La fertilidad burguesa

Jonatan Romero

Lectura desde el marxismo clásico

La teoría crítica del siglo XXI cuestionó abiertamente las tesis antimarxistas que intentaron denunciar el vacío epistémico de la obra de Karl Marx y muy concretamente en lo referente al estudio de la naturaleza. Algunos pensadores contemporáneos presentaron evidencia de sobra, la cual argumenta los límites argumentativos de las falacias previas. La crítica a la economía política exploró profundamente la relación entre la dominación burguesa y la destrucción de la madre tierra.

Walter Kopmann escribió un artículo muy famoso cuyo título es “reflexiones sobre la naturaleza y la praxis en Marx”. La idea central está en el combate frontal contra lecturas deformadoras de El Capital y en especial con dejar sentado el vínculo teórico entre la ciencia del hombre con la de la naturaleza, pues al final una no puede continuar sin la otra (Koppman, 2013, 27). Marx y Engels levantaron los primeros cimientos para comprender la dualidad sujeto y objeto.

Mas adelante en su disertación, la obra sugiere la línea de investigación heredada por los fundadores del socialismo científico, la cual se sustenta en la conexión entre las relaciones sociales y las leyes de la misma naturaleza. Marx abrió la crítica radical contra el individualismo metodológico, a la vez que situó al ser humano en su tiempo y espacio (Koppman, 2013, 31). La dualidad sujeto y objeto se presenta en toda la crítica a la ideología burguesa y además sustenta la denuncia sistemática contra la barbarie moderna.

Marx encuentra el puente metodológico entre el mundo de la naturaleza y el del ser humano y coloca el concepto de metabolismo social como el elemento protagónico de su obra. La relación entre el sujeto y la naturaleza se sujeta en el intercambio permanente de sus energías con el fin de transformar la realidad concreta. Las relaciones sociales serían en ultima instancias las mediadoras de aquel proceso y allí se encuentran los pilares para entender el problema en cuestión.

Manuel Maldonado publicó su “Prometeo desencadenado sobre la concepción marxista de la naturaleza” y allí converge, con el anterior investigador, en tanto leen, desde la obra de Marx, la intervención activa del ser humano con la modificación de la naturaleza. En ese sentido y parafraseando a Maldonado, “la naturaleza es todo aquello a lo que el hombre desea dar sentido” (Maldonado, 2004, 62). La literatura contemporánea ubica una relación de dominio intrínseco entre el factor activo y el pasivo.

Kopmann argumentó la relevancia del trabajo productivo en la relación ser humano y naturaleza y al mismo tiempo separa los dos polos en términos del anterior concepto. El sujeto productor, a diferencia del objeto, despierta la capacidad de darle sentido a su vida (Koppman, 2013, 31); la conciencia emerge de los dominios de lo instintivo. Maldonado no se pierde del camino epistémico anterior y sostiene que “la transformación de la naturaleza a través del proceso de trabajo es, a fin de cuentas, el origen y motor de la historia en el materialismo histórico” (Maldonado, 2004, 63).

El metabolismo social contempla, según estas lecturas, el vínculo entre el mundo de los humanos y el de la naturaleza, pero, al mismo tiempo, no está explicito en los trabajos de Marx ya que sería en todo caso un análisis fuera de la obra del pensador comunista. La sociedad domina a la naturaleza dentro de los márgenes históricos concretos y estos últimos protagonizan los elementos centrales de la discusión misma. Las relaciones sociales determinan en última instancia el orden de la misma naturaleza.

Maldonado argumenta de manera interesante que “la historia humana e historia natural no pueden ser separadas” (Maldonado, 2004, 70). Siguiendo la línea argumentativa, Bujarin explica también “las posibilidades sociales dependen, en parte, del medio natural correspondiente” (Maldonado, 2004, 70). La obra de Marx cuestiona al fin de cuentas la dominación burguesa sobre el trabajo y también en el planeta y desde allí vale la pena recuperar la relevancia de los argumentos previos.

Ignacio Sabbatella, en su “Crisis ecológica y subsunción real de la naturaleza al capital”, propone ubicar las mediaciones para elaborar una lectura crítica sobre la devastación ambiental. El cuestionamiento sugiere utilizar la idea del metabolismo social pero ahora desde la misma historicidad del capitalismo. Así, la sociedad burguesa deja al descubierto los factores destructivos de su forma de producción, circulación y consumo de la riqueza social.

La crisis estructural no sólo devasta el polo subjetivo de la reproducción social sino también lo hace con el objetivo. El cuestionamiento debe ir más allá de la relación entre el capital y el trabajo asalariado y, en palabras de Sabbatella, “se torna imprescindible recuperar la crítica de fetichismo de la mercancía, no solo en la relación capital–trabajo, sino también en la relación con la naturaleza” (Sabbatella, 2010, 72). La discusión no sólo parte de una propuesta epistémica sino también práctica.

La obra de Marx cuestiona el dominio burgués en el orden social y natural y la lectura del siglo XXI debe recuperar este sentido dialectico de El Capital. Desde Sabbatella, la argumentación sugiere contemplar que “bajo la forma social capitalista, la relación sociedad–naturaleza se quiebra” (Sabbatella, 2010, 73). En otro lugar se escriben las siguientes líneas “la naturaleza es fetichizada por obra y gracia del capital” (Sabbatella, 2010, 73). La economía capitalista no da tregua alguna a la reproducción de la vida y la somete a la lógica del valor que se valoriza.

Aquí se necesita explicar dos cuestiones muy importantes dentro del debate previamente expuesto:

Primero, y siguiendo el argumento de Sabbatella, la cuestión se establece desde el siguiente ángulo epistémico, el cual manifiesta que “la propiedad privada establece la cosificación del objeto natural y la alienación respecto de la naturaleza” (Sabbatella, 2010, 73). Segundo, sin dejar de lado al autor, es de vital importancia recordar que “en el régimen capitalista, la forma predominante en la cual el hombre se vincular a la naturaleza es la apropiación privada y la mercantilización” (Sabbatella, 2010, 73).

Bajo el anterior mirador, la lectura de El Capital sugiere dos cosas, por un lado, que las fuerzas vitales de la naturaleza y el ser humanos están bajo la lógica de la ley del valor que se valoriza y por el otro que existe una subsunción real tanto del trabajo como de la naturaleza bajo la lógica del capital. El dominio burgués trastoca todos los niveles de reproducción de la vida y la creación en su forma subjetiva y objetiva queda al servicio de los intereses pecuniarios de las elites modernas.

La subsunción real de la naturaleza bajo la lógica del capital sugiere un análisis dinámico de la barbarie moderna y cuestiona la narrativa economicista de la crisis burguesa. En ese sentido, la cuestión toma relevancia en tanto se comprenda la profundidad del argumento antes descrito. La sociedad burguesa contempla a la tierra desde su fertilidad misma, es decir, siguiendo a Sabbatella, “en la subsunción real, la naturaleza se presenta como una fuerza productiva del capital” (Sabbatella, 2010, 74).

Todo lo anterior era bastante necesario ya que existe una deuda histórica con algunas lecturas de El Capital en referencia con el tema en cuestión. Renta del Suelo y violencia Midáica no nació de la nada y muchas cuestiones se han escrito en varios lugares. Aunque existe mucha literatura del tema, no se podrá continuar con la revisión histórica del tema (se dejará para otras ocasiones). Dicho lo más relevante para este caso, ahora, el debate se centrará sobre la poderosa lectura del Dr. Camilo Valqui Calchi.

La lectura clásica de Camilo Valqui

Camilo Valqui es un pensador peruano, marxista y comunista y su lectura praxeológica está comprometida con la liberación de los pueblos americanos de la dictadura del capital. Los herederos de los incas producen sistemáticamente las mejores lecturas en torno a la dialéctica histórica y su aplicabilidad a los problemas concretos de las generaciones de su propio tiempo. Ayer fue Martitegui, ahora toca el turno al exiliado del Perú.

Luis Arizmendi escribió sobre una obra de este revolucionario lo siguiente:

Karl Marx: todo lo sólido se desvanece en el aire del siglo XXI, el nuevo libro del comprometido pensador crítico de la Universidad Autónoma de Guerrero, Dr. Camilo Valqui, constituye una obra que, a contrapelo del discurso político del poder contemporáneo, de ningún modo aborda la delicada crisis epidemiológica que ha detonado el Covid-19 como la expresión de un “enemigo invisible” que se ha expandido por todo el orbe. En efecto, no es la naturaleza la que se encuentra en guerra con la humanidad, más bien, el capitalismo es el que se encuentra en guerra con la naturaleza. (Valqui, 2020, 15)

La mirada crítica peruana desnuda por completo el complejo escenario de la destrucción de la naturaleza, ya que, el colapso civilizatorio tiene su raíz en el dominio burgués sobre todos los planos de la vida misma. La subsunción real de la naturaleza bajo el capital compromete a la reproducción de la madre tierra y, por eso mismo, la barbarie moderna apuntala la tensión entre el capital y las fuerzas productivas naturales y las del trabajo. Las premisas epistémicas se encuentran en la misma obra fundacional de socialismo científico; en la crítica a la economía política.

Premisas ontológicas y epistémicas para la crítica del ecocidio del siglo XXI se encuentra una postura radical sobre el tema, lo cual manifiesta que “la violencia sistémica es un proceso inherente a todo orden imperante sustentado en antagonismos irreconciliables, que han quebrantado el entronque de los seres humanos y la naturaleza, minando la existencia de ambos” (Valqui, 2014, 30). La compleja realidad responde a las necesidades históricas predeterminadas y al, mismo tiempo, se deducen de las leyes de la lucha de clases.

Mas adelante se encuentra que “el enfoque dominante sobre la violencia contra la naturaleza procede de la racionalidad de occidente” (Valqui, 2014, 31) y, también, “es una cognición ideológica fundada en la cosificación y la mercantilización del ser humano y la naturaleza ” (Valqui, 2014, 31). Las premisas epistémicas marcan una relación compleja entre la vida y la orientación fetichizada de una sociedad enajenada. La burguesía transforma todo lo que toca en capital y todo lo demás queda relegado a segundo plano.

Camilo Valqui denuncia el carácter necrofílico de la sociedad burguesa y al mismo tiempo ubica su historicidad. Al recuperar algunas líneas, se encuentra que “con la implantación del sistema capitalista en el plantea, se ha desarrollado por más de 500 años la absoluta mercantilización del ser humano, de la naturaleza y la vida; en suma, de todo” (Valqui, 2014, 36) y más adelante se manifiesta que “en el sistema capitalista el valor de cambio lo domina todo y nada escapa a la razón del capital que es valorizado a expensas del ser humano y la naturaleza” (Valqui, 2014, 36).

Camilo Valqui denunció de manera muy clara el moderno carácter midáico, es decir, todo lo que toca, el moderno rey, se convierte en oro. La vida se subsume a una lógica enajenante y fetichizada y por eso mismo se comprometen sus fuerzas a necesidades inhumanas. En otro lugar, se puede leer lo siguiente:“el capital ha mostrado una relación destructiva con la naturaleza, que patentiza su esencia depredadora como civilización” (Valqui, 2019, 30) y más adelante se puede descubrir que “el capital es una compleja relación de poder y de clase que implanta en el mundo por primera vez la moderna esclavitud asalariada y también la moderna esclavitud de la naturaleza” (Valqui, 2019, 31).

En Los animales, esencia y complejidad de la miseria de la filosofía en el capital y miseria del capital en la filosofía, de Camilo Valqui, se puede leer las siguientes líneas:

la esclavitud de seres humanos y de la naturaleza es el eje central de la moderna civilización capitalista, fundada en la violencia universal contra el trabajo asalariado, complejo y multidimensional, enajenación material y espiritual, inherente a todo orden capital, cuya producción y reproducción de plusvalía perpetua el capital, y, por ende, a la propia esclavitud humana y natural (Valqui, 2019, 31).

Camilo Valqui encontró las premisas ontológicas para deducir las leyes históricas dentro del marco de la devastación de la madre tierra. Las visiones malthusianas quedaron exhibidas y la crítica a la economía política se colocó en su forma más potente. Así, el dominio burgués sobre el trabajo asalariado también está depositado en la naturaleza y en las siguientes líneas se puede observar de una mejor manera: “el capitalismo está fundamentado en la propiedad privada de los medios de producción y en el dominio de la explotación de la fuerza de trabajo humano y de la fuerza de trabajo de la naturaleza” (Valqui, 2016, 28).

Así Camilo Valqui acecha a las posiciones vencidas a la ideología burguesa y de los modernos terratenientes cuando afirma:

La violencia contra la naturaleza está determinada en esencia por la producción de plusvalía, concientizada en el valor de cambio que emerge en el mercado como ganancia, sustentada en las relaciones de producción, para la explotación y la dominación de seres humanos y naturaleza, que caracterizan a las sociedades clasistas, en general, máxime a las sociedades capitalistas de todo el mundo (Valqui, 2016, 31 – 32).

Fertilidad Burguesa y violencia midáica

La fertilidad burguesa es producto de la crítica a la economía política, es decir, El Capital tiene previsto las categorías esenciales para comprender el carácter destructivo de la economía capitalista. Los fundadores del socialismo científico mostraron las leyes fundamentales del orden burgués, así también denunciaron el corazón de la barbarie moderna. La tasa de ganancia se vuelve en el motor de desarrollo económico vigente y ahí se encuentran las premisas fundamentales.

La tasa de ganancia no solo contempla la explotación del trabajo asalariado, sino también la del capital constante. De manera tajante, Marx explica la importancia de los medios de producción por dos razones: 1) estos ingresan en el precio de costo de la mercancía porque es una parte constitutiva del valor mercantil (Marx, 2010) y 2) estos cuestan en tanto tienen precio o se mercantilizan (Marx, 2010). Los comunistas saben de la importancia del trabajo asalariado, en tanto son los creadores del nuevo valor. Así, la tasa de ganancia no solo contempla al capital variable, como lo hace la tasa de plusvalor, sino también al constante.

Marx afirmó que el capitalista produce la mercancía no por la mercancía misma, no por su valor de unos ni para el consumo personal. El producto que interesa en realidad al capitalista no es el producto palpable, sino el excedente de valor del producto por encima del valor del capital consumido en el (Marx, 2010). Bajo este mirador, la crítica de la economía política pone el acento la importancia de los medios de producción y los trabajadores en la producción de plusvalor o su forma transmutada como la ganancia.

El Tomo Tercero sugiere dos cuestiones centrales: 1) solo puede transformar en valor mayor, el valor del capital variable que adelanta, si lo intercambia por trabajo vivo, si explota trabajo vivo (Marx, 2010); y 2) solo puede explotar el trabajo, si adelanta al mismo tiempo las condiciones para la efectivización de ese trabajo (Los medios de producción) (Marx, 2010). La economía capitalista presupone la disociación entre sujeto productor y sus objetos de trabajo, es decir, debe existir un proceso de mercantilización de la fuerza de trabajo y la fuerza productiva de la naturaleza.

Con base en lo anterior, Marx y Engels cuestionaron abiertamente las posturas mecánicas de los comunistas sobre el dominio burgués y, por ejemplo, primero, Engels escribe en la Dialéctica de la Naturaleza que el trabajo es la fuente de toda riqueza, afirman los especialistas en economía política. Lo es, en efecto, a la par que la naturaleza, proveedora de los materiales que él convierte en riqueza (Engels, 1961); y 2) Marx escribe en su Critica al programa de Gotha que el trabajo no es la fuente de toda riqueza. La naturaleza es la fuente de los valores de uso (¡que son los que verdaderamente integran la riqueza material!), ni más ni menos que el trabajo, que no es más que la manifestación de una fuerza natural, de la fuerza de trabajo del hombre (Marx, 1971).

Ahora, el punto central sería explicar correctamente la relación entre la tasa de ganancia y la devastación de la madre tierra, para eso se necesita investigar una mediación más de este proceso tan complejo. En primer lugar, la ganancia no está mediada por capitales individuales sino por la competencia misma, y, en segundo lugar, el objetivo burgués se basa en la acumulación ampliada. Lo anterior abre un camino harto fértil para encontrar las coordenadas epistémicas de la raíz de la crisis ecológica y económica.

La tasa de ganancia importa en tanto se transmuta en tasa media de ganancia y lo anterior sugiere tener en cuenta dos cuestiones centrales: 1) la composición orgánica de los capitales en las diferentes esferas de la producción (Marx, 2010) y 2) la distribución del capital social global en esas diferentes esferas (Marx, 2010). La investigación sugiere en términos generales que “la nivelación entre las esferas de la producción de diversa composición siempre debe tender a igualarla con las esferas de composición media”. La efectividad de explotación no está dada por las cualidades individuales del capitalista sino por su desenvolvimiento social.

Con base en lo anterior, Marx concluye lo siguiente: 1) los capitales de composición media o aproximadamente media, el propio precio de producción coincide, pues en forma total o aproximada, con el valor, y la ganancia con el plusvalor generado por ellos (Marx, 2010); y 2) Todos los restantes capitales, cualquiera que sea su composición, tienden a nivelarse con los de composición media, bajo la presión de la competencia (Marx, 2010). Así, la ganancia extraordinaria sale a relucir en su forma completa, ya que los capitales con valores individuales menor al precio de mercado, pues obtienen un plus que nada les cuesta en lo absoluto.

La competencia capitalista produce generalmente ganancias extraordinarias bajo dos premisas, primero, el mercado o sector incorpora más capitales privados por lo regular en los polos más desarrollados o los menos para así ensanchar la diferencia entre los capitales de vanguardia con los de retaguardia; y, segundo, los capitales de vanguardia incrementan su inversión en capital constante para incrementar la diferencia entre la composición orgánica de los diferentes capitales. En ambos casos, la ganancia extraordinaria tiene su raíz en la transferencia de valor de las formas con composición orgánica más alta a las que tienen una más baja.

La composición orgánica emerge en la dominación capitalista como un detonador de la ganancia extraordinaria. Los capitales de vanguardia hacen uso de sus mejores inversiones en medios de producción para incrementar el rendimiento de su dinero adelantado. En ese sentido, como algunos marxistas han mencionado mucho, el dominio capitalista necesita del espacio, pero no solo eso, ya que, la naturaleza en si misma es una fuerza productiva que se mercantiliza y por ende se transmuta en capital constante. Ahora, en términos generales, los capitales de vanguardia se definen bajo dos coordenadas: por un lado, tienen una composición orgánica mejor y por el otro, combinan la organización del trabajo con la fuerza productiva natural y técnica.

La explotación del trabajo asalariado presupone, si o si, al dominio del mundo burgués sobre la naturaleza. Pero, lo más relevante de este proceso está en la idea de que el dueño del dinero y de la tierra no son los mismos. La ganancia extraordinaria se transmuta en renta del suelo, en tanto, el dominio burgués acelera la explotación tanto del hombre como de la naturaleza, y de lo anterior, el monopolizador de la tierra intercepta una parte de esa plusganancia. Así, la fertilidad burguesa aparece con todas sus aristas y queda desnuda ante los ojos de los demás.

El rey Midas todo lo que tocaba lo transformaba en oro, pero el capital todo lo que toca lo transmuta en ganancia extraordinaria. El toque maldito destruye todo a su paso por la sencilla razón de que está sometido a un lógica perversa y necrofílica. El mundo ya no provee de valores de uso a los humanos, sino ahora, produce y reproduce de manera ampliada grandes cuotas de ganancias que se reparten tanto los burgueses como los terratenientes. Bajo esta tendencia, la vida colapsará tarde o temprano ya que el ritmo de la acumulación burguesa es insaciable y el de la naturaleza y trabajo está totalmente limitada.

Nota final

El inicio de la fertilidad burguesa también dio pie al mal por excelencia del llamado mundo moderno, es decir, la inflación. Por ejemplo, Keynes reconoció la relevancia entre la producción inédita de oro con la subida de precios, pero no fue el único, ya que Smith concluyó los mismo que el economista británico del siglo XX.

En pleno auge inflacionario, un notable economista situó el problema en la base monetaria, según Milton Friedman, parafraseando a Jean Bodin, “la inflación es siempre y en todas partes un fenómeno monetario” (Kwarteng, 2015). Nadie cuestiona estos planteamientos y los economistas suelen reducirlo a los anteriores términos, a veces los matices aparecen en la discusión, pero los debates se dan normalmente bajo la lógica mercantilista.

Ahora, la discusión se torna interesante cuando recordamos que Smith escribió lo siguiente: “el descubrimiento de las minas de América hizo disminuir el valor del oro y la plata en Europa” (Kwarteng, 2015) y después sentencia que “las minas de plata de Europa quedaron, en su mayor parte, abandonadas” (Kwarteng, 2015) y que “se redujo tanto la que su producción (en las minas de plata europeas) ya no lograba pagar los costos de su explotación y sacar alguna ganancia” (Kwarteng, 2015).

Keynes al respecto escribió que “la era moderna se inauguró con la acumulación de capital iniciada en el siglo XVI. Creo que esto se debió inicialmente a la subida de los precios, y a olas ganancias a que esto condujo; como resultado de los tesoros de oro y plata que España introdujo del nuevo al viejo mundo” (Kwarteng, 2015) y después agrega que “la nueva producción de las minas del Potosí y de otros lugares con la ayuda de métodos mejorados de excavación” (Kwarteng, 2015), finalmente se puede leer lo siguiente “un periodo de alza de los precios sirve de estímulo a las empresas y beneficia a los hombres de negocios” (Kwarteng, 2015).

Las notas anteriores son bastante ilustrativas para 1) inferir la falsedad de la teoría cuantitativa del dinero y 2) abrir el camino a la renta diferencial del suelo. La inflación sitúa a la producción masiva de oro y plata en las minas del nuevo mundo y al mismo tiempo marginó a los yacimientos de Europa. Bajo el anterior mirador, el cambió no fue producto de la mercancía oro – plata sino de las propias cualidades de las tierras del potosí y después Zacatecas. Los economistas escribieron sobre el punto, las minas del nuevo mundo eran mucho más productivas que las de Europa.

La inflación viene acompañada del monopolio de una fuerza productiva natural muy específica y en todo caso no existe en otra parte del mundo. El oro y plata de América solo es consecuencia de un proceso más complejo, el cual radica en la mercantilización de una parte de la tierra bastante productiva, es decir, existe una renta monopólica del suelo. El mismo Smith aseguró que “no pareció haber tenido ningún efecto sensible en el precio de las cosas en Inglaterra hasta después de 1570: aunque las minas de Potosí habían sido descubiertas más de veinte años antes” (Kwarteng, 2015).

La renta del suelo incrementa paulatinamente el precio de las mercancías y su ritmo depende del tipo de contrato de arriendo. En este sentido, la renta monopólica presionó a los precios al alza cuando los contratos empezaron a modificarse debido, está claro, al descontento de los terratenientes por las enormes ganancias extraordinarias del sector y ellos no podían acceder con contratos de 100 años. De esta manera, con una rentan monopólica y mejoras en la producción del oro y plata se disparó el precio de estas mercancías. Otra vez, la modernidad burguesa contempla su propia fertilidad, una que está al servicio del valor que se valoriza.

Referencias

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