas eran inferiores que los europeos, ya que los imperios, así como la iglesia católica, consideraba que las personas indígenas no tenían alma, que eran semi-humanos, que eran “salvajes”, considerándoles incapaces de tomar decisiones propias, justificando así el despojo de tierras bajo pretexto de administrarlas mejor que los “indios”. Esta creencia se perpetuó después de la independencia formal de los Estados del Abya Yala, ya que no se consideró a las personas indígenas como ciudadanas, sino que en la mayoría de los Estados se les consideró bajo la tutela del Estado, como si fueran infantes o con deficiencias cognitivas. Esta situación implicó también que no se les considerara como objetos o sujetos de derecho, quitándoles el derecho a participar en asuntos públicos, el derecho a la propiedad, el derecho a la educación, al empleo digno, a la salud, etc. Esta opresión del colonialismo interno sigue muy vigente, especialmente en cuanto a la propiedad de tierras ancestrales que les pertenecen a los pueblos indígenas y al estatus legal no solo de tenencia de la tierra, sino del uso y disfrute de los elementos que son parte de la tierra, como el agua, los bosques, los recursos del subsuelo, los animales, etc. Incontables son los casos en que se despojan a los pueblos indígenas de sus tierras ancestrales, bajo pretexto de usarlas para obtener ganancias y comercializar la tierra y sus elementos por parte de empresas, y en otros casos, bajo pretexto de usarlas para megaproyectos de interés “estratégico nacional”[iii][iv].
  • Derechos regulados e impuestos: una tercera forma de opresión colonial que se impuso a los pueblos indígenas por los invasores y que se ha perpetuado aún después de la creación de los Estados “independientes” del Abya Yala, es la misma contradicción sobre los derechos indígenas. Por un lado, se considera que todos los seres humanos tienen, valga la redundancia, derechos humanos como derechos naturales, por el hecho de existir. Sin embargo, existe un segundo nivel de derechos[v] constituido por los derechos diferenciados y colectivos de los grupos indígenas, que se justifican en las peculiaridades de los grupos indígenas, tanto étnicas, culturales, sociales y también de opresión histórica que han sufrido a manos de los imperios, las empresas transnacionales y los mismos Estados “independientes”. La contradicción radica en que para que los pueblos puedan realizar su derecho a la auto-determinación, que es de donde parten la mayoría de los derechos colectivos como pueblos indígenas, es necesario que el Estado reconozca este derecho y que establezca mecanismos para que los pueblos indígenas puedan ejercerlo. Como se puede inferir, es ilógico que el Estado tenga que reconocer y “aprobar” que los pueblos indígenas tengan el derecho a la auto-determinación. Incluso en algunos Estados del Abya Yala se ha categorizado como grupos terroristas y se ha violentado a grupos indígenas por buscar la auto-determinación, al ver que el Estado constantemente les oprimía y violaba sus derechos, como fue en Perú con el dictador Fujimori en los 90’s, como fue en Colombia, especialmente por el ultraconservador Uribe en los 2000, como fue en México con el régimen corrupto de derecha del PRI (Partido Revolucionario Institucional) en los 90’s contra el zapatismo.

Todas estas características del colonialismo interno que González Casanova desarrolla de manera muy acertada han sido discutidos, elaborada y refinadas por autores como Aníbal Quijano, continuando con los postulados de que el colonialismo interno impuso una jerarquización de un grupo como superior (élites ricas y blancas) y de otros como inferiores, donde los grupos más oprimidos son los indígenas y negros pobres, y dentro de estos grupos son aún más oprimidas las mujeres indígenas y negras pobres. Casanova se refiere a este fenómeno como darwinismo político[vi], que consiste en la categorización de ciertos grupos raciales y étnicos como inferiores y atrasados, para poder sacrificarlos por el Estado, sobre todo en la época de las dictaduras en el Abya Yala, como en Brasil, Argentina, Guatemala, Uruguay, Chile, bajo pretexto de alcanzar el “desarrollo” o el “progreso” nacional. Esta noción nefasta se impuso por medio de la violencia y la religión desde la invasión colonial, y gracias al sistema de opresión colonial que se ha perpetuado por siglos, ha sido interiorizada en las sociedades del Abya Yala. Para Quijano esto se refiere a la colonialidad del poder[vii]. Es importante resaltar que tanto en los postulados de González Casanova, como en los de Quijano, se considera la opresión de clase y de raza como transversal e inseparable, concordando con postulados marxistas, que aunque no se reconozca, el mismo Marx propuso en su crítica a la economía política, reconociendo que el dominio global del capitalismo y su imposición solo fue posible gracias a la invasión colonial del Abya Yala[viii].

Por otro lado, los argumentos de González Casanova también tienen una relación cercana e incluso pareciera que conscientemente dialogan con los argumentos postulados por Fanon, publicados un poco tiempo después de “colonialismo interno” (llegando a México traducido en 1963). Fanon, en su libro Los condenados de la tierra, hace un análisis sumamente relevante y enriquecedor sobre la opresión colonial, y sobre los movimientos revolucionarios anti-coloniales, tanto en el continente africano (especialmente por su experiencia en Argelia), así como en el Abya Yala. Fanon [ix]sostiene los argumentos de Casanova, discutiendo que el sistema de colonialismo interno se establece y permea gracias al rol servil de las élites internas que funcionan como agentes de las élites transnacionales. Este argumento es sumamente relevante, ya que al igual que Casanova, critica a las élites colonizadas, que han tomado el poder después de la independencia formal de los Estados colonizados, pero que, en vez de hacer un cambio radical de la estructura opresiva colonial, la han perpetuado y continuado con la opresión hacia los grupos considerados inferiores por medio del colonialismo interno. Esto lo explica Fanon puntualmente: “Cuando se reflexiona acerca de los esfuerzos que han desplegado para realizar la enajenación cultural…se comprende que…el resultado global buscado por el dominio colonial era efectivamente convencer a los indígenas de que el colonialismo venía a arrancarlos de la noche. El resultado…era meter en la cabeza de los indígenas que la partida del colono significaría para ellos la vuelta a la barbarie, a encanallamiento, a la animalización.”[x]. Como resultado, para Fanon la única forma de romper con la opresión colonial y lograr la verdadera independencia y auto-determinación de los pueblos colonizados eran los movimientos de independencia violentos: “El colonizado que decide realizar ese programa, convertirse en su motor, está dispuesto en todo momento a la violencia. Desde su nacimiento, le resulta claro que ese mundo estrecho, sembrado de contradicciones, no puede ser impugnado sino por la violencia absoluta”[xi].

Continuando con la discusión de los postulados sobre colonialismo interno, González Casanova hace una importante crítica al régimen de la URSS por el colonialismo interno que impuso. De acuerdo a Casanova, aunque Lenin fue bastante crítico del colonialismo interno del imperio ruso hacia los grupos minoritarios y siempre propuso que el proyecto de la revolución socialista debía considerar a los diferentes grupos étnicos y acabar con la opresión colonial[xii], la URSS no siguió los principios del marxismo-leninismo, sino fue controlada por Stalin y su estructura de colonialismo interno, de la que Casanova es bastante crítico, argumentando que en la URSS de Stalin, se supeditó la opresión étnica y racial, bajo un reduccionismo de clase, sin resolver la opresión colonial al interior de la URSS que diferentes grupos sufrieron, como las minorías musulmanas de los Estados “-Stán”. Sin embargo, Casanova reafirma su compromiso con el marxismo y argumenta que “Los movimientos alternativos, sistémicos y anti sistémicos, no pueden ignorar los grandes cambios que han ocurrido en las categorías sociales del sistema de acumulación y dominación capitalista”[xiii], a la vez que critica a los movimientos e individuos que se consideran de izquierda progresista que consideran que el marxismo ha muerto. Esta crítica es muy importante ya que en los últimos años es cada vez más común encontrar grupos, movimientos y hasta intelectuales que se consideran de izquierda pero ignoran los postulados del marxismo y se centran en aspectos sobre reconocimiento e identidad solamente, tomando una etiqueta posmoderna, anarquista e incluso poscolonial y anti-colonial, sin entender que la opresión colonial es inherentemente capitalista y que la lucha contra el colonialismo debe ser al mismo tiempo una lucha contra el capitalismo, el racismo, y el machismo. No se puede lograr ningún cambio sustancial hacia la decolonialidad, igualdad, equidad, justicia, y democracia si no se deconstruye radicalmente el sistema capitalista. Mientras el sistema capitalista continúe, el racismo, machismo y colonialismo van a continuar.

Casanova también analiza el caso del apartheid en Sudáfrica contra los grupos negros indígenas y de la opresión impuesta sobre el pueblo Palestina por Israel, como casos de colonialismo interno que son más contemporáneos, y que en el caso de Palestina, es una situación desgarradoramente latente. Los argumentos sobre colonialismo interno, especialmente en el caso de Palestina han sido la base también de autores decoloniales de otras latitudes, como Achille Mbembe en Africa, con sus postulados sobre necropolítica[xiv].

Finalmente, como propuesta de cómo se puede luchar contra el colonialismo interno, González Casanova argumenta que se necesita “la formulación moral y política del respeto a uno mismo, a la propia dignidad y autonomía de la persona, y también del respeto a la colectividad a que se pertenece, a fin de construir un poder alternativo indoblegable que, basado en las unidades autónomas y sus redes, redescubra, por sus recuerdos y experiencias, la lucha encubierta de clases, hoy convertida en guerra por “los ricos y los poderosos”, y que los ciudadanos, los pueblos y los trabajadores descubren o redescubren por experiencias propias”[xv]. Como se puede apreciar, González Casanova considera que la lucha contra el colonialismo interno debe ser liderada por los grupos oprimidos, con una ética basada en la lucha por la dignidad y la auto-determinación, sin perder de vista la importancia de la lucha de clases y de la unión de grupos oprimidos, tanto trabajadoras y trabajadores, pueblos indígenas, negros,  para luchar desde abajo contra las élites políticas y económicas que perpetúan el colonialismo interno y para luchar por un sistema más justo, humano y que permita que los diferentes grupos coexistan, pero en igualdad de condiciones y con igualdad de oportunidades reales, para evitar caer en una multiculturalidad simulada. Estos postulados han sido también fortalecidos por los postulados de otros autores marxistas, precursores de la decolonialidad, como Enrique Dussel, que a principios de los 70’s planteaba la necesidad de luchas por una reivindicación hegemónica para lograr la liberación latinoamericana[xvi].

En la actualidad, diferentes grupos indígenas continúan resistiendo contra el colonialismo tanto interno como global, y luchando por una verdadera auto-determinación. Casanova analiza el ejemplo del movimiento zapatista en Chiapas como una lucha contra el colonialismo interno, y cita a las y los mismos zapatistas, declarando que el movimiento lucha “por un mundo donde quepan todos los mundos”[xvii]. Otra de las luchas, que está estrechamente relacionada con el movimiento zapatista es la lucha del Concejo Indígena de Gobierno (CIG) en México, que ha logrado unificar las luchas y unir fuerzas de diferentes pueblos indígenas en México para luchas contra el colonialismo y contra el despojo, avanzando hacia la auto-determinación. Un ejemplo de esto es la “otra campaña”, donde se decidió de manera colectiva en el CIG lanzar a una candidata independiente anti-colonial, anti-capitalista y anti-sistémica a la presidencia de México en las elecciones del 2018, siendo elegida Marichuy, una mujer indígena Nahua, médica tradicional de Jalisco. Aunque en un principio el mismo movimiento zapatista no estuvo de acuerdo en esta decisión, terminó apoyando la candidatura de Marichuy. Este movimiento ha sido sumamente relevante, ya que la candidatura de Marichuy no fue una lucha partidista por beneficios económicos o políticos individuales, sino fue una forma de visibilizar la resistencia y lucha que los pueblos indígenas han encabezado por más de 500 años contra el colonialismo. Incluso la misma forma de candidatura fue antisitémica en sí, ya que Marichuy fue elegida solamente como una vocera, que literalmente llevó las demandas, luchas y postulados de los grupos participantes del CIG, recorriendo las comunidades indígenas del país para escucharles, incluirles e incorporarles en el movimiento contra el colonialismo, el capitalismo, el racismo y el machismo.

Otro ejemplo de lucha (aunque mucho más local) contra el colonialismo interno y global desde los pueblos indígenas es la lucha del pueblo indígena Cucapáh por el derecho al agua y a la pesca. El pueblo Cucapáh ha vivido por más de 1,000 años a orillas del río Colorado, en lo que ahora es Mexicali, México. El mismo nombre del pueblo significa “gente del río/del agua”. Este pueblo indígena se ha dedicado a la pesca en el Río Colorado desde siempre, sin embargo, han sufrido tanto colonialismo interno como global, ya que Estados Unidos por la construcción de presas, ha controlado y desviado el agua del río, disminuyendo el agua que llega a México hasta casi desaparecer. Aunado a esto la salinización del agua y la contaminación, por el uso desmedido en Estados Unidos desde 1950, han envenenado cada vez más al agua y a los peces del río. Al respecto las élites políticas y económicas mexicanas han actuado como viles agentes de los intereses estadounidenses al firmar y ratificar el Tratado de Aguas desde 1944, que ha permitido la reducción del flujo de agua hacia México año con año. Aunado a esto, en 1993 el gobierno corrupto de derecha del PRI en México estableció unilateralmente la zona del Delta del Río Colorado como área natural protegida, prohibiendo al pueblo indígena Cucapáh pescar en la zona donde todavía hay peces y donde han pescado por más de 1,000 años. Esto es un claro indicador de cómo el Estado mexicano ha ejercido un colonialismo interno sobre el pueblo Cucapáh, al despojarles de su río, sin realizar ninguna consulta de manera adecuada, ni para la firma del Tratado, ni para la declaración de área protegida. Al respecto, las personas Cucapáh, en su mayoría de la comunidad “El Mayor Cucapáh” se han organizado para resistir el colonialismo interno, sosteniendo que es su derecho el pescar en las tierras y aguas en las que han vivido cientos de años antes de que de invadiera el Abya Yala y que se estableciera el Estado Mexicano independiente. Dentro de las acciones que han realizado para resistir el colonialismo interno es el tomar la carretera, el realizar plantones en las oficinas de las autoridades de pesca, el videograbar todas las agresiones que han sufrido, especialmente de 1993 al 2013, por parte del gobierno mexicano, los militares y el crimen organizado, y el entablar procesos legales en México e incluso en la Corte Interamericana de Derechos Humanos, para defenderse de la violación de sus derechos. Sin embargo, siguen sufriendo el colonialismo interno, ya que solo una minoría de pescadores Cucapáh tienen permisos de pesca, solo para dos meses por año, y para una cantidad muy limitada de volumen de pesca. Así mismo se les ha criminalizado y se les ha confiscado el fruto de su trabajo de pesca en varias ocasiones. En el caso de los Cucapáh se manifiestan los postulados principales de la teoría del colonialismo interno que Casanova argumenta: el territorio sin gobierno propio, al no permitírsele al pueblo Cucapáh el uso de sus tierras y aguas, y por lo tanto, negándoles el derecho a la auto-determinación, así como se manifiesta la administración jurídico-política, al no reconocerles como dueños de la tierra, y no reconocerles su derecho a pescar en su río. Finalmente, el que el Estado no reconozca su derecho a subsistir, considerándolos menos importantes que los peces, es un claro ejemplo de cómo se les ha inferiorizado, al considerarlos un problema.

Conclusiones

Para concluir con este ensayo, es importante resaltar que la teoría del colonialismo interno está más vigente que nunca, y es una herramienta valiosa para analizar la situación que viven los grupos indígenas en el Abya Yala, y para que los grupos que sufren colonialismo interno puedan resistir, como Casanova plantea, con base en la dignidad y el derecho a la auto-determinación. Resaltando que la lucha contra el colonialismo interno es al mismo tiempo contra el capitalismo, colonialismo, racismo y machismo. Como se discutió en este ensayo, el colonialismo interno es un fenómeno en donde grupos étnicos minoritarios sufren una dinámica de opresión colonial dentro y por el Estado-Nación, donde las élites nacionales, tanto políticas y económicas, funcionan como agentes del colonialismo global, imponiendo una serie de opresiones como el habitar en un territorio sin gobierno propio; el ser consideraros inferiores por las élites nacionales, de manera que su administración y responsabilidad jurídico-política es ejecutada por las élites, y finalmente sufrir la contradicción de que sus derechos tengan que ser “aprobados” y regulados por las mismas élites que los oprimen. Finalmente, vale la pena recalcar que los postulados de Pablo González Casanova siguen vigentes no solo por sus obras, sino por las obras de autores que han seguido su camino y sus ideales como Frantz Fanon, Aníbal Quijano, Enrique Dussel, Achille Mbembe, solo por mencionar algunos.

Referencias

Dussel, Enrique. Para una ética de la liberación latinoamericana. Siglo XXI, 1973.

Fanon, Frantz. Los condenados de la tierra. 1a ed. México: Fondo de Cultura Económica México, 1963.

Flores-Pacheco, Martha I. “Tierra y agua: efectos culturales por la construcción de la Hidroeléctrica en los pueblos indígenas nahuas de Zongolica, Veracruz”. Agua y Territorio, núm. 7 (2016): 153–62.

González Casanova, Pablo. “Colonialismo interno (una redefinición)”. En La teoría marxista hoy. Problemas y perspectivas, 409–34. Buenos Aires: CLACSO, 2006.

López Bárcenas, Francisco. “Pueblos indígenas y megaproyectos en México: las nuevas rutas del despojo”. En Patrimonio biocultural, saberes y derechos de los pueblos originarios, 123–40. CLACSO, 2012.

Marx, Karl. Karl Marx: selected writings. Oxford University Press, USA, 2000.

Mbembe, Achille. Necropolitics. Traducido por Steven Corcoran. 1st ed. Theory in forms. Durham, United Kingdom: Duke University Press, 2019.

Moog Rodrigues, Maria Guadalupe. “Indigenous Rights in Democractic Brazil”. Hum. Rts. Q. 24 (2002): 487.

O’Sullivan, Dominic. “Māori Self-determination and a Liberal Theory of Indigeneity”. En Restoring indigenous self determination, 2nd ed., 57–64. E-IR Foundations. E-International Relations, 2015.

Quijano, Aníbal. “Colonialidad del poder y clasificación social”. Contextualizaciones Latinoamericanas, núm. 5 (2015).

———. “Modernity, identity, and utopia in Latin America”. boundary 2 20, núm. 3 (1993): 140–55.

[i] Pablo González Casanova, “Colonialismo interno (una redefinición)”, en La teoría marxista hoy. Problemas y perspectivas(Buenos Aires: CLACSO, 2006), 86.

[ii] Maria Guadalupe Moog Rodrigues, “Indigenous Rights in Democractic Brazil”, Hum. Rts. Q. 24 (2002): 487.

[iii] Francisco López Bárcenas, “Pueblos indígenas y megaproyectos en México: las nuevas rutas del despojo”, en Patrimonio biocultural, saberes y derechos de los pueblos originarios (CLACSO, 2012), 123–40.

[iv] Martha I. Flores-Pacheco, “Tierra y agua: efectos culturales por la construcción de la Hidroeléctrica en los pueblos indígenas nahuas de Zongolica, Veracruz”, Agua y Territorio, núm. 7 (2016): 153–62.

[v] Dominic O’Sullivan, “Māori Self-determination and a Liberal Theory of Indigeneity”, en Restoring indigenous self determination, 2nd ed., E-IR Foundations (E-International Relations, 2015), 57–64.

[vi] González Casanova, “Colonialismo interno (una redefinición)”, 94.

[vii] Aníbal Quijano, “Colonialidad del poder y clasificación social”, Contextualizaciones Latinoamericanas, núm. 5 (2015); Aníbal Quijano, “Modernity, identity, and utopia in Latin America”, boundary 2 20, núm. 3 (1993): 140–55.

[viii] Karl Marx, Karl Marx: selected writings (Oxford University Press, USA, 2000).

[ix] Los condenados de la tierra, 1a ed. (México: Fondo de Cultura Económica México, 1963), 76, 86.

[x] Fanon, 104.

[xi] Fanon, 18.

[xii] González Casanova, “Colonialismo interno (una redefinición)”, 88.

[xiii] González Casanova, 104.

[xiv] Achille Mbembe, Necropolitics, trad. Steven Corcoran, 1st ed., Theory in forms (Durham, United Kingdom: Duke University Press, 2019).

[xv] González Casanova, “Colonialismo interno (una redefinición)”, 105.

[xvi] Enrique Dussel, Para una ética de la liberación latinoamericana (Siglo XXI, 1973).

[xvii] González Casanova, “Colonialismo interno (una redefinición)”, 88.