La otra comuna de Morelos. La Colonia Proletaria Rubén Jaramillo, a 48 años de su fundación

Ricardo Y. Fuentes

Introducción

El 31 de marzo de 1973 en el municipio de Temixco del estado de Morelos, un grupo de personas lideradas por un joven de 27 años de nombre Florencio Medrano Mederos, tomaron la decisión de invadir 68 hectáreas de terreno para posesionarse del predio y posteriormente dividirlo en lotes de 200mt para regalarlos a todo aquel que no tuviera un lugar donde vivir. Con ello iniciaba la experiencia de la Colonia Proletaria Rubén Jaramillo (CPRJ). Una historia de organización comunitaria y popular con la perspectiva de cambiar la realidad social por medio de un proceso revolucionario y bajo la luz del pensamiento de Mao Tse-Tung.

En las siguientes páginas mencionaré, de forma breve, algunos de los puntos más relevantes para comprender y acercarse a la historia de la CPRJ y de su líder, Florencio Medrano Mederos. Todo ello para conocer y divulgar una historia que, sin temor a exagerar, se convirtió en una de las experiencias más profundas y radicales de lucha social y política en la historia del país.

Florencio “El Güero” Medrano

Florencio Medrano Mederos, a quien mayormente se le conoció como “El Güero” Medrano (por su tono de piel muy singular), nació un 27 de octubre de 1945 en el poblado de Limón Grande en el municipio de Cutzamala del Pinzón del estado de Guerrero. Su infancia y adolescencia las vivió rodeado de una actividad netamente campesina en la región de Tierra Caliente entre los estados de Guerrero y el Estado de México. Y para los años sesenta, después de probar suerte buscando trabajo en el Distrito Federal, incluso enlistándose en el Ejército por un par de años, llegó a radicar a Morelos a la colonia popular “Gral. Antonio Barona” de Cuernavaca, en la capital del estado alrededor de 1967.

En dicho poblado de la capital de Morelos cambiaría radicalmente su forma de pensar. Desde los primeros meses se relacionó con gente que tenía una presencia política importante en la región. Como paréntesis, vale la pena destacar que la colonia “Gral. Antonio Barona” se había fundado en 1961 a partir de la posesión de un terreno que iba a convertirse en un fraccionamiento y fue una organización que tuvo contacto político con el movimiento jaramillista. Por tanto, algunos de los dirigentes de la Antonio Barona tenían cierta formación política apegada a la izquierda. Retomando el análisis, entre las personas que habitaban el lugar y que Florencio Medrano conoció y con quienes entabló una buena relación, se encontraba: Porfirio Equihua Pérez y su hijo Rafael Equihua Palomares. Fue Rafael Equihua quien en 1968 lo invitó a los círculos de estudio de teoría marxista/maoísta en los que participaba, círculos de discusión que estaban direccionados por un ingeniero de nombre Javier Fuentes Gutiérrez quien era exmilitante del Partido Comunista Mexicano (PCM) y que para esos años comulgaba con la línea comunista de China. De dicha práctica se conformó una organización maoísta de nombre Partido Revolucionario del Proletariado Mexicano (PRPM), y Florencio Medrano Mederos se unió como militante de la organización.

Por medio del PRPM, Florencio Medrano, y ocho militantes más (incluyendo un primo suyo: Aquileo Mederos), irían a China en 1969 en un viaje de formación política que duraría poco más de seis meses. Todo auspiciado por el gobierno de Pekín. A su regreso, y después de su proceso formativo y de haber sido espectadores de la Gran Revolución Cultural Proletaria, los integrantes del PRPM estaban convencidos en instaurar un régimen comunista y popular en México por medio de una revolución armada. Sin duda, la experiencia del viaje cambió por completo la forma de pensar de Florencio Medrano, marcando la manera con la que vio la realidad durante los años siguientes.

Sin embargo, a los pocos meses de haber arribado el grupo de militantes del PRPM a México después de su experiencia en Asia, comenzaron a tener tropiezos. La Dirección Federal de Seguridad conoció la existencia de la organización y un par de semanas antes de la primavera de 1970 fue aprehendido la mayoría del cuadro dirigente del grupo en el Distrito Federal. Esto orilló a que la policía buscará a los demás integrantes del PRPM, sobre todo a los que radicaban en Cuernavaca. No obstante, Florencio Medrano y Aquileo Mederos lograron no ser detenidos y se mantuvieron evadiendo el acoso policial y, entre 1971 y 1972, Florencio Medrano, principalmente, se mantuvo “escondido” en el pueblo de Acatlipa, una localidad al sur a poco más de diez kilómetros de Cuernavaca, perteneciente al municipio de Temixco.

En Acatlipa, después de que la situación con la policía se tranquilizó, Florencio Medrano se dedicó a llevar a cabo círculos de estudio de las obras de Mao Tse-Tung con algunos campesinos y ejidatarios del lugar. Asimismo, logró entrar en contacto con un grupo de estudiantes de la preparatoria de Jojutla que se unieron a su incipiente organización, con quienes también estudiaba textos maoístas. De ese modo, Florencio Medrano consideró que podía encabezar la transformación del país. Fue así como por medio de esa compenetración social que experimentó en Acatlipa, que gente del lugar le comentó sobre las 68 hectáreas de tierra que se encontraban a un costado del pueblo. Un predio que para esos años era propiedad del entonces gobernador del estado de Morelos, Felipe Rivera Crespo (1970-1976). Terrenos los cuales estaban destinados a convertirse en un fraccionamiento inmobiliario (de lujo) para la burguesía que se llamaría “Villa de las Flores”.

Florencio Medrano investigó la situación por la que el predio pasó de pertenecer al ejido de Acatlipa para convertirse en un emporio de la industria inmobiliaria propiedad de la familia del gobernador. Descubrió que en la década del cincuenta dicho terreno se había vendido de manera arbitraria a un empresario extranjero que posteriormente no pudo pagar los impuestos correspondientes y el predio terminó siendo confiscado por el gobierno. Y para la década de 1970 el entonces gobernador pagó la deuda al fisco y se adueñó del lugar para construir el fraccionamiento.

Siguiendo el esquema maoísta de las bases de apoyo, Florencio Medrano sabía que era imposible encabezar una revolución sin antes tener una sólida base de apoyo popular. Por lo tanto, consideró legitimó posesionarse de esos terrenos porque suponía que injustamente se los habían arrebatado a la gente del pueblo, y a su vez, si la operación resultaba ser un “éxito”, por la cantidad de personas que arribarían al poblado dado que se pensaba lotificar y regalar los lotes, la comunidad se convertiría en una base de apoyo para su plan político. Al final, en el horizonte del joven maoísta, la meta era constituir un movimiento armado y buscar la manera de iniciar una insurrección popular en el país.

Colonia Proletaria Rubén Jaramillo: La comuna “medranista”

Ante este panorama descrito líneas atrás, es como un grupo de personas, liderados por el maoísta Florencio Medrano Mederos, decidieron invadir los terrenos de “Villa de las Flores” la noche del sábado 31 de marzo de 1973. Se anticiparon así a los intereses de la fraccionadora. Para que la acción brindara los resultados esperados, Florencio Medrano planeó junto a las personas que lo acompañaban, como los estudiantes Gilberto Higareda y Félix Basilio, así como el ejidatario Francisco Salgado, a que se hiciera una comisión encargada de repartir volantes en diversos puntos del estado de Morelos, en donde se invitaba a todo aquel que no tuviera un espacio donde vivir, a que fuera “Villa de las Flores” en donde les regalarían un terreno. Increíblemente, en un par de semanas la afluencia de personas se contabilizaba en miles. Todo parecía indicar que aquella máxima maoísta de que una sola chispa puede incendiar toda la pradera se estaba cumpliendo.

En los siguientes días por medio de una asamblea en donde participaron la mayoría de los nuevos colonos, decidieron democráticamente ponerle el nombre de Rubén Jaramillo al poblado, en memoria del luchador social. Pero se optó también porque el nombre tuviera el epíteto de Proletaria, el cual, a la postre, se convirtió en un distintivo. De esa manera iniciaba la experiencia de la Colonia Proletaria Rubén Jaramillo. Y durante los siguientes seis meses se convirtió en un crisol de resistencia y movilización social en la región de Morelos.

Desde el principio el poblado tuvo la característica de una organización con un líder, empero, todas las decisiones eran consensuadas entre los pobladores. Se hacían Asambleas Generales de Colonos y se conformó un Comité de Lucha que hacía valer las opiniones de todos los integrantes que conformaban el poblado. La peculiaridad del Comité, el cual fungió como órgano rector de la comunidad, es que se erigió con un representante de cada sector popular que se encontraba en la CPRJ, o sea, estuvo compuesto por un presidente, un secretario obrero, otro campesino y otro estudiantil.

Florencio Medrano, como presidente del Comité de Lucha, pudo conseguir dentro del experimento de la Colonia Proletaria Rubén Jaramillo una fuerte participación de las masas populares que ahí cohabitaron. Por tanto, la CPRJ tuvo la característica de una sociedad en conjunto que ponderaba el trabajo autogestionario y comunitario. En donde se encontraron formas de convivencia que fomentaron, entre todos los colonos, expresiones de solidaridad a escalas mayúsculas, donde como decía su dirigente: “aquí todo es de todos”.

Se llevaron a cabo rondas de vigilancia realizadas por los pobladores con la intención de proteger la comunidad del acoso policiaco, o de cualquiera que quisiera atentar contra la estabilidad de la colonia. Se hacían actividades dominicales para beneficio del poblado en lo que se conoció como Domingos Rojos o Domingo Colectivos; en los cuales, ayudar a levantar una choza para algún colono, construir un puente para atravesar una barranca que pasaba por la mitad del terreno, ordenar adecuadamente la terracería de las calles, construir un dispensario médico, así como una escuela para los niños, se convirtieron en tareas primordiales de solidaridad interna.

De igual modo, debido al auge de la CPRJ, comenzó a generar por su experiencia comunitaria muchas brigadas de estudiantes, universitarios en su mayoría, que arribaron a la comunidad. Los estudiantes apoyaban en todas las labores dominicales, y con su ayuda, la operación, por ejemplo, del dispensario médico gracias a la participación de estudiantes de la carrera de medicina de la UNAM, tuvo mejores resultados. Aquella escuela, que se consagró con su propio proyecto educativo autónomo (independiente del de la SEP), se edificó con apoyo de estudiantes y algunos profesores normalistas y pedagogos de la UNAM que llegaron con la intención de apoyar la causa. A su vez, no pocos estudiantes comenzaron a destacar por su participación política, por lo que Florencio Medrano los invitó a participar de lleno en la organización, algunos estudiantes compartieron puestos clave dentro de la colonia.

Por otro lado, se prohibió la venta y consumo de alcohol, así como de cualquier sustancia enervante, dentro de la colonia con la intención de generar una mejor cohesión en el interior de la comunidad y forjar un estilo de vida diferente. Asimismo, se pretendió que las mujeres tuvieran participación en la organización política, por lo que siempre tuvieron voz y voto dentro de las asambleas y se convirtieron en participantes activas en la toma de decisiones cuando se requería el consenso general, así como en las manifestaciones que regularmente se hacían.

También, en una ocasión semanas después de la fundación, específicamente durante el mes de mayo, el gobernador Felipe Rivera Crespo llegó a la CPRJ (disfrazado para que no se dieran cuenta de quién era) con la intención de conocer el lugar y saber cómo estaban organizados. Sin embargo, fue descubierto e interceptado por la guardia que custodiaba la entrada, siendo así trasladado a donde eran las oficinas del Comité de Lucha y después de varios minutos de dialogo, se le obligó al mandatario morelense a que firmara un documento en donde se comprometía a ya no seguir acosando al movimiento y reconocía a la colonia y sus habitantes como legítimos dueños de los terrenos. Aunque el gobernador fue puesto en libertad y obviamente no aceptó las resoluciones de ese documento firmado “a la fuerza”, la organización interna fue en ascenso y la idea de desplazarlos del lugar se volvió imposible.

De las tres secciones en las que se dividieron las 68 hectáreas (los pinos, el centro y la nopalera), se conformaron 57 manzanas, en donde se conformaron a su vez pequeños grupos de colonos que fungían como representantes de cada manzana. Se buscó con ello generar un proceso de democracia participativa y popular desde las bases bastante interesante. Y derivado de todo lo descrito en las líneas anteriores, bajo el esquema maoísta, se llegó a pensar en la CPRJ como el primer territorio “liberado” de México.

Ahora bien, a pesar de que el poblado logró posicionarse políticamente en la región, dado el contexto autoritario que se vivía, desde el principio fueron acosados por policías, y con el paso de los meses por militares. Además, como se dijo anteriormente, en el horizonte del “Güero” Medrano siempre estuvo presente la idea de germinar un movimiento guerrillero, y puesto en realizarlo, desde el principio se empeñó en consolidar un movimiento armado.

Dicho lo anterior, aunado a las expresiones de vida comunitaria y autogestionaria, la CPRJ contaba con un brazo armado que se llamó Comando de Expropiaciones. Con dicho grupo, como su nombre lo vaticina, Florencio Medrano y su organización obtuvieron financiamiento para sus planes revolucionarios por medio de expropiaciones de algunos establecimientos comerciales como hoteles, cines, tiendas, etc., y también consiguieron armas y algunos carros con los que se movían.

Por lo tanto, se buscó una alianza con otras organizaciones, siendo la guerrilla rural del profesor Lucio Cabañas con la que se tejió el nexo. A pesar de las diferencias ideológicas que podían existir entre ambos dirigentes, lo cierto fue que se logró consagrar la unidad; quizá su composición social y la necesidad de no quedar aislados, los acercó. Gente del Partido de los Pobres, e incluso el mismo Lucio Cabañas, llegaron a ir a la Rubén Jaramillo, por lo que la alianza estaba tendida, lo que faltaba era consolidarla.

De esa forma, para el mes de septiembre, exactamente el lunes 24, un grupo de integrantes del Comité de Lucha, en donde se encontraba Florencio Medrano, junto con otros 17 colonos, viajaron a Guerrero con la intención de entrevistarse con gente del Partido de los Pobres para planear acciones en conjunto. Sin embargo, de forma desafortunada, a su regreso, para el 25 de septiembre sufrirían una emboscada por miembros del Ejército y policías locales en el estado de Guerrero en un pueblo de nombre Tepecoacuilco.

De esa manera la situación se tornó complicada. Florencio Medrano junto a otros integrantes más de la comitiva que habían viajado lograron escapar de la redada en Guerrero y regresaron a la CPRJ. No obstante, la policía y los militares detuvieron a siete personas y, en el enfrentamiento, asesinaron a un integrante del grupo (Primo Medrano, hermano del “Güero”). Los detenidos fueron llevados al Cuartel de Iguala, y durante las horas siguientes fueron expuestos a interrogatorios bajo tortura que les brindaron a los soldados la información que necesitaban. La alianza con el Partido de los Pobres de Lucio Cabañas salió a la luz dentro de la información sacada a los detenidos.

Fue así como para los siguientes días las fuerzas castrenses decidieron aniquilar por completo el movimiento. De esa manera el 28 de septiembre de 1973, más de mil soldados invadieron la CPRJ para tomarla por completo y aprehender a los dirigentes. Sin embargo, Florencio Medrano nuevamente lograría escapar y después de meses de estar evadiendo la persecución policiaca, radicalizaría su accionar y para el otoño de 1974 formaría una organización político militar de corte maoísta llamada: Partido Proletario Unido de América (PPUA). Pero eso es otra historia.

Finalmente fue por medio de la represión como el régimen priista de los años setenta controló la situación de la CPRJ. Los soldados se apostaron en la comunidad durante los siguientes siete años; manteniendo un cerco militar para mermar cualquier intento de subversión o radicalidad de los colonos que continuaron en el poblado. De esa manera se interrumpió la experiencia popular de lucha que se había construido. Serían inadecuado decir que el gobierno planeó todo desde un principio cuando se enteró de la invasión, teniendo como finalidad aplastar el movimiento de la manera como lo hizo. Sin duda, fue el cúmulo de acontecimientos que la organización de la CPRJ llevó a cabo lo que tomó por sorpresa a las fuerzas estatales, y para impedir otro bastión guerrillero (independientemente de que éste fuera posible), optaron por contener y aplastar la organización.

Conclusiones

En 1915 durante el contexto de la Revolución Mexicana, en Morelos se vivió una de las experiencias más ricas y profundas de la lucha social en la historia del país. Después de la derrota del régimen de Victoriano Huerta, por primera vez desde que había comenzado la revolución, las fuerzas zapatistas tenían el territorio donde residían a su merced. De esa manera el Plan de Ayala se llevó a la práctica. El sistema de haciendas había desaparecido en la región y las tierras en su mayoría fueron restituidas para los pueblos del estado, logrando como resultado un periodo de autogobiernos, de verdaderas democracias campesinas, así como situaciones de genuina autogestión comunitaria y popular. Historiográficamente este periodo es conocido como “La Comuna de Morelos” debido a su potencia revolucionaria.

Dicho lo anterior, considero que con el caso de la Colonia Proletaria Rubén Jaramillo, cuidando las “debidas” proporciones, podríamos hacer un símil y considerarlo como “otra” experiencia comunal en la historia de Morelos. En cierta medida la herencia de la lucha por la tierra y la radicalización social en el estado vieron su continuidad en la figura de Florencio Medrano. Transformar la realidad seguía siendo la meta, sólo que en esta ocasión el maoísmo y la idea de instaurar un régimen socialista irrumpieron en la escena como el eje ideológico y político de la organización.

Hoy en día el poblado aún existe, paulatinamente perdió su potencia organizativa, derivado del cerco militar en su contra. Para los años ochenta la situación cambió pues los soldados se retiraron y el poblado sufriría una campaña de estigmatización social pues se le consideró como una comunidad alejada de la ciudad y como un nido de maleantes. Dicha labor de desprestigió terminó funcionando y en la actualidad pocas personas conocen el pasado de la colonia. En conclusión, la historia de la Colonia Proletaria Rubén Jaramillo es una historia aún en reconstrucción, y a casi medio siglo de distancia, es importante que la experiencia sea mayormente conocida.

Bibliografía sobre el tema

Fuentes Ricardo Yanuel, (2020), Colonia Proletaria Rubén Jaramillo. La herencia de la lucha por la tierra en el Morelos de los años setenta, en Victoria Crespo y Carlos Barreto (Coord.), Zapatismos. Nuevas aproximaciones a la lucha campesina y su legado posrevolucionario, México: Universiada Autónoma del Estado de Morelos

Jaso Galván Azucena Citlalli, (2011), La colonia proletaria Rubén Jaramillo: la lucha por la tenencia de la tierra y la guerra popular prolongada (31 de marzo de 1973 – enero de 1974), Tesis de Licenciatura, México: UNAM.

Mier Merelo Armando, (2003), Sujetos, Luchas, Procesos y Movimientos sociales en el Morelos contemporáneo, México: UAEM-UNICEDES.

Velázquez Vidal Uriel, (2018), El maoísmo en México. El caso del Partido Revolucionario del Proletariado Mexicano, 1969-1970, en Encartes Antropológicos, Núm. 1, México: Escuela Nacional de Antropología e Historia.

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